dijous, 25 de març del 2021

URSS, 2- Yugoslavia, 1 (Euro 60-Final)

79. Milan Galic (0-1)

La selección yugoslava de fútbol estuvo durante décadas luchando por conseguir un gran título internacional pero no tuvo tanta suerte como sus compañeras de otros deportes, como la de baloncesto, por ejemplo. Siempre encontraba a alguien que se ponía en su camino en las eliminatorias, perdía algún partido decisivo que le comportaba emparejamientos complicados y no accedía casi nunca a la final. Por ello lamentó la oportunidad perdida en 1960, cuando llegó a disputar la prórroga pero terminó cediendo seis minutos antes de forzar un duelo de desempate contra la URSS. En aquel partido marcó una leyenda del fútbol de su país que apenas iniciaba una buena trayectoria con el equipo nacional. Es lo mismo con el que comenzamos esta lista de goles, el delantero Milan Galic.


El jugador del Partizan vivió un gran año 1960, ya que meses después de caer en la final de esta Eurocopa se proclamó campeón olímpico en Roma. Tenía 22 años y había nacido en Malesevo, localidad situada muy cerca de la frontera entre la actual Serbia y Rumanía. Galic era un goleador, pero tampoco de cifras escandalosas. No se trataba sólo de un rematador, sino que implicaba mucho en el juego del equipo. Por su juventud, y debido a que aún actuaba en el Proleter, el club en el que se formó en Zrenjanin, al norte de Belgrado, no entró en la lista para el mundial del 1958 en Suecia. Allí los yugoslavos se encontrarían a una de sus bestias negras.

Alemania Federal echó a los balcánicos de dos Copas del Mundo consecutivas, en 1954 y en 1958. En esta última ocasión, los yugoslavos habían derrotado la gran Francia de Kopa y Fontaine en la fase inicial, pero dos empates inesperados ante Paraguay y Escocia los empujaron hacia una ronda de cuartos envenenada en la que cedieron por culpa de un gol de Helmut Rahn. Dos años después, sin embargo, los alemanes, junto con los ingleses y los italianos, no se habían apuntado al nuevo invento que era la Eurocopa, un torneo que no se había celebrado nunca y del que muchos no preveían un gran futuro. La ausencia de tantos escollos allanaba el camino.

Galic, que aterrizó en el Partizan ese mismo 1958, fue importante en las dos rondas previas a la fase final de cuatro equipos. Marcó en la victoria en casa contra Bulgaria en los cuartos de final, por 2-0, que precedió al empate a uno de Sofía. En los cuartos, el adversario era una Portugal aún sin Eusébio pero con algunos de los grandes jugadores del posterior gran Benfica. Yugoslavia cayó por 2-1 en Lisboa pero vapuleó por 5-1 a los lusos en Belgrado. Galic selló el triunfo y se preparaba para la fase final.

Esta se disputó en Francia para honrar el inventor del torneo, el ex futbolista, ex árbitro y dirigente Henri Delaunay. Yugoslavia inició la competición dejando fuera a los anfitriones en el Parque de los Príncipes de París con un impresionante 4-5. Galic consiguió el primer gol de la historia del torneo. La final sería el mismo escenario contra los soviéticos cuatro días más tarde.


El gol

El partido no tuvo mucha afluencia de público. La falta del equipo de casa en la final y el hecho de que los países del este no pudieran trasladar a aficionados en aquellos momentos propició que el estadio estuviera medio vacío. Sin embargo, fue emocionante y competido y, antes del descanso, Yugoslavia se adelantó.


Fue en una extraordinaria jugada por la banda derecha del croata Drazan Jerkovic, curiosamente nacido en Sibenik, la misma ciudad que un Drazan posterior y legendario, el jugador de baloncesto Petrovic. Se escapó de un pasivo Maslionkin y centró al primer palo donde Galic se adelantó en el mítico capitán Netto y batió el no menos legendario portero Yashin. Los yugoslavos llegaron con ventaja al descanso, pero poco después de la reanudación empató el georgiano Metreveli. Hubo que ir a la prórroga y, cuatro minutos antes del final, Ponedelnik dio el campeonato a la URSS y dejó a los yugoslavos a las puertas del título.

Galic pudo disputar el mundial dos años más tarde después de una eliminatoria previa en la que un gol suyo contra Polonia dio el acceso a la fase final de Chile. En el torneo, Yugoslavia volvió a perder en el debut contra la URSS, en un partido en el que volvió a marcar el verdugo Ponedelnik, pero se vengaron de los alemanes en los cuartos de final, con una anotación de otro croata , Radakovic, del Rijeka, en Santiago. Parecía que la final era posible, pero entonces los yugoslavos cayeron de manera inesperada con dos goles en los últimos diez minutos contra Checoslovaquia en Viña del Mar. Jerkovic, el asistente de Galic en París, marcó pero no fue suficiente. El equipo fue cuarto, su mejor clasificación en un Mundial, al caer en la consolación contra el anfitrión, Chile. Fue el último gran partido internacional de Galic.

Porque el equipo fue sorprendentemente eliminado por Suecia en el camino hacia la Eurocopa de 1964 y por los franceses en la clasificación para el mundial del 1966. Fue una temporada extraña para él, ya que unió esta decepción con otra, la final de la Copa de Europa perdida ante el Real Madrid en Bruselas. Galic sólo tenía 28 años, la edad en que los países del este permitían a sus jugadores ir a jugar al extranjero. Y lo hizo, al Standard de Lieja belga y al Reims francés, Ya no volvería a vestirse más de azul. Dejaba la selección como segundo máximo goleador de la historia, sólo seis años después de aquel cabezazo que hizo soñar por unos minutos a un país que ya no existe.

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