dimecres, 31 de març del 2021

España, 4- Italia, 0 (Euro 2012-Final)

73. Jordi Alba (2-0)

Los laterales cada vez tienen más importancia en el fútbol moderno. En un ecosistema con elementos de banda actuando a pierna cambiada y buscando casi siempre el interior para rematar a portería, son estos jugadores, que hace décadas eran los más despreciados del equipo y se limitaban a ejercer de marcadores, los que deben dar profundidad. Por ello, muchos de ellos son atacantes reconvertidos a funciones defensivas que, al final, no lo son tanto. Es lo que ocurrió con la evolución de Jordi Alba.


Originario de L'Hospitalet de Llobregat, al lado del Camp Nou, Jordi Alba se formó como extremo izquierdo en las categorías inferiores del FC Barcelona, ​​pero fue descartado, entre otros motivos, por su estatura, en 2005, cuando ya tenía 16 años. Se tuvo que buscar la vida y fichó por el Cornellà, en los conjuntos inferiores del cual hizo buenas temporadas y llamó la atención del fútbol base del Valencia, que lo contrató por 6.000 euros.

Alba, futbolista rápido y dinámico, actuó en el filial valencianista y aceptó una cesión al Gimnàstic de Tarragona, conjunto de Segunda División, donde llevó a cabo una buena temporada 2008-09, con 4 goles en 35 partidos a las órdenes de un ex jugador valencianista, César Ferrando. Actuaba en el medio del campo, como interior, por delante del lateral y en esta posición fue repescado por el primer equipo del Valencia, entrenado entonces por Unai Emery.

Fue el técnico vasco quien le fue encontrando una nueva posición. Compartían banda con el francés Jérémy Mathieu y ambos tenían la capacidad de jugar de lateral o en el centro del campo. Durante tres campañas formaron una buena banda izquierda en el Valencia y esto valió a Alba ir convocado por primera vez con la selección absoluta de Vicente del Bosque, que buscaba sustituto para el campeón del mundo, Joan Capdevila. Alba ya había sido internacional en categorías inferiores, a raíz de su fichaje por el Valencia, y estaba seleccionado también para los Juegos Olímpicos de aquel verano en Londres, pero un buen final de campaña con su club convenció a Del Bosque, que sólo le había hecho jugar tres partidos, de llevárselo a la Eurocopa de Polonia y Ucrania y, además, de titular.

De hecho, Alba se vio beneficiado por el déficit de jugadores en la posición de lateral izquierdo. Los otros dos defensas de banda de la convocatoria, Arbeloa y Juanfran, eran diestros y esto dio vía libre para el jugador del Valencia, que ya había llegado a un acuerdo para volver al FC Barcelona, ​​para jugar todos los minutos. Lo hizo en el empate contra Italia y las victorias ante Irlanda y Croacia en la primera fase, en el triunfo ante Francia en los cuartos y en el agónico por penales contra Portugal en las semifinales. Era el momento de afrontar la primera gran final de su carrera, la de la Eurocopa contra Italia.


El gol

El partido vino rodado para España desde el inicio. La táctica de actuar sin delantero centro y con Cesc con mucha libertad destrozó a los italianos que, además, vieron como el central Chiellini se lesionaba. Los españoles se adelantaron pronto con una acción del propio Cesc que remató Silva. Cuatro minutos antes del descanso, llegó una anotación que pesaría mucho y que explica el mismo protagonista en este vídeo de la UEFA.


Casillas envió un balón largo buscando a Cesc quien, abandonando la posición de punta, habilitó de cara a Alba. Este combinó con Xavi y comenzó a correr para romper la desorganizada defensa transalpina. El pase milimétrico del director de juego del FC Barcelona y de la selección dejó solo al lateral ante Buffon y, sin nadie a quien pasar el esférico, éste optó por resolver y batir al portero. Era el 2-0 y media final. Prandelli, el seleccionador italiano, agotó los cambios en el descanso pero se le lesionó Motta a continuación. La segunda parte fue un trámite que remataron el tercer gol, de Torres, y el cuarto, de Mata.

Jordi Alba, por tanto, entró con el pie derecho al FC Barcelona donde, enseguida, se hizo con el puesto de lateral. Había llegado justo después de la salida de Guardiola del club, pero con Tito Vilanova, alguien que lo conocía bien la cantera, en el banquillo. Ganó la liga en el primer año y siguió siendo titular indiscutible en la selección, con la que fue subcampeón de la Copa Confederaciones en Brasil. También jugó su primer mundial al verano siguiente, con fracaso y marcha a casa en la primera ronda.

En el FC Barcelona, ​​después de una temporada complicada con Martino de entrenador, ahora con Luis Enrique en el banquillo y con el tridente Messi-Suárez-Neymar, el equipo consiguió su segundo doblete y él comenzó a crear una sociedad con el argentino que aún dura, aprovechando las entradas del brasileño hacia dentro. La acción de Messi picando el balón desde la derecha o desde el medio para la internada de Alba por la izquierda y el retorno de éste para el remate de la estrella se ha convertido en un clásico de los últimos años.

En 2016 también participó en una Eurocopa que significó el adiós de Del Bosque en la selección, con revancha de Italia en los octavos de final. En el Barça, su relación con Luis Enrique se deterioró después de un cambio de sistema de éste para intentar la remontada, conseguida, ante el París Saint-Germain en la Champions. Alba, jugador de carácter muy fuerte, no se tomó bien quedar fuera del 3-4-3 para ese partido, pero respondió con buenas temporadas una vez salió del equipo el técnico asturiano, y también Neymar, con dos ligas más a las órdenes de Ernesto Valverde. También actuó en el convulso mundial del 2018, con nueva caída en octavos, ahora ante Rusia.

En los últimos años, el hecho de que Luis Enrique haya sido el seleccionador, salvo unos meses, no le ha hecho fácil volver al equipo nacional. Ahora tiene mucha competencia, con hombres como Reguilón o Gayá que le ponen muy complicado ir a la Eurocopa de 2021, en buena parte por su falta de sintonía con el preparador. El verano pasado parecía que podía ser el de su salida del FC Barcelona, ​​con la crisis deportiva que terminó con el 2-8 ante el Bayern en Lisboa, que llegaba después de cursos de fracasos europeos, pero no ha sido así. Sigue de titular, nueve años después de volver a casa y de aquel gol en la final de Kiev que allanó mucho el camino de la selección española hacia su tercera Eurocopa.

dimarts, 30 de març del 2021

Inglaterra, 0 (2) - Italia, 0 (4) (Euro 2012-Cuartos de final)

74. Andrea Pirlo (2-2, en los penaltis)

Algunos futbolistas saben desde el primer momento en qué demarcación destacarán. Enseguida les ve cualidades para actuar en la defensa, el centro del campo o en la delantera y, con matices, llevan a cabo allí toda su carrera. Pero hay otros que no descubren su verdadera vocación hasta más adelante. Eso sí, cuando la encuentran, se pueden convertir en uno de los mejores jugadores del mundo en aquella posición. Es lo que ocurrió con el genial Andrea Pirlo.


Pirlo comenzó como delantero y en esta posición hizo su debut en la élite. Nacido en Flero, cerca de Brescia, fue en el conjunto de esta ciudad del norte de Italia con el que debutó en la élite y fue contratado por el Inter de Milán en 1998, cuando tenía 19 años. En las tres temporadas en que fue negriazul lo infrautilizaron y no llegó a marcar ni un gol con el equipo. En la segunda, fue cedido a la Reggina, donde consiguió seis anotaciones, y en la tercera, regresó al Brescia, donde tuvo lugar un acontecimiento crucial en su vida.

El veterano entrenador Carlo Mazzone ya disponía del legendario Roberto Baggio en la delantera pero valoraba las habilidades de Pirlo. Entonces ld probó el centro del campo, de organizador del juego. Fueron sólo diez partidos, aparte de llegar a cuartos de final de la Copa y de asistir a la estrella en un gran gol contra la Juventus. El primero de esos choques, curiosamente, fue contra el Milan y sus actuaciones sirvieron para que el otro equipo de la capital lombarda lo fichara por 17 millones de euros a final de temporada. Su posición en el Brescia sería ocupada aquel 2001 por Pep Guardiola.

En el lado rojinegro de San Siro fue donde triunfó. También debutó con la selección, justo después del mundial de 2002, y ya no se movió de ella durante trece años. En el Milan jugó hasta 2011 y, de la mano de Carlo Ancelotti en el banquillo, vivió una gran época, con dos ligas y dos Ligas de Campeones como títulos más destacables. Pudieron ser tres de no haber perdido la final de Estambul contra el Liverpool, en 2005. A menudo escoltado por centrocampistas de corte físico como Gatusso o Ambrosini, entre otros, Pirlo daba la luz al equipo y asistía a menudo para los goles de los Shevchenko, Crespo o Inzaghi.

Con la selección, después de que en 2004 se terminara la era Trapattoni, con la eliminación en la primera fase de la Eurocopa, vivió el gran momento de su vida al proclamarse campeón del mundo en Alemania, en 2006 , con la preparación de Marcello Lippi. En la Eurocopa del 2008, el equipo fue eliminado en cuartos de final y vivió una gran decepción en la Copa del Mundo del 2010, con derrota inesperada en la primera fase contra Eslovaquia que enviaba a la azzurra a casa.

En 2011, el Milan decidió que tenía que renovar la plantilla y aceptó que Pirlo, que tenía ya 32 años, fichara por la Juventus, el gran rival. Fue un error, porque en el equipo de Turín vivió cuatro grandes temporadas más hasta 2015. Al final de su primer año en la Juve, saldado con el título de liga, entró en la convocatoria de un técnico al que le gustaba el juego de toque como Cesare Prandelli para la Eurocopa de Polonia y Ucrania de 2012.


El gol

Fue un muy buen torneo para los italianos, que comenzó con un empate contra la vigente campeona, España, en el duelo inaugural. Después, otra igualada contra Croacia, con gol suyo de falta, y una victoria corta ante Irlanda abrían el paso hacia los cuartos de final, en Kiev ante Inglaterra. Italia llevó el peso del partido, pero este tampoco mostró muchas oportunidades de ninguno de los dos equipos y se superó la prórroga para llegar a los penaltis. Italia inició la ronda de disparos con gol de Balotelli. Empató Gerrard, pero entonces Montolivo envió fuera su lanzamiento. Rooney consolidaba la ventaja británica con el 2-1. El tercer disparo de los italianos lo tenía que ejecutar Pirlo, con una gran presión, y explica cómo decidió hacer lo que hizo en este vídeo de la UEFA.


En caso de error, Italia casi habría sido eliminada, pero con toda la sangre fría del mundo ejecutó un Panenka y superó a Joe Hart. La acción hizo cambiar todo el estado de ánimo y afectó tanto a los ingleses que Ashley Young mandó el siguiente disparo al palo. Con el empate restablecido y con los ánimos renovados, Nocerino metió el 2-3. A continuación, otro Ashley, Cole, vio como Buffon le detenía un disparo lleno de desconfianza y lo dejó todo preparado para que Diamanti clasificara a los italianos para las semifinales. En éstas, en un gran partido, derrotaron a Alemania por 2-1 con dos anotaciones de Balotelli. Lamentablemente, España fue demasiado superior en la final, resuelta por 4-0 y con Italia terminando el partido con diez hombres por una lesión de Motta cuando ya había realizado los tres cambios. Fue la última oportunidad real de Pirlo de ganar un gran torneo con la selección.

En las temporadas siguientes, siguió ganando ligas con la Juventus e impartiendo maestría con un juego cada vez más alabado. Participó en la Copa Confederaciones de 2013, en la que los penaltis, esta vez, y España, nuevamente, lo dejaron fuera del torneo por un error de Bonucci. En 2014, Italia fracasó en Brasil. A pesar de vencer a Inglaterra en el primer partido, dos derrotas ante Costa Rica y Uruguay la apartaban de la competición. Pirlo aún jugaría cuatro partidos más con la selección, el último cuando ya había dejado la Juventus, en 2015. Se podía haber despedido siendo campeón de Europa de clubes, pero en su último partido de blanco y negro cayó en la final de la Champions ante el FC Barcelona en Berlín, en el mismo estadio donde había sido campeón del mundo nueve años atrás, por 3-1.

Con 37 años quiso vivir una nueva aventura en los Estados Unidos y fichó por el New York City. Llegó a jugar los play-off dos años, pero sin suerte. Se retiró en 2017 e inició inmediatamente un trabajo de entrenador que le llevó el pasado verano al banquillo de la Juventus en sustitución de Maurizio Sarri. Casi no tiene experiencia en este nuevo rol, pero todo el mundo lo respeta, por lo que fue como jugador y por un carácter tranquilo como el que demostró en ese penalt en Kiev, en 2012, en que dejó helados a los ingleses. 

dilluns, 29 de març del 2021

España, 1- Bélgica, 2 (Euro 80-Primera fase)

75. Julien Cools (1-2)

En esta lista se ha hablado muchas veces de la gran era que la selección belga vivió durante la década de los ochenta, y también como aquellos resultados vinieron derivados de todo el trabajo que se había hecho en la anterior. En los setenta, los conjuntos belgas, hasta entonces muy lejos de la élite, fueron apareciendo en las últimas rondas, e incluso en las finales de las competiciones continentales y la selección sacó partido de ello. Uno de los jugadores que hizo este trabajo para que después se beneficiaran otros fue un centrocampista que aún llegó a tiempo de saborear el subcampeonato en la Eurocopa de 1980. Era Julien Cools.



Nacido en Retie, cerca de Amberes, Cools se formó en el Beringen, un club de a lado que pasó años en la segunda categoría hasta que consiguió ascender en 1972. Fue el año, justamente, en que Bélgica acogió la fase final de la Eurocopa, con un combinado que aún conservaba a jugadores de los que habían participado en el mundial de México de dos años atrás, liderados por Paul van Himst. Mientras los vecinos Países Bajos apostaba por el fútbol total del Ajax, en Bélgica adquirió protagonismo un tipo de juego físico, de reducción de espacios y de explotar la táctica del fuera de juego liderado por el técnico Raymond Goethals. Cools fue un tipo de jugador que se adaptó bien a una forma de jugar que requería de una gran forma física para mantener la presión durante los noventa minutos.

Al año siguiente de subir a primera con el Beringen, en 1973, ya con 26 años, Cools fichó por Brujas, el club que le llevaría al cénit. Con el equipo negriazul alcanzaría tres ligas consecutivas entre 1976 y 1978, además de una Copa y llegaría a dos finales europeas. En 1976 fue la de la UEFA y en 1978, la de la Copa de Europa. Ambas se perdieron ante el Liverpool. Pero estas metas, unidas a las Recopas conseguidas por el Anderlecht durante el final de los setenta, catapultaron al fútbol belga hacia las primeras posiciones de los más potentes de Europa.

Faltaba un éxito con la selección. Cools fue internacional desde 1974, en su primera temporada en el Brujas, y participó en la fase de clasificación para la Eurocopa de 1976, para la que Bélgica quedó eliminada al ser derrotada por los Países Bajos por 5-0 en los cuartos de final. De cara al mundial de 1978, nuevamente se encontraron de frente con los neerlandeses, posteriores subcampeones. Quedaron segundos de grupo a una importante distancia. Una derrota en casa por 0-2, con goles de Rep y Cruyff, que agotaban sus últimos años en la élite, les cerró el paso.

En 1978, el año en que el Brujas fue subcampeón de Europa y el Anderlecht ganó su segunda Recopa en tres temporadas, Cools fue elegido el mejor jugador de Bélgica, Ya tenía 31 años y veía cómo llegaba una nueva generación de talento que, esta vez sí, se clasificó para la Eurocopa de 1980. Él vio, desde el campo, como una victoria en Hampden Park contra Escocia por 1-3, con goles de los jóvenes Vanderbergh y Van der Elst, permitía el acceso a la fase final de Italia, de 1980. Él la afrontaría como su primer torneo grande, ya con 33 años, enrolado ya en un equipo más modesto, el Beerschot, y como capitán.

El grupo era muy duro, con los anfitriones, España e Inglaterra. Sólo el primero pasaba a la final y el debut fue un empate ante los británicos gracias a un gol de Ceulemans. El segundo partido era ante los españoles, en principio el rival más asequible de grupo. No perder estaba muy bien, pero había que ganar un partido para llegar a la final.

El gol

La primera parte fue igualada, con un gol del lateral Gerets para los belgas que fue equilibrado a continuación con un remate de cabeza de Quini. Las dos formaciones habían empatado en el primer partido, con lo que quien ganara tendría opciones y quien perdiera, se quedaba fuera. La jugada decisiva llegó en una acción llena de desaciertos de los españoles.




Fue en una jugada de mérito de Ceulemans, que se escapó por la banda derecha, eso sí, con muchas facilidades otorgadas por el defensa Tendillo. Centró al área y Del Bosque, posterior seleccionador campeón del mundo con España, tocó el balón como pudo. Lo hizo tan mal que cogió a contrapié al central Migueli y el esférico pasó por delante de un Arconada que tampoco estuvo muy expeditivo en la salida. Al otro lado, solo, estaba el delantero centro Vandenbergh listo para anotar, pero fue Cools quien, viniendo desde muy lejos, remató y marcó el 1-2 definitivo.

Sería un gol totalmente decisivo, ya que permitió que, por diferencia de anotaciones, Bélgica tuviera bastante con un empate sin goles contra Italia en el último partido para llegar a su primera, y hasta ahora única, final de un gran campeonato. En esta, cayó contra Alemania Federal por 2-1, con un gol de Hrubesch a última hora. El inicio de la gran era belga se solapó con el fin de su capitán, Cools, con el equipo nacional.

Él siguió jugando una temporada al Beerschot y su buen estado de forma le permitió alargar su trayectoria hasta los 39 años con equipos modestos como el Dessel y el Westerlo, con el que se retiró, en 1986, justo el año en que Bélgica fue cuarta en el mundial de México, liderada por toda aquel grupo de jóvenes a quienes él había capitaneado. El Balón de Oro belga del 78 y subcampeón de Europa de 1980 había plantado un semilla en una época complicada de la que muchos futbolistas de su país se pudieron aprovechar.

diumenge, 28 de març del 2021

Francia, 5- Islandia, 2 (Euro 2016-Cuartos de final)

76. Paul Pogba (2-0)

Hay jugadores que seguramente finalizan su carrera con un gran palmarés en cuanto a títulos, pero con la sensación de que podían haber llegado mucho más lejos. Es complicado prever lo que se dirá de un jugador que ahora mismo tiene 28 años y ya dispone de un mundial en su palmarés, además de otros títulos con sus equipos, pero esta puede ser la maldición que acompañe la vida futbolística del centrocampista Paul Pogba.


Las condiciones físicas y técnicas de Pogba para jugar al fútbol son indiscutibles y se salen de la media. Con un cuerpo superior a la hora de resistir el centro del campo, una gran zancada, buen juego de pies y aéreo y una gran movilidad por el terreno de juego, Pogba lo ha tenido siempre todo para triunfar. Además, ha estado en grandes clubes y ha sido casi indiscutible en la selección francesa, pero excepto en una etapa con la Juventus, su juego siempre ha despertado dudas. Posiblemente haya sido porque las expectativas eran demasiado altas, o por una tendencia a abusar del toque y de un juego poco fluido. La realidad, sin embargo, es que Pogba ha sido uno de los líderes de Francia en un cuatrienio en que fue campeona del mundo y estuvo a un gol de serlo de Europa.

Nacido en Lagny-sur-Marne, al este de París, cerca de Eurodisney, su juego a menudo ha sido más cercano a la ficción que a la realidad. Es complicado ser tan elástico y tan vistoso. Formado en Le Havre, en la Bretaña francesa, en uno de los viveros del fútbol del país, sus antepasados ​​guineanos lo dotan de una genética privilegiada a la hora de hacer deporte. Sus buenas actuaciones en edad juvenil lo llevaron a la selección y destacó en campeonatos internacionales, como la Eurocopa sub-17 de Liechtenstein del 2010. Hacía un año que ya había sido captado por el Manchester United, que le había trasladado a su academia.

Aún con Alex Ferguson en el banquillo de los red devils, debutó en el primer equipo en 2011, pero sólo jugó siete partidos en toda la temporada. Terminaba contrato y, como quedaba libre, pudo elegir su futuro. La Juventus le convenció y se lo llevó a Turín gratis con sólo 19 años. Y vivió sus mejores años. Ganó cuatro ligas, una por cada temporada en la que estuvo, llegó a una final de la Champions en 2015, se llevó dos Copas y dos Supercopas y, sobre todo, se hizo un nombre en toda Europa. Incrustado en el centro del campo, pero más desplazado hacia una banda, al final de su primera temporada en Italia fue campeón del mundo juvenil con Francia, en el torneo jugado en Turquía, y debutó con la selección absoluta en la fase de clasificación para el mundial de Brasil de 2014.

Pogba entró en la convocatoria de Didier Deschamps para el torneo. El nuevo seleccionador estaba rejuveneciendo el equipo y éste logró llegar a cuartos de final, donde cayó por un solitario gol de Hümmels contra el posterior campeón, Alemania. Él jugó los cinco partidos y marcó un gol, en los octavos de final ante Nigeria. Su progresión parecía imparable y, dos años después, en 2016, llegó a un cruce de caminos.

El Manchester United, uno de sus equipos de formación, se había dado cuenta del error de dejarle marchar. Ahora ya no estaba Ferguson, pero la entidad se encontraba en una profunda crisis deportiva e iba tras él para repatriarlo. El jugador se lo estaba pensando cuando llegó la gran cita del verano, la Eurocopa que, además, se jugaba en casa. Francia disputó una primera fase llena de dificultades, con dos triunfos agónicos contra Rumania y Albania y un empate ante Suiza. El juego no era muy bueno y también tuvo que sufrir en los octavos de final, en los que dos goles de Griezmann supusieron una remontada ante una Irlanda que se había adelantado con un penalti cometido por el mismo Pogba y tranformado por Brady. El equipo ya estaba en cuartos y el rival sería la gran sensación, la sorprendente Islandia.


El gol

Los nórdicos eran el equipo más querido del torneo y aún más después de haberse deshecho de Inglaterra en los octavos. Era complicado saber cómo saldría el partido de Saint-Denis, pero al final fue el más sencillo para los franceses, que se adelantaron a los 12 minutos con un gol de Giroud. Ocho después, llegaría casi la sentencia.


Fue en una acción sencilla, pero donde se pudo comprobar la potencia de Pogba. Corner lanzado directamente al área por Griezmann y el jugador, aun en la Juventus, saltó por encima del delantero Bodvarsson, en funciones defensivas, y remató tan fuerte con la cabeza que venció la oposición del lateral Saevarsson, situado en el palo. Veinte minutos y 2-0. El partido fue un paseo para los galos, que al descanso ya ganaban por 4-0, con dos goles más de Payet y Griezmann. Al final, el resultado fue de 5-2 y Francia llegó a las semifinales, en el que dos goles más de Griezmann le dejaron llegar a la final ante Portugal. Cuando todo parecía favorable para conseguir el título, un gol de Éder permitió a los lusos dar la sorpresa en Saint-Denis.

Pocas semanas después de aquella final, se confirmó el retorno de Pogba al United por 70 millones de euros. En las cinco temporadas que lleva en Old Trafford, su juego no se ha parecido más al de la Juventus, también condicionado por la falta de resultados del equipo, que sólo ha conseguido una Copa y una Europa League en este tiempo. Eso sí, Pogba sumó en 2018 el mundial en su palmarés, un torneo en el que volvió a demostrar su mejor fútbol, con la confianza del seleccionador, y en el que consiguió un gran gol en la final.

Esta dualidad entre el club y la selección, que podría volver a provocar la salida de Pogba del Manchester United y quizás el retorno a la Juventus, será la que tendrá que resolver en los próximos años, para saber si al final será recordado sólo como un buen jugador con enormes condiciones o explota del todo su talento y pasa a la historia como uno de los grandes.

dissabte, 27 de març del 2021

Países Bajos, 1- Rusia, 3 (Euro 2008-Cuartos de final)

77. Andrey Arshavin (1-3)

Los grandes campeonatos internacionales han ofrecido enormes actuaciones individuales de futbolistas que han llevado a sus países al triunfo, como Maradona, Pelé o Platini, o de otros que no han conseguido el título, como Johan Cruyff. Hay un tercer grupo de jugadores que también han desarrollado una buena carrera y han destacado en campeonatos en concreto pero que, sobre todo, son recordados por un partido colosal. Es lo que ocurrió en la Eurocopa del 2008 con el ruso Andrey Arshavin.


Sería injusto resumir toda su trayectoria en el mundo del fútbol en una sola noche, ya que tuvo una carrera larga y, en ciertos momentos, brillante, pero todo el mundo recuerda a Arshavin por su descomunal actuación en los cuartos de final de la Eurocopa de 2008, cuando condujo a Rusia a las semifinales y destrozó a los Países Bajos. Aquel partido se inscribió en un año en que él llevó también al Zenit a la Copa de la UEFA y en la que se convirtió en uno de los jugadores a los que todo el mundo quería contratar.

Aquel junio, Arshavin ya tenía 27 años y su trayectoria era reconocida en Rusia, aunque quizás no tanto en el extranjero. De hecho, no había podido disputar ningún gran torneo con su selección, que no aparecía en el escaparate internacional desde 2002. Entonces, él ya había debutado con el Zenit, el equipo de su ciudad de nacimiento y, aunque se estrenó en un amistoso previo a la Copa del Mundo de Corea y Japón, no entró en la convocatoria de la selección. En los años posteriores fue titular indiscutible, aunque su formación no conseguía ganar la liga rusa. Desde el punto de vista internacional, no fue importante hasta la fase de clasificación para el mundial de 2006, en la que marcó cinco goles, pero Rusia quedó fuera de la repesca por diferencia de goles con respecto a Eslovaquia.

Arshavin era un jugador con toques de genialidad. Con cuerpo de extremo, era un media punta creativo, regateador imaginativo y capaz de ponerse el equipo a la espalda. Su gran explosión llegó en 2007, cuando marcó diez goles y llevó al Zenit del holandés Dick Advocaat a un título de liga conseguido en la última jornada. Fue el preludio de una temporada esplendorosa en la segunda competición europea, en la que el equipo de San Petersburgo se doctoró con exhibiciones contra el Olympique de Marsella, el Leverkusen, el Bayern, con un 4-0 en el que él no pudo actuar, y la final ganada por 2-0 al Glasgow Rangers. Además, Rusia había entrado en la Eurocopa de 2008 dejando fuera a Inglaterra con una victoria por 0-1 agridulce en Andorra, que garantizaba el billete para el torneo, pero que terminó con Arshavin expulsado y con una sanción que no le permitiría disputar los dos primeros partidos del torneo.

Este se inició con una derrota dura por 4-1 contra España. Había que vencer en el segundo partido ante Grecia para tener opciones, y se consiguió. En el tercer y decisivo choque, triunfo contra Suecia por 2-0 con el debut de Arshavin y su primer gol. Rusia pasaba como segunda de grupo y su rival en los cuartos de final serían los Países Bajos, invictos tras una gran primera fase.


El gol

El partido era especial para los rusos, entrenados por otro neerlandés, Guus Hiddink. El duelo fue el mejor del torneo, seguramente, lleno de alternativas y con un Arshavin desbocado. Rusia se adelantó con un remate de Pavlyuchenko, pero los oranje empataron justo antes del final mediante Van Nistelrooy. Se entró en la prórroga con todo por decidir. En la segunda parte de este tiempo suplementario y, ocho minutos antes del final, Arshavin volvió a romper la defensa rival y centró para el gol de Torbinski. Faltaba poner la rúbrica a su actuación, y llegó cuatro minutos después.


Los neerlandeses se distrajeron en un saque de banda en el que el lateral Anyukov, compañero de Arshavin en el Zenit, estuvo muy listo. La estrella del equipo aprovechó que en esta acción no hay fuera de juego para poner el cuerpo entre él y el central Ooijer, encarar a Van der Sar y chutar. El otro central, Heitinga, desvió mínimamente el esférico que pasó por entre las piernas del portero. Final de la partida. Rusia en semifinales. Desafortunadamente para el equipo, se volvió a encontrar con España y cayó derrotado por 0-3 ante un adversario colectivamente muy superior. Pero Arshavin había impactado y durante las siguientes semanas se especuló sobre su futuro.

Aunque él se vendió como futuro jugador del FC Barcelona, ​​con la camiseta del que llegó a posar, y también lo desearon conjuntos como el Real Madrid y el Tottenham, estuvo medio año más en el Zenit, con el que ganó la Supercopa de Europa al Manchester United con una nueva exhibición, y acabó fichando por el Arsenal en el siguiente mercado de invierno. Sería injusto decir que fracasó durante las cuatro temporadas y media que estuvo en Londres, pero seguramente se esperaba más de él. Tuvo buenas actuaciones intermitentes, pero las lesiones tampoco le ayudaron y no ganó ningún título. En 2012 volvió puntualmente al Zenit para ayudarle a ganar otra liga y fue alargando su carrera en el equipo de San Petersburgo, con un tramo final en el Kuban Krasnodar y en el Kairat Almaty de Kazajistán, ya lejos de sus mejores días.

Con la selección, no pudo entrar en el mundial de Sudáfrica de 2010, eliminado en un play-off por Eslovenia, y aunque jugó con Rusia la Eurocopa del 2012 en Polonia y Ucrania, cuando ya tenía 31 años, el equipo fue sorprendentemente eliminado después de haber iniciado el torneo con un triunfo por 4-1 sobre la República Checa que hacía pensar en una reedición del éxito del 2008. Fue su despedida del equipo nacional, aquél con el que cuatro años antes había jugado un partido tan enorme que lo convirtió en el futbolista más deseado del mundo.

divendres, 26 de març del 2021

Alemania, 1 (6) - Italia, 1 (5) (Euro 2016-Cuartos de final)

78. Jonas Hector (6-5 en los penaltis)

Los one club men son jugadores que permanecen fieles a una sola entidad en el transcurso de su carrera. Encontramos casos de futbolistas que lo han sido en formaciones que aspiran siempre a títulos, como Puyol en el Barça, Sanchis en el Madrid o Maldini en el Milan, pero también en otros para los que, en ciertos momentos, hubiera sido más fácil marcharse , sobre todo cuando el equipo pierde la categoría. Pero a algunos esto no les importa y, además, encuentran recompensa a su trabajo en momentos puntuales, como cuando son internacionales o anotan un gol decisivo, aunque sea en una tanda de penaltis, en un gran torneo internacional. Es el caso del lateral Jonas Hector.

Nacido en Saarbrücken, en la región del Sarre, históricamente convulsa por haber sido motivo de intercambio entre Francia y Alemania tras las sucesivas guerras, a Hector sólo se le conoce una temporada al Auersmacher, equipo de regional profunda de la fronteriza población de Kleinbittersdorf, antes de ser captado por el Colonia en 2010, cuando tenía 20 años. Su trayectoria hasta el primer equipo no fue rápida, ya que tuvo que disputar dos temporadas en el equipo filial, de liga regional, antes de debutar con los mayores. Y no fue en la máxima división, sino en Segunda.

El Colonia, histórico club que había dominado el fútbol alemán en varias etapas, la última a principios de los años ochenta, vagaba por la categoría inferior cuando él debutó. Es un lateral izquierdo con buena llegada al área pero, al mismo tiempo, con buen dominio del esférico y del juego, por lo que, posteriormente, ha llegado a actuar en el centro del campo, de doble pivote. En 2014, el año en que Alemania ganaba el mundial de Brasil, Hector debutó en la Bundesliga. En aquella Copa del Mundo se oficializó la retirada del equipo nacional de Philipp Lahm, el capitán que levantó el título y que había actuado de lateral izquierdo en su última etapa en la formación. En la Mannschaft, por tanto, se abría un espacio grande para quien lo quisiera aprovechar.

Y Hector presentó su candidatura desde el primer momento. El Colonia realizó una temporada solvente, salvándose con facilidad, y él fue convocado por el seleccionador, Joachim Löw, en un partido de la fase de clasificación para la Eurocopa contra Gibraltar. Sólo actuó 18 minutos en sustitución de Eric Durm, entonces en el Borussia Dortmund, pero al técnico le debió gustar lo que vio, ya fue titular en el siguiente enfrentamiento, en Georgia, y nadie le quitó el sitio. Cerró la fase de clasificación con cinco titularidades más y arrancaba como uno de los fijos antes de la Eurocopa de Francia de 2016.

Allí no se perdió ni un minuto en los cuatro primeros partidos, saldados con tres victorias y un empate del equipo alemán, que no entusiasmaba con su juego, pero que iba avanzando. Los cuartos de final serían contra Italia, el verdugo de la edición del 2012 en el que, seguramente, fue el mejor partido del campeonato.


El gol

Así, en Burdeos, después de una primera parte sin anotaciones, los alemanes se adelantaron gracias a un remate de una de sus estrellas, Mesut Özil. Pero antes del final de los noventa minutos, los transalpinos igualaron con un penalti absurdo de Boateng transformado por Bonucci. La prórroga transcurrió sin cambios y se llegó a una espectacular tanda de penaltis.


Después de los aciertos de Insigne y de Kroos y de los errores consecutivas de Zaza, que había entrado al campo para lanzar el penalti en la prórroga por Chiellini, y de Müller, en el tercer tiro, Barzagli anotó, pero Özil falló. En el cuarto fue al revés, con disparo fuera de Pellè y acierto de Draxler. En el quinto, Bonucci, que había marcado en el partido, erró, pero Schweinsteiger perdió la oportunidad de clasificar a su equipo. Se entró en la muerte súbita, con aciertos consecutivos de Giaccherini, Hümmels, Parolo, Kimmich, De Sciglio y Boateng. En el noveno lanzamiento de cada equipo, Neuer detuvo el disparo del lateral Darmian. Todo quedaba a los pies de Jonas Hector. Sólo faltaban por chutar él, el otro lateral, Höwedes, y el propio Neuer. El disparo del jugador del Colonia no fue nada colocado, pero sí fuerte y pasó por debajo del cuerpo de Buffon. El recién llegado clasificaba a Alemania para sus terceras semifinales europeas consecutivas. Lamentablemente, en esa ronda, la anfitriona, Francia, fue demasiado superior y dejó a Alemania fuera del campeonato.

Hector seguramente tenía ofertas, tras su buen torneo, pero decidió seguir en un Colonia sin aspiraciones de títulos. Al verano siguiente fue campeón de la Copa Confederaciones de Rusia, la previa del mundial, pero en la temporada posterior vivió el disgusto de ver como su equipo bajaba a la segunda categoría. A pesar de ello, seguía teniendo la confianza de Löw, que lo convocó para la Copa del Mundo. No actuó en el debut, una derrota contra México, en la que le quitó el sitio el jugador del Hertha Plattenhardt, pero recuperó la titularidad en los dos siguientes compromisos, el triunfo ante Suecia y la derrota contra Corea del Sur que dejaba Alemania fuera del campeonato. En ambos partidos fue relevado por el delantero Brandt, ya que el equipo necesitaba goles en los últimos minutos.

Aunque el Colonia estaba en Segunda, él se quedó, en una demostración de amor a los colores. Por necesidades del equipo, se adaptó a jugar en el centro del campo y seguramente eso le restó opciones de volver a la selección. De hecho, desde el mundial sólo ha actuado en dos partidos más, el último de los cuales en noviembre de 2019. Esta temporada ha tenido una lesión cervical que la ha mantenido casi tres meses parado. Su presencia en la próxima Eurocopa, que afrontaría con 31 años, no se puede ni confirmar, ni descartar, pero seguro que Löw todavía aprecia la constancia del jugador que, sin hacer ruido, lo clasificó para las semifinales del torneo de 2016 .

dijous, 25 de març del 2021

URSS, 2- Yugoslavia, 1 (Euro 60-Final)

79. Milan Galic (0-1)

La selección yugoslava de fútbol estuvo durante décadas luchando por conseguir un gran título internacional pero no tuvo tanta suerte como sus compañeras de otros deportes, como la de baloncesto, por ejemplo. Siempre encontraba a alguien que se ponía en su camino en las eliminatorias, perdía algún partido decisivo que le comportaba emparejamientos complicados y no accedía casi nunca a la final. Por ello lamentó la oportunidad perdida en 1960, cuando llegó a disputar la prórroga pero terminó cediendo seis minutos antes de forzar un duelo de desempate contra la URSS. En aquel partido marcó una leyenda del fútbol de su país que apenas iniciaba una buena trayectoria con el equipo nacional. Es lo mismo con el que comenzamos esta lista de goles, el delantero Milan Galic.


El jugador del Partizan vivió un gran año 1960, ya que meses después de caer en la final de esta Eurocopa se proclamó campeón olímpico en Roma. Tenía 22 años y había nacido en Malesevo, localidad situada muy cerca de la frontera entre la actual Serbia y Rumanía. Galic era un goleador, pero tampoco de cifras escandalosas. No se trataba sólo de un rematador, sino que implicaba mucho en el juego del equipo. Por su juventud, y debido a que aún actuaba en el Proleter, el club en el que se formó en Zrenjanin, al norte de Belgrado, no entró en la lista para el mundial del 1958 en Suecia. Allí los yugoslavos se encontrarían a una de sus bestias negras.

Alemania Federal echó a los balcánicos de dos Copas del Mundo consecutivas, en 1954 y en 1958. En esta última ocasión, los yugoslavos habían derrotado la gran Francia de Kopa y Fontaine en la fase inicial, pero dos empates inesperados ante Paraguay y Escocia los empujaron hacia una ronda de cuartos envenenada en la que cedieron por culpa de un gol de Helmut Rahn. Dos años después, sin embargo, los alemanes, junto con los ingleses y los italianos, no se habían apuntado al nuevo invento que era la Eurocopa, un torneo que no se había celebrado nunca y del que muchos no preveían un gran futuro. La ausencia de tantos escollos allanaba el camino.

Galic, que aterrizó en el Partizan ese mismo 1958, fue importante en las dos rondas previas a la fase final de cuatro equipos. Marcó en la victoria en casa contra Bulgaria en los cuartos de final, por 2-0, que precedió al empate a uno de Sofía. En los cuartos, el adversario era una Portugal aún sin Eusébio pero con algunos de los grandes jugadores del posterior gran Benfica. Yugoslavia cayó por 2-1 en Lisboa pero vapuleó por 5-1 a los lusos en Belgrado. Galic selló el triunfo y se preparaba para la fase final.

Esta se disputó en Francia para honrar el inventor del torneo, el ex futbolista, ex árbitro y dirigente Henri Delaunay. Yugoslavia inició la competición dejando fuera a los anfitriones en el Parque de los Príncipes de París con un impresionante 4-5. Galic consiguió el primer gol de la historia del torneo. La final sería el mismo escenario contra los soviéticos cuatro días más tarde.


El gol

El partido no tuvo mucha afluencia de público. La falta del equipo de casa en la final y el hecho de que los países del este no pudieran trasladar a aficionados en aquellos momentos propició que el estadio estuviera medio vacío. Sin embargo, fue emocionante y competido y, antes del descanso, Yugoslavia se adelantó.


Fue en una extraordinaria jugada por la banda derecha del croata Drazan Jerkovic, curiosamente nacido en Sibenik, la misma ciudad que un Drazan posterior y legendario, el jugador de baloncesto Petrovic. Se escapó de un pasivo Maslionkin y centró al primer palo donde Galic se adelantó en el mítico capitán Netto y batió el no menos legendario portero Yashin. Los yugoslavos llegaron con ventaja al descanso, pero poco después de la reanudación empató el georgiano Metreveli. Hubo que ir a la prórroga y, cuatro minutos antes del final, Ponedelnik dio el campeonato a la URSS y dejó a los yugoslavos a las puertas del título.

Galic pudo disputar el mundial dos años más tarde después de una eliminatoria previa en la que un gol suyo contra Polonia dio el acceso a la fase final de Chile. En el torneo, Yugoslavia volvió a perder en el debut contra la URSS, en un partido en el que volvió a marcar el verdugo Ponedelnik, pero se vengaron de los alemanes en los cuartos de final, con una anotación de otro croata , Radakovic, del Rijeka, en Santiago. Parecía que la final era posible, pero entonces los yugoslavos cayeron de manera inesperada con dos goles en los últimos diez minutos contra Checoslovaquia en Viña del Mar. Jerkovic, el asistente de Galic en París, marcó pero no fue suficiente. El equipo fue cuarto, su mejor clasificación en un Mundial, al caer en la consolación contra el anfitrión, Chile. Fue el último gran partido internacional de Galic.

Porque el equipo fue sorprendentemente eliminado por Suecia en el camino hacia la Eurocopa de 1964 y por los franceses en la clasificación para el mundial del 1966. Fue una temporada extraña para él, ya que unió esta decepción con otra, la final de la Copa de Europa perdida ante el Real Madrid en Bruselas. Galic sólo tenía 28 años, la edad en que los países del este permitían a sus jugadores ir a jugar al extranjero. Y lo hizo, al Standard de Lieja belga y al Reims francés, Ya no volvería a vestirse más de azul. Dejaba la selección como segundo máximo goleador de la historia, sólo seis años después de aquel cabezazo que hizo soñar por unos minutos a un país que ya no existe.

dimecres, 24 de març del 2021

Alemania, 2- Croacia, 1 (Euro 96-Cuartos de final)

80. Matthias Sammer (2-1)

El final de la década de los ochenta y principios de la de los noventa significó un auténtico trasiego para el fútbol alemán. La caída del muro de Berlín y la reunificación entre el lado occidental y la oriental provocó que a nivel social y en todos los otros ámbitos las diferentes partes del nuevo estado se tuvieran que adaptar. Desde el punto de vista futbolístico, los antiguos alemanes del este eran vistos como inferiores por el resto, pero este estereotipo lo rompió un jugador que fue Balón de Oro, que impulsó al país unido a su tercera Eurocopa y que había venido al mundo en Dresde. Era Matthias Sammer.


Nacido sólo seis años después de la construcción del muro, toda la infancia, la adolescencia y la primera juventud de Sammer tuvo lugar en un régimen comunista. A los nueve años se incorporó a las categorías inferiores del Dinamo de Dresde y al inicio era delantero. De hecho, la alternativa en el primer equipo se la dio su padre, Klaus, que era el entrenador, en 1985.

El conjunto de la segunda ciudad del país tenía que competir contra un Dinamo de Berlín que ganaba los campeonatos casi por decreto. Pero en los últimos años de vigencia del régimen, el equipo de Dresde le adelantó y, con Sammer en la plantilla, ganó las ligas de 1989 y 1990, esta última ya con el muro en el suelo. Él, entonces, ya era centrocampista, posición en la que le situó el nuevo técnico del equipo, Eduard Geyer.

Paralelamente, había iniciado su carrera como internacional con la Alemania Democrática. Lejos quedaba 1974, la única intervención de la selección en un gran campeonato, el mundial de los vecinos de al lado donde fueron los únicos de derrotar a los anfitriones, los posteriores campeones. Sammer llegó con el equipo alemán democrático en las semifinales del mundial juvenil de Chile de 1987, donde anotó cuatro goles, uno en las semifinales contra Yugoslavia, posterior campeona. Él empató el gol de Stimac, pero los rivales vencieron con una anotación de Suker. Después, los balcánicos derrotarían a la otra Alemania en la final, por penaltis. Sorprende ver cómo pocos años después, los dos países que se enfrentaron en aquella semifinal dejarían de existir.

Con el equipo absoluto, Sammer estuvo a punto de clasificarse para la Eurocopa de Alemania Federal de 1988. A su equipo, donde destacaban posteriores estrellas de la Bundesliga como Andreas Thom, Ulf Kirsten u Olaf Marschall, le faltaron dos puntos. El equipo también estuvo a punto de entrar en el mundial de Italia 90. De hecho, cuando cayó el muro, estaban concentrados en Austria para jugar el duelo decisivo contra sus vecinos. Toda la situación creada por el momento político afectó a la selección, que cayó por culpa de tres goles de Toni Polster y quedó sin ir a la Copa del Mundo de nuevo por dos puntos.

En 1990, Alemania se reunificó y a Sammer le tocó cambiar de selección, así como de campeonato. Dejó el Dinamo y fichó por el Stuttgart con el que, en su segunda temporada, fue campeón de liga. También había tenido que incorporar a la nueva selección alemana, justo después de que ésta fuera campeona del mundo en Italia 90, y fue convocado por Berti Vogts para la Eurocopa de Suecia, en 1992. Allí fue titular indiscutible en un equipo que parecía que haría el doblete, pero que perdió la final contra Dinamarca de manera sorprendente.

En verano de 1992 fichó por el Inter, con 25 años, pero duró allí medio año. No se adaptó al estilo de juego italiano y volvió a Alemania, donde lo fichó el Borussia Dortmund. Allí vivió sus mejores temporadas, un total de cinco y media. En Alemania, entonces, se jugaba con el sistema de tres centrales y dos carrileros y Sammer adaptó definitivamente a la posición de libre, en medio de la retaguardia y con libertad para incorporarse al centro del campo. Pero en la selección las cosas no iban tan bien.

Para el mundial de Estados Unidos, Vogts apostó por un veterano reconvertido a libre. Lothar Matthäus, para ocupar esta posición. Sammer fue movido a la zona ancha, pero no fue indiscutible. Jugó intermitentemente en el equipo, que cayó en los cuartos de final del mundial ante Bulgaria. Fue el preludio de dos años fantásticos en Dortmund, donde ganó dos ligas. Además, Matthäus se había peleado con Vogts y el delantero Klinsmann y, de cara a la Eurocopa del 1996, Sammer recuperaba su posición de libre con todos los galones.

El equipo hizo una buena primera fase, con victorias sobre la República Checa y Rusia, esta con un gol suyo, y un empate contra Italia. Como primera de grupo debía jugar contra la emergente Croacia en los cuartos de final. Los balcánicos, que debutaban en un gran torneo, habían sido demasiado soberbios. Habían reservado a los titulares en el tercer partido de su grupo afirmando que tanto les daba tener que jugar contra Alemania, que la podían ganar igualmente. Pagaron cara la licencia.


El gol

En el duelo jugado en Manchester, Klinsmann transformó un penalti y adelantó a los alemanes. Pero al inicio de la reanudación, un viejo conocido de Sammer del mundial juvenil de nueve años antes, Davor Suker, empataba el partido. Los alemanes tenían que volver a ir a buscar el gol y no tardaron en encontrarlo.


Scholl y Babbel combinaron por la derecha. Este pasó literalmente por encima del central Jerkan, que había ido a hacer la cobertura y centró. En el centro, Stimac, el otro goleador del mundial juvenil, esperaba el balón, pero Sammer, que era quien había comenzado la acción desde atrás y la había seguido, había llegado al área, se le había adelantado, consiguió que el esférico le quedara muerto y fusiló a Ladic. La revancha de las cuentas pendientes de 1987 era un hecho. Además, Alemania derrotó a Inglaterra por penaltis en las semifinales y superó a la República Checa en la final de Wembley con los dos goles de Bierhoff. A finales de 1996, Sammer se convirtió en el primer jugador nacido en la antigua Alemania Democrática en ser galardonado con el Balón de Oro.

El año siguiente, en 1987, Sammer completaría el doblete de ser campeón de Europa de selecciones y de clubes. El Dortmund ganó la Champions en una final en la que derrotó a la Juventus por 3-1 en Munich y en la que él fue titular. Tenía treinta años y estaba en el mejor momento de su carrera, pero pasó lo peor. Tuvo una dura lesión de rodilla de la que no se curó nunca. Sólo un año después, con 31, y con una temporada en blanco, se tuvo que retirar del fútbol.

Fuera del campo, Sammer inició muy bien su carrera de técnico, con un título de liga con el Dortmund en 2002 al que estuvo a punto de unir una Copa de la UEFA, perdida ante el Feyenoord. Cuando dejó el club amarillo, lo fichó el Stuttgart, otro de sus ex equipos, donde duró poco y pasó a tareas de despacho. Las hizo como director deportivo de la selección, primero, y del Bayern, después, donde fue pieza fundamental para formar el equipo campeón de Europa de 2013. Tres años más tarde, tuvo un trastorno cerebral y los médicos le recomendaron que dejara el trabajo. Sammer hace vida de familia ahora con su mujer y sus tres hijos a Múnich mientras recuerda toda una trayectoria que le llevó de un país a otro y que le hizo ser el mejor jugador europeo de aquel 1996 para el recuerdo.

dimarts, 23 de març del 2021

Hungría, 0- Bélgica, 4 (Euro 2016-Octavos de final)

81. Toby Alderweireld (0-1)

La nueva era de la selección belga como potencia mundial comenzó en la fase de clasificación para el mundial de Brasil. El equipo que entonces entrenaba Marc Wilmots presentaba una particularidad, los cuatro miembros de la línea defensiva podían actuar como centrales. Algunos de ellos tenían que adaptar a jugar de lateral, aunque en el transcurso de su carrera, posteriormente, se acomodaron en el eje de la retaguardia. En este caso se encontraba Toby Alderweireld.


De hecho, la versatilidad de estos jugadores y su buena salida desde atrás venía determinada porque tres de ellos, Alderweireld, Vermaelen y Vertonghen, habían pasado por el Ajax, club referente a la hora de formar defensores que aporten en el juego de ataque de sus respectivos equipos. En el caso de Alderweireld, nacido en Amberes, comenzó a jugar en el Beerschot hasta que a los quince años fue captado por la prolífica maquinaria del club de Amsterdam. Debutó en Primera a punto de cumplir veinte años y en su segunda temporada ya se consolidó como central titular junto al referido Vertonghen, con quien después compartiría equipo en el Tottenham y en la selección.

Alderweireld, diestro, se complementaba bien con su compañero, zurdo. Él es, seguramente, el más físico de ambos, pero su buena conducción de balón también le permitía actuar en la banda. Durante seis temporadas ganó tres ligas y una Copa con el Ajax y comenzó a frecuentar la selección desde el principio de su etapa en los Países Bajos. A principio de la década de 2010, Bélgica vivía en un bache profundo. Había organizado la Eurocopa del 2000 y había jugado la fase final del mundial del 2002, pero siempre había perdido en la primera fase y en los años posteriores se había caído al anonimato continental. La llegada a la edad adulta de muchos hijos de emigrantes le dio un empujón. Así, pasó del cuarto lugar en la ronda previa del mundial de 2010, el tercero, a dos puntos de la repesca, en la de la Eurocopa del 2012, en la clasificación rotunda, y como primera, para el mundial de Brasil de 2014, en un grupo con Croacia, Serbia, Escocia y Gales.

Aquel 2014. Alderweireld había abandonado el Ajax y fichado en el mercado de invierno por el Atlético de Madrid. El equipo colchonero acabó ganado la liga y quedó a un minuto de hacer lo mismo con la Liga de Campeones, aunque él tuvo una participación intermitente, ya que era muy complicado entrar en un engranaje en el que Godín y Miranda eran indiscutibles en el centro y Juanfran y Filipe Luis, en los laterales. A pesar de ello, actuó en 22 partidos entre las tres competiciones y marcó un gol al Málaga en la penúltima jornada que terminó siendo importante para el título.

Aquel verano jugó el mundial de Brasil en cuatro de los cinco partidos de su equipo y lo hizo de lateral derecho, en convivencia con tres centrales más, Vertonghen, Kompany y Van Buyten. El equipo fue eliminado por Argentina en los cuartos de final y, a su vuelta, el Atlético decidió cederlo al Southampton. Lo aprovechó con un gran año, en que los Saints fueron séptimos en la liga de la mano de Ronald Koeman y el Atlético lo aprovechó para hacer negocio con él y venderlo al Tottenham por 16 millones de euros.

Alderweireld se consolidó enseguida al equipo de Mauricio Pochettino, de nuevo junto a Vertonghen, siempre de central, en defensa de tres o de cuatro. Después de su primer año fue convocado para la Eurocopa de 2016 de Francia donde, nuevamente a las órdenes de Marc Wilmots, volvió a la banda. Disputó los tres primeros partidos, con dos victorias y una derrota que provocaron que Bélgica fuera segunda de grupo y tuviera que enfrentarse a Hungría en las octavos de final.


El gol

El partido se disputó en Toulouse y, aunque los magiares habían pasado como primeros de su grupo, por delante de Islandia y Portugal, fueron netamente inferiores a los belgas, que hasta entonces se habían mostrado dubitativos pero que llevaron a cabo su mejor actuación del campeonato. El partido se aclaró desde muy pronto, a los diez minutos.


Kevin de Bruyne dispuso de una falta a la izquierda del ataque de su equipo. Con la técnica habitual colgó el balón al área. Lukaku no llegó en primera instancia, pero justo detrás, Alderweireld saltó aún más y remató con fuerza el esférico para superar la desesperada estirada del portero Király. Bélgica dominó el resto del enfrentamiento, pero no pudo sentenciarlo hasta el tramo final, con tres goles prácticamente seguidos de Batshuayi, Hazard y Carrasco para el 0-4 final. Lamentablemente, la exhibición no se repitió en los cuartos de final y, a pesar de adelantarse en el marcador, cayó por 3-1 contra Gales, un resultado que precipitó el final de la etapa de Wilmots a el banquillo.

A pesar de ser reconocido como uno de los mejores defensas de la Premier League, Alderweireld aún no ha obtenido ningún título con el Tottenham. Lo máximo que consiguió fue llegar a la final de la Liga de Campeones de 2019, perdida contra el Liverpool. Al año anterior, en 2018, formó parte de la selección belga que obtuvo su mejor resultado en un mundial, la tercera posición en Rusia. El jugador del Tottenham actuó como central en la línea de tres impuesta por el nuevo seleccionador, Roberto Martínez, y estuvo a un paso de la final. El próximo junio, ya con 32 años, debe ser pieza clave en el asalto definitivo de los belgas al campeonato. Será una de las últimas oportunidades de aprovechar una gran generación de jugadores que ellos saben perfectamente que hay que explotar antes de que se acabe y llegue otra sequía. 

dilluns, 22 de març del 2021

Francia, 0 (5) - Países Bajos, 0 (4)

82. Laurent Blanc (5-4, en la tanda de penaltis)

Hay quien dice que a partir de los treinta años los jugadores ya entran en el descenso, tanto físico, como futbolístico, y que lo que no han dado hasta entonces, ya no lo darán. Parece complicado que atravesado este umbral se puedan obtener los títulos y el reconocimiento que no han llegado hasta entonces. Pero algunos lo consiguen. En 1996, Francia venía de una serie de traumas importantes y había que renovar a toda la selección. Pero el técnico, Aimé Jacquet, supo alargar la carrera de algunos de los elementos que parecía que ya lo habían dado todo y les sacó un gran rendimiento. Es lo que ocurrió con el central Laurent Blanc.


Nacido en Alès, entre Marsella, Montpellier y Nimes, con 30 años ya había cubierto un recorrido importante por el fútbol de su país e, incluso, había jugado un año en la liga italiana, pero hasta entonces los títulos se le habían negado casi siempre. Central elegante, dotado de una gran calidad para sacar el balón jugado e incluso con facilidad para actuar, en los primeros tiempos, en el centro del campo, Blanc debutó en la élite en el Montpellier con 18 años, y con el equipo del sur de Francia alcanzó un título de Copa, en 1990, en una final ganada contra el Racing de París con tres goles en la prórroga, entre ellos el suyo.

De hecho, los datos goleadoras de Blanc en el Montpellier, a base de marcar penales y en remates de cabeza a las salidas de faltas y córners, son impresionantes, con 76 anotaciones en 243 partidos. Su buen rendimiento no había pasado inadvertido para la selección, pero el combinado galo quedó sorprendentemente fuera del mundial de 1990, en Italia, a manos de Yugoslavia y Escocia. En 1991, Blanc probó la aventura en el Nápoles, con el que no hizo un mal año, con seis goles. Pero no se sintió a gusto y volvió a Francia para actuar en el modesto Nimes, con el que no pudo evitar la última posición.

Sin embargo, Michel Platini lo convocó para la Eurocopa de Suecia de 1992. Jugó los tres partidos y fue testigo de excepción del fracaso y del gol de Elstrup para Dinamarca que dejaba a la selección fuera del torneo a las primeras de cambio. Aquel verano lo fichó el St. Étienne y, con la selección, volvió a protagonizar otro desastre. Él jugaba el día en que Emil Kostadinov marcó en el último minuto en el Parque de los Príncipes y dejaba a Francia fuera del mundial de 1994, en Estados Unidos. La seleccióna abordó una limpia absoluta, pero Jacquet, que era el ayudante del destituido Houllier, decidió seguir contando con él. Y en 1995 cambió su suerte.

Fue a los treinta años cuando hizo la temporada de su vida en el modesto Auxerre del sempiterno Guy Roux. Junto a los Silvestre, Taribo West, Lamouchi, Martins, Diomède o Laslandes conquistó un impensable título de liga. Evidentemente, fue convocado para la Eurocopa del verano siguiente, en Inglaterra, donde Francia intentaría redimirse.


El gol

La primera fase fue buena, con victorias sobre Rumanía y Bulgaria, ésta con un gol suyo incluido, y un empate suficiente contra España. Con la primera plaza del grupo asegurada, llegaba el duelo de cuartos de final ante los Países Bajos en Liverpool. El partido fue cerrado y terminó sin goles. Habría que ir a la tanda de penaltis. Y esta la terminó de decidir Blanc.


Todo el mundo fue marcando sus lanzamientos, De Kock, Ronald de Boer y Kluivert para los neerlandeses y Zidane, Djorkaeff y Lizarazu para los galos. En el cuarto tiro, Seedorf permitió la parada de Lama, un disparo que hoy se haría repetir porque el portero se adelantó demasiado, en una acción no castigada por el colegiado malagueño López Nieto. Guérin metió el cuarto para Francia y Blind, el quinto de los oranje. Toda la responsabilidad recaía en el pie derecho de Blanc quien, con calma, engañó a Van der Sar, pese a un resbalón porterior, y clasificó a Francia para las semifinales.

A pesar de la derrota posterior, también por penaltis, con  la anotación del propio Blanc, contra la República Checa, sus siguientes años con la selección fueron los mejores de su vida. Aquel verano fichó por el FC Barcelona, ​​por donde pasó sin pena ni gloria desde el punto de vista personal, que no de títulos, durante un curso, con Copa, Recopa y Supercopa, y en 1997 fue contratado por el Olympique de Marsella. De hecho, una trayectoria hasta entonces poco brillante se fue enriqueciendo, ya que después de dos años en el Vélodrome todavía jugaría en el Inter de Milán y el Manchester United, con el que ganó una liga.

Su explosión, sin embargo, llegaría a nivel de selección. En 1998 fue mariscal del equipo que ganó el mundial, aunque una tarjeta le hizo perderse la final. En el torneo, en los octavos contra Paraguay, se convirtió en el primer jugador de anotar un gol de oro en una Copa del Mundo. Su gran trayectoria se completó en 2000, con 34 años, cuando fue vital en la consecución de la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos, en su último partido internacional.

Cuando se retiró, en 2003, inició una larga trayectoria de entrenador que aún dura y en la que ha entrenado al Burdeos, al París Saint-Germain y a la selección francesa. Fue el encargado de sustituir al irascible Raymond Domenech después del mundial de Sudáfrica de 2010 y llegó a cuartos de final en la Eurocopa del 2012 tras devolver una paz al equipo nacional de la que se beneficiaría Didier Deschamps en los años posteriores. Blanc, un líder silencioso y elegante que sobrevivió unos años veinte de su vida poco exitosos para celebrar lo mejor en una madurez que comenzó en aquella Eurocopa de Inglaterra.

diumenge, 21 de març del 2021

España, 1 (5) - Dinamarca, 1 (4) (Euro 84-Semifinales)

83. Antonio Maceda (1-1)

Los liberos eran un tipo de jugador que ya no existe, pero que durante décadas fueron esenciales en los grandes equipos de fútbol. Eran futbolistas híbridos entre defensas y centrocampistas, que se colocaban detrás de los marcadores de partida, pero que se incorporaban en la zona ancha a menudo gracias a su capacidad futbolística, que les permitía combinar con facilidad, y a su libertad táctica, ya que no tenían encargado seguir ningún jugador. En los ochenta, un futbolista se convirtió en el gran libero del fútbol español, y pudo llegar más lejos si el derecho de retención primero, y las lesiones después, no le hubieran frenado. Era Antonio Maceda.


Nacido en Sagunto, en Valencia, Maceda llamó la atención de los responsables de Mareo, uno de los planteles más fecundos de la época del fútbol español, el del Sporting de Gijón. Dotado de una combinación de condiciones físicas y técnicas no vistas hasta entonces en el arquetípico jugador del país, a los dieciocho años dejó el Acero, el club de su ciudad, para trasladarse a Asturias y durante una década fue emblema del mejor Sporting de la historia, con el que fue subcampeón de liga, llegó a dos finales de Copa y se clasificó para las competiciones europeas.

Maceda era alto y fuerte, con cualidades para ser un buen defensa, pero a la vez era lo suficientemente bueno técnicamente como para sumarse al ataque y ayudar en las combinaciones de su equipo. Aparte, tenía un instinto especial en las acciones a balón parado para adelantarse a los defensas rivales y rematar casi siempre. Se estrenó en la élite con un descenso a Segunda, pero cuando el equipo del Molinón volvió a subir, después de un par de años de presencias más intermitentes, se consolidó en el eje de la retaguardia la mano de Vicente Miera, su gran valedor.

La temporada de su explosión fue la 1980-81, y su presencia en tres partidos amistosos, entre ellos una gran victoria en Wembley, supuso que fuera llamado por José Emilio Santamaría para el mundial de España, de 1982. Allí, su participación fue testimonial, sólo 17 minutos en el intrascendente partido final, también ante los ingleses, pero ya era un jugador seguido por los grandes. El problema era el derecho de retención. Los equipos modestos tenían el derecho de quedarse a los jugadores y no venderlos si no querían. Esta medida evitaba que muchos de ellos pudieran abandonar sus clubes, y eso pasó con Maceda.

Cada verano, los grandes del fútbol español lo querían fichar, pero el Sporting no cedía. Después del mundial de España, ya con 25 años, empezó a vivir sus mejores temporadas. Cada vez era un goleador más prolífico y, además, disfrutó de la total confianza del nuevo seleccionador, Miguel Muñoz. Disputó casi toda la fase de clasificación para la Eurocopa del 1984, incluido el mítico partido ante Malta, en el que consiguió dos de los doce goles que clasificaron a España para la fase final.

En esta, Maceda formó un gran tándem en el centro de la defensa con Goikoetxea, aunque los primeros partidos fueron complicados. Dos empates con Rumanía y Portugal, este tras un gol de Sousa para los lusos que llegó por un error suyo, comprometió la clasificación española. Pero se redimió con un gol en el último minuto, del que hablaremos más adelante en esta lista, contra Alemania Federal, que dejaba a los vigentes campeones eliminados y hacía que España pasara a las semifinales.


El gol

El partido de Lyon sería contra Dinamarca, un conjunto que había causado sensación en la primera fase. Además, comenzó muy mal, ya que a los siete minutos los nórdicos se adelantaron por mediación de Lerby. El partido fue disputado y España hizo entrar a delanteros en la reanudación. A los 23 minutos, llegó el momento del libero del Sporting.


Fue tras un remate al palo de Sarabia, que había relevado a Julio Alberto. El balón cayó a Señor, quien centró desde la derecha. Carrasco no llegó al remate en lucha con un defensa y el esférico fue hacia el otro lado. Allí, Gordillo lo recogió antes de que saliera por la línea de fondo, lo echó atrás nuevamente a Carrasco, que intentó regatear a Busk. Este rechazó y la bola cayó a pies de Maceda, incorporado al ataque que, de primera, batió a Qvist con un disparo raso.

El partido se fue hasta la prórroga y después los penaltis. Maceda no chutó ninguno, pero un error de Elkjaer-Larsen dio el paso a los españoles en la final. El problema fue que el defensa había visto una tarjeta en el partido contra los daneses y se la perdió. Seguro que su presencia se echó en falta en la derrota por 2-0 ante los anfitriones, con el famoso error de Arconada a tiro de falta de Platini.

Maceda estuvo un año más en el Sporting, en el que clasificó al equipo para la Copa de la UEFA al finalizar cuarto en la liga, y el verano de 1985 pudo salir, ya que se abolió el derecho de retención, y lo contrató el Real Madrid. Era el inicio de la quinta del Buitre y de las cinco ligas seguidas de los blancos. Él tuvo papel fundamental en la primera, con 5 goles en 28 partidos. En plena forma y con 29 años fue convocado para el mundial de México, en 1986.

Allí llegó el debut contra Brasil, pero terminó el partido con molestias en una rodilla y ya no pudo volver a jugar en todo el campeonato. Parece que no se curó bien de una afectación de menisco después de un golpe en un partido de liga con el jugador del Sevilla Moisés y lo pagó caro. De regreso a España, sólo pudo actuar en diez partidos más con el Madrid en las tres siguientes temporadas. Nunca subsanó del problema. Así, con 31 años, se tuvo que retirar del fútbol. Después puso en marcha una intermitente carrera de entrenador, en el Badajoz y en el Sporting, y también colaboró ​​en medios de comunicación. Quedó por saber dónde habría podido llegar si hubiera jugado antes en un equipo más grande, o si la rodilla no le hubiera fallado en el mejor momento de su carrera.

dissabte, 20 de març del 2021

Bélgica, 1- Inglaterra, 1 (Euro 80-Primera fase)

84. Jan Ceulemans (1-1)

En la casi perfecta tácticamente selección belga de finales de los setenta y toda la década de los ochenta eran necesarios los jugadores esforzados, los que corrían mucho, y también los inteligentes y siempre bien posicionados, a parte de los efectivos de cara a la portería rival. Pero en el centro del campo, el conjunto de Guy Thijs también necesitaba una pieza que, aparte de poder físico, aportara calidad, llegada y último pase. Durante muchos años, tanto en el equipo nacional como en el Brujas, este papel lo jugó Jan Ceulemans.



Seguramente es el jugador más emblemático de la historia del club negriazul, sobre todo por el gesto que tuvo al inicio de su carrera, justo después de la Eurocopa de la que se habla en este gol, la de 1980 . El Milan ofreció una gran cantidad de dinero por él, pero prefirió seguir a una liga que en aquellos momentos y en los años siguientes sería muy potente, la de casa. Quién sabe qué hubiera pasado de haberse decantado por el fútbol italiano.

Ceulemans nació en Lier, cerca de Amberes, en la parte flamenca del país, y pronto comenzó a jugar al Lierse, la entidad local. Llegó a jugar una Recopa después de que su equipo disputara en 1976 una final de Copa, que él no jugó, perdida por 4-0 ante el Anderlecht. Ceulemans debutó en Europa con gol, pero su conjunto fue eliminado por el Hajduk Split. En 1978, después de casi 40 goles con el Lierse, fue fichado por el Brujas, que vio un gran potencial en un jugador que ya era internacional.

Llegó al equipo cuando éste acababa de ser subcampeón de Europa, en una final perdida contra el Liverpool en Wembley. Desde el punto de vista de la selección, él ya había jugado la fase de clasificación para el mundial, en el que los Países Bajos habían dejado fuera a los belgas, y ahora tocaba la ronda previa de la Eurocopa de 1980. El juego belga, que ya se había asomado a Europa a principios de los setenta de la mano de Raymond Goethals, se basaba en una fuerte presión y en la utilización constante de la reducción de espacios y del fuera de juego. Así, el combinado se clasificó para el torneo europeo de Italia gracias a una victoria por 1-3 en Escocia, dejando fuera a Austria por un solo punto. Los belgas no eran favoritos en el torneo, pero todo cambió por culpa de un gol.


El gol

Y este llegó el primer día. Bélgica e Inglaterra se enfrentaban a Turín. Los británicos, que no habían podido ir a los dos últimos mundiales, estaban formando un nuevo equipo nacional joven y con futuro, con Ron Greenwood en el banquillo y basado en los jugadores del Liverpool y del Nottingham Forest que habían alcanzado los cuatro últimos títulos en la Copa de Europa. A los 26 minutos se adelantaron con un extraordinario gol del jugador del Manchester United Ray Wilkins, que primero se hizo un autopase y luego resolvió con clase por encima del portero Pfaff. Pero cuatro minutos después llegó la igualada.


Van Moer hizo un lanzamiento de esquina muy abierto y Ceulemans remató a portería desde la frontal del área grande. Era una gran distancia y el balón no llegó a portería, pero cayó entre los pies de Vandereycken, que disparó primero, y Vandenbergh, que no llegó a rematar del todo. Mientras tanto, y ante la pasividad de los defensas ingleses, Ceulemans tuvo tiempo para llegar al área pequeña, justo para rematar la pelota suelta con la pierna izquierda y batir al portero Clemence. El partido acabaría con empate a un gol y acabaría siendo crucial.

Lo sería, sobre todo, por la victoria belga sobre España en la segunda jornada y la derrota inglesa ante Italia, que en el debut sólo había empatado contra los españoles. En el duelo definitivo, en Roma, Bélgica no permitió que Italia anotara ningún gol y el 0-0 le dio acceso a la final. Ceulemans, entonces más avanzado de lo que actuaría en su trayectoria, disputó todos los minutos del torneo, incluidos los 90 de la final contra Alemania Federal, perdida en los últimos minutos por culpa de un gol de Hrubesch.

Fue una decepción, pero el inicio de una gran trayectoria internacional. Por visto que estuvo tantos años, al Brujas, donde se había quedado desatendiendo la oferta del Milan, tampoco ganó tantos títulos, tres ligas y dos Copas en trece años, pero cada vez que había un gran torneo, los diablos rojos dejaban huella y él también. En el mundial de España, derrotaron a la Argentina de Maradona en el partido inaugural, aunque después se hundieron en la segunda fase contra la Polonia de Boniek y ante la URSS. Ceulemans no marcó ningún gol.

Logró uno en la Eurocopa de 1984 ante Dinamarca, pero no fue suficiente porque los nórdicos remontaron el partido y pasaron a semifinales al vencer por 3-2. Su gran momento con la selección le llegó en 1986, a los 29 años. Era el líder indiscutible de la selección que cayó en el duelo inaugural contra México, los anfitriones, pero fue esencial a partir de los octavos de final. Anotó un gol, el segundo, en el extraordinario triunfo por 3-4 contra la URSS, revancha de España 82; después, metió el único gol belga, con la cabeza, en el empate contra España en Puebla. El partido de cuartos se decidió en los penaltis. Él no lanzó ninguno. Sólo Maradona y Argentina detuvieron a Bélgica en el camino hacia la final. El equipo también perdió el duelo de consolación ante Francia, pero él volvió a anotar.

Bélgica no se clasificó para la Eurocopa de 1988 al quedar por detrás de Irlanda y Bulgaria, pero volvió a entrar a un mundial, el del 1990, junto con Checoslovaquia, dejando fuera a Portugal, entre otras cosas después de un 3-0 en el que él marcó. Bélgica hizo una buena primera fase, nuevamente en Italia, diez años después de su debut en un gran torneo, derrotando a Corea del Sur y a Uruguay. Pero le llegarían dos revanchas. Primero fue España quien la superó y la dejaba segunda de grupo. Esto la emparejó con Inglaterra, en un duelo en Bolonia. Diez años después de su gol en Turín, Ceulemans veía desde el campo como una volea enorme de un inglés, David Platt, lo dejaba fuera de su último gran torneo en el último minuto de la prórroga. Ya tenía 33 años. El último de sus 96 partidos con la selección, récord absoluto, fue ante Luxemburgo y con un gol, el que hacía 23.

Ceulemans siguió en el Brujas, con el que estuvo a punto de llegar a los 200 goles, hasta el año 1992, cuando se retiró por culpa de una lesión de rodilla. Enseguida comenzó a entrenar al Aalst, a quien subió a Primera. Aunque llegó a preparar al Brujas durante una campaña, en la que fue campeón de la Supercopa local, su mayor éxito llegó con el modesto Westerlo, al que convirtió en campeón de Copa en 2001, en un año muy extraño en el que los favoritos cayeron en rondas previas, en una final inédita ante otro modesto, el Lommel. En general, sin embargo, su labor en los banquillos fue mucho más anónima que sobre el campo, donde se había convertido en el mariscal de campo de un país durante una década, iniciada con aquel gol medio de rebote contra los ingleses en la Eurocopa de 1980.

divendres, 19 de març del 2021

Checoslovaquia, 3- Países Bajos, 1 (Euro 76-Semifinales)

85. Anton Ondrus (1-0)

La Eurocopa dispone en su nómina de campeones dos países que ya no existen. En la primera edición ganó la Unión Soviética y en la quinta, Checoslovaquia. De aquel equipo han pasado a la historia algunos jugadores como Panenka, por su gol de penalti en la final, o el portero Viktor, considerado uno de los mejores del continente entonces. Pero su guía espiritual era su capitán, un espigado libre de casi 1,90 metros que pudo disfrutar de una trayectoria mucho más reconocida si hubiera nacido al otro lado del telón de acero. Era Anton Ondrus.




De todos es conocido que, aunque se considera a la República Checa la heredera de aquel equipo de 1976, la realidad es que la mayoría de jugadores eran eslovacos. En concreto, 14 de 23. Era el caso de Ondrus, un personaje que se convirtió en leyenda en el Slovan de Bratislava, el club más galardonado de la zona. Ondrus debutó en 1970, con veinte años, justo después de que el equipo consiguiera su máximo éxito internacional, la Recopa de 1969 ante el FC Barcelona en Basilea. De hecho, los padres de Ondrus habían trasladado desde Solcany, donde había nacido Anton, a Bratislava después de que le saliera un trabajo al progenitor y el mismo jugador explica que vivían en una calle en la que estaba el estadio del Slovan a un lado y el del otro equipo de la ciudad, el Inter, en el otro. Se decidió por el primero, según él, porque seguramente estaba más cerca.

Influido por los ganadores de la Recopa, como los hermanos Capkovic o el técnico de la época, Michal Vican, Ondrus comenzó jugando de delantero pero poco a poco fue retrasando su posición. Influyó en ello quien posteriormente sería seleccionador de Checoslovaquia, Josef Venglos, de quien dice que le enseñó todo lo que aprendió de fútbol y a explotar una posición en la que se le comparó mucho con Franz Beckenbauer.

En aquella época, y hasta los años ochenta, los equipos solían tener defensas marcadores, tanto por las bandas como por el centro, que practicaban marcajes individuales al oponente. Uno de los defensas, habitualmente situado por detrás, era el libre. Este no tenía marca y, aparte de ver todo el partido de cara, tenía carta blanca para incorporarse al centro del campo y crear superioridades. La época de delantero de Ondrus le ayudaba a dominar el balón y fue clave en las victorias del Slovan en las ligas de 1974 y de 1975 ante los grandes conjuntos checos.

También actuaba en la selección desde el mismo 1974, cuando comenzó la fase de clasificación para la Eurocopa de 1976 en Yugoslavia. Los checoslovacos no eran favoritos en un grupo en el que también estaban Portugal e Inglaterra. Los ingleses ya se habían quedado fuera de las dos últimas citas, la Eurocopa de 1972 y el mundial de Alemania, en 1974, y comenzaron la fase fuertes, ganando a los checoslovacos en Wembley por 3-0. Pero cayeron en Bratislava y no fueron capaces de vencer a los portugueses en los dos partidos. Checoslovaquia terminó primera de grupo. A continuación, consiguió eliminar a la Unión Soviética, vigente subcampeona, en los cuartos de final y así se clasificó para la final a cuatro de Zagreb y Belgrado.

El gol

El primer partido sería complicado. Los Países Bajos formaban un equipo casi calcado al de la naranja mecánica que había entusiasmado dos años antes en el mundial de Alemania, con Cruyff al frente. El duelo se disputó en el estadio Maksimir de Zagreb bajo una intensa lluvia y a los 20 minutos llegó el primer gol.



Fue en una falta lateral lanzada por Panenka desde la banda izquierda. El balón sobrevoló el área y Ondrus, adelantándose a todos, conectó un extraordinario remate de cabeza que venció la oposición de Schrijvers. Era el 1-0. Curiosamente, el mismo Ondrus volvió a marcar, y en la misma portería, pero en la segunda parte y en propia puerta, con lo que el duelo se fue a la prórroga. En un tiempo suplementario muy polémico, después de que durante el partido hubiera habido un expulsado por lado, Checoslovaquia marcó dos goles más, mediante Nehoda y Vesely en los cinco minutos finales y se clasificó para la final, a pesar de las protestas de neerlandeses al colegiado galés Clive Thomas.

En la final, cuatro días más tarde, Ondrus volvió a ser titular y vio como su formación dejaba escapar una ventaja de dos goles y permitía el empate de Dieter Müller y Holzenbein. En la tanda de penaltis, Ondrus anotó el tercero y vio como el famoso lanzamiento de Panenka daba a Checoslovaquia la única Eurocopa de su historia.

Tras el torneo, muchos conjuntos alemanes, como el Bayern, el Stuttgart y el Mönchengladbach, lo quisieron fichar, pero las normas de los países del este de la época no permitían que los jugadores salieran con menos de 28 años y él tenía 26. Además, tuvo que hacer el servicio militar y tuvo que dejar el Slovan para jugar al modesto Dukla Banska Bystrica. Esto posibilitó que casi no pudiera participar en la fase de clasificación para el mundial de Argentina, en la que Escocia dejó a Checoslovaquia eliminada. Volvió y capitaneó a su equipo hacia la Eurocopa de 1980, después de dejar a Francia fuera en la ronda previa. En la fase final, jugó todos los partidos de la primera fase. Un derrota contra los alemanes, con gol de Rummenigge, los dejó sin opciones de final, pero al menos llegaron a disputar la final de consolación, ganada contra Italia por penaltis con una anotación suya en la tanda. Fue su último partido con la elástica nacional.

Ya con treinta años, pudo salir del país, pero no triunfó en el Brujas belga y se acomodó en Francia, en el modesto Thonon, en el que actuó hasta los 37 años. Una última experiencia en el Biel suizo precedió su retirada y el retorno al Slovan, al que llegó a presidir. También estuvo en comisiones de la FIFA, empujado por Beckenbauer, aquel con quien comparaban en el campo y al que ganó la final del 1976. Ondrus no será tan recordado como el kaiser o Cruyff, pero los superó en aquel torneo de Yugoslavia, en que los eslovacos como él fueron esenciales para catapultar al país unificado hacia su único triunfo, Juegos Olímpicos aparte.

dijous, 18 de març del 2021

Portugal, 2- Alemania, 3 (Euro 2008-Cuartos de final)

86. Miroslav Klose (0-2)

A algunos jugadores, una competición les va mejor que otros. A lo largo de la historia ha habido muchos que han rendido mejor en mundiales que en Eurocopas, o al revés, o incluso han llegado a disputar más de una de un tipo y no han debutado en la otra ya sea por lesión, por baja forma o por decisión de los entrenadores. Alemania tiene dos de los tres máximos goleadores acumulados de la historia de las Copas del Mundo. Uno, el tercer clasificado, era Gerd Müller, y fue máximo anotador de los dos torneos. El otro, en cambio, es el jugador que ha marcado más en los mundiales, pero en las Eurocopas no ha logrado ni una quinta parte de goles. Es Miroslav Klose.


También es cierto que no ha disputado tantos partidos, ni tantas ediciones, del campeonato europeo como del mundial, pero se esperaba de él una marca más importante que los tres goles en trece partidos conseguidos, sobre todo si los comparamos con los 16 goles en 24 partidos del torneo universal. Todo en un jugador que siguió durante más de una década la tradición de grandes rematadores del combinado alemán en el transcurso de la historia, oportunistas, listos, buenos con la cabeza y con la mayoría de éxitos a un solo toque.

Y eso que Klose no es nacido en Alemania, sino en Polonia, en concreto en Opole, más cerca de la frontera checa que a la del país germano. Pero su apellido revela antecedentes alemanes, y es que su padre, Josef, también jugador de fútbol, ​​era un "Aussiedler", o sea uno de los teutones que se quedó en Silesia cuando el territorio dejó de pertenecer a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. La madre de Miroslav también era deportista, en su caso jugadora de balonmano. Con estos genes, no era extraño que él naciera con predisposición física y social a serlo.

En 1986, cuando Miroslav tenía ocho años, la familia decidió volver a Alemania, en concreto en la región de Renania-Palatinado, al oeste del país. Él no hablaba ni dos palabras de alemán, pero se adaptó y también comenzó a jugar al fútbol. Lo hizo en el Homburg y ya con 21 años fue contratado por el vecino Kaiserslautern, donde alternó el primer y el segundo equipos. En abril de 2000 debutó en la Bundesliga y en el mismo año lo hizo con la selección, en partidos de fase de clasificación para el mundial. En el Kaiserslautern, en un equipo de la zona media-baja de la clasificación, obtenía buenos registros de anotaciones, aunque no fueran espectaculares, y le valió para estar en la convocatoria de Rudi Völler para la Copa del Mundo de Corea y Japón.

Klose abrió todos los noticiarios al marcar tres de los ocho goles de Alemania en el debut contra Arabia Saudita. Metió dos goles más en la primera fase y fue titular en todos los partidos hasta la final, perdida ante Brasil por culpa de dos goles de Ronaldo, justamente aquél al que superaría doce años más tarde. Había sumado cinco goles en la lista de goles mundialistas que después crecería exponencialmente. Aunque estuvo dos años más en el Kaiserslautern y en 2004, después de una muy escasa participación en la Eurocopa de Portugal, lo fichó al Werder Bremen.

Allí jugó tres temporadas con grandes registros. Tras la segunda fue titular, con Jürgen Klinsmann en el banquillo, en el mundial de casa, en los que anotó cinco goles más, dos en el partido inaugural, y ayudó al equipo a llegar a la tercera posición, con un gran juego . Con su compañero Podolski, otro "Aussiedler", había comenzado a formar una dupla fantástica para el equipo nacional. En 2007 lo contrató el gran equipo de Alemania, el Bayern, y durante el verano siguiente fue convocado para la Eurocopa de 2008, en Suiza y Austria.

A pesar de ser titular en los tres primeros partidos, no había conseguido inaugurar su cuenta goleadora. En cuartos de final, el equipo que ya entrenaba Joachim Löw, segundo de su grupo detrás de Croacia, se veía las caras con Portugal y el choque comenzó muy bien para los germanos.


El gol

Porque Schweinsteiger, que había sido expulsado en el segundo partido ante los croatas, abrió el marcador a los 22 minutos. Dos más tarde, el mismo compañero de Klose al Bayern sería esencial en la explicación del segundo gol.


Fue en una falta frontal que debía colgar al área. Schweinsteiger realizó el lanzamiento de fuera hacia dentro y Klose rompió la estática defensa lusa y remató de cabeza al fondo de la portería de Ricardo. Era su estreno en una fase final de Eurocopa, cuando ya acumulaba diez goles en los mundiales. El duelo fue muy igualado, con un gol a continuación de Nuno Gomes, el tercero de los alemanes de Ballack y el definitivo 2-3 de Hélder Postiga que precedió a un final de partido emocionante, pero favorable a los centroeuropeos. Klose volvió a marcar en el 3-2 contra Turquía de las semifinales, pero no lo pudo hacer en su segunda gran final perdida, esta vez contra España, por 1-0.

En el Bayern, Klose ganó dos ligas y dos Copas y, aunque metió goles, no sobresalió tanto com esperaba en competencia con otro delantero, Mario Gómez, que le terminó ganando la partida. En 2010 estuvo a punto de lograr otro título. Marcó cuatro goles en el mundial de Sudáfrica, entre ellos dos en Argentina en los cuartos de final. Ya sumaba catorce en Copas del Mundo, a uno de Ronaldo, pero volvió a caer contra los españoles, ahora en semifinales, y el equipo volvió a ser tercero.

En 2011 dejó el Bayern y probó su primera aventura foránea, a la Lazio, donde jugó las cinco últimas temporadas de su carrera deportiva. Llegó a Italia con 33 años y la dejó con 38, pero aún le faltaba mucho por vivir con la selección. Disputó su última Eurocopa en 2012, con un solo gol, ante Grecia en cuartos, el tercero y último en torneos europeos. En 2013 ganó la Copa de Italia con la Lazio y el año siguiente, cuando nadie lo esperaba, con 36 años, entró en la lista para el mundial de Brasil.

En un equipo en el que Löw prefería jugar con falsos nueves, el técnico tuvo que recurrir a él cuando perdía por 1-2 contra Ghana en duelo de primera fase. Dos minutos después de estar en el campo, marcó su decimoquinto gol en un mundial y demostró que seguía siendo importante. Jugó un rato en el partido siguiente, ante los Estados Unidos y, tras perderse el de octavos contra Argelia, arrancó de inicio en la victoria contra Francia en los cuartos. El decimosexto gol, el del récord, llegó en un día histórico, el 1-7 contra Brasil en Belo Horizonte en semifinales. Él marcó el segundo gol. Doce años después de la primera, volvió a disputar la final de un mundial y, a pesar de ser relevado dos minutos antes de la prórroga contra Argentina por Mario Götze, fue precisamente éste, el hombre que lo había sacado del campo , quien lo hizo campeón con su gol. La retirada del equipo nacional no podía llegar en un mejor momento.

Klose jugó dos años más con la Lazio y se retiró. Tras ser técnico ayudante de Löw en el mundial de Rusia, ahora entrena a los juveniles del Bayern. Arrancó tarde su carrera y algunos lo veían como un extranjero en su país, pero él ha pasado a la historia, sobre todo de los mundiales y en los partidos internacionales más que en los de club. Eso sí, en las Eurocopas, pese a no ganar ninguna, también logró éxitos, ni que fueran en cuentagotas.