dilluns, 15 de març del 2021

España, 1- Bulgaria, 1 (Euro 96-Primera fase)

89. Alfonso (1-1)

A menudo es complicado para algunos futbolistas soportar la carga de las expectativas. Después de una época brillante en el Real Madrid, la de la llamada Quinta del Buitre, en la que el equipo había ganado cinco ligas consecutivas a finales de los años ochenta, se buscaba sucesores para aquel grupo de jugadores en general y, en particular, para Emilio Butragueño, el delantero que le daba nombre. Tenía que ser alguien surgido de la cantera, por el factor de identificación, y con suficiente calidad para liderar un nuevo proyecto. Desde muy pronto, todos los ojos se volvieron hacia el atacante Alfonso Pérez.


Nacido en Getafe, ciudad en la que ahora da nombre al campo de fútbol, ​​el Coliseum, Alfonso venía apuntando buenas maneras desde las categorías inferiores del Real Madrid y debutó con el primer equipo blanco en la temporada 1990-91, precisamente la primera en que la Quinta empezaba a mostrar síntomas de debilidad y el FC Barcelona de Johan Cruyff iba lanzado hacia el título de liga. El Madrid necesitaba incentivos y, en la segunda parte de la temporada, los encontró en un Alfonso que, aunque no marcó en los nueve ratos disputadas, hacía albergar esperanzas sobre su futuro.

No era un delantero centro al uso, un rematador, ni tampoco un jugador tan fantasioso como Butragueño, pero sabía moverse bien por todo el frente de ataque, había demostrado en los equipos inferiores que tenía buena relación con el gol y mostraba detalles de calidad. Todo se disparó después de su segunda temporada, en la que el Madrid perdió la primera de las ligas de Tenerife. Él se fue del campo ganando por 1-2 y el partido se cedió por 3-2 y, con él, el campeonato. Pero aquel verano, Alfonso fue uno de los líderes de la selección que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. A continuación, ya debutó con la absoluta, de la mano de Javier Clemente, e intervino en algunos partidos de la clasificación para el mundial 94.

Pero la progresión de Alfonso, ya campeón de una Copa y una Supercopa con los blancos en 1993, se detuvo de golpe con una durísima lesión en el Camp Nou en enero de 1994. Fue en la derrota por 5-0 , la de los tres goles de Romario. Había marcado 5 veces en 18 partidos, pero se perdió el resto de la temporada y el mundial por una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha. Estuvo siete meses de baja y reapareció la temporada siguiente. El Madrid recuperó el cetro de liga después de cuatro años, pero él no pudo entrar nunca en el equipo titular, ante la buena forma de hombres como el recién llegado Raúl, que ya le había quitado el sitio en el corazón de la afición, y Zamorano. Por ello, durante el verano siguiente aceptó una especie de cesión al Betis. Y ese fue su lugar en el mundo.

Con el equipo andaluz se reencontró con su mejor nivel. Anotó doce goles en 35 partidos en la liga y, aunque no pasó del octavo puesto en el torneo, volvió a llamar la atención de Javier Clemente. Sólo fue convocado en dos ocasiones antes de la Eurocopa que se iba a disputar en Inglaterra, pero fueron suficientes para que el técnico de Barakaldo le incluyera en la lista para el torneo. Y allí, encontraría la portería pronto.


El gol

España tenía que debutar en Leeds contra Bulgaria, cuarta clasificada en el mundial de dos años antes. Alfonso fue suplente en ese partido, ya que Clemente confiaba en un esquema con muchos hombres por detrás del balón y con Pizzi de delantero centro en solitario. Pero las cosas se torcieron con un penalti en contra que representó el gol búlgaro, marcado por Stoichkov. Se necesitaban cambios, y Alfonso entró en el campo por Amor. Tardó tres minutos en marcar.


Fue en una acción afortunada. Una falta en la frontal del área fue chutada por Hierro. Uno de los defensas búlgaros, de manera ilegal permitida por el colegiado italiano Ceccarini, bloqueó el disparo. El balón quedó muerto para el lateral Sergi, quien disparó a puerta. El esférico iba muy desviado, pero Alfonso estaba en medio de la trayectoria, le pegó en el pie, él supo ponerlo en la dirección correcta y Mihailov no pudo evitar el sorprendente gol. La reacción española, de todos modos, quedó paralizada un minuto después, cuando Pizzi vio la tarjeta roja directa. El partido terminó en empate.

Alfonso fue titular en el siguiente partido, otras tablas ante Francia, y volvió al banquillo para jugar contra Rumanía. Pero volviendo a ser suplente fue importante en la asistencia del gol del 1-2 a Amor, que permitía la clasificación para los cuartos de final. En esta ronda, entró en el descanso, pero no pudo marcar, ni él, ni España, que perdió en Wembley en los penaltis ante Inglaterra. El equipo español quedaba eliminado, pero Alfonso completaba una temporada que, aún con 23 años, le proyectarían hacia los mejores momentos de su carrera.

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