dijous, 31 de desembre del 2020

Suiza, 1- Turquía, 2 (Euro 2008-Primera fase)

163. Arda Turan (1-2)

Hay jugadores dotados de un gran talento para jugar a fútbol, ​​ya sea para defender, para marcar goles o para mover al equipo. Algunos, incluso son capaces de entusiasmar a los aficionados con acciones de fantasía que se encuentran al alcance de muy pocos. Pero de estos, los que tienen una facilidad innata para practicar este deporte, existe un grupo que necesita disponer de un marcaje férreo por parte de los entrenadores para evitar que los venza la tendencia natural de dejarse llevar y no cuidarse suficientemente. Cuando esto no ocurre, los días de gloria se acaban. Es lo que sucedió con el turco Arda Turan.


Formado en la cantera del Galatasaray, es un media punta con capacidad asociativa,  posibilidades de deshacerse de los contrarios con un buen regate, ver el espacio para dar el último pase y también con una buena relación con el gol. Después de un año cedido, se estableció en el primer equipo del conjunto de Estambul y debutó en una selección que en el último medio siglo sólo había disputado dos Eurocopas y un Mundial, curiosamente con buen resultado en dos de estos tres torneos. En 2008, con 21 años, ganó la liga con su club y ya estaba consolidado en la selección de Fatih Terim, en la que había debutado dos años antes. Turquía se clasificó para la Eurocopa de Suiza y Austria con un punto de ventaja sobre Noruega gracias a un triunfo final contra Bosnia y Arda Turan ya era una de sus estrellas emergentes.

Sin embargo, el veterano seleccionador no contó con él para el debut, que vio en el banquillo en toda su integridad. La derrota ante Portugal (2-0) provocó cambios y uno fue su entrada en el segundo enfrentamiento, ante Suiza, uno de los anfitriones. El partido, disputado bajo una intensa lluvia en Basilea, no comenzó demasiado bien, con un gol de Hakan Yakin para los helvéticos en la primera parte. En la reanudación, empató Semih Sentürk. Los suizos lo fallaron todo y más y, en el último minuto, el gran golpe.


Los turcos iniciaron un contraataque, ya en tiempo de descuento, que terminó con un cambio de orientación hacia el lado izquierdo. Arda recogió el balón, fue hacia el centro, marchándose de dos rivales, y cuando estuvo bien posicionado chutó fuerte. El balón dio en el central Müller y venció la posición del portero Benaglio. Suiza quedaba eliminada, ya que también había perdido el primer partido, y Turquía entraba en la lucha. Una lucha que siguió en el siguiente partido, en el que los otomanos remontaron un 0-2 contra la República Checa, con otro gol de Arda Turan, el primero, y dos de Nihat en los minutos finales que dejaban a los checos fuera de combate. En los cuartos de final, siempre con Arda de titular, otra batalla agónica, con empate contra Croacia en el último minuto de la prórroga y triunfo en los penaltis. en los que él transformó el suyo. Pero el jugador del Galatasaray no pudo jugar las semifinales contra Alemania por acumulación de tarjetas y Turquía las perdió por 3-2. Sin embargo, habían hecho un gran torneo.

Arda jugó tres años más en el Galatasaray, sin ningún título, cuando en 2011 fichó por un Atlético de Madrid que iba a la deriva. Pero a media temporada llegó Diego Simeone al banquillo y todo cambió. El argentino dio al turco la responsabilidad de conducir su ataque y llegaron los mejores años de su carrera, con una disciplina hasta ahora desconocida para él. Impresionante fue su temporada 2013-14, en la que ganó la liga y estuvo a punto de hacerlo con la Champions. Durante este periodo no pudo disputar ningún gran torneo con la selección, eliminada en todas las previas, pero él se convirtió en un jugador cotizado y el año siguiente, con 27, fichó por el FC Barcelona por 34 millones de euros.

Tuvo que estar medio año sin jugar, por la sanción de la UEFA contra el club, y cuando volvió mostró destellos de su calidad, pero en cuentagotas. En el Camp Nou, la exigencia, sobre todo física, no fue la misma que en el Calderón y su rendimiento fue bajando a las órdenes de Luis Enrique. Cuando este se marchó y dejó su lugar a Valverde, en 2017, Arda ya no contaba para los azulgrana, que lo cedieron al Istanbul Başakşehir. Antes, en 2016, había disputado una Eurocopa de Francia de agrio recuerdo para él, ya que fue el centro de las iras de la afición turca por las derrotas ante Croacia y España en los dos primeros partidos.

Ya en Barcelona y, sobre todo cuando se marchó, había comenzado el declive. Problemas con los árbitros, primero, mala vida, después, y un incidente con una estrella del pop, Berkay Sahin, con quien se peleó. Le rompió la nariz y, cuando fue al hospital a pedir disculpas, apareció con una pistola y disparó al suelo. Fue condenado a dos años y ocho meses de prisión, que no cumplirá si no reincide en los próximos años. La ayuda del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, testigo de su segunda boda, en 2018, debió de irle bien. Pero él, con 33 años ya es un exjugador, ni que no haya oficializado su retirada.

dimecres, 30 de desembre del 2020

 Ucrania, 0- Irlanda del Norte, 2 (Euro 2016-Primera fase)

164. Niall McGinn (0-2)

La Eurocopa de 2016 en Francia, la primera con 24 selecciones, permitió llegar a la fase final a un buen número de conjuntos que no están acostumbrados a acceder a ella. Sus aficiones aportaron mucho color a las gradas, conscientes de que se encontraban ante una oportunidad que no se repetía mucho. Todos ellos estaban de fiesta, y más si su selección desempeñaba un buen papel. Un ejemplo de este éxtasis se observó en Lyon con la afición de Irlanda del Norte, después del gol contra Ucrania de su delantero Niall McGinn.


Los jugadores norirlandeses saben que tienen que abandonar la isla y trasladarse a la del lado tan pronto como sea posible para progresar en su carrera. McGinn, un delantero escurridizo y con buen instinto goleador nació en Donaghmore, al oeste de Belfast, al otro lado del lago Neagh y comenzó a jugar pocos kilómetros al sur, en los Dungannon Swifts, una denominación que significa "rápidos", justamente como es él. Con 21 años fichó por el Derry City, uno de los equipos más fuertes de Irlanda del Norte, y una temporada más tarde pudo hacer realidad su sueño y saltar a Escocia, ni más ni menos que al Celtic de Glasgow.

Paralelamente, había debutado con la selección, aunque no se acababa de establecer en ella e incluso tardó cinco años en marcar su primer gol, en un meritorio empate en Portugal en la fase de clasificación para el mundial de Brasil 2014. Antes, en sus dos años en el Celtic sólo ganó una Copa y, al no terminar de consolidarse allí, aceptó una oferta de Inglaterra, aunque fuera de la tercera categoría, del emergente Brentford. Allí hizo una buena temporada, la 2011-12, con cinco goles y el equipo cómodamente situado en media clasificación. Entonces le llegó una nueva propuesta para volver a Escocia, en esta oportunidad al Aberdeen.

Ya se sabe que los equipos que no son el Celtic o el Rangers tienen pocas posibilidades de conseguir títulos en Escocia, y los protestantes tampoco muchas en los últimos años. Por ello fue destacable la Copa de la Liga que el nuevo conjunto de McGinn ganó en 2014, en una final decidida por penaltis contra el Inverness. Ese mismo verano comenzó la fase de clasificación para la Eurocopa del 2016. Los norirlandeses sabían que tenían una buena oportunidad, en un grupo asequible, para llegar a su primera gran cita desde el mundial de México 86. La clasificación sería más cómoda de lo esperado. McGinn actuó en ocho partidos, con un importante gol en la remontada del primer día en Hungría, y entró en la lista de Michael O'Neill para el torneo.


El gol

No jugó en el primer partido, una derrota mínima contra Polonia. También fue suplente en el segundo, ante Ucrania. Los británicos se adelantaron con un gol de McAuley al inicio de la segunda parte y defendieron la ventaja durante todo el segundo periodo. McGinn entró a 21 minutos para el final, para intentar enganchar una contra, y lo consiguió en el sexto y último minuto de descuento.


Fue cuando el también suplente Magennis se internó por la banda derecha después de que sus compañeros hubieran ganado el saque de portería de McGovern. Levantó la cabeza y vio a McGinn, pero el centro fue más atrasado para la llegada de Stuart Dallas. Este disparó, el portero Pyatov dejó el balón muerto y McGinn lo empujó al fondo de la portería. Inmediatamente, la marea verde se extendió por la grada del estadio, celebrando una victoria segura de que Irlanda del Norte no conseguía en un gran torneo desde el triunfo contra España en el mundial 82.

McGinn no jugó mucho en el resto de la Eurocopa, seis minutos en la derrota mínima contra Alemania y once en la eliminación ante Gales en octavos de final, pero su gol había ayudado a disponer de una buena diferencia de goles y convertir al equipo en uno de los mejores terceros, con lo cual pudo superar la primera fase. Actualmente, con 33 años, todavía juega en el Aberdeen, en el que se mantiene después de un periodo corto, en 2017, en el que probó una exótica aventura en el Gwangju coreano. También actúa con la selección aunque, siguiendo fiel a su costumbre, no es titular. Pero sea larga o corta su trayectoria, al final de todo siempre le quedará el recuerdo de aquel momento de gloria de Lyon en el que levantó a toda una afición.

dimarts, 29 de desembre del 2020

Francia, 1- Dinamarca, 0 (Euro 84-Primera fase)

165. Michel Platini (1-0)

Hace un par de meses, en esta lista aparecía por primera vez el nombre del jugador que ha tenido una actuación individual más impactante en la historia de las Eurocopas. Como quedó dicho entonces, las cuatro veces que saldrà en la lista servirán para ir desglosando su trayectoria en el mundo del fútbol, ​​tanto en el terreno de juego, como fuera de él. Entonces se habló de sus inicios y del hat-trick contra Yugoslavia en el campeonato de 1984. Ahora toca hacerlo de los años hasta la disputa del torneo y del primer gol del certamen, cuyo autor fue Michel Platini.


Tras su primera etapa en la élite en el Nancy, en 1979, Platini fichó por St.-Étienne, el gran dominador del fútbol galo de la década anterior, en la que incluso había llegado a una final de la Copa de Europa, perdida contra el Bayern, en 1976. Tenía 24 años y jugó tres temporadas con "les Verts", con los que ganó la liga de 1981, la última que ha conseguido la entidad hasta ahora, y fue dos veces subcampeón de Copa. Además, llegó a los cuartos de final de la Copa de la UEFA dos temporadas seguidas.

Con la selección había vivido un mal periodo. Los aficionados lo hicieron en parte responsable de la eliminación en la primera fase del mundial de Argentina y, al empezar la temporada siguiente, la 1978-79, cuando aún estaba en Nancy, comenzaron a abuchearle en todos los campos . Él quiso jugar más duro de la cuenta y ello le comportó una grave lesión que le tuvo casi toda la temporada fuera de competición. Por este motivo sólo pudo disputar dos partidos de la fase de clasificación para la Eurocopa 80, en la que Checoslovaquia dejó a Francia fuera del torneo. Su salida hacia el St.-Étienne fue traumática, pero cuando se recuperó de los problemas físicos, recibió la confianza del seleccionador, Michel Hidalgo, y los años siguientes serían totalmente diferentes.

Francia se clasificó para el mundial de España 82, con un gol suyo en el Parque de los Príncipes en el 2-0 contra los Países Bajos que dejaba los neerlandeses fuera del campeonato, en un grupo espectacular en el que entre el primero, Bélgica, y el cuarto, los naranja, hubo dos puntos. Francia se clasificó en detrimento de Irlanda por la diferencia de goles. En la Copa del Mundo, el papel de Francia y de Platini fue diametralmente diferente al de Argentina. Él anotó dos goles y condujo a la selección a unas semifinales que perdió contra Alemania Federal, a quien ganaba por 3-1 en la prórroga, en la tanda de penaltis. La formación gala terminó cuarta.

Tras el torneo, Platini fichó por la Juventus, con 27 años. Se encontraba en su mejor momento y durante las dos temporadas siguientes disputó una final de la Copa de Europa, perdida contra el Hamburgo, y ganó una Recopa, ante el Oporto, aparte de conseguir una liga y una Copa , triunfar en la liga italiana, la más dura del mundo, y anotar 54 goles en dos ejercicios. En este contexto llegaba la Eurocopa de casa.


El gol

El torneo fue un éxtasis para el jugador y la selección francesa, pero salvo la paliza a Bélgica en la segunda jornada, por 5-0, no fue un camino de rosas. En el partido inaugural, Francia tenía que verse las caras contra la nueva Dinamarca, que había presentado sus credenciales en la fase de clasificación dejando a Inglaterra en la cuneta. El partido fue muy igualado, con lesión gravísima del danés Simonsen incluida, hasta que llegó el único gol de partido, con un poco de fortuna.


Fue después de un robo de Tigana en medio del campo. El centrocampista del Girondins cedió el esférico a su compañero de equipo Alain Giresse, quien fue avanzando e intentó encontrar en el área al delantero Bernard Lacombe. Pero el balón no le llegó porque fue cortado por el central Ivan Nielsen. En esta acción tumbó a su compañero Soren Busk mientras el esférico llegaba a Platini, que disparó desde la frontal del área. Rebotó en la cabeza de Busk, justo cuando estaba cayendo, y el cambio de trayectoria imposibilitó la parada de Ole Qvist. Faltaban doce minutos y sería el único gol del partido.

Platini marcó en todos los partidos de ese torneo, un total de nueve goles, y condujo Francia hacia su primer gran título. Aquella temporada ganó el segundo de los tres Balones de Oro consecutivos que se llevaría y quedaba proclamando como el gran jugador europeo del momento y uno de los mejores del mundo. Pero aún le faltaban varios años de dedicación al fútbol y algunos grandes títulos y metas por alcanzar.

dilluns, 28 de desembre del 2020

República Checa, 2- Italia, 1 (Euro 96-Primera fase)

166. Radek Bejbl (2-1)

Los equipos de fútbol disponen de estrellas, de especialistas en ciertas posiciones y de una tercera categoría de jugadores, los que tienen un juego no tan vistoso. No tienen porque ser jugadores duros, que hagan muchas faltas, pero sí que sepan situarse cuando el resto están descolocados para dar equilibrio al grupo, que roben muchos balones y que puedan cubrir deficiencias. Normalmente, son futbolistas fuertes físicamente y actúan delante de la defensa. Algunos, incluso, disponen de buena llegada al área contraria. Estas eran las características del centrocampista checo Radek Bejbl.


Tenía 23 años cuando afrontó la Eurocopa de 1996 y era uno más de los desconocidos y jóvenes talentos de la selección que fue finalista del torneo. Nacido en Nymburk, pocos kilómetros al este de Praga, Bejbl se formó en la cantera del Slavia y llegó a ser internacional absoluto por la extinta Checoslovaquia en dos ocasiones antes de que el país se partiera en dos, en 1993. pero no contaba mucho para el seleccionador, Dusan Uhrin, en la fase de clasificación, de la que no disputó ningún partido. De todos modos, una buena temporada en su equipo, con ocho goles anotados en una liga ganada por el conjunto rojiblanco, y su participación en el extraordinario papel en la Copa de la UEFA, en la que el Slavia llegó en las semifinales, le hicieron entrar en la lista definitiva para el torneo de selecciones.

Bejbl ya fue titular en el partido contra Alemania, el del debut en el torneo. No fue muy bien, con derrota por 2-0, pero su trabajo debió gustar a Uhrin, que le mantuvo para el segundo enfrentamiento, contra Italia. Una derrota dejaba a la República Checa fuera de su primer gran torneo como nuevo país.


El gol

El partido comenzó muy bien, con un gol de Nedved a los cuatro minutos de juego. Pero Enrico Chiesa empataba a los dieciocho y todo volvía a empezar. Fue justo después de la media hora de enfrentamiento cuando Radek Bejbl se presentó a los que aún no lo conocían.



Los checos jugaban en aquel campeonato con un solo punta, Pavel Kuka, pero no era estático. Caía mucho a las bandas y esto provocaba que los centrales rivales no supieran a quien seguir, ya que en el área no quedaba nadie. Era territorio propicio para que llegaran los jugadores de segunda línea. Había pasado en el primer gol, y pasó en el segundo. Kuka se movió hacia la derecha, envió un centro al punto de penalti y Bejbl, llegando desde muy lejos, puso el interior del pie tal como venía el balón y superó al portero Peruzzi. Italia ya no se recuperaría del golpe y los checos ganarían el partido por 2-1.

El centrocampista del Slavia disputó todos los minutos del campeonato menos en las semifinales, en las que estaba sancionado por dos tarjetas amarillas. En el siguiente partido, empate a tres agónico contra Rusia y acceso a cuartos; en esta ronda, triunfo contra Portugal con un gol de Poborsky; en semifinales, sin él, victoria por penaltis; y en la final, los checos se adelantaron con un penalti transformado por Berger, pero tuvieron que ceder con los dos goles de Bierhoff, el segundo, de oro.

La Eurocopa sirvió a Bejbl para empezar a ser conocido y lo fichó otro equipo rojiblanco, un Atlético de Madrid que había conseguido el doblete de liga-Copa en la temporada anterior. Con los colchoneros pudo disputar la Champions esa misma temporada. Se mantuvo en el Calderón cuatro cursos de rendimiento constante pero en los que sólo marcó dos goles, ambos en el primer año. La aventura terminó muy mal, con el descenso del año 2000. Él, además, se perdió por lesión la final de Copa en la que su equipo caería contra el Espanyol en Mestalla.

Durante aquellos años había seguido asistiendo a los partidos de la selección, con la que fue tercero en la Copa Confederaciones de 1997. No se clasificó para el mundial de Francia. De hecho, terminó su carrera sin disputar ninguna Copa del Mundo. Pero en aquel nefasto año 2000 como mínimo entró en la lista para la Eurocopa. Allí disputó los tres partidos de la primera fase, el primero, entrando desde el banquillo y los otros dos, de titular, pero sustituido en la segunda parte, con dos derrotas, un triunfo contra Dinamarca y la eliminación a las primeras de cambio . Sólo sería ocho veces más internacional, hasta el final de la fase de clasificación para la Copa del Mundo del 2002, en que Chequia perdió el play-off clasificatorio contra Bélgica. Bejbl ya no jugó aquella eliminatoria.

Había decidido cambiar de aires en 2000, visto que el Atlético estaba en Segunda, y fichó por el Lens francés. Estuvo dos años. En el primero jugó bastante y ​​el equipo se salvó por poco del descenso. En el segundo, no contó para el técnico, Joel Müller, y sólo actuó cuatro minutos en todo el año en un equipo que quedó segundo en la liga y entró en la Champions. Volvió al Slavia con 30 años, buscando recuperar el tiempo perdido y posiblemente su lugar en la selección, pero ya no estaba en los planes del seleccionador, Karel Brückner, y no fue de los elegidos en la lista para el torneo de 2004 en Portugal, en el que los checos mostraron el mejor fútbol. En 2005 inició una última etapa en el extranjero, en la vecina Viena, con el Rapid, y cerró su trayectoria en el Slovan Liberec, en 2008, doce años después de aquella Eurocopa que le hizo ganarse un nombre en el continente.

diumenge, 27 de desembre del 2020

Dinamarca, 2- Portugal, 3 (Euro 2012-Primera fase)

167. Silvestre Varela (2-3)

La selección portuguesa de fútbol ha llegado muy lejos en las últimas Eurocopas, sobre todo en la última, en la que logró, por fin, el título. Los diferentes seleccionadores han rodeado a su gran estrella, Cristiano Ronaldo, de acompañantes que se adaptaran a sus condiciones y que beneficiaran a su juego. Algunos eran estrellas en sus equipos, pero otros eran secundarios que encajaban bien en las necesidades del bloque y actuaban con buen rendimiento cuando se les pedía un paso adelante. Uno de ellos, seguramente poco conocido por el gran público, era Silvestre Varela.


La suya es una trayectoria nómada, en equipos grandes y pequeños, con muchos títulos con el Oporto pero también luchas en otras formaciones para evitar el descenso o por objetivos más modestos, una larga carrera en las categorías inferiores lusas y la participación en 27 partidos de la absoluta, un hecho que no está nada mal. Nacido en Almada, separada de Lisboa por el Ponte 25 de Abril, que cruza el estuario del Tajo, Varela fue coetáneo de grandes talentos como Nani o Moutinho en las selecciones de base y es un producto genuino de la cantera del Sporting, pese a que sólo jugó dos partidos de liga con el primer equipo.

Inició entonces un periodo de cesiones al Vitoria Setúbal, al Recreativo de Huelva y al Estrela Amadora hasta que en 2009, con 24 años, lo fichó el Oporto, donde vivió los mejores años de su carrera. En la primera temporada debutó como internacional absoluto, en un amistoso contra China, en 2010, ganó la Copa y la Copa de la Liga, pero no entró en la lista para el mundial. Tras el torneo, la federación prescindió de Carlos Queirós y lo sustituyó Paulo Bento, que contó además con él, aunque tampoco exageradamente.

Paralelamente, Silvestre Varela iba acumulando trofeos con el Oporto. Estuvo en una primera etapa hasta 2014 y sumó tres ligas, tres Copas y una Europa League, entre otros galardones. Sólo participó en un par de partidos de la fase de clasificación para la Eurocopa de 2012 y en algunos amistosos, pero Paulo Bento no dudó en incluirlo en la lista. Un jugador como él, trabajador, con instinto rematador y fácilmente adaptable a cualquier posición del ataque, siempre va bien en una lista de 23 hombres.


El gol

Varela jugó sólo 23 minutos en todo el campeonato, repartidos en tres partidos. Entró diez minutos en el debut contra Alemania, pero no fue capaz de remontar el gol de Mario Gómez. En el segundo partido, contra Dinamarca, Portugal ganaba por 0-2, pero dos goles de Nicklas Bendtner parecía que lo dejarían todo en un empate que complicaba mucho la vida a los lusos. Paulo Bento se lo jugó todo y metió al delantero del Oporto por Meireles tres minutos antes del final. Tardaría tres minutos más en dejar huella.


Era ya el minuto 87 cuando Nani centró por la izquierda pero Agger despejó con fuerza. La pelota cayó en el lateral Coentrao, que volvió a probarlo por la misma banda con un centro muy bueno al segundo palo que superó la posición de Cristiano Ronaldo. Detrás estaba Varela, que probó una volea con la izquierda y casi no tocó el balón. Fue mejor un error tan clamoroso que un disparo desviado, ya que el esférico quedó suelto a los mismos pies del delantero, que se giró y con la otra pierna, la derecha, soltó un fuerte trallazo que superó al defensa Poulsen y la estirada del portero Sorensen y dio tres puntos, vitales, a su equipo

Silvestre Varela volvió al banquillo y no tuvo ningún minuto en el tercer partido, un triunfo contra los Países Bajos por 2-1, ni en los cuartos de final, una victoria por 0-1 ante la República Checa. En las semifinales, contra España, tuvo que volver a ejercer de revulsivo. Bento le hizo entrar en el minuto 113 y no tuvo tiempo de nada, ni siquiera a lanzar un penalti en la tanda que supuso la eliminación.

Sin embargo, se ganó la participación en la fase clasificatoria para el mundial de Brasil, en la que jugó siete partidos, con dos goles, y entró en la lista final. Nuevamente fue un recurso de banquillo, pero consiguió marcar otro gol agónico. Tras la derrota contra Alemania por 4-0, los portugueses perdían por 2-1 ante los Estados Unidos, pero una anotación suya en el último minuto significó el empate. De todos modos, el conjunto de Paulo Bento fue eliminado en el siguiente partido, a pesar de vencer a Ghana por 2-1. Le faltaron tres goles para atrapar a los Estados Unidos en la segunda posición. Él jugó la última media hora, pero no pudo perforar la portería rival. A los 30 años, sólo jugaría un amistoso más durante la temporada siguiente con el equipo nacional, contra Italia, antes de no regresar.

A nivel de clubes, intentó dos aventuras internacionales ese mismo 2014, primero en el West Bromwich Albion y después en el Parma, pero no fueron positivas. Volvió al Oporto, donde jugó dos años más, esta vez sin títulos. Varela aceptó una oferta del Kayserispor turco, donde sólo marcó cuatro goles en dos ejercicios, y en 2019 cerró el círculo fichado por Belenenses, el equipo lisboeta del barrio de Belem, con el campo sobre el Monasterio de los Jerónimos desde donde se puede ver Almada, su ciudad, al otro lado del río, allí donde comenzó la vida del delantero anónimo de los goles salvadores.

dissabte, 26 de desembre del 2020

Rusia, 4- República Checa, 1 (Euro 2012-Primera fase) y
Grecia, 1- República Checa, 2 (Euro 2012-Primera fase)

168. Vaclav Pilar (2-1 y 0-2)

La República Checa está intentando en los últimos años recuperar el gran nivel de juego que su selección tuvo en la última década del siglo XX y la primera del XXI. Aquellas selecciones llegaron a una final de la Eurocopa y a unas semifinales con una serie de jugadores de primer orden europeo que se han ido retirando. Lo está haciendo basándose en equipos que han frecuentado la Liga de Campeones, como el Viktoria Plzen y ahora el Slavia de Praga. Uno de los elementos de esta recuperación, aunque con una carrera interrumpida demasiadas veces por culpa de las lesiones que le han lastrado excesivamente, ha sido el centrocampista Vaclav Pilar.


Pilar comenzó a sonar en el ámbito europeo cuando el conjunto de Plzen disputó la Liga de Campeones de la temporada 2011-12 y se enfrentó a rivales como el FC Barcelona o el Milan. Se trata de un dinámico jugador de banda, sobre todo izquierda, con facilidad para irse hacia el medio y asociarse con los compañeros. Aquella era su primera temporada en el equipo procedente del Hradec Králové, con el que había disputado una buena liga anterior. Pero no era propiedad del Viktoria, sino que había llegado a préstamo porque ya tenía un preacuerdo con el Wolfsburgo de la Bundesliga para disputar la temporada siguiente. Ese mismo curso, su actuación había sido decisiva para que la República Checa llegara a la Eurocopa, al marcar un gol en el play-off contra Montenegro. Por lo tanto, el seleccionador, Michal Bilek, no dudó en convocarlo para el torneo.


Los goles

Los checos debutaron contra Rusia en Wroclaw y no lo pudieron hacer de peor manera, con una derrota por 4-1 que no les hacía ser muy optimistas. El único gol lo anotó Pilar en un buen desmarque al espacio.


Fue en una acción iniciada por el central Hubnik y seguida por Plasil, que proyectó una asistencia a la espalda de los defensas. Pilar trazó la diagonal desde su banda, dribló al portero Akinfeev y marcó el 2-1 cuando aún faltaban 38 minutos de partido. Pero los rusos reaccionaron y Dzagoev y Pavlyuchenko completaron la goleada. El segundo partido era contra Grecia en el mismo estadio, pero la historia fue totalmente diferente. Los checos marcaron dos goles en seis minutos, el primero conseguido por Jiracke y el segundo, con Pilar de protagonista.



Fue en una apertura de Rosicky hacia la banda derecha, donde el lateral Gebre Selassie se escapó del lateral Holebas, que no estaba demasiado concentrado. Centró atrás y parecía que la situación estaba controlada por el central Torosidis y el centrocampista Katsouranis. Pero el portero Chalkias tocó el balón y permitió a Pilar, que había vuelto a hacer la diagonal desde la izquierda, adelantarse a ambos y anotar el 0-2. Tras el gol, el técnico de los griegos, Fernando Santos, relevó a Chalkias, que no volvió a jugar más con la selección, e introdujo al portero suplente Sifakis. Los griegos redujeron la distancia mediante Gekas en la reanudación, pero no fue suficiente.

La Eurocopa que había empezado tan mal se arregló definitivamente para Chequia con una victoria contra la anfitriona Polonia con un gol de Jiracek en el tercer partido y con Pilar jugando casi todo el partido. Los cuartos de final fueron contra Portugal. El centrocampista disputó los noventa minutos y tuvo que ver como Cristiano Ronaldo, de cabeza, le dejaba fuera del campeonato. En realidad, es el único gran torneo que ha disputado hasta ahora, ya que no vuelve al equipo nacional desde el 2015, parece complicado que lo vuelva a hacer.

Porque pocas semanas después de la Eurocopa del 2012, Pilar se lesionó gravemente en la rodilla derecha y estuvo catorce meses sin volver a jugar. Esto lastró su debut con el Wolfsburgo, que no se llegó a producir. Fue cedido al Friburgo y luego volvió a Plzen, pero el rendimiento en los últimos años ha sido muy irregular por los continuos contratiempos físicos. Le tuvieron que operar de nuevo de una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla dos años después. A continuación, se le encontraron problemas con el cartílago. Sin embargo, no dejó el fútbol y lo siguió probando. Pasó sin pena, ni gloria por el Slovan Liberec y el Sigma Olomouc y esta temporada ha fichado por Jablonec, con el que quedó eliminado de la Europa League. La carrera de Pilar tras los dos goles de la Eurocopa ha sido una lástima, ya que a los 31 años, y con el historial médico que arrastra, no parece que pueda crecer mucho más. Pero hay que valorar su aportación en una época en que las vacas gordas ya habían pasado de largo para los checos. 

divendres, 25 de desembre del 2020

Italia, 1- España, 0 (Euro 88-Primera fase)

169. Gianluca Vialli (1-0)

Muchas veces se dice que el extracto social de los futbolistas determina su manera de jugar. Se utiliza el estereotipo cuando se afirma que los jugadores que aplican más fuerza y ​​determinación en su juego son los que han tenido que luchar desde pequeños para vencer las dificultades económicas de su familia. Pero cada vez hay más casos que dicen lo contrario. Y antes también pasaba. Lo demuestra un delantero italiano, que tenía en la potencia y el caràcter sus mejores armas a pesar de haber crecido en una familia de millonarios. Es el italiano Gianluca Vialli.


Creció en un entorno muy acomodado de Cremona, en el sureste de Milán, ya que se crió en el Castello de Belgioioso, una edificación de sesenta habitaciones, con sus cuatro hermanos. Por tanto, no le faltaba de nada. Entró en las categorías inferiores de la Cremonese con 14 años y dos después ya debutó con el primer equipo, con el que jugó en la Serie C y en la B antes de captar la atención de la Sampdoria, que le contrató el 1984, con 20 años. Allí coincidió con Roberto Mancini, otro delantero de la misma edad, pero de características diferentes, con el que había tejido una gran amistad en las selecciones inferiores italianas.

Vialli y Mancini, los gemelos del gol, estuvieron a punto de ganar la Eurocopa sub-21 en 1986, pero perdieron la final contra España. Paralelamente, iban creciendo con la Sampdoria, aunque sólo Vialli fue convocado para el mundial de México del mismo año, en el que jugó cuatro ratos entrando de suplente. Era el final de la etapa de Enzo Bearzot, el técnico campeón del mundo de 1982, previo a la llegada de Azeglio Vicini, un entrenador que otorgó todo el protagonismo a la pareja de delanteros del equipo genovés.

La Sampdoria comenzó a asomarse entre los grandes de Italia ganando dos Copas. La selección se clasificó para la Eurocopa con facilidad, después de haber faltado en 1984, y el debut sería en Düsseldorf contra Alemania Federal, el anfitrión. El resultado no fue malo, un empate a un gol, pero había que vencer a España en el segundo partido para dar un paso hacia las semifinales.


El gol

El duelo sería una revancha de la final sub-21 de dos años antes. De hecho, en los italianos estaben muchos protagonistas de aquella eliminatoria. Aparte de los dos delanteros, destacaban el portero Zenga, Donadoni o Di Napoli. Por el lado español sólo estaban los dos centrales, Sanchis y Andrinua. El partido, disputado en Frankfurt, tuvo pocas ocasiones, fue muy cerrado y no se decidió hasta un cuarto de hora antes del final.


Y fue con un gran gol. Ancelotti envió el balón a Mancini y éste, en un movimiento de gran inteligencia, amagó que se lo llevaba pero la dejó pasar despistando al defensa Andrinua. Lo hizo porque sabía que detrás estaba Vialli, en una acción mil veces repetida por ambos. Este se deshizo de la marca del lateral Tomás y con la pierna izquierda cruzó el balón lejos del alcance de Zubizarreta. A los 23 años, sería el único tanto que Vialli marcaría en un gran torneo absoluto de selecciones.

Y es un dato que choca porque su trayectoria posterior fue larga y exitosa. En aquella Eurocopa, fue titular en todos los partidos hasta que Italia fue eliminada en semifinales por la URSS. Con la Sampdoria ganó una Recopa antes de afrontar, dos años después, el mundial de casa, el de Italia'90. Lo hizo como titular y jugó los dos primeros partidos, pero fue la víctima de la irrupción del desconocido Totto Schillaci, que partía desde el banquillo pero que fue el máximo goleador del torneo. Vialli se cayó de la alineación en el tercer partido y, hasta el final, sólo jugó veinte minutos y la prórroga de la semifinal perdida contra Argentina.

Su relación con la selección se terminó dos años y medio más tarde. Después de jugar la fase de clasificación para la Eurocopa 92, en la que Italia fue eliminada por la URSS, contó para el nuevo técnico, Arrigo Sacchi. Pero se rumorea que una broma mal entendida entre ambos provocó que el seleccionador dejara de convocarlo. De hecho, Vialli marcó en su último partido con la azzurra, una victoria por 1-2 en Malta en partido de clasificación para el mundial de Estados Unidos de 1994.

Si su carrera con el equipo nacional fue corta, en los clubes pasó todo lo contrario e incluso ejerció de pionero para los futbolistas de su país en Inglaterra. Antes, había entrado en la historia al ganar la primera y única liga de la Sampdoria, en 1991. Dejó el equipo al año siguiente para fichar por la Juventus. Estuvo allí hasta 1996 y su último partido no podía ser mejor, la final de la Liga de Campeones ganada en Roma por penaltis contra el Ajax, en una competición en la que había conseguido dos goles muy importantes en las semifinales contra el Nantes. En Turín también ganó una liga, una Copa, una Supercopa y una UEFA.

Con 32 años decidió emprender la aventura inglesa y fichó por el Chelsea. Parecía que su carrera estaba en el crepúsculo, pero nada más lejos de la realidad. En un fútbol que se ajustaba tanto a sus características triunfó y se convirtió en un ídolo de la afición por su entrega

Lo fue tanto que un año y medio después de llegar fue nombrado entrenador-jugador. En febrero, el club había destituido a Ruud Gullit y él no dudó en tomar la responsabilidad. Durante un año y medio combinó las tareas de técnico con las de futbolista. En la final de la Recopa de 1998, fue titular en un equipo que él dirigía y en el que también estaban los italianos Roberto di Matteo y Gianfranco Zola, a quienes había captado. Este último, precisamente, marcó el gol de la victoria. Vialli aun ganó la Copa de la Liga el mismo año. Colgó las botas en 1999 y aguantó en el banquillo de Stamford Bridge hasta  2001, cuando fue destituido tras haber aportado cinco títulos a la entidad, entre ellos una Supercopa de Europa y una Copa.

Vialli fue contratado después por Watford, pero duró poco. Se centró en sus intervenciones en los medios de comunicación y en tareas de difusión. Por ejemplo, coescribió el libro "The Italian Job: A Journey to the Heart of Two Great Footballing Cultures", en el que comparaba los estilos de juego inglés e italiano que él conoce tan bien. Recientemente ha vuelto a ser noticia al aparecer en los medios para explicar que ha conseguido superar un cáncer de páncreas que padecía desde hacía un año y medio. Casado, con dos hijas y establecido en Londres, Vialli es un gran aficionado al golf, una pasión que, siguiendo otro estereotipo, se asocia a la gente de familia rica como ha sido siempre él, aunque por la forma como jugaba pocos lo hubieran dicho.

dijous, 24 de desembre del 2020

 Suecia, 1- España, 2 (Euro 2008-Primera fase)

170. David Villa (1-2)

La selección española fue la total dominadora del fútbol mundial entre los años 2008 y 2012. Ganó dos Eurocopas y una Copa del Mundo en este periodo de tiempo gracias a un juego combinativo y de sometimiento total del adversario, que disponía de muy poca posesión de balón y, por tanto, de pocas posibilidades de hacerle daño. A veces, el juego del equipo era demasiado barroco y le costaba reflejar en goles todo su caudal de fútbol. De hecho, ganó la Copa del Mundo imponiéndose por 1-0 en todas las eliminatorias. Es curioso disponiendo de quien fue el máximo goleador de dos de los tres torneos, los que pudo jugar. Era el asturiano David Villa.


El Guaje, denominación asturiana para hablar de los chicos jóvenes, fue descartado por la cantera del Real Oviedo y, tras unas temporadas jugando al Langreo, fue captado por las categorías inferiores del eterno rival, el Sporting de Gijón. Jugador de baja estatura, pero rápido, intuitivo y letal en las desmarques y la resolución ante los porteros, el talento de Villa le hizo debutar con el equipo costero en la última jornada de la temporada 2000-01, media hora contra el Córdoba, en Segunda División. En las dos temporadas siguientes anotó 38 goles en la categoría de plata y fue fichado por el Zaragoza. Por lo tanto, no pudo actuar nunca con el equipo sportinguista a Primera.

En la Romareda, Villa dio un salto de calidad importante. Durante dos temporadas anotó 32 goles en la liga y en la segunda fue convocado por primera vez con la selección absoluta. Fue media parte en una goleada por 5-0 contra San Marino. Sería la primera de sus 98 internacionalidades absolutas, con 59 goles conseguidos, mejor marca de la historia del equipo español. Con el Zaragoza ganó una Copa, con gol suyo en la final contra el Real Madrid, ganada por 2-3, y una Supercopa y en 2005 fichó por el Valencia.

Aunque en Mestalla sólo ganó una Copa del Rey en cinco años, marcó 130 goles y se convirtió en un ídolo de la afición. Paralelamente, su papel en la selección había ido creciendo. Jugó el mundial de 2006 en Alemania, en el que anotó tres goles y, en 2008, había ganado el pulso con el madridista Raúl por ser el 7 titular del equipo. Justo después de su triunfo en la Copa, que disimulaba una mala temporada a nivel de grupo en Valencia, llegó la Eurocopa del 2008, en Austria y Suiza.

Y no pudo empezar de mejor manera. España ganó por 4-1 a Innsbruck con tres goles suyos y otro de Cesc Fàbregas. El segundo enfrentamiento era contra Suecia en el mismo estadio y una victoria daba la clasificación virtual para los cuartos de final.


El gol

El partido fue muy cerrado. España se adelantó con un gol de Torres en la primera parte, pero los nórdicos igualaron con un remate de Zlatan Ibrahimovic. A punto de entrar en el tiempo de descuento, llegó, de la nada, la jugada decisiva.


Fue en una recuperación española en defensa. El lateral Capdevila salvó que el esférico saliera del campo por la línea de banda y, sin esperarlo, le salió un genial pase en profundidad por encima de Nilsson, que chocó con Torres, y de Mellberg. Villa se adelantó al otro central, Hansson, tocó el balón en un autopase y consiguió quedarse solo frente al portero Isaksson, al que superó de un tiro cruzado. Era el gol de la victoria, y su última anotación en una Eurocopa.

Esto fue así porque Villa descansó en el tercer partido, contra Grecia, y se lesionó en la primera parte de la semifinal contra Rusia, con lo que no pudo disputar la final que España ganaría ante Alemania por 1-0. En la siguiente Eurocopa, la del 2012, no podría participar por una fractura de tibia que lo dejó fuera del torneo.

Tras el éxito de la Eurocopa, Villa jugó dos buenos años con el Valencia y, en 2010, se proclamó campeón del mundo en Sudáfrica, con cinco goles suyos en el campeonato. Esta vez sí que jugó la final, aunque la gloria del gol decisivo se la llevó Iniesta. Ese mismo verano, con 28 años, fichó por el FC Barcelona, ​​donde a las órdenes de Guardiola tuvo que partir desde la banda izquierda para dejar espacio a Messi. En su primer año ganó la liga y la Champions, con gol suyo en la final de Wembley contra el Manchester United (3-1).

Los dos siguientes años en Barcelona terminaron con una liga, una Copa, un mundial de clubes y una Supercopa europea, como títulos más importantes, pero entre uno y otro sufrió la lesión que lastró y que no le dejó ir a la Eurocopa. El verano de 2013, dejó el FC Barcelona, ​​después de haber disputado la Copa Confederaciones con España, con subcampeonato y tres goles anotados, y fichó por el Atlético de Madrid, con el que ganó la liga en su único año en la capital española. Aquel verano volvía a tocar mundial, esta vez en Brasil. Y ya nada fue igual. Villa ya era suplente y sólo jugó el partido intrascendente contra Australia, en el que marcó su último gol en una Copa del Mundo. Es el único español que lo ha conseguido en tres torneos consecutivos.

Fue entonces, con 32 años, cuando decidió probar otras ligas. Lo hizo bien en Estados Unidos, con el New York City. Tanto, que se ganó una última internacionalidad, en un duelo contra Italia en 2017, a las órdenes de Julen Lopetegui. Después de tres años, jugó una última temporada con el Vissel Kobe japonés, junto a Andrés Iniesta, donde consiguió un título, la Copa del Emperador. Ya retirado, se dedica a hacer crecer su escuela de fútbol y también se ha embarcado en la creación de una nueva franquicia de fútbol en Estados Unidos.

dimecres, 23 de desembre del 2020

Suecia, 1- Dinamarca, 0 (Euro 92-Primera fase)

171. Tomas Brolin (1-0)

Durante cuatro años del inicio de la década de los noventa la selección sueca, que no estaba presente en un gran torneo desde 1978, aprovechó una gran hornada de jugadores para obtener espléndidos resultados. Es cierto que en el mundial de 1990 quedó eliminada en la primera ronda sin conseguir ningún punto, pero en los dos campeonatos posteriores, la Eurocopa de 1992, que jugó en casa, y el mundial de Estados Unidos de 1994, llegó hasta en las semifinales. La estrella de aquel equipo era un jugador que vivió aquellos días de gloria y, al poco, el olvido y el descenso al infierno. Era el delantero Tomas Brolin.

La Eurocopa del 92 fue el ecuador de sus grandes años con la selección. Como aparecerá en otro gol de aquel torneo, en este sólo se hablará de sus mejores días hasta entonces y el resto lo dejaremos para más adelante. Brolin nació en la gélida Hudiksvall, muy al norte de Estocolmo y cerca de la ciudad de Sundsvall, que es donde empezó a jugar al fútbol de manera seria. Antes, había actuado en equipos menores, pero fue ahí cuando comenzó a pensar que podría construir una buena carrera y donde jugó durante tres temporadas. 1990 fue un año trascendental en su vida. Cambió de equipo y fue al Norrköping, con el que se convirtió en la sensación del momento con siete goles en nueve partidos al inicio de una liga que el país nórdico comienza en febrero. A partir de ahí, fue todo rodado.

Brolin no era un ariete sino un jugador de buena técnica y astucia, que encontraba bien los espacios en el área y que actuaba mejor con un punta que le abriera espacios. Fue convocado por la selección sub-21, con la que llegó a las semifinales del europeo antes de ser eliminada por la URSS a doble partido. Pero la sorpresa llegaría cuando formó parte de la lista del técnico Olle Nordin para disputar el mundial de Italia.

Y fue llegar y besar el santo. En el debut marcó, en Turín, y nada menos que contra Brasil. Había empezado de titular y había aprovechado su oportunidad, a pesar de la derrota de la selección por culpa de dos goles anteriores de Careca. La Copa del Mundo fue un fracaso para los suecos, que perdieron los tres partidos por 2-1, los otros dos contra Escocia y Costa Rica, pero un gran trampolín para el delantero, que había actuado en todos los minutos excepto en el último partido, por una lesión a la media hora. Su actuación fue tan buena que llamó la atención de un equipo que estaba creciendo como el Parma, que le contrató para convertirlo en uno de sus tres extranjeros.

Y las cosas fueron muy bien. Aunque no era muy goleador, sólo once anotaciones en dos temporadas, actuó durante muchos minutos en un club que consiguió su primer título, una Copa italiana en 1992. A los 22 años, llegaba en un gran momento en la Eurocopa que, precisamente, se disputaría en Suecia, primer torneo que acogía el país desde 1958. El campeonato comenzó para los nórdicos, ahora entrenados por Tommy Svensson, con un empate contra Francia. El resultado no era un triunfo, pero se podía percibir un conjunto mucho mejor que el de dos años antes y con muchos jugadores prometedores. El segundo partido era contra los vecinos daneses.


El gol

Dinamarca había entrado en el campeonato por la baja de Yugoslavia, descalificada por el conflicto bélico de los Balcanes. Los daneses habían empatado contra Inglaterra en el debut y el partido de Solna contra los anfitriones les era vital. Todo se resolvió en el minuto 14 de la segunda mitad.



El entrenador sueco era fiel a un 4-4-2 que le estaba dando buenos resultados y era muy típico del país escandinavo, donde se practicaba un fútbol muy británico por la influencia de algunos entrenadores que habían llegado. Pero Svensson cambió la pareja de Brolin. Retiró a Kennet Andersson, más estático, y introdujo al versátil Martin Dahlin, un año mayor que su nuevo compañero de ataque y entonces integrante del Borussia Mönchengladbach. Entre éste y Thern robaron un balón a Jensen en el centro del campo e iniciaron un fulgurante contragolpe que terminó con centro del delantero. Parecía que Schwarz, que llegaba desde segunda línea, podría rematar. Torben Frank, en tareas defensivas, le quitó el balón, pero tuvo tan mala suerte que este terminó entre las piernas de Brolin quien, casi para no tropezar en él, puso la pierna derecha como pudo y superó a Schmeichel.

Este sería el único gol del partido, que dejaba a los suecos cerca de la clasificación y a los daneses, con un pie fuera del torneo. En el siguiente partido, Brolin volvió a marcar el gol de la victoria, esta vez contra Inglaterra. Paralelamente, Dinamarca batía inesperadamente a Francia y también se clasificaba para las semifinales. Brolin conseguiría su tercer y último gol del campeonato, del que acabaría máximo goleador empatado con Bergkamp, ​​Riedle y Henrik Larsen, contra los alemanes, pero una derrota por 2-3 dejaba el conjunto de casa fuera de combate. Curiosamente, los daneses, que habían perdido con un gol de Brolin días atrás, se proclamarían campeones. La Eurocopa del 92 precedería grandes días para Brolin, y también el duro descenso que le llegaría unos años más tarde.

dimarts, 22 de desembre del 2020

Francia, 2- Rumania, 1 (Euro 2016-Primera fase)

172. Dimitri Payet (2-1)

Las antiguas colonias francesas y los actuales territorios de ultramar del país han proporcionado una gran cantidad de jugadores a la selección de fútbol. Los dos títulos mundiales conseguidos y las dos Eurocopas no se explicarían sin la presencia de estos futbolistas, que otorgan al combinado más riqueza, tanto desde el punto de vista físico, como técnico. Uno de estos territorios es la isla de la Reunión, en el océano Índico, al este de Madagascar. De una de sus ciudades, Saint-Pierre, es el controvertido delantero Dimitri Payet.


Payet vivió hasta los doce años en su localidad natal hasta que se trasladó con su familia en Europa, captado por muy prolífica cantera del Le Havre, de donde han surgido estrellas como Pogba, el portero Mandanda, Lass Diarra o el argelino Riad Mahrez. Estuvo cuatro años, pero volvió a Reunión durante dos temporadas antes de establecerse definitivamente en el Viejo Continente. Lo hizo en el Nantes, con el que debutó en la Ligue 1 a los dieciocho años.

Como jugador de gran talento individual que es, siempre ha estado bajo sospecha por parte de algunos entrenadores, que quizá no han entendido su juego creativo y anárquico. Se trata de un media punta con una gran relación con el gol, pero ya sea porque ha tenido una gran competencia en su país, o tal vez porque ha sido demasiado irregular, su relación con la selección nacional no ha mostrado mucha continuidad.

Dentro del campeonato francés tampoco ha tenido un equipo fijo. Jugó dos temporadas en el Nantes antes de fichar por el Saint-Etienne, época en la que debutó con el equipo nacional. Fue en 2010, tras la destitución de Raymond Domenech por el desastre del mundial de Sudáfrica, y la alternativa se la dio Laurent Blanc. Pero pese a ello, el mismo técnico no le llevó a la Eurocopa del 2012, ni posteriormente, Didier Deschamps al mundial de Brasil, de 2014.

Payet jugó un último de los tres años en el Saint-Etienne muy bueno y lo fichó un equipo que suele revalorizar talentos como el Lille. El posterior salto sería dos temporadas más tarde al Olympique de Marsella, donde el ambiente de los aficionados parecía que casaba bastante con su carácter, pero fue en 2015 cuando dio el salto definitivo. Salió de la zona de confort y fue contratado por el West Ham United, donde entró con el pie derecho. Esto le abrió de nuevo las puertas de la selección. Deschamps le dio la titularidad en los amistosos previos a la Eurocopa de casa, la de 2016, e inició el campeonato entre los once elegidos, ya con 29 años.


El gol

Francia debutó contra Rumanía en Saint-Denis y se tuvo que esperar mucho para adelantarse gracias a un gol polémico de Giroud, con falta al portero Tatarusanu incluida. Los visitantes empataron, con un penalti transformado por Stancu, y cuando parecía que todo terminaría así, llegó un instante de explosión para los aficionados franceses.


Fue él mismo quien recuperó un balón en el centro del campo y lo cedió a Coman, que había relevado a un intrascendente Griezmann. Este transportó el balón a la derecha y combinó con el lateral Sagna para terminarlo descargando a Kanté. El centrocampista, que acababa de ganar la Premier con el Leicester, introdujo el esférico entre líneas hacia Payet y éste, con la pierna izquierda, la no natural, soltó un obús que entró por la escuadra de la portería de los rumanos. Eran los tres primeras puntos para Francia.

En el campeonato, Payet parecía tocado por una varita, ya que también marcó el segundo gol contra Albania, en un enfrentamiento que se decidió en el descuento, y uno de los cinco que los franceses anotaron en el 5-2 contra Islandia en cuartos de final, en el que también repartió una asistencia. Toda la irregularidad de su carrera parecía haberse terminado. El equipo llegó a la final, con él de titular, derrotando a Alemania, pero en el partido por el título el balón no entraba. Fue sustituido en el minuto 58 por Coman y, desde el banquillo, vio el golazo de Eder en la prórroga que daba el título a Portugal.

Aunque la siguiente temporada con el West Ham siguió siendo buena y él intervino en ocho partidos de la fase de clasificación para el mundial de Rusia, las tornas cambiaron. En 2017 firmó de nuevo por el Marsella en el mercado de invierno. Los cantos de sirena del nuevo propietario del club le empujaron a dejar Londres, en un final abrupto que los aficionados "hammers" no entendieron. Incluso la policía tuvo que custodiar un mural del jugador, como mejor de la temporada anterior, que estaba en las afueras del estadio de Upton Park para evitar que fuera destrozado. Con su nuevo equipo llegó a la final de la Europa League, perdida por 3-0 contra el Atlético de Madrid. Además, se lesionó en la primera parte.

De hecho, todas las polémicas ya habían apartado a Payet, de 31 años, de la selección en beneficio de nuevas figuras como Kylian Mbappé. Sólo jugaría un amistoso más, en octubre ante Islandia, pero ya no volvió. Sigue paseando su talento, a los 33 años, por el velódromo marsellés, con algunas controversias como en septiembre, en el partido contra el París Saint-Germain, en el que comparó vía redes sociales a Neymar con un perro. Seguramente su capacidad futbolística merecía una carrera más rica, pero ya se sabe qué sucede con algunos genios incomprendidos. Eso sí, siempre le quedará su gran momento, aquel gol en Saint-Denis de 2016 en su mejor año como futbolista.

dilluns, 21 de desembre del 2020

Dinamarca, 0- URSS, 3 (Euro 64-Semifinales)

173. Valery Voronin (0-1)

El fútbol ofrece a menudo historias propias de una película, con protagonistas que han vivido odiseas que, en algunos casos, han tenido finales trágicos. Las trayectorias de muchos jugadores del países de la Europa del otro lado del telón de acero, durante la Guerra Fría y la época comunista, conservan esa pátina y merecen ser contadas. Una de ellas es la de uno de los mejores centrocampistas soviéticos de la historia, Valery Voronin.


Nacido en Moscú, el padre de Voronin tenía una tienda de comestibles en Peredelkino, un pueblo situado a pocos kilómetros al sur-oeste de la gran urbe. En la época estalinista, esta era una profesión de poder, ya que permitía encontrar y consumir bienes raros para la población normal. Además, la ciudad era conocida por la gran cantidad de escritores que la habitaba. Así, el joven Valery conoció a premios Nobel como Boris Pasternak

Él comenzó a jugar a fútbol y fue captado por uno de los equipos más prestigiosos del momento, el Torpedo. Ligado a la industria automovilística soviética, el club estaba a punto de vivir sus mejores años, durante los sesenta. Voronin debutó en 1958 y ya no lo dejó hasta diez años más tarde. Se trataba de un centrocampista defensivo de grandes condiciones físicas y técnicas que le convirtieron en una pieza fundamental en la gran selección de la URSS de los años posteriores.

Debutó en ella en 1960, con 21 años, justo después del título de la Eurocopa ganado por el equipo nacional. Con él, la selección se clasificó sin problemas para el mundial de Chile, en el que actuó en los cuatro partidos, entonces no había cambios, antes de ser eliminado por los anfitriones en los cuartos de final. Con el Torpedo ya había ganado una liga y una Copa, justamente el año del estreno con la selección, pero su mejor momento sería en 1964. A pesar de no lograr el campeonato, fue elegido el mejor futbolista del país del año y entró en la convocatoria para la fase final de la segunda edición de la Eurocopa, que se jugaría en España.


El gol

La URSS debutaría en el Camp Nou de Barcelona contra la sorprendente Dinamarca. El formato era de cuatro equipos, con semifinales y final, y en el horizonte estaba un posible partido por el título contra los anfitriones, un duelo de connotaciones políticas entre el ogro comunista y la España fascista del general Franco. Cuatro años antes, los españoles se habían negado a viajar a Moscú a disputar el enfrentamiento de cuartos de final, por deseo del dictador, y ahora se podía jugar el mismo partido, pero en Madrid. Faltaban las semifinales. En estas, por la parte soviética, no hubo mucho color y todo se empezó a decidir en el minuto 22.


Fue en una jugada por la banda izquierda tras un saque de esquina en corto. El extremo Jusaínov centró dos veces. En la primera hubo un rebote, pero la segunda fue hasta la frontal del área. Allí estaba Voronin, quien remató en una especie de tijera. Para las imágenes, parece que el balón rebotó en alguien, no queda claro si en un defensa o en otro delantero, y despistó al portero Leif Nielsen. La UEFA siempre ha dado el gol al centrocampista del Torpedo.

La URSS ganó el partido por 0-3, con dos goles más de Ponedelnik e Ivanov y se clasificó para la final. Allí, aunque igualó momentáneamente el partido, con un gol de Jusaínov, tuvo que abdicar del título por culpa del famoso cabezazo de Marcelino. España ganaría por 2-1.

Voronin volvió a ganar la liga con el Torpedo en 1965, en que fue elegido de nuevo jugador del año en la URSS, y en 1966 disputó su segundo mundial, el de Inglaterra, después de dejar fuera a Gales, a Grecia y a la propia Dinamarca en la ronda previa. La URSS superó el grupo con Corea del Norte, Italia y Chile, de quien se tomó la revancha de la derrota de cuatro años antes, superó los cuartos de final contra Hungría, con Voronin actuando en todos los enfrentamientos excepto ante los asiáticos, y llegó a la semifinal contra Alemania Federal. La URSS la perdió por 3-1 y también la final de consolación contra Portugal por el mismo resultado. Pero Voronin recibió un trofeo inconcebible hoy en día, el del jugador más guapo del torneo, entregado por la misma reina Isabel II.

Más allá del fútbol, ​​Voronin fue una figura adoptada por el régimen post-estalinista para encarnar el sueño soviético, opuesto al americano. En el país necesitaban héroes, como el cosmonauta Yuri Gagarin, el atleta Valeri Brumel, y él mismo. Pero sus ideas eran diferentes. Leía mucha literatura occidental y hablaba varios idiomas. Por ello, la KGB lo seguía de cerca. Pero él no se escondía y cultivaba amistades con estrellas como George Best, Bobby Charlton y Pelé. Las normativas de su país no le dejaron probar suerte en el lado capitalista y él sentía un profundo desafecto por su país.

Su carrera se terminó en 1968, con sólo 29 años, de manera traumática. Tuvo un durísimo accidente de coche y no pudo jugar más al fútbol. Por este motivo comenzó a beber y se convirtió en un alcohólico. Ya no quedaba nada del ídolo que todo el mundo seguía. Evitó la vida pública y sólo se relacionaba con el cantante disidente Vladimir Vysotsky.

El 19 de mayo de 1984, cuatro años después de la muerte del artista por una sobredosis de sedantes, las autoridades informaron que habían encontrado también el cuerpo de Voronin en un bosque a las afueras de Moscú con un golpe en la cabeza. Los rumores sobre los motivos del fatal desenlace se multiplicaron, pero nunca han sido aclarados. Voronin fue enterrado en un funeral seguido por una multitud en la capital soviética. Muchas de las personas asistentes no olvidaban a uno de los referentes de aquel sueño soviético que nunca llegaría.

diumenge, 20 de desembre del 2020

 Croacia, 2- España, 1 (Euro 2016-Primera fase)

174. Nikola Kalinić (1-1)

El carácter fuerte de los jugadores es un arma de doble filo. A los entrenadores les gusta, si está bien dirigido, ya que puede empujar a los compañeros para que den más de sí mismos y también condiciona el juego de los rivales, a los que desestabiliza tener que centrarse en algún elemento que les saque de sus casillas. Pero cuando este carácter no se canaliza en la buena dirección, produce interferencias. Estas han llegado demasiado a menudo, sobre todo en la selección, en la carrera deportiva del croata Nikola Kalinić.


Sus condiciones técnicas y físicas lo convertían en un futbolista capaz de marcar una época en el fútbol europeo. Rápido y fuerte, con instinto goleador, se podía convertir en un quebradero de cabeza para cualquier defensa. Pero sus decisiones no han sido siempre las correctas y, con el paso de los años, ha ido cayendo de las agendas de los grandes clubes, dejando siempre la sensación de que había desperdiciado su mejor momento o que había decepcionado cuando le tocaba dar la cara.

Kalinic nació en las afueras de Split, en 1988, y por eso vivió la guerra cuando era muy pequeño y casi no se acuerda. Cuando creció, entró en los equipos inferiores del Hajduk, en el que se estableció como titular a los 20 años después de cesiones al Pula y al Sibenik. En el equipo dálmata nunca logró vencer la supremacía del Dinamo de Zagreb en la liga, pero recibió una buena oferta de la Premier League, del Blackburn Rovers, y allí comenzó un largo peregrinaje en 2009.

Antes, había debutado con la selección de su país y, además, había actuado en una Eurocopa, la de 2008, donde había dispuesto de dieciséis minutos en un duelo intrascendente de la primera fase. Pero su presencia en el equipo nacional sería intermitente en los siguientes años. La competencia con buenos delanteros del país, sobre todo Klasnic y Olic, primero, y Mandzukic, más tarde, le cerraban el paso. Además, su rendimiento en los diferentes equipos, no era constante.

En 2011, decidió aceptar la oferta de un aspirante a nuevo rico, el Dnipro ucraniano. Era un campeonato menor, en el que podría explotar sus cualidades sin tanta presión. Fue el momento más estable de su carrera, con 37 goles en poco más de ochenta partidos, pero tuvo dos decepciones con la selección que seguramente marcarían sus decisiones posteriores. En 2012 fue convocado para la Eurocopa, pero no fue utilizado ni un minuto. Dos años más tarde, en 2014, caería de la lista para el mundial de Brasil en beneficio del nacionalizado Eduardo.

En 2016, las cosas parecían diferentes. Con el Dnipro había llegado a la final de la Europa League del año anterior, en 2015, que perdería por 3-2 contra el Sevilla pero en el que marcaría un gol en la final. Después volvió a una gran liga, la italiana, al fichar por la Fiorentina. Disputó varios partidos amistosos previos y el seleccionador, Ante Cacic, lo volvió a convocar para un gran torneo, la Eurocopa de Francia.


El gol

Las cosas no volvieron a empezar demasiado bien, ya que el técnico balcánico jugaba con un planteamiento que dejaba a un solo delantero arriba, y este era Mandzukic. Kalinic esperó su turno durante los dos primeros partidos hasta que Cacic confió en él en el tercero, contra España, por la baja del titular. Hacía falta ganar para lograr el primer puesto del grupo, pero los españoles se adelantaron mediante Morata. Justo antes del descanso, Croacia consiguió un gol psicológico.


El joven Marko Rog abrió el balón a la izquierda, donde Perisic encaró a Juanfran. El extremo amagó con la izquierda, pero centró con la derecha al primer palo y allí, Kalinic, se adelantó a Sergio Ramos y al portero De Gea y con un sutil taconazo, de gran calidad, introdujo la balón en la portería. El partido cambiaba con esta anotación. Porque España erró un penalti en la segunda parte, mediante el mismo Ramos, y tres minutos antes del final, Perisic marcaría el 2-1 definitivo que dejaba a Croacia como primera de grupo y en la parte más fácil del cuadro. Kalinic volvió al banquillo y entró para jugar la prórroga de los octavos de final contra Portugal. No pudo marcar y vio como un gol de Cuaresma dejaba a su equipo fuera del torneo.

Con la Fiorentina, Kalinic llevó a cabo dos temporadas muy destacables y eso le valió el fichaje por el Milan, muy deseado por su familia, ya que como él mismo había declarado, en casa eran del equipo italiano desde el época de Arrigo Sacchi como entrenador, cuando él era muy pequeño. Su temporada en San Siro fue muy irregular, pero aún así Cacic lo llevó al mundial de 2018, donde se cavó su tumba en el equipo arlequinado.

Había sido importante en la fase de clasificación, con un gol en el play-off clasificatorio contra Grecia, pero en el debut, ante Nigeria, volvía a calentar banquillo. Cuando el seleccionador quiso hacerle entrar, dijo que le dolía la espalda y se negó. A su cabeza debían estar los desencantos de 2012 y de 2014, así como la suplencia, a pesar del gol, de 2016, y debió pensar que no quería volver a pasar por lo mismo. Cacic lo expulsó de la concentración y se perdió el camino hasta la final. Después, renunció a la medalla de plata de subcampeón que le tocaba por estar en la convocatoria.

A continuación, fichó por el Atlético de Madrid, donde parecía que congeniaría con un técnico de carácter como Simeone. Pero tal como ocurrió con Mandzukic, Kalinic tampoco triunfó en el Wanda en su primer año y en el segundo fue cedido a la Roma. A la selección, no volvió más. No aceptó su rol y ahora es complicado que se lo vuelvan a llamar, ya con 33 años, para la Eurocopa de 2021. Una lástima que un gran talento, como ocurre muchas veces, no se haya podido exprimir al máximo.

dissabte, 19 de desembre del 2020

República Checa, 2- Letonia, 1 (Euro 2004-Primera fase) y
Alemania, 1- República Checa, 2 (Euro 2004-Primera fase)

175. Marek Heinz (2-1 y 1-1)

Hay jugadores que, pese a no ser grandes estrellas, gozan del favor de algunos entrenadores por varios motivos. Uno de ellos es que siempre cumplen cuando salen al campo, desarrollan su misión y no crean problemas si tienen que esperar turno en el banquillo. En la gran selección checa de la Eurocopa de 2004, el centro del campo estaba repleto de talento. Pero el técnico, el veterano Karel Brückner, tenía una gran confianza como revulsivo, al menos al inicio, en un zurdo de vida nómada que, a la sombra de otros, consiguió dos goles en el campeonato. Era el centrocampista Marek Heinz.


Un ejemplo que no era de los más conocidos lo muestra el hecho de que en la fotografía de este gol no se le ha podido encontrar ningún cromo de la Eurocopa 2004, ya que no figuraba en los jugadores tenidos en cuenta para ir a Portugal. De hecho, en la fase de clasificación sólo había disputado un partido, en Austria. Pero en los amistosos previos fue adquiriendo peso en parte gracias a una gran temporada con el Banik Ostrava.

Comenzando desde el principio, Heinz ya estaba a punto de cumplir 27 años en 2004 y acumulaba cinco equipos en su trayectoria. Nacido en Olomouc, jugó con el Sigma, el equipo de la ciudad, con el que debutó en primera, en una etapa interrumpida momentáneamente por una cesión de medio año. En las categorías inferiores había destacado y había llegado a disputar una final de la Eurocopa sub-21 que los checos perdieron en Bratislava, en la vecina y ex-anexionada Eslovaquia, contra Italia, por culpa de dos goles de Pirlo . En el año 2000 lo fichó el Hamburgo, equipo en el que jugó dos temporadas y media con una trayectoria que fue de más a menos, En el último medio año fue cedido al Arminia Bielefeld y en 2003, el año previo a la Eurocopa, decidió volver a Chequia.

Lo hizo en el Banik Ostrava, y su decisión no pudo ser más acertada. Heinz, un zurdo de buena planta y gran llegada al área, mostró su faceta más goleadora con 18 anotaciones en la liga que condujeron al Banik al título, el cuarto de su historia y último hasta ahora. Con este final de campaña, y después de convocarlo para algunos amistosos, Brückner le llevó a la Eurocopa.


Los goles

Y su impacto se notó desde el primer día. Heinz tenía que ser por fuerza suplente de un centro del campo formado por Galasek, Rosicky, Poborsky y Nedved. Pero el estreno de los checos contra la debutante Letonia se estaba atascando. Faltaban cinco minutos para el final y el resultado era de empate a un gol y gracias, ya que los bálticos habían adelantado con un gol de Verpakovskis. Entonces surgió la llegada al área de Heinz.


Fue en un balón largo de Jankulovski hacia Baros. Este llegó a tocar el balón arriba ante la salida del portero Kolinko, pero el defensa Zemlinskis parecía que había alejado el peligro. No fue así. El rechazo salió centrado y Heinz, que había entrado en el campo al inicio de la segunda parte en el lugar del lateral Grygera, paró el balón con el pie derecho y con el izquierdo lo alojó en la desprotegida portería letona. Era el 2-1 definitivo.

Heinz conocía su papel y volvió al banquillo en el segundo partido, contra los Países Bajos. Volvió a ejercer de dinamizador y, a pesar de no marcar, entró al campo perdiendo por 2-1 y salió de él con una victoria por 2-3 que clasificaba al equipo para los cuartos de final. El tercer duelo era contra Alemania y Brückner decidió dar oportunidades a los menos habituales. Los alemanes, que se lo jugaban todo, se adelantaron con un gol de Ballack, Pero a la media hora, Heinz, esta vez titular, mostró otra de las virtudes de su catálogo, los lanzamientos directos de falta.


La posición era idónea para un zurdo, pero delante había un portero de la categoría de Oliver Kahn, Tanto daba. Heinz tenía mucha confianza y proyectó un lanzamiento perfecto que entró pegado al poste izquierdo de la portería. Era el empate. Jugó todo aquel partido y también veinte minutos de la victoria contra Dinamarca en los cuartos. Pero el seleccionador Brückner no lo utilizó para perforar la nutrida defensa griega en la semifinal. Los checos perdieron por 1-0, con un gol de plata de Dellas, en un partido dominado de principio a fin pero sin acierto. No se entiende que el técnico sólo introdujera un cambio y no hiciera entrar a alguien que se encontraba en un estado de gracia tan evidente.

Heinz volvió a salir de Chequia y fichó por el Borussia Mönchengladbach. La selección se clasificó para el mundial de Alemania, con una gran participación suya y dos goles en la ronda previa, aunque esta fue a menos. En la segunda temporada en la Bundesliga su rol ya era muy secundario y en la Copa del Mundo de 2006 sólo jugó doce minutos en la derrota definitiva contra Italia. Serían sus últimos con el equipo nacional, con 29 años. A nivel de clubes, su vida era con una maleta hecha constantemente. Actuó en Turquía (Galatasaray), en Francia (St. Etienne y Nantes), volvió a casa, al Brno, en Austria (Superfund), en Hungría (Ferencvaros) y terminó en su país, en el equipo que el formó, el Sigma, y una ultima etapa en el semidesconocido Znojmo. En ninguno de estos sitios no volvió a encontrar el punto de forma de 2004, en que un secundario como él fue protagonista con dos goles en una Eurocopa y con la duda de pensar qué hubiera pasado si se hubiera se hubiera contado con él por rendimiento, y no tanto con otros por nombre, en el momento decisivo.

divendres, 18 de desembre del 2020

 Países Bajos, 0- URSS, 1 (Euro 88-Primera fase)

176. Vassiliy Rats (0-1)

Los campeonatos, tanto sea los de liga, o los de selección, no son como empiezan, sino como acaban. Hay muchos ejemplos de equipos que han iniciado mal el camino en muchos torneos y los han acabado ganando. Sucedió con los Países Bajos en su único título, la Eurocopa de 1988. Lo curioso de este caso es que los neerlandeses acabaron llevándose el campeonato tras vencer en la final a la URSS, el equipo que les había ganado en su estreno en Alemania. Había sido con un gol del ucraniano Vassiliy Rats.


A mediados y finales de las década de los ochenta, el Dinamo de Kiev era el dominador de la competición soviética, a la que le quedaban pocos años de vida. Los ucranianos, de la mano de quien también era el seleccionador de la URSS, Valeri Lobanovski, habían ganado la Recopa de 1986 ofreciendo una exhibición. El equipo nacional también había entusiasmado en el mundial del 1986, aunque un polémico partido de octavos de final contra Bélgica lo había dejado fuera del torneo. La base de aquel conjunto era jugadores del Dinamo. En concreto, había doce ucranianos de los cuales once eran del equipo de la capital y uno, Vishnievsky, que no actuó en ningún partido, era del Dniepr, actual Dnipro.

Uno de esos jugadores del Dinamo era Vassili Rats, un centrocampista de baja estatura pero con un físico privilegiado que le permitía correr la banda arriba y abajo durante los noventa minutos. Era zurdo y originario de Transcarpacia, una región al oeste del todo de Ucrania, fronteriza con la actual Eslovaquia y Hungría. Seguramente por eso comenzó su carrera en Lviv, en el Karpati, unos kilómetros al norte. En su camino hacia el este actuó un año con el Lokomotiv Vinnitsa, de categorías bajas, hasta que el Dinamo le reclutó con veinte años.

Rats ganó tres ligas soviéticas en Kiev, dos de ellas antes de la Eurocopa de 1988. También había sido titular en la final de la Recopa de 1986 y había perdido contra el Steaua la de la Supercopa. En el mundial de México, también en 1986, había logrado un importante gol contra Francia, en el empate de la URSS contra los galos de la primera fase. Curiosamente, volvió a marcar contra los franceses en la fase de clasificación para la Eurocopa posterior, en que la URSS fue la única clasificada del grupo. En 47 partidos, Rats marcó cuatro goles con el equipo nacional, de los cuales dos en grandes torneos y dos contra Francia. Ya en la Eurocopa, su posición de titular, con 27 años, no era cuestionada.


El gol

La URSS debutó contra los nuevos Países Bajos del viejo Michels en Colonia, en un duelo que podía ser vital. El grupo lo completaban Inglaterra e Irlanda, que habían debutado horas antes con victoria de los segundos. Los neerlandeses eran favoritos, pero los soviéticos impusieron su defensa y salían en rápidos contragolpes, lanzados por el hábil Belanov, Balón de Oro en 1986. En uno de estos, al inicio de la segunda parte, llegó el gol.


Fue en una pelota robada por la URSS que acabó en los pies de Rats. Este envió un pase largo a la posición de Belanov y comenzó a correr por su carril. Belanov fue controlado en primera instancia por Van Tiggelen, que permitió situarse a toda la defensa. Pero levantó la cabeza y vio como por otro lado llegaba Rats. Realizó un cambio de juego y éste, sin parar el balón, soltó un fuerte disparo con la pierna izquierda que superó la estirada de Van Breukelen. Sería el único gol del partido.

Rats jugó todos los minutos de aquel campeonato, que terminó con el mismo partido que al inicio, una final entre los Países Bajos y la URSS, esta vez en el Estadio Olímpico de Múnich. Habían pasado sólo trece días desde el triunfo de Colonia, pero todo fue diferente. Los neerlandeses habían encontrado su ritmo de juego y ganaron la final por 2-0. Rats se quedaba sin título con la selección.

De hecho, aun jugaría catorce partidos más, entre ellos los de la fase de clasificación para el mundial de Italia. Pero aquella ya era una URSS crepuscular, deportiva y políticamente. En Italia 90, el equipo quedó fuera de competición en la primera fase y él, con 29 años, jugó en el debut, una derrota contra Rumanía por 0-2, y ningún minuto más.

En 1989, Rats había probado una aventura en el extranjero. Fue en el Espanyol. El equipo luchaba por no bajar a Segunda División y el jugador ucraniano participó en los once partidos finales de liga. Los blanquiazules no pudieron evitar disputar la promoción contra el Mallorca. Rats jugó los dos partidos, con 1-0 en Sarrià y 2-0 en contra en el Lluís Sitjar, resultados que significaban el descenso del club. Terminada la liga, volvió al Dinamo. Allí aun ganó un campeonato soviético más y se quedó hasta 1991, cuando el final de la URSS le permitió volver a salir al extranjero. Fue al Ferencvaros húngaro, muy cerca de su ciudad natal, donde terminó la carrera con sólo 32 años y donde cerró el círculo.

dijous, 17 de desembre del 2020

Polonia, 0- Croacia, 1 (Euro 2008-Primera fase)

177. Ivan Klasnic (0-1)

El deporte nos ofrece muchas veces casos de superación personal, de hombres y mujeres que vencen muchas adversidades, tanto físicas, como familiares, como referentes al entorno donde viven para llegar a la élite o, por lo menos, para salir adelante con su práctica. De las primeras sabe mucho un delantero croata, aunque nacido en Alemania, país donde desarrolló los mejores años de su carrera. Se trata de Ivan Klasnic.


El atacante marcó otro gol en el torneo del 2008 que será destacado más adelante en esta lista, junto con una brillante carrera deportiva, sobre todo en el Werder Bremen. Pero lo que hizo diferente a Klasnic en esta parte de su trayectoria fue que tuvo que jugar desde los 25 años con problemas derivados de una insuficiencia renal que, a día de hoy, le han supuesto ya tres trasplantes de riñón .

Todo comenzó en 2005, cuando al ser intervenido de una apendicitis se le encontraron valores de función renal anormales. Entonces, el jugador ya había llegado a Bremen procedente de la vecina Hamburgo, pero no del equipo campeón de Europa en 1983, sino del St. Pauli, la entidad más contestataria y revolucionaria de la ciudad. En la primera intervención, Klasnic recibió el riñón donado por su madre, Sima. Pero éste no funcionó y pocos días después tuvo que ser sometido a otra operación, en este caso para implantarle el riñón que le dio su padre. Era enero de 2007. Él ya era un atacante reconocido en Europa, después de haber participado en el mundial de Alemania del año anterior y de haber ganado el doblete de liga-Copa con el Werder Bremen en 2004, formando una delantera letal con Miroslav Klose.

El segundo trasplante fue mejor y Klasnic pudo volver a jugar después de seis meses de rehabilitación. Además, fue llamado nuevamente para la selección, que se había clasificado brillantemente para el torneo en un difícil grupo con Rusia e Inglaterra. El delantero completó un buen año en Bremen, en el que fue segundo en la liga y en el que marcó siete goles en dieciséis partidos, y fue convocado para el torneo.


El gol

Klasnic no jugó ningún minuto en los dos primeros partidos, con victorias sobre Austria y Alemania que daban a Croacia el acceso a los cuartos de final. El seleccionador, Slaven Bilic, le dio la titularidad en el tercero, intrascendente, contra Polonia. Y él aprovechó la ocasión a los ocho minutos de la reanudación.


Fue en una jugada ciertamente extraña de su equipo. Recibió un pase interior pero fue objeto de falta por parte del defensa Wasilewski. El colegiado, el griego Kyros Vassaras, dio ley de la ventaja porque el esférico cayó a los pies del lateral Pranjic. Wasilewski se levantó y fue a taparlo, pero dejó solo a Klasnic, que también se volvió a poner de pie. Pranjic lo vio, centró atrás y el delantero del Bremen remató con la izquierda, cruzado, y batió a Boruc. Croacia cerraba la primera fase con pleno de puntos.

Klasnic fue relevado en este partido y volvió al banquillo en el duelo de cuartos contra Turquía. Entró en la segunda parte de la prórroga y, en el último minuto, marcó un gol que parecía que clasificaba a Croacia para las semifinales. Pero los otomanos empataron milagrosamente con una anotación de Semih Sentürk, ya en el descuento, y los balcánicos cayeron eliminados en los penaltis. Fue su último gran torneo de selecciones.

El jugador fichó ese mismo verano por el Nantes, pero las cosas no fueron bien. El equipo bajó y él jugó poco el segundo año. Se le abrió la oportunidad de la Premier con el Bolton, y estuvo tres años a buen nivel hasta que volvió a Alemania para terminar sus días de futbolista en Mainz. Pero aún faltaba lo peor. En 2016, el riñón de Klasnic, el de su padre, falló de nuevo y tuvo que volver a hacer diálisis en Hamburgo hasta que encontraran uno. Su situación llegó a ser crítica, pero en 2017, finalmente, pudo volver a ser intervenido y, de momento, las cosas funcionan. Ivan Klasnic todavía es una persona joven, tiene 43 años, pero con tantos problemas de salud lo que le toca ahora es disputar el campeonato más importante, el de su vida.

dimecres, 16 de desembre del 2020

Portugal, 1- Grecia, 2 (Euro 2004-Primera fase)

178. Giorgios Karagounis (0-1)

Para entender la magnitud de la sorpresa que significó el triunfo de Grecia en la Eurocopa de 2004 hay que retroceder a las fases de clasificación de campeonatos anteriores disputados por la selección helénica. Justamente en la de antes del torneo de Portugal, la del mundial de Corea y Japón de 2002, Grecia había quedado penúltima, cinco puntos detrás de un país como Finlandia, que aún tardaría quince años en clasificarse para una gran cita . Todo empezó a cambiar en la fase previa del torneo siguiente y más después del partido inaugural del campeonato, con el gol de Giogios Karagounis.


Grecia sólo había llegado a dos fases finales de grandes campeonatos. En la Eurocopa de 1980 sumó un punto, en un duelo intrascendente contra Alemania Federal y en el mundial de 1994 se fue a casa sin haber marcado ningún gol y con diez en contra. En 2001, la federación dio el mando del equipo al técnico alemán Otto Rehhagel, pero los inicios no fueron fáciles. En la mencionada fase de clasificación para la Copa del Mundo del 2002, se tocó fondo con una derrota en Helsinki contra Finlandia por 5-1. El centro del campo de ese día estaba formado por Basinas, Karagounis y Zagorakis, el mismo que sorprendería a la Eurocopa menos de tres años después.

Karagounis tenía entonces 24 años y el equipo tampoco inició muy bien la fase de clasificación siguiente, con una derrota en casa contra España por 0-2 y con otra en Ucrania por 2-0. Pero de la nada comenzó a crecer basándose en una defensa cerrada y en hacer la vida imposible al adversario. El 0-1 de Zaragoza, con gol de Giannakopoulos, y el 1-0 posterior contra Ucrania, con anotación de Charisteas, establecerían el camino a seguir. Otra victoria por 1-0, como no podía ser de otra manera, contra Irlanda del Norte, gracias a un penalti transformado por Tsartas, supondría la clasificación.

Pero a pesar del éxito, Grecia era una de las cenicientas del torneo, seguramente junto a Letonia, que también había llegado a la cita sin que nadie lo esperara. El grupo inicial, con la anfitriona, Portugal, nuevamente España y Rusia, no parecía que dejara opciones a los griegos. Pero todo cambió en el partido inaugural en Oporto.


El gol

Grecia jugaba por primera vez un duelo inicial de un gran campeonato y las gradas del estadio Dragao, habitualmente azules y blancas por los colores del FC Porto, eran ocupadas por el rojo de la selección portuguesa, pero en un rincón conservaban su color original. Eran otros azules y blancos, los griegos, que se harían oír por todas partes durante las siguientes semanas. Portugal era favorita en el debut, pero a los seis minutos todo cambió.


La presión griega dio resultado cuando Paulo Ferreira dio un mal pase y perdió el balón en un zona peligrosa. Se lo dio a Karagounis, quien avanzó sin oposición y, desde lejos, soltó un disparo raso y fuerte que sorprendió al portero Ricardo. Era el sorprendente primer gol del torneo. En las Eurocopas con fases de grupos, sólo tres veces el equipo que ha conseguido la primera anotación del torneo lo ha acabado ganando. Pasó con Rummenigge, en 1980, con Platini, en 1984 y esta vez sucedería con Karagounis. Grecia anotó el segundo gol después, con un penalti transformado por Basinas, y mantendría el triunfo porque el gol final de Cristiano Ronaldo ya no sirvió para nada.

Karagounis haría pleno de tarjetas en el torneo. Vio dos en los dos primeros partidos y se perdió el tercero contra Rusia, en el que Grecia se clasificó de milagro, a pesar de perder. Entonces vio dos más en los cuartos de final contra Francia y en las semifinales, ante la República Checa. Esto no le dejó disputar el partido más importante de la historia de su país, la final ganada contra Portugal en Lisboa. Pero si algo tenían claro los griegos en ese campeonato era que el equipo estaba por encima de sus individualidades, ni que estas fueran tan poderosas como la del hombre con más talento del centro del campo del sorprendente grupo de Rehaggel.