divendres, 30 d’octubre del 2020

Irlanda, 1- URSS, 1 (Euro 88-Primera fase)

URSS, 2- Italia, 0 (Euro 88-Semifinales)

225. Oleg Protásov (1-1 y 2-0)

A veces, dos acciones similares, dos goles en este caso, sirven para explicar cómo actuaba un jugador. La Unión Soviética de finales de los ochenta era un equipo rocoso físicamente y rapidísimo arriba, con todas las características del fútbol ucraniano de la época, y de años posteriores, personalizados en la figura del técnico Valery Lobanovsky. En este esquema, destacaban futbolistas que llegaban bien al área y marcaban con facilidad. Todas estas características, y una gran potencia, adornaban el juego del ucraniano Oleg Protásov.



Sólo tenía 24 años cuando jugó la Eurocopa de 1988, pero ya había conseguido varias metas importantes en su carrera. Nacido en Dnipropetrovsk, había actuado en el Dnipro (entonces Dniepr, con la pronunciación rusa), con el que había ganado la liga soviética de 1983 y donde estuvo hasta 1987. Había sido elegido mejor jugador de la liga, había debutado en la Copa de Europa, en la que forzó unos penaltis en los cuartos de final del 1985, y había sido convocado para el mundial de México, de 1986, en el que jugó 67 minutos contra Canadá.

En 1987 lo fichó el gigante de la zona, el Dinamo de Kiev. Entre los dos equipos totalizó 125 goles en la liga, con lo cual se convirtió en el octavo máximo goleador de la historia de la competición unificada. Con el mismo entrenador que en el Dinamo, Lobanovsky, se convirtió en un fijo del equipo nacional. Colaboró ​​en la eliminación de Francia en la fase de clasificación y consiguió el pasaporte para una fase final de Alemania en la que anotó dos goles tan similares que hay que mostrarlos juntos para definir su olfato anotador .

Los goles

Protásov fue titular desde el inicio, en una victoria sorprendente contra los posteriores campeones y rivales en la final, los Países Bajos. El segundo partido era contra Irlanda y se complicó por culpa de un golazo de Ronnie Whelan en la primera parte. En la segunda, la URSS buscó el empate y lo encontró en una acción directa.



Fue en un balón largo del portero Bonner que recogieron entre Kuznetsov y Demianenko. Este envió el esférico adelante hacia Belanov, que intentó hacerse un autopase de primeras. Pero cuando fue a recogerlo, le adelantó como un tren Protásov quien, viniendo de atrás, remató y batió al portero irlandés. El empate final, unido a la posterior victoria contra Inglaterra por 1-3, clasificó a la URSS para las semifinales como primera de grupo.

El rival en la penúltima fase fue Italia. El duelo se disputó bajo una intensa lluvia en Stuttgart. Se llegó con igualdad a cero al descanso y se desatascó en tres minutos mágicos. En el 61, Litovshenko abrió la lata y, poco después, una jugada muy similar al gol contra Irlanda. Esta vez es Zavarov que entra por la banda izquierda, la misma en la que estaba Belanov el día anterior. El futuro jugador de la Juventus centró y entrando justamente por el mismo sector que pocos días antes, Protásov remató en semifallo y superó a Zenga. Era el 2-0 definitivo.



Lamentablemente para los soviéticos, los Países Bajos que se encontraron en la final fueron muy diferentes de los de la primera ronda y dejaron escapar la oportunidad de ganar el título europeo, en una final, la de Múnich, con penalti errado incluido de Belanov.

Protásov ganó con el Dinamo la liga de 1990, justo antes de la detonación de la Unión Soviética. Participó en el mundial de Italia, en el que marcó un estéril gol contra Camerún en un partido en el que la formación de Lobanovski ya estaba eliminada. Disputó la fase de clasificación para la Eurocopa de 1992, pero ya no llegó a la fase final con la Comunidad de Estados Independientes. Había iniciado un recorrido internacional que lo llevó a equipos de segunda y tercera fila. Ganó dos Copas con el Olympiakos. Tuvo unos buenos años en el Gamba Osaka del emergente fútbol japonés y volvió a Grecia. donde se retiró en 2000 con el desconocido Panalefnisiakos. Antes, aún tuvo tiempo de disputar un partido, en 1994, con la nueva selección ucraniana, contra Lituania.

Protásov inició entonces una trayectoria como entrenador que comenzó muy bien, con dos títulos de liga con el Olympiakos, pero que luego fue cayendo. Fue al Steaua y también al Dnipro, donde alternó luces y sombras. Su carrera como técnico fue tan nómada como la de jugador, con paso por el Kuban, el Iraklis, el Astra Giurgiu rumano o el Aris de Salónica. Tan grande como su campo de acción en el terreno de juego, demostrado en sus dos goles en la Euro 88, fue su recorrido como jugador y entrenador.

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