dimarts, 20 d’octubre del 2020

España, 2- URSS, 1 (Euro 64-Final)

235. Galimzián Jusaínov (1-1)

Para muchos aficionados españoles, durante décadas, el partido más importante que había disputado la selección era el de la victoria en la final de la Eurocopa de 1964. Hasta el periodo 2008-2012, era el único título conseguido. Para todo el mundo es el partido del famoso gol de Marcelino. Algunos incluso recuerdan que abrió el marcador Chus Pereda. Pero no tantos saben quien anotó para los visitantes. Fue un atacante tártaro, que consiguió pocas anotaciones con la selección soviética pero que tuvo una importante y destacada trayectoria en su país. Era Galimzián Jusaínov.



Nacido en la República de Tataristán, cerca de Kazán, Jusaínov fue un jugador muy trabajador, muy destacado por sus compañeros, que siempre hizo equipo y que también tuvo que pasar por alguna tragedia en su vida. Desde muy joven se trasladó al sur, a la populosa Samara, donde empezó a jugar en el Krylia Sovetov. En 1960, el año en que la URSS ganó la Eurocopa en París, fue fichado por el Spartak de Moscú, después de que otros grandes equipos de la capital como el Torpedo o el CSKA le hubieran ido detrás. Ese mismo año debutó con la Unión Soviética y fue convocado para el mundial de Chile, en 1962. Sólo disputó un partido, de primera fase, con victoria contra Uruguay en la desértica Arica.

Ese año ganó la liga y, al siguiente, la Copa y fue utilizado de manera intermitente en las eliminatorias de clasificación para la Eurocopa de 1964, a la que sólo llegaban cuatro equipos. Los soviéticos lo consiguieron, dejando fuera a Suecia en un partido en el que él actuó y con victoria por 3-1. La URSS tenía ganas de viajar a España para vengarse de la situación de cuatro años antes, cuando una decisión de Franco no permitió a los españoles viajar a Moscú para enfrentarse a ellos en los cuartos de final de la Eurocopa anterior. Por ello, cuando España eliminó a Hungría y la Unión Soviética hizo lo mismo con Dinamarca y vieron que se encontrarían en la final, sabían que llegaba algo más que un partido.

El gol

Porque la dictadura franquista se tenía que enfrentar en un terreno de juego al gran monstruo comunista, como era visto entonces. Los soviéticos, vigentes campeones, querían repetir, pero vieron como a los cinco minutos ya perdían por culpa de un gol de Pereda. Entonces llegó el momento en que el pequeño tártaro, un futbolista que no se podría catalogar ni de extremo, ni de centrocampista, halló su rincón en la historia.



Fue en una transición iniciada por el portero Yashin y seguida por el lateral del Dinamo, Mudrik. Este levantó la cabeza y vio como Jusaínov ya le había ganado la espalda a Rivilla. El jugador del Spartak dejó correr el balón y, antes de que Calleja llegara al corte, puso la punta del pie derecho. El remate, con poco estilo, sorprendió a Iribar, que se lo tragó. Era el empate a uno y sólo habían pasado siete minutos.

El partido fue largo y no terminó bien para Jusaínov y sus compañeros, que cedieron el título por culpa del cabezazo de Marcelino a cinco minutos para el final. No fue un buen día, pero llegarían mejores. Le quedaban nueve años más en el Spartak, con el que ganó otra liga y anotó 102 goles en 347 partidos. También disputó el mundial de Inglaterra, ya totalmente consolidado en la selección, con la que llegó a las semifinales, donde cayó ante Alemania Federal. Ya tenía 29 años y sólo le quedaban tres compromisos más con la camiseta de la CCCP.

Aparte de sus características futbolísticas, Jusaínov fue un futbolista muy querido por sus compañeros, que valoraban un esfuerzo físico que a veces consideraban inhumano para un cuerpo tan pequeño, de 1,63 metros. Todo el mundo sintió mucho su peor día, cuando perdió a su hija, Marina, de sólo un año y medio por culpa de un desafortunado accidente doméstico. Pero al cabo de dos semanas ya volvía a jugar, demostrando la capacidad de sacrificio de un hombre que entró en la historia por un gol que, al final, fue anecdótico.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada