dimecres, 10 de febrer del 2021

URSS, 3- Checoslovaquia, 0 (Euro 60-Semifinales)

122. Valentin Ivanov (1-0 y 2-0)

Disponemos de mucha información, hoy en día, de los jugadores de fútbol que fueron leyendas a partir de los años cincuenta. Fue cuando el fútbol se empezó a convertir en un espectáculo de masas en todo el mundo. Pero la situación política de aquellos momentos provoca que quizás no sepamos tanto de los futbolistas que fueron estrellas en los países de la órbita comunista, de los que sólo se tenían referencias cuando se coincidía en grandes campeonatos de selecciones o en copas de Europa de clubes. Una de las grandes figuras del momento, y de la historia del fútbol ruso y soviético, fue Valentin Ivanov.


Ivanov era un jugador indescifrable. Un extremo imprevisible con una gran capacidad rematadora, tan importante que fue máximo goleador de la Eurocopa del 1960 y del mundial del 1962, aunque empatado con un grupo de jugadores más. Nacido en Moscú en 1934, no se movió del Torpedo, en el que jugó durante catorce temporadas, del 1952 al 1966. Le tocó vivir en un momento en que, en pleno apogeo de la Guerra Fría, los soviéticos comenzaron a participar en las grandes competiciones internacionales donde, además, lo hacían bien.

Establecido ya en su rol de delantero, después de jugar de portero en sus inicios, hasta los catorce años, su debut en un torneo de estas características fueron los Juegos Olímpicos de Melbourne, en 1956, cuando tenía 22 años. Consiguió la medalla de oro, aunque la dureza de la semifinal contra Bulgaria, resuelta en la prórroga, no le permitió disputar el partido por el título contra Yugoslavia, un adversario recurrente en las siguientes citas. 1958 fue un año importante para el país, ya que la URSS debutó en un mundial. En la Copa del Mundo recordada por ser la del estallido de Pelé, los soviéticos, que se habían clasificado ganando un desempate contra Polonia en Leipzig, destacaron. Ivanov jugó toda la primera fase, en la que marcó un gol contra Austria, La clasificación llegó en un desempate contra Inglaterra resuelto por un gol de Ilyin. El equipo, sin embargo, se encontró contra el anfitrión, Suecia, en cuartos de final, y el cansancio pasó factura: era el tercer partido en cinco días y los escandinavos vencieron por 2-0.

1960 fue un gran año en su carrera. El Torpedo reventó la superioridad de los equipos grandes de la URSS y completó el doblete de liga y Copa. En medio del año natural, una competición de nueva creación, la fase final de la Eurocopa en Francia. La URSS iba a todas, y entre sus jugadores más destacados, un Ivanov en su mejor estado, con 25 años.


Los goles

Checoslovaquia, un gran equipo que sólo dos años después sería subcampeón del mundo en Chile, era su rival en el partido disputado en Marsella y que coincidió en el tiempo con la otra semifinal, en la que Yugoslavia vencía a Francia en París por 4- 5. Con un gol en cada parte, Valentin Ivanov rompió el partido y, una de las anotaciones, la segunda, aunque las imágenes no son del todo claras, es uno de los mejores goles de la historia de la Eurocopa.


En la primera, en el minuto 34, ejerció de oportunista. Fue el delantero Meshki quien se encontró en mejor ocasión para rematar, pero el balón se le quedó largo. Parecía que el portero Schroijf lo podría recoger, pero Ivanov, rápido como era, se le adelantó y remató con fuerza a la red. Pero lo mejor llegó a los once minutos de la segunda parte. Aunque en el vídeo sólo se ve el tramo final de la jugada, parece que Ivanov se deshizo de tres checoslovacos arrancando desde el centro del campo y, al llegar al área, dribló a otro, regateó al portero y marcó a puerta vacía. Un gol maradoniano 26 años antes del auténtico. La URSS sentenció el partido con un tercer gol, marcado por Ponedelnik. Sólo cuatro días más tarde, la selección obtenía el que, hasta ahora, es su único título internacional absoluto al derrotar a Yugoslavia en una final en la que Ivanov también jugó.

También intervino en dos de los cuatro partidos de clasificación para el mundial de Chile. Allí, la URSS pudo llegar muy lejos. De hecho, ganó su grupo en la primera fase, con cuatro goles en tres partidos de Ivanov, uno contra Yugoslavia, uno ante Uruguay, en sendas victorias, y dos en el impresionante empate a cuatro contra Colombia, todos los partidos jugados en el desierto de Arica. Pero el cruce no fue positivo. Se tuvo que jugar contra el anfitrión, que sacó más partido del calor, del arbitraje tendencioso del neerlandés Horn y de un muy mal día del portero Yashin para dejar a los soviéticos fuera de la carrera por el titulo por 2-1.

Ivanov aún marcó en una fase final más, la de la Eurocopa de 1964, en que la URSS eliminó a Dinamarca en las semifinales del Camp Nou, con un gol suyo en el 3-0. pero en la que perdió otra final política contra España en Chamartín por 2-1. En un gran 1965, en que él volvió a ganar la liga con el Torpedo a los 31 años, colaboró ​​con tres goles en la clasificación del equip para el mundial del 1966, un torneo que no terminó jugando. Una lesión precipitó su adiós antes de tiempo. Todavía no tenía 32 años.

Padre de un hijo con su mismo nombre, Valentin, que llegó a ser árbitro internacional y dirigió una Eurocopa, la de 2004, y un mundial, el de 2006. Ivanov entró a dirigir al Torpedo tras su retirada con mucho éxito. En varias etapas ganó una liga y tres Copas. Incluso tuvo una aventura en el extranjero, en 1992, cuando el comunismo había caído, en el Raja Casablanca. En 2011, a los 76 años, murió después de años enfermo por culpa del Alzheimer. Rusia lloraba a uno de sus grandes ídolos, de aquellos que en el otro lado de lo que había sido el telón de acero sólo se sabían noticias cada par de años.

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