dissabte, 20 de juny del 2020


Irlanda, 1- URSS, 1 (Euro 88-Primera fase)

357. Ronnie Whelan (1-0)

El irlandés Ronnie Whelan es toda una leyenda en Anfield. Llegó allí en 1979, con 18 años, y estuvo una década y media en la que los reds lo ganaron todo, desde dos Copas de Europa a principios de los ochenta hasta esparcir su hegemonía en las islas al final, cuando ya no podían disputar competiciones europeas por culpa de la tragedia de Heysel.


Whelan era un medio centro con mucho oficio, pierna fuerte y gran despliegue físico. Fijo con casi todos los entrenadores que tuvo, formó parte de la mejor generación de jugadores de su país en toda la historia, la que jugó dos Mundiales y una Eurocopa, competiciones para las que los integrantes de la Isla Esmeralda no se habían clasificado nunca.

Irlanda afrontaba el segundo partido de la Eurocopa de 1988, en Alemania, contra la Unión Soviética eufórica tras haber derrotado a Inglaterra en el estreno. Su adversario también había dado la sorpresa. Había derrotado a los Países Bajos con lo que el duelo que debían afrontar las dos formaciones en Hannover podía dar el pasaporte para las semifinales al ganador.

El gol


Y tal como ocurrió contra los ingleses, Irlanda fue quien golpeó primero y, además, de una manera espectacular. El conjunto que dirigía Jackie Charlton no disfrutaba de una calidad técnica muy alta, pero lo compensaba con mucha entrega y el aprovechamiento de las jugadas de estrategia. Entonces no se acostumbraban a lanzar los saques de banda directos en el área, pero el equipo disponía de un especialista en hacerlo, el jugador del Celtic y posterior seleccionador, Mick McCarthy, uno de los dos centrales del equipo.



Así, el esférico salió catapultado hasta más allá de la altura del punto de penalti, pero en la frontal del área. Whelan, que lo esperaba, no se lo pensó dos veces, se situó para rematar de tijera con la pierna izquierda y empaló un tiro que se fue abriendo hasta hacerse imparable para el portero soviético Dassaev. No sería el último gol de estas características que encajaría en el torneo. En la repetición desde detrás de la portería se puede observar cómo Whelan no tocó el balón con el pie, sino con la espinilla, pero esto no quitó nada de precisión en el remate, que entró como un obús en la portería soviética .

El gol daba media clasificación a Irlanda, pero la URSS empató a un cuarto de hora del final con una anotación de Protasov. Al final, el equipo de Charlton no se clasificó porque perdió contra los Países Bajos en el último duelo del grupo en un partido agónico, pero plantó la semilla para la buena actuación de los dos Mundiales posteriores. Whelan vivió el tramo final del gran Liverpool de los ochenta, antes de dejarlo, en 1994. Desempeñó el cargo de entrenador-jugador en el Southend United y tuvo una corta etapa como preparador en Grecia y Chipre, destinos muy exóticos para la que había sido su carrera de fidelidad a un equipo.






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