dimecres, 24 de març del 2021

Alemania, 2- Croacia, 1 (Euro 96-Cuartos de final)

80. Matthias Sammer (2-1)

El final de la década de los ochenta y principios de la de los noventa significó un auténtico trasiego para el fútbol alemán. La caída del muro de Berlín y la reunificación entre el lado occidental y la oriental provocó que a nivel social y en todos los otros ámbitos las diferentes partes del nuevo estado se tuvieran que adaptar. Desde el punto de vista futbolístico, los antiguos alemanes del este eran vistos como inferiores por el resto, pero este estereotipo lo rompió un jugador que fue Balón de Oro, que impulsó al país unido a su tercera Eurocopa y que había venido al mundo en Dresde. Era Matthias Sammer.


Nacido sólo seis años después de la construcción del muro, toda la infancia, la adolescencia y la primera juventud de Sammer tuvo lugar en un régimen comunista. A los nueve años se incorporó a las categorías inferiores del Dinamo de Dresde y al inicio era delantero. De hecho, la alternativa en el primer equipo se la dio su padre, Klaus, que era el entrenador, en 1985.

El conjunto de la segunda ciudad del país tenía que competir contra un Dinamo de Berlín que ganaba los campeonatos casi por decreto. Pero en los últimos años de vigencia del régimen, el equipo de Dresde le adelantó y, con Sammer en la plantilla, ganó las ligas de 1989 y 1990, esta última ya con el muro en el suelo. Él, entonces, ya era centrocampista, posición en la que le situó el nuevo técnico del equipo, Eduard Geyer.

Paralelamente, había iniciado su carrera como internacional con la Alemania Democrática. Lejos quedaba 1974, la única intervención de la selección en un gran campeonato, el mundial de los vecinos de al lado donde fueron los únicos de derrotar a los anfitriones, los posteriores campeones. Sammer llegó con el equipo alemán democrático en las semifinales del mundial juvenil de Chile de 1987, donde anotó cuatro goles, uno en las semifinales contra Yugoslavia, posterior campeona. Él empató el gol de Stimac, pero los rivales vencieron con una anotación de Suker. Después, los balcánicos derrotarían a la otra Alemania en la final, por penaltis. Sorprende ver cómo pocos años después, los dos países que se enfrentaron en aquella semifinal dejarían de existir.

Con el equipo absoluto, Sammer estuvo a punto de clasificarse para la Eurocopa de Alemania Federal de 1988. A su equipo, donde destacaban posteriores estrellas de la Bundesliga como Andreas Thom, Ulf Kirsten u Olaf Marschall, le faltaron dos puntos. El equipo también estuvo a punto de entrar en el mundial de Italia 90. De hecho, cuando cayó el muro, estaban concentrados en Austria para jugar el duelo decisivo contra sus vecinos. Toda la situación creada por el momento político afectó a la selección, que cayó por culpa de tres goles de Toni Polster y quedó sin ir a la Copa del Mundo de nuevo por dos puntos.

En 1990, Alemania se reunificó y a Sammer le tocó cambiar de selección, así como de campeonato. Dejó el Dinamo y fichó por el Stuttgart con el que, en su segunda temporada, fue campeón de liga. También había tenido que incorporar a la nueva selección alemana, justo después de que ésta fuera campeona del mundo en Italia 90, y fue convocado por Berti Vogts para la Eurocopa de Suecia, en 1992. Allí fue titular indiscutible en un equipo que parecía que haría el doblete, pero que perdió la final contra Dinamarca de manera sorprendente.

En verano de 1992 fichó por el Inter, con 25 años, pero duró allí medio año. No se adaptó al estilo de juego italiano y volvió a Alemania, donde lo fichó el Borussia Dortmund. Allí vivió sus mejores temporadas, un total de cinco y media. En Alemania, entonces, se jugaba con el sistema de tres centrales y dos carrileros y Sammer adaptó definitivamente a la posición de libre, en medio de la retaguardia y con libertad para incorporarse al centro del campo. Pero en la selección las cosas no iban tan bien.

Para el mundial de Estados Unidos, Vogts apostó por un veterano reconvertido a libre. Lothar Matthäus, para ocupar esta posición. Sammer fue movido a la zona ancha, pero no fue indiscutible. Jugó intermitentemente en el equipo, que cayó en los cuartos de final del mundial ante Bulgaria. Fue el preludio de dos años fantásticos en Dortmund, donde ganó dos ligas. Además, Matthäus se había peleado con Vogts y el delantero Klinsmann y, de cara a la Eurocopa del 1996, Sammer recuperaba su posición de libre con todos los galones.

El equipo hizo una buena primera fase, con victorias sobre la República Checa y Rusia, esta con un gol suyo, y un empate contra Italia. Como primera de grupo debía jugar contra la emergente Croacia en los cuartos de final. Los balcánicos, que debutaban en un gran torneo, habían sido demasiado soberbios. Habían reservado a los titulares en el tercer partido de su grupo afirmando que tanto les daba tener que jugar contra Alemania, que la podían ganar igualmente. Pagaron cara la licencia.


El gol

En el duelo jugado en Manchester, Klinsmann transformó un penalti y adelantó a los alemanes. Pero al inicio de la reanudación, un viejo conocido de Sammer del mundial juvenil de nueve años antes, Davor Suker, empataba el partido. Los alemanes tenían que volver a ir a buscar el gol y no tardaron en encontrarlo.


Scholl y Babbel combinaron por la derecha. Este pasó literalmente por encima del central Jerkan, que había ido a hacer la cobertura y centró. En el centro, Stimac, el otro goleador del mundial juvenil, esperaba el balón, pero Sammer, que era quien había comenzado la acción desde atrás y la había seguido, había llegado al área, se le había adelantado, consiguió que el esférico le quedara muerto y fusiló a Ladic. La revancha de las cuentas pendientes de 1987 era un hecho. Además, Alemania derrotó a Inglaterra por penaltis en las semifinales y superó a la República Checa en la final de Wembley con los dos goles de Bierhoff. A finales de 1996, Sammer se convirtió en el primer jugador nacido en la antigua Alemania Democrática en ser galardonado con el Balón de Oro.

El año siguiente, en 1987, Sammer completaría el doblete de ser campeón de Europa de selecciones y de clubes. El Dortmund ganó la Champions en una final en la que derrotó a la Juventus por 3-1 en Munich y en la que él fue titular. Tenía treinta años y estaba en el mejor momento de su carrera, pero pasó lo peor. Tuvo una dura lesión de rodilla de la que no se curó nunca. Sólo un año después, con 31, y con una temporada en blanco, se tuvo que retirar del fútbol.

Fuera del campo, Sammer inició muy bien su carrera de técnico, con un título de liga con el Dortmund en 2002 al que estuvo a punto de unir una Copa de la UEFA, perdida ante el Feyenoord. Cuando dejó el club amarillo, lo fichó el Stuttgart, otro de sus ex equipos, donde duró poco y pasó a tareas de despacho. Las hizo como director deportivo de la selección, primero, y del Bayern, después, donde fue pieza fundamental para formar el equipo campeón de Europa de 2013. Tres años más tarde, tuvo un trastorno cerebral y los médicos le recomendaron que dejara el trabajo. Sammer hace vida de familia ahora con su mujer y sus tres hijos a Múnich mientras recuerda toda una trayectoria que le llevó de un país a otro y que le hizo ser el mejor jugador europeo de aquel 1996 para el recuerdo.

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