dijous, 11 de març del 2021

Rusia, 3- República Checa, 3 (Euro 96-Primera fase)

93. Vladimir Smicer (3-3)

En su primera participación internacional en una fase final, tras la separación de Eslovaquia, la República Checa fue la gran sorpresa de la Eurocopa de 1996. La nave comandada por Dusan Uhrin se plantó en la final sin que nadie lo esperara gracias a una nueva generación de jugadores algunos de los cuales estuvieron más de una década en la élite del fútbol europeo. Pero nada habría sido igual de no haber llegado un gol salvador del delantero Vladimir Smicer.


Incluso desde el punto de vista personal, aquella acción cambió la vida de un Smicer que ya apareció en un gol de dos Eurocopas después en esta lista y que comenzó el campeonato sin jugar ningún minuto y que fue titular en los dos partidos siguientes. Nacido en Decin, muy cerca de Dresde y de la frontera de la que era la República Democrática Alemana, Smicer comenzó jugando de centrocampista, pero poco a poco su juego fue derivando hacia la delantera en una posición híbrida entre extremo y media punta que nunca terminó de estar clara del todo. Eso sí, tenía una gran relación con el gol.

Se formó en la prolífica cantera a del Slavia de Praga y debutó en la máxima categoría cuando los estados aún no se habían separado y la liga era la de Checoslovaquia. De hecho, llegó a debutar con la selección checoslovaca absoluta, en un partido ante Chipre, y lo hizo con la de la República Checa en un duelo de la fase de clasificación para la Eurocopa, sólo en uno. La selección entró, junto con los Países Bajos, en el torneo con sólo un punto de diferencia con respecto a Noruega.

A nivel de club, la temporada 1995-96 fue muy buena. El equipo rojiblanco ganó la liga, con nueve goles suyos y, con 23 años, despertó el interés de algunos equipos extranjeros. Pero él pensaba tan poco que podía ir a la Eurocopa, que antes del torneo llegó a un acuerdo con el Lens francés para integrarse en su formación. Viendo cómo fue todo, si se hubiera esperado seguramente habría dispuesto de mejores ofertas encima de la mesa. Gracias a su gran año a nivel de club, Uhrin lo convocó para el campeonato continental.

Como ya ha quedado dicho antes, Smicer no jugó ningún minuto en el debut checo, en la derrota por 2-0 ante Alemania, y estuvo 26 minutos sobre el campo en la victoria contra Italia por 2-1. Había que ganar el tercer partido ante Rusia en Anfield o, como mínimo, puntuar y esperar a ver el resultado del Italia-Alemania de Manchester.


El gol

Smicer volvió a ser suplente en un partido que comenzó muy bien para los checos, con dos goles en 19 minutos del defensa Suchoparek y del delantero Kuka. Pero los rusos, que tenían que vencer y esperar a que los italianos perdieran en el otro enfrentamiento para forzar un triple empate, empataron en cinco minutos de la segunda mitad con aciertos de Mostovoi y Tetradze. El empate todavía servía a los checos, ya que los italianos no ganaban en el otro partido, pero Rusia atacaba. El técnico hizo entrar a Smicer en el lugar de un agotado Kuka para cazar un contraataque, pero cinco minutos antes del final lo que llegó fue un gol de Bestchastknykh que no servía para nada a Rusia, pero que dejaba a la Repúbica Checa fuera del torneo. Faltaban cinco minutos, y los centroeuropeos los aprovecharon.


A pesar de ir ganando, los anárquicos rusos dejaron un agujero inmenso en el eje de su retaguardia que aprovechó Lubos Kubik, uno de los defensas, para enviar un pase al espacio. Smicer, jugador que siempre ha leído muy bien estas situaciones, corrió a buscar la pelota y llegó antes que el central Nikiforov. Con la portería de cara, disparó desde la frontal del área un tiro flojo, pero colocado, que dejó clavado al portero Cherchesov. En Manchester, italianos y alemanes empataron y, por tanto, el gol clasificaba a la República Checa para cuartos de final ante la alegría de los aficionados que asistían al primer campeonato de su nuevo país.

La anotación provocó que Smicer pasara del nada al todo y fuera titular en los cuartos, ganados contra Portugal, y en las semifinales contra Francia, en que fue relevado en el descanso de un partido resuelto por penaltis. En cambio, en la final contra Alemania volvió al banquillo. Entró dos minutos antes de los noventa, esta vez por Poborský, y asistió a los cinco del tiempo suplementario al gol de oro de Bierhoff que lo dejaba sin título.

Pero la Eurocopa lo dio a conocer. Vivió tres buenas campañas en el Lens, donde llegó a ganar una liga dos años después actuando de media punta, por detrás de dos delanteros como Drobnjak y Vairelles, y esto lo catapultó al Liverpool, precisamente el equipo que juega en Anfield, el estadio donde marcó el gol contra los rusos sin el cual, seguramente, todo habría sido distinto.

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