dissabte, 13 de març del 2021

Rumania, 1- España, 2 (Euro 96-Primera fase)

91. Guillermo Amor (1-2)

La cantera del FC Barcelona ha dado grandes alegrías a la entidad en las últimas décadas. Algunos de sus elementos han sido considerados entre los mejores jugadores del mundo. Pero en la de los ochenta era complicado que salieran talentos de la Masia y se consolidaran en la élite. Uno de ellos fue particularmente icónico para los que vinieron después y se consolidó en el primer equipo cuando llegó Johan Cruyff como entrenador. Era Guillermo Amor.


Nacido en Benidorm, Amor se trasladó muy joven a Barcelona y vivió algunos momentos particularmente recordados. Por ejemplo, cuando aún estaba en edad infantil sustituyó a Maradona en el partido de inauguración del Mini Estadi como representante de la primera generación de jugadores que vivieron en la Masía. Después, debutó en Primera División, con gol, cuando era juvenil debido a una huelga de profesionales la temporada 1984-85. Fue siguiendo todo el camino hasta arriba y se ganó la confianza de Johan Cruyff desde el primer día que llegó como entrenador del club, en 1988.

Ya en su primera temporada anotó ocho goles en 27 partidos y se hizo un hueco en el centro del campo. Amor parecía, en su primera época, que podría actuar de organizador pero durante su trayectoria derivó más hacia una posición de interior, con capacidad de trabajo y, sobre todo, buen disparo de media distancia y gran llegada a la área desde segunda línea. Formó parte del llamado Dream Team, que dominó el fútbol español durante cuatro años y que marcó el futuro de la entidad. Durante aquellos tiempos, fue cuatro veces campeón de liga y ganó la Copa de Europa de 1992, aunque él no pudo estar en la final de Wembley ante la Sampdoria por culpa de una tarjeta amarilla en las semifinales contra el Benfica.

En 1990 debutó en la selección de la mano de Luis Suárez, aunque sus presencias fueron muy intermitentes. El equipo estatal no pudo entrar en la Eurocopa de 1992 y, aunque Javier Clemente le convocó hasta en siete ocasiones en la fase de clasificación para el mundial del 1994, de manera sorprendente lo dejó fuera de la lista final . A partir de entonces, el FC Barcelona empezó a abandonar su hegemonía en el fútbol español, pero él seguía siendo un hombre importante. De cara a la Eurocopa de 1996, el mismo Clemente le convocó ante bajas de jugadores técnicos en el centro del campo como su compañero de equipo Guardiola.

Fue titular el primer día, en un empate ante Bulgaria, pero vio desde el banquillo todo el duelo en que Clemente llenó de defensas el centro del campo y que terminó con otro empate, a uno, con Francia. Había que ganar el tercer choque, ante Rumanía en Leeds, para entrar en los cuartos de final. Amor volvió a ser suplente.


El gol

El partido comenzó bien para los españoles, con un gol de Manjarín. Pero aún en la primera parte empató Raducioiu para unos rumanos que ya no tenían opciones de clasificación. Ante la situación, y con la necesidad de marcar, Clemente comenzó a apostar por hombres de ataque e hizo entrar a Amor en el lugar del central Abelardo. Tardó, pero el cambio se acabó notando.


A seis minutos para el final, en un asedio total del área rumana, el portero Prunea rechazó un centro y la defensa bloqueó un disparo de Hierro. Nadal ganó el rebote dividido y, con la cabeza, abrió hacia la izquierda. Allí, el lateral Sergi centró de primera al segundo palo, donde estaba Alfonso, que también había entrado desde el banquillo en el lugar de Pizzi. El delantero, entonces en el Betis, devolvió el esférico con la cabeza al centro del área donde Amor explotó su talento entrando desde atrás y, de cabeza, anotó el gol que clasificaba a España para la siguiente ronda .

En los cuartos, agradecido por el gol, Clemente le hizo jugar durante los 120 minutos del choque contra Inglaterra en Wembley, en el que España fue superior, pero pagó la falta de gol. En la tanda, Amor anotó su lanzamiento, pero los fallos de Hierro y Nadal y el acierto del portero Seaman dejaron a la selección española fuera de la Eurocopa.

Amor aguantaría dos años más en el Camp Nou, en el que logró el título de liga con Van Gaal de entrenador, el último de los diecisiete vestido de azulgrana, entre los cuales cinco ligas, tres Copas, la Copa de Europa y dos Recopas, aparte de varias Supercopas. Aquel verano jugó su único mundial, el de Francia 98, en que fue suplente en la derrota contra Nigeria y titular en el empate contra Paraguay y la victoria estéril ante Bulgaria, que dejaba al equipo de Clemente fuera del campeonato en la primera fase. Amor sólo jugaría un partido más vestido de rojo, la célebre derrota ante Chipre en la clasificación para la siguiente Eurocopa que también significó la despedida del seleccionador que más había confiado en él. Al final fueron 34 partidos y 4 goles.

Entonces, con treinta años, inició una carrera fuera de su casa. Primero en la Fiorentina, con dos años no muy exitosos. Después sí vivió dos buenas temporadas en el Villarreal, para acabar recalando en el modesto Livingston escocés, donde jugó sólo tres partidos y colgó la camiseta. Comenzó una carrera de entrenador que le llevó durante muchos años a las categorías inferiores del Barça antes de iniciar un periplo en Australia que coronó de manera exitosa con un par de títulos, en 2016. Entonces volvió a casa, primero como responsable del fútbol base y luego como jefe de las relaciones institucionales del club, haciendo gala de un carácter diplomático y conciliador que ya tenía cuando jugaba. Amor no era de los jugadores que destacara por encima de los demás, pero los entrenadores lo hacían jugar mucho porque siempre ayudaba, como aquella tarde de Leeds en el que, con la cabeza, hizo pasar una ronda al equipo español.

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