diumenge, 21 de març del 2021

España, 1 (5) - Dinamarca, 1 (4) (Euro 84-Semifinales)

83. Antonio Maceda (1-1)

Los liberos eran un tipo de jugador que ya no existe, pero que durante décadas fueron esenciales en los grandes equipos de fútbol. Eran futbolistas híbridos entre defensas y centrocampistas, que se colocaban detrás de los marcadores de partida, pero que se incorporaban en la zona ancha a menudo gracias a su capacidad futbolística, que les permitía combinar con facilidad, y a su libertad táctica, ya que no tenían encargado seguir ningún jugador. En los ochenta, un futbolista se convirtió en el gran libero del fútbol español, y pudo llegar más lejos si el derecho de retención primero, y las lesiones después, no le hubieran frenado. Era Antonio Maceda.


Nacido en Sagunto, en Valencia, Maceda llamó la atención de los responsables de Mareo, uno de los planteles más fecundos de la época del fútbol español, el del Sporting de Gijón. Dotado de una combinación de condiciones físicas y técnicas no vistas hasta entonces en el arquetípico jugador del país, a los dieciocho años dejó el Acero, el club de su ciudad, para trasladarse a Asturias y durante una década fue emblema del mejor Sporting de la historia, con el que fue subcampeón de liga, llegó a dos finales de Copa y se clasificó para las competiciones europeas.

Maceda era alto y fuerte, con cualidades para ser un buen defensa, pero a la vez era lo suficientemente bueno técnicamente como para sumarse al ataque y ayudar en las combinaciones de su equipo. Aparte, tenía un instinto especial en las acciones a balón parado para adelantarse a los defensas rivales y rematar casi siempre. Se estrenó en la élite con un descenso a Segunda, pero cuando el equipo del Molinón volvió a subir, después de un par de años de presencias más intermitentes, se consolidó en el eje de la retaguardia la mano de Vicente Miera, su gran valedor.

La temporada de su explosión fue la 1980-81, y su presencia en tres partidos amistosos, entre ellos una gran victoria en Wembley, supuso que fuera llamado por José Emilio Santamaría para el mundial de España, de 1982. Allí, su participación fue testimonial, sólo 17 minutos en el intrascendente partido final, también ante los ingleses, pero ya era un jugador seguido por los grandes. El problema era el derecho de retención. Los equipos modestos tenían el derecho de quedarse a los jugadores y no venderlos si no querían. Esta medida evitaba que muchos de ellos pudieran abandonar sus clubes, y eso pasó con Maceda.

Cada verano, los grandes del fútbol español lo querían fichar, pero el Sporting no cedía. Después del mundial de España, ya con 25 años, empezó a vivir sus mejores temporadas. Cada vez era un goleador más prolífico y, además, disfrutó de la total confianza del nuevo seleccionador, Miguel Muñoz. Disputó casi toda la fase de clasificación para la Eurocopa del 1984, incluido el mítico partido ante Malta, en el que consiguió dos de los doce goles que clasificaron a España para la fase final.

En esta, Maceda formó un gran tándem en el centro de la defensa con Goikoetxea, aunque los primeros partidos fueron complicados. Dos empates con Rumanía y Portugal, este tras un gol de Sousa para los lusos que llegó por un error suyo, comprometió la clasificación española. Pero se redimió con un gol en el último minuto, del que hablaremos más adelante en esta lista, contra Alemania Federal, que dejaba a los vigentes campeones eliminados y hacía que España pasara a las semifinales.


El gol

El partido de Lyon sería contra Dinamarca, un conjunto que había causado sensación en la primera fase. Además, comenzó muy mal, ya que a los siete minutos los nórdicos se adelantaron por mediación de Lerby. El partido fue disputado y España hizo entrar a delanteros en la reanudación. A los 23 minutos, llegó el momento del libero del Sporting.


Fue tras un remate al palo de Sarabia, que había relevado a Julio Alberto. El balón cayó a Señor, quien centró desde la derecha. Carrasco no llegó al remate en lucha con un defensa y el esférico fue hacia el otro lado. Allí, Gordillo lo recogió antes de que saliera por la línea de fondo, lo echó atrás nuevamente a Carrasco, que intentó regatear a Busk. Este rechazó y la bola cayó a pies de Maceda, incorporado al ataque que, de primera, batió a Qvist con un disparo raso.

El partido se fue hasta la prórroga y después los penaltis. Maceda no chutó ninguno, pero un error de Elkjaer-Larsen dio el paso a los españoles en la final. El problema fue que el defensa había visto una tarjeta en el partido contra los daneses y se la perdió. Seguro que su presencia se echó en falta en la derrota por 2-0 ante los anfitriones, con el famoso error de Arconada a tiro de falta de Platini.

Maceda estuvo un año más en el Sporting, en el que clasificó al equipo para la Copa de la UEFA al finalizar cuarto en la liga, y el verano de 1985 pudo salir, ya que se abolió el derecho de retención, y lo contrató el Real Madrid. Era el inicio de la quinta del Buitre y de las cinco ligas seguidas de los blancos. Él tuvo papel fundamental en la primera, con 5 goles en 28 partidos. En plena forma y con 29 años fue convocado para el mundial de México, en 1986.

Allí llegó el debut contra Brasil, pero terminó el partido con molestias en una rodilla y ya no pudo volver a jugar en todo el campeonato. Parece que no se curó bien de una afectación de menisco después de un golpe en un partido de liga con el jugador del Sevilla Moisés y lo pagó caro. De regreso a España, sólo pudo actuar en diez partidos más con el Madrid en las tres siguientes temporadas. Nunca subsanó del problema. Así, con 31 años, se tuvo que retirar del fútbol. Después puso en marcha una intermitente carrera de entrenador, en el Badajoz y en el Sporting, y también colaboró ​​en medios de comunicación. Quedó por saber dónde habría podido llegar si hubiera jugado antes en un equipo más grande, o si la rodilla no le hubiera fallado en el mejor momento de su carrera.

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