dissabte, 14 de novembre del 2020

Portugal, 1- España, 1 (Euro 84-Primera fase)

210. António Sousa (1-0)

La selección portuguesa ha encadenado once clasificaciones seguidas para los grandes campeonatos en las últimas décadas, que disputa de manera ininterrumpida desde la Eurocopa de 2000. Pero hasta el año 1984, sólo había intervenido en un gran torneo, el mundial de 1966, en que fue tercera. Por eso era complicado disfrutar en el panorama internacional de selecciones de algunos de sus mejores jugadores. Y uno de los centrocampistas más destacados de la década fue António Augusto Gomes de Sousa.


Nacido en Sao Joao de Madeira, al sur de Oporto, dedicó a los Dragoes los mejores años de su vida, aunque también fue protagonista de un intercambio que terminaría siendo crucial en la historia del fútbol portugués. Era un centrocampista no muy físico, pero de buena técnica individual, de los habituales en el país en aquellos momentos en que triunfaban las selecciones de base, pero en el que no se consumaba el trabajo en la absoluta. Llegó a los 22 años a Das Antas, tras una buena trayectoria en el Beira Mar, y allí ayudó a ratificar el cambio de dominio del fútbol portugués, de Lisboa al norte del país.

Pero no fue en su primera etapa. En esta, entre el Benfica y el Sporting se llevaron todas las ligas. El Oporto se asomó a la élite el mismo 1984, cuando se clasificó para la final de la Recopa, que perdió contra la Juventus por 2-1 en Basilea. Sousa anotó el momentáneo empate, que no fue suficiente. Seguramente este buen final de campaña provocó que el seleccionador, Fernando Cabrita, le llevara a una Eurocopa de Francia de la que Sousa no había disputado ningún partido de la fase de clasificación.

El gol

Portugal había dejado fuera del torneo a la URSS gracias a una victoria final en Lisboa con un gol de penalti de Jordao. Debutó en Francia con un meritorio empate contra la campeona, Alemania Federal, a cero goles en el que Sousa fue titular. El segundo duelo era contra España y, a pesar de las ocasiones de los rivales ibéricos en la primera parte, sobre todo una de Santillana, Portugal se adelantó.



El mejor portugués del torneo, el poderoso centrocampista Chalana, envió un esférico largo hacia la izquierda para que llegara el extremo Álvaro. Parecía que el libre español, Maceda, se le adelantaría y le robaría el balón al corte, pero no fue así. Álvaro se lo llevó, lo pasó atrás hacia Sousa y éste, levantando la cabeza y con un gran toque parabólico, superó por encima la felina estirada de Arconada.

Los portugueses no pudieron aguantar la ventaja por culpa del empate de Santillana, pero una victoria contra Rumanía los clasificó para las semifinales. Allí, en uno de los mejores partidos de la historia de las Eurocopas, Portugal perdió la oportunidad de llegar a la final en una trepidante prórroga contra Francia por culpa de un gol postrero de Michel Platini. Sousa disputó todos los minutos del torneo.

Al volver a casa, protagonizó un traspaso que pasó a la historia. El Oporto se hizo con los derechos de una futura gran promesa proveniente del Sporting, Paulo Futre, a cambio de dos jugadores, Jaime Pacheco y el mismo Sousa. Hasta entonces, los blanquiazules habían ganado sólo seis títulos de liga desde 1939, es decir, en 45 años. Desde aquel momento hasta ahora, en 36 años, han ganado 21. Los dos siguientes fueron para ellos y Sousa se quedó sin premio en el Sporting, pero en 1986, él y Pacheco volvieron a casa y el galardón fue aún mayor, ya que formaron parte del equipo que quedó campeón de Europa en Viena contra el Bayern. Sousa disputó todos los minutos de la final del Prater.

El año anterior, el del segundo traspaso, en 1986, también había disputado todos los minutos de la participación lusa en el mundial de México, en el que el equipo comenzó muy bien, ganando a Inglaterra, pero quedó eliminado con derrotas contra Polonia y Marruecos. Portugal no volvería a jugar otra fase final hasta diez años más tarde, en la Eurocopa de Inglaterra, cuando Sousa ya se había retirado.

El centrocampista ganó, por fin, su ansiada liga en 1988 y al año siguiente dejó el club. Fue también el último en que disputó partidos con la selección portuguesa, siete más desde la cita mundialista, pero sin poder entrar ni en la Eurocopa 88, ni el mundial 90. De los 32 a los 36 años, haciendo gala de su buena técnica y posicionamiento en el campo, aun actuó cuatro temporadas en el Beira Mar y se retiró de la élite en el Gil Vicente, antes de volver al Sanjoanense, el equipo de su localidad, donde colgó las botas ejerciendo de jugador -entrenador alguna temporada. Fue el inicio de una carrera en los banquillos de equipos de segunda fila portugueses, como el mismo Beira Mar, el Trofense, el Rio Ave o el Penafiel.

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