dilluns, 1 de febrer del 2021

Alemania, 1 (6) - Italia, 1 (5) (Euro 2016- Cuartos de final)

131. Mesut Özil (1-0)

Hay futbolistas que, cuando terminen su carrera, mirarán atrás y verán una gran trayectoria en grandes equipos, una cuenta corriente saneada y un palmarés envidiado por muchos. Pero al mismo tiempo, seguramente, con el paso de los años, pueden llegar a imaginar hasta dónde habría podido llegar su inmenso talento si hubiera sido explotado hasta las últimas consecuencias. Es posible que esto ocurra con el centrocampista alemán Mesut Özil.


Nacido en Gelsenkirchen, y de ascendencia turca, Özil es seguramente el jugador alemán más virtuoso de la última década. Zurdo cerrado, adaptado al centro del campo después de unos inicios explotando la banda izquierda, ha sido la referencia de la selección de Joachim Löw durante la época gloriosa en la que, entre otros hitos, logró el mundial de 2014. Al mismo tiempo, sin embargo, Özil ha pecado casi siempre de ser un jugador con fama de indolente, de poco sacrificado, de prestar más interés a lo que pasaba fuera el campo que el juego en sí e, incluso, ha sido polémico por sus ideas políticas.

Crecido en equipos de segunda fila de su ciudad natal, fue a la vecina Essen para actuar en los conjuntos inferiores del Rot-Weiss, uno de los fundadores de la Copa de Europa, antes de ser captado definitivamente por el Schalke, club con el que debutó en la Bundesliga. Estuvo sólo una temporada y media y, en un mercado de invierno, fue contratado por el Werder Bremen por cinco millones de euros. Junto al río Wesser explotó como jugador. En dos temporadas y media se hizo un nombre en el panorama europeo. Ganó una Copa y llegó a una final de la UEFA y, además, debutó con la selección absoluta.

Özil ya era conocido porque había liderado a una gran selección alemana al título europeo sub-21 en el torneo jugado en Suecia en 2009, con victoria contra Inglaterra por 0-4 en una final en la que anotó un gol. A aquel equipo estaban talentos como Neuer, Boateng, Hummels o Khedira, que serían campeones del mundo cinco años más tarde. En 2010 participó en su primer gran torneo, el mundial de Sudáfrica, en el que quedó tercero y marcó un gol. Con 21 años ya era considerado una estrella y el Real Madrid lo contrató por 18 millones de euros.

En sus tres temporadas en el Bernabéu creció mucho como jugador bajo la tutela de alguien que le marcaba de cerca como José Mourinho. Özil es un jugador que necesita sentirse importante y el portugués le dio los galones necesarios. Con él, después de obtener la Copa en su primer curso, hizo una gran temporada 2011-12, con título de liga incluido y participación en la Eurocopa, torneo en el que Alemania fue eliminada por Italia en las semifinales, en un partido en el que destacó Balotelli y en que él marcó un gol estéril. Aquel duelo tendría revancha.

En 2013, después de tensiones con Mourinho, decidió dejar el Madrid y fichar por el Arsenal por 47 millones de euros. La llegada de Modric al conjunto blanco le había restado protagonismo y lo buscó en un conjunto de juego atractivo como los gunners, donde aún estaba Arsène Wenger. Su estilo de juego ha sido siempre controvertido en el Emirates. Ha liderado grandes momentos y tres Copas y una Copa de la Liga conquistadas, con otros de apatía que han provocado que el público se le echara encima. Así es él, alguien que te puede cambiar un partido siempre que quiera, aunque no siempre lo quiere.

En 2014 llegó su gran momento, el del título mundial en Brasil, con la titularidad asegurada y un gol importante contra Argelia en octavos de final. A pesar de su irregularidad, y de algunas lesiones. Löw le mantenía de titular y con esta condición aguantó dos años más, hasta la Eurocopa de Francia de 2016.


El gol

Alemania tuvo una primera fase relativamente cómoda, con dos victorias no muy brillantes y un empate, y se deshizo sin problemas de Eslovaquia por 3-0 en los octavos de final. En los cuartos, en Burdeos, esperaba Italia, el verdugo del 2012 y un rival que no le suele ir bien a los alemanes. Contra ellos también habían caído en una recordada semifinal del mundial de 2006 y, aún más atrás, en la final del mundial 82 y en las semifinales de la Copa del Mundo de 1970. Era una bestia negra y el partido fue muy cerrado. Se empezó a abrir, por unos momentos, en la segunda parte.


Era el minuto 20 de la reanudación cuando, situado a la izquierda, Mario Gómez cedió hacia la internada del lateral Héctor y éste superó con el centro la oposición de Bonucci. El balón llegó al corazón del área pequeña y Özil, entrando desde su situación de media punta, ganó en la carrera a Giaccherini y superó a Buffon. Alemania parecía que tenía el partido dominado, pero vio como un penalti propició el empate de penalti de Bonucci en el minuto 78.

El choque fue espectacular, con una prórroga sin goles y se decidió en una inacabable tanda de penaltis. Özil malogró el suyo, el tercero de los germanos, pero pesaron más los errores de Zaza , Pellè, Bonucci y Darmian, que permitieron que Alemania se tomara la revancha. Lamentablemente para el conjunto de Löw, una clara derrota por 0-2 contra Francia en las semifinales le cerró el camino del partido decisivo del torneo.

Aunque sólo tenía 27 años, la Eurocopa marcó un punto de inflexión para un Özil que asistió a la caída del Arsenal del Top-4 de la liga inglesa y no se libró de la renovación del equipo nacional. Además, fue protagonista de varias polémicas respecto de su nacionalidad. Fue en el mundial del 2018, en el que participó en las dos derrotas contra México y Corea del Sur que precipitaron la eliminación alemana antes de tiempo. Desde este momento, la caja de los truenos explotó.

Los aficionados le reprochaban que se sentía más turco que alemán tras unas fotos con el presidente otomano, Recep Tayyip Erdogan, a quien invitó a su boda. Las críticas sobre la indolencia encima del campo se multiplicaban y una situación banal como no cantaba nunca el himno nacional en la interpretación previa a los partidos, algo en lo que nadie pensaba cuando llegaban las victorias, adquiría ahora importancia en los medios de comunicación. Özil se quejó de racismo en Alemania y abandonó la selección después de la Copa del Mundo, con 29 años.

Dos años y medio después, Özil dejó de contar para el entrenador del Arsenal, Mikel Arteta, que buscaba a futbolistas más comprometidos con la reconstrucción del equipo, y fichó por el Fenerbahçe, con lo que hacía realidad el sueño de jugar en la tierra de sus padres. Con 33 años, Özil sabe que ya no mejorará todo lo que ha hecho, pero deberá afrontar un final de carrera que no será fácil para alguien como él, a quien se le dio un talento que sólo exprimió hasta un cierto punto.

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