dissabte, 21 de novembre del 2020

Portugal, 1- Turquía, 0 (Euro 96-Primera fase)

203. Fernando Couto (1-0)

Las selecciones portuguesas de las últimas décadas han destacado por disponer de un gran talento en zonas ofensivas, jugadores que incluso han conseguido Balones de Oro y han sido referencias en toda Europa. Pero el país también ha dado grandes defensas. Los últimos, cronológicamente, seguramente son más sofisticados y tienen más capacidad de sacar el balón jugado, pero también han existido los contundentes. Uno de los más icónicos fue el central Fernando Couto.


Su aspecto era intimidatorio, alto, fuerte y con una larguísima melena, provocaba que los atacantes se lo pensaran dos veces a la hora de hacerle frente. Formó durante bastante tiempo una buena pareja de centrales en la selección con otro defensa cortado por un patrón similar como Jorge Costa, ambos provenientes de la cantera del Oporto, aunque coincidieron poco tiempo porque Couto, dos años mayor, salió antes del país.

Fue campeón del mundo sub-20 con Portugal en Arabia Saudí, en 1989, después de jugar una gran semifinal contra Brasil, aunque no estuvo presente en la final contra Nigeria. Había debutado un año antes, con dieciocho, con el primer equipo del Oporto, al que volvió después de dos cesiones a categorías menores, al Famalicao y al Académica Coimbra. En 1990 se estableció en el centro de la defensa de los Dragoes, con los que ganó dos ligas y dos Copas. Adquirió experiencia en la nueva Liga de Campeones y en 1994 fue eliminado por el Barça en el partido único de semifinales, la vez que estuvo más cerca de la final.

Ese año salió en dirección al faraónico proyecto del Parma de principios de los noventa. El fútbol italiano aún cortaba el bacalao en Europa y jugó allí dos temporadas. La primera fue muy buena, con cuatro goles marcados y un título de Copa de la UEFA con él de titular en una final a doble partido contra la Juventus. En el segundo ya no fue tan protagonista y disputó muchos menos partidos. Pero sí fue importante en la clasificación del país para la Eurocopa del 1996, la primera en doce años para el torneo y en diez para un gran campeonato. Con 26, le llegaba en el mejor momento.

El gol

Couto era titular indiscutible en la selección entrenada por António Oliveira. No compartía el centro de la defensa con Jorge Costa, sino con Hélder Cristovao, que aquel verano ficharía por el Deportivo de la Coruña. En el debut, empate a un gol contra Dinamarca. El segundo partido era contra Turquía en Nottingham. Una victoria aclaraba mucho el acceso a los cuartos de final. Y Couto fue decisivo.


Como en todas las acciones a balón parado, se incorporó a rematar un córner. Este se lanzó en corto. Rui Costa pasó a Paulo Sousa, campeón de Europa pocas semanas antes con la Juventus, quien colgó el esférico al área, Este fue rechazado por un defensor turco hacia el centro y Fernando Couto estuvo muy rápido al rematar de volea con la pierna izquierda, con la que no era tan hábil. Quizá por ello el disparo no salió recto, sino que se fue abriendo e hizo inútil la estirada de Rüstü. El gol fue el único del partido y lo celebró con una voltereta sin manos que ya hacía tiempo era habitual en los festejos de sus pocas anotaciones.

Couto fue indiscutible en los otros dos partidos, una clara victoria contra Croacia por 3-0 que otorgaba el primer puesto del grupo y la decepción de la derrota contra la República Checa en cuartos de final por culpa de un gol de Poborský. Pero el verano no se acababa para el portugués, ya que semanas después del torneo recibió la noticia de que lo había fichado el FC Barcelona.

En el Camp Nou jugó un primer año bastante correcto a las órdenes de un entrenador que confió en él como Bobby Robson. En el equipo liderado por Ronaldo ganó la Supercopa de España, la Recopa y la Copa del Rey. En el segundo año, con Louis van Gaal en el banquillo, las cosas ya no fueron tan bien y tuvo que dejar el club para fichar por la Lazio.

Y en Roma vivió un largo trayecto de seis años en los que no fue siempre titular, pero sí muy importante en la época más exitosa del club, con el que ganó una liga, una Copa, una Recopa, una Supercopa italiana y una europea. Su juego se adaptaba a las características de un fútbol defensivo de la época, como el transalpino, y se encontró como pez en el agua hasta los 36 años. Durante estas temporadas, además, acumuló dos participaciones más en Eurocopas, la de 2000, en que fue muy protagonista pero en la que quedó fuera de la final por un gol de oro de Zidane en la prórroga, y en la de casa, la de 2004, en la que se despidió del equipo nacional con 35 años. Jugó tres ratos y sólo la sorpresa griega le privó de un título. También estuvo presente en el mundial de 2002, un fracaso en Japón y Corea.

En 2005 aún tuvo fuerza para volver al Parma y jugar tres temporadas. Había perdido rapidez, pero no colocación ni capacidad para desplazar el balón en largo, una virtud que quizás se le valoró poco. Couto se retiró del fútbol a punto de cumplir 39 años e inició una etapa de director deportivo del Braga, en el que también fue técnico asistente. Una larga y provechosa carrera para un defensa de los de antes, con una imagen propia que quedó para siempre en la retina de los aficionados.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada