dijous, 29 d’octubre del 2020

Portugal, 1- Grecia, 2 (Euro 2004-Primera fase)

226. Angelos Basinas (0-2)

Hay futbolistas a los que el mejor éxito de su carrera les llega cuando ésta ya ha alcanzado o ha superado el ecuador. Cuando este triunfo aparece de golpe, sin esperarlo, es posible que sea el punto de partida hacia una evolución en la que ya no pensaba. En algunos jugadores, es el cambio entre ser valorado en casa, en el club de toda la vida, a recibir ofertas incluso del extranjero para crecer. Es lo que la Eurocopa de 2004 aportó al centrocampista Angelos Basinas.


Nacido en Spata, un pueblo de 12.000 habitantes a veinte kilómetros de Atenas, el equipo de Basinas hasta los 29 años fue el Panathinaikos. Formado en la cantera de los verdes de la capital del país, tuvo que estar durante muchas temporadas a la sombra de un Olympiacos que ha dominado la liga en las primeras décadas del siglo XXI. Debutó en la competición en 1997, con 21 años, y se mantuvo allí durante ocho temporadas, en las que ganó dos ligas y tres Copas. Además, participó en competiciones europeas con el PAO y accedió dos veces en la segunda fase de grupos de la Champions. Su carrera parecía totalmente estabilizada.

Con la selección, debutó en un amistoso en 1999 y poco a poco fue entrando en los planes de Vassilis Daniil primero, y después del alemán Otto Rehhagel, fichado por la federación para intentar dar un salto de calidad al fútbol helénico. El equipo estuvo lejos de entrar en el mundial del 2002, en un grupo de clasificación con Inglaterra y Alemania, pero sorprendió en la de la Eurocopa de 2004, en que quedó delante de España con un recordado triunfo en Zaragoza, con gol de Giannakopoulos. Basinas sólo jugó cinco partidos, con tres victorias y dos derrotas, pero su gran campaña 2003-2004 con el Panathinaikos, con doblete de liga-Copa incluido, hizo que Rehhagel contara con él. En los amistosos pre-Eurocopa, fue suplente en una derrota por 4-0 contra los Países Bajos y en otra ante Polonia por 1-0, pero entró de titular en un triunfo por 0-2 en Liechtenstein y ya no abandonó el puesto de cara al debut.

El gol

Por lo tanto, Basinas era de los once elegidos para enfrentarse a Portugal, en Oporto, en el primer partido de la Eurocopa lusa. Como sucedió en la fase de clasificación, el tramado defensivo y de centrocampistas de los griegos hizo que el favorito se encallara y, encima, Karagounis adelantó a los visitantes en el minuto 7 de partido. El segundo gol llegó en una acción que demostraba la desesperación local.



Fue en un balón que el lateral Seitaridis interceptó en un pase de Costinha a Cristiano Ronaldo. Lo descargó a Charisteas, quien avanzó y le devolvió al defensa una vez le salió Andrade al paso. Seitaridis entró al área, seguido por el mismo Cristiano y éste, con poca habilidad, se le lanzó encima, en acción propiciada también por el frenazo del griego, y cometió un penalti diáfano. Asumió la responsabilidad Basinas y, con gran clase, engañó a Ricardo y alojó el esférico muy cerca de la escuadra. Los griegos aguantaron hasta el final y el gol de Cristiano en un córner, en tiempo de descuento, fue una anécdota.

Fue el principio de la gran Eurocopa griega. Basinas, jugador de buena calidad técnica, de gran visión y de más que aceptable toque a balón parado, no jugó contra España el segundo día, en un duelo en el que Rehhagel prefirió reforzar físicamente el centro con Katsouranis. Volvió y se lesionó en la primera parte en la derrota mínima contra Rusia, que no impidió la clasificación para los cuartos. Desde allí, siempre titular en las tres victorias por 1-0 contra Francia, la República Checa y en la final, nuevamente contra Portugal, en el que lanzó el córner que remató a la red Charisteas.

Basinas aguantó un año más en Atenas pero la Eurocopa había proyectado su juego al mundo y, en 2005, fue fichado por el Mallorca, justo después de una Copa Confederaciones en la que Grecia no superó la fase inicial. Le costó entrar en el equipo balear, ya que no convenció a Héctor Cúper con su juego, pero la llegada al banquillo de Gregorio Manzano le supuso un respiro. A partir de esa temporada, ya fue un fijo y se mantuvo en el equipo dos campañas más, en las que el Mallorca, sobre todo en la tercera, estuvo a punto de entrar en Europa.

El centrocampista griego, ya con 32 años, volvió a casa, pero no al PAO sino al AEK de Atenas. Sólo cumplió medio año de los tres que firmó, ya que en el mercado de invierno recibió la oferta del Portsmouth, que entonces estaba en la Premier. La aceptó y se mantuvo hasta final de campaña, en la que vivió la cara, la clasificación para la final de Copa, que él no jugó, y la cruz, el descenso a Championship.

Con la selección, vivió el canto del cisne de la gran generación del título de 2004 en 2008, cuando Grecia perdió los tres partidos, con él jugándolos, de la Eurocopa de Suiza y Austria. Su último partido sería contra Israel, en la fase de clasificación para el mundial de 2010, que los griegos superaron, pero él ya no. Con 34 años, no fue convocado por Rehhagel y aquel verano tanto él como Charisteas, la pareja mágica de la final de Lisboa, emprendieron el camino al Arles francés, donde se retiró al cabo de dos meses después de jugar sólo cinco partidos.

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