diumenge, 11 d’octubre del 2020

Grecia, 1- Rusia, 0 (Euro 2012-Primera fase)

244. Giorgos Karagounis (1-0)

Grecia vivió su mejor momento futbolístico de la historia con el sorprendente título de campeón de la Eurocopa de 2004. Algunos de sus jugadores ya actuaban en equipos extranjeros e, incluso, en algunos importantes, pero para muchos se abrió un camino insospechado antes de aquel éxito. De todos, seguramente, quien tuvo una carrera más sólida fue un centrocampista que, bajo un cuerpo de futbolista rocoso y duro, escondía una gran calidad. Era Giorgos Karagounis.


Los ocho años entre el título del 2004 y el campeonato del 2012, que ya pilló a Karagounis con 35, fueron bastante movidos para el jugador. Cuando se proclamó campeón europeo jugaba en el Inter y, en los años posteriores, actuó también en el Benfica, con el que fue protagonista con Ronald Koeman y Fernando Santos en el banquillo, pero sin ganar ningún título. En 2007 fichó por el Panathinaikos, el equipo del que había salido para iniciar la aventura italiana, y allí estuvo hasta 2012. En medio, participación en la Eurocopa de 2008 y el mundial de 2010, ambos con eliminaciones en la primera fase.

En verano de 2012, ya con una avanzada edad en que muchos piensan en la retirada o, directamente, ya no juegan, había dado un paso arriesgado. El Fulham, equipo de la Premier League, le fichaba para la siguiente temporada y él quiso demostrar, en la Eurocopa, que se encontraba en forma. Grecia asistía al certamen por tercer campeonato consecutivo, ahora con su ex entrenador del Benfica, Fernando Santos, en el banquillo. El torneo comenzó un empate a uno contra uno de los anfitriones, Polonia, en un partido en que Karagounis fue el villano. Con 1-1 en el marcador, no supo convertir un penalti a favor ante el portero suplente de los locales, Tyton, que había relevado al expulsado Szczesny. La participación siguió con una derrota ante la República Checa por 1-2. Había que superar a Rusia en el tercer partido para alcanzar los cuartos de final.

El gol

A los rusos, que habían iniciado el campeonato apalizando a Chequia y acumulaban cuatro puntos, les bastaba con un empate. Pero en el umbral del descanso, cuando todo el mundo ya pensaba en la media parte, cometieron un error que incluso sorprendió al realizador televisivo. Cuando este conectó con la acción, Karagounis ya se había plantado solo ante Malafeev, al que superó con un disparo cruzado. En la repetición se pudo observar que había sido el central Ignashevich quien había intentado salvar una pelota que salía por la banda con tan poco acierto que la dejó franca para que Karagounis avanzara delante del lateral Zhirkov y marcara el que sería el único tanto del partido. De esta manera, se redimió del penalti fallado en el debut ante Polonia.


Porque ya se sabe que si Grecia tiene que defender, lo hará con uñas y dientes. La mala noticia para el futuro jugador del Fulham fue que en la segunda parte vio una tarjeta amarilla que le impidió disputar los cuartos de final contra Alemania. El duelo contra los teutones fue de gran revuelo mediático porque tuvo lugar durante la gran crisis económica en Grecia y contra el país que mandaba en la Unión Europea y que más restricciones le quería imponer. El duelo entre la Europa rica y la pobre lo acabaron ganando los alemanes por 4-2, aunque el orgullo helénico aguantó hasta bien entrada la segunda mitad.

El incombustible Karagounis aún aguantó jugando al fútbol dos años más en el Fulham, con 39 partidos y un gol en una competición tan exigente como la Premier. Quería resistir hasta el siguiente mundial, el de Brasil. Grecia se clasificó tras deshacerse de Rumania en un play-off. Y él ya tenía 37 años. Vio como, por primera vez, Grecia entraba en los octavos de final de una Copa del Mundo gracias a una agónica victoria sobre Costa de Marfil con un gol de penalti de Samaras en el último minuto. En la segunda ronda, empate a uno, también agónico, con gol en el último minuto de Papastathopoulos contra Costa Rica. Pero la tanda de penaltis fue contraria. Los centroamericanos se clasificaron por culpa de un error de Gekas en el cuarto penalti. El quinto seguramente lo habría lanzado Karagounis. Hubiera sido una buena manera de despedirse del fútbol, ​​pero aquel disparo no se llegó a producir nunca.

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