diumenge, 15 de novembre del 2020

Hungría, 3- Portugal, 3 (Euro 2016-Primera fase)

209- Balázs Dzsudzsák (2-1 y 3-2)

Los contrarios también juegan. Esta frase es habitual cuando algún futbolista quiere justificar que el propio conjunto no haya conseguido el resultado adecuado. Evidentemente, la oposición del otro equipo, que ésta sea más o menos dura, influye en los resultados. Pero los adversarios también pueden servir como aliados, como alguien que, de manera evidentemente involuntaria, ayuda a conseguir los propósitos. Esto es lo que le pasó dos veces en un solo partido, y con una diferencia de ocho minutos, al húngaro Balázs Dzsudzsák.



Ya ha quedado dicho en otros goles que Hungría ha pasado tres décadas de travesía del desierto entre dos participaciones en grandes competiciones, la del mundial de México 86 y la Eurocopa de Francia 2016. La que había sido gran potencia europea de la primera parte del siglo XX y de los años 50 y 60 se fue apagando y, con ella, la capacidad para exportar futbolistas importantes a las grandes ligas del continente. Durante este tiempo, ha habido pocos jugadores que hayan destacado, y casi siempre en conjuntos de segunda fila. Uno de ellos fue el rápido delantero Dszudzsák, que afrontó el torneo de Francia cuando estaba a punto de llegar a los treinta años.

De raíces polacas, como indica su nombre, se formó en el Debreceni, conjunto que tiene su sede próxima a la frontera con Eslovaquia y también con Polonia, aunque los dos países no sean vecinos. Pero el joven Balázs, un zurdo rápido y escurridizo, sabía que tenía que salir de territorio magiar para progresar y con 21 años lo contrató el PSV Eindhoven, uno de los conjuntos europeos más acertados a la hora de detectar talento oculto. Después de una temporada complicada, se convirtió en un titular en el Philips Stadion donde, en el último de los tres ejercicios en los que jugó, marcó 14 goles en la liga.

Paralelamente, los fracasos iban llegando al equipo nacional, que no tenía ninguna posibilidad de disputar grandes torneos. Dzsudzsák, entonces, decidió priorizar el apartado económico al deportivo y comenzó a hacer carrera en la emergente financieramente, pero no tanto futbolísticamente, liga rusa. Aceptó la oferta del nuevo rico Anji Majachkalá, donde llegó a compartir equipo con Samuel Eto'o. Pero una lesión cervical le dejó fuera de combate y, cuando volvió, el proyecto se había esfumado. Fue traspasado por 19 millones de euros al Dinamo de Moscú, con lo cual se convirtió en el jugador húngaro por el que habían pagado más dinero. Durante tres temporadas tampoco ganó nada y en 2015, con la selección con muchas posibilidades de ir a la Eurocopa, cambió de aires.

Fichó por Bursaspor turco en verano y en noviembre celebraba la clasificación para el torneo de Francia, ampliado a 24 equipos. El equipo magiar se había desembarazado de Noruega en la repesca y volvía a un gran campeonato. Con el conjunto otomano las actuaciones fueron discretas, pero al llegar junio se aprestaba a ser protagonista de la cita continental.

Los goles

Hungría debutó con muy buen pie al derrotar a Austria en el primer partido por 0-2. En el segundo, salvó un punto con un autogol islandés a última hora. Invicto, afrontaba el tercer partido, contra los posteriores campeones, Portugal, que fue uno de los más espectaculares del torneo. Porque los portugueses, que sólo habían encadenado dos empates contra islandeses y austriacos, necesitaban al menos puntuar para pasar ronda como uno de los mejores terceros. Y además, marcar muchos goles. Dzsudzsák y sus compañeros los estuvieron a punto de eliminar con dos acciones afortunadas.


Se adelantaron los danubianos con un gran disparo de Zoltan Gera al que respondió Nani con el empate. Al inicio de la reanudación, el árbitro, el inglés Martin Atkinson, decretó una falta de Carvalho a Szalai en la frontal del área. Dzsudzsák probó suerte y tuvo la fortuna de que el balón tocara en André Gomes, instalado en la barrera, y despistara a Rui Patrício. Portugal empató tres minutos después mediante Cristiano Ronaldo, pero ocho minutos después del 2-1, nueva falta en la frontal del área, de nuevo de Carvalho a Szalai, casi en la misma posición, para los magiares.



Dzsudzsák chutó, esta vez contra el cuerpo de Cristiano, pero él mismo recogió el rebote, volvió a encarar el área y disparó de nuevo. Esta vez fue Nani quien puso el pie estirado con tan mala suerte que el balón volvió a describir una parábola imposible y volvió a entrar, ante la desesperación de la estrella lusa. Portugal pudo salvar los muebles con un gol de Cristiano en el minuto 62 y entró como tercera de grupo, a punto de la eliminación. Hungría lo hizo como primera y superaba una ronda inicial de un gran campeonato por primera vez desde el mundial de 1966. Pero la aventura no iría mucho más allá, ya que cayó eliminada ante la superioridad de Bélgica en octavos de final por un concluyente 1-4.

Tras el torneo, Dzsudzsák, un habitual de las acciones benéficas, tales como recaudar dinero para la familia de su ex compañero Milos Fehér, muerto en un campo de fútbol, o pagar las entradas a los aficionados húngaros para ir a ver a su equipo en la vecina Rumania, siguió alejado de la competitividad europea y se fue a disputar la liga de los Emiratos Árabes, donde aún sigue. Sin embargo, ha continuado jugando con la selección húngara, con la que aún podría entrar, a punto de cumplir 35 años, a la próxima Eurocopa si los magiares se clasifican

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