diumenge, 18 d’octubre del 2020

Francia, 3- Yugoslavia, 2 (Euro 84-Primera fase)

237. Michel Platini (1-1, 2-1 y 3-1)

Hemos oído hablar, en el transcurso de la historia, de grandes actuaciones individuales en campeonatos internacionales. Se habla de la influencia decisiva de Maradona en el título mundial argentino de 1986, o las de Pelé en Suècia'58 y en Mexico'70, entre otros. Pero seguramente no ha habido una intervención tan colosal en un torneo de pocas semanas como la que mostró el francés Michel Platini en la Eurocopa de 1984 en su propio país.



Porque hacer nueve goles en cinco partidos son cifras de otra época, de su compatriota Just Fontaine, en 1958, por ejemplo, que anotó trece en seis. Platini, además, tuvo la particularidad de marcar en todos los enfrentamientos y ser vital al menos en cuatro de los cinco, con goles decisivos que condujeron a Francia a su primer título internacional. Tan grande fue su presencia, que en esta lista saldrá cuatro veces, por lo que se hará un recorrido a su trayectoria por tramos.

Nacido en Joeuf, al noreste del país, muy cerca de las fronteras con Luxemburgo y Francia, se formó en los equipos inferiores del Nancy, ciudad situada unos kilómetros al sur. Debutó con diecisiete años en la liga, en el tramo final de la 1972-73, y en sólo cinco partidos ya anotó dos goles, todos contra el Lyon. Sus temporadas en el club a partir de la tercera fueron espectaculares, con cuatro años seguidos sin bajar de los doce goles anotados. En 1975 ayudó al equipo a ascender y el 1978 fue un año crucial para él. El Nancy ganó la Copa de Francia y él fue convocado para su primer gran torneo, el mundial de Argentina, en el que destacó, con un gol anotado, aunque el equipo fuera eliminado en la primera fase, Se mantuvo un año más en el Nancy antes de ser traspasado al gran equipo de la década de los setenta en Francia, un St. Étienne que había sido subcampeón de Europa en 1976.

Sería en el siguiente mundial, en 1982, cuando Platini explotaría ante los ojos del mundo y se ganaría un traspaso al equipo que lo catapultó a la fama, la Juventus. Ya estaba en el club italiano cuando afrontó la Eurocopa de su país, la de 1984, rodeado de una talentosa camada de compañeros, sobre todo centrocampistas, que iniciaron el torneo venciendo a Dinamarca con un gol suyo. En el segundo partido, contra Bélgica, él se apuntó tres goles en el 5-0 final. El primer lugar del grupo estaba asegurado y faltaba un último partido, contra Yugoslavia, y en un estadio que él conocía bien, ya que había jugado allí durante tres temporadas, el Geoffroy-Gichard de St. Étienne.

Los goles

Francia salió a verlas venir, sin tanta presión como en otras ocasiones, y los balcánicos, ya eliminados, lo aprovecharon para adelantarse con un gol de Sestic a la media hora. Se llegó al descanso y, en el tramo central de la reanudación, llegaron dieciocho minutos terroríficos de Platini, con tres goles casi consecutivos.


Y en los tres demostró grandes características suyas. En el primero, encontró el espacio libre en el área, el que dejó su compañero Rocheteau, que lo encontró y le dio el pase. Se adelantó al portero Simovic y le batió, a pesar de recibir un golpe. Era el minuto 14. Tres más tarde, el remate puro y duro. Una combinación entre Tigana, Giresse y Battiston terminó con un gran centro del lateral. Platini se lanzó en plancha y anotó el empate en una acción de gran factura plástica. Y faltaba el gol marca de la casa. La estrella francesa era, entonces, el mejor especialista europeo en los disparos de falta directa. Dispuso de una a trece minutos para el final y, con una gran sutileza, la situó por encima de la barrera, fuera del alcance del portero. Era su segundo hat-trick seguido y el séptimo gol en tres partidos.

Yugoslavia redujo la distancia al final, con un penalti transformado por Stojkovic, pero ya no pudo igualar el resultado. Francia cumplía con la voluntad de llegar con pleno de puntos a las semifinales, al partido más complicado que encontraría en el campeonato y en el que Platini, como veremos más adelante en esta serie, fue vital.

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