dijous, 15 d’octubre del 2020

Inglaterra, 1- URSS, 3 (Euro 88-Primera fase)

240. Oleksiy Mikhaylichenko (1-2)

El tramo final de la historia de la selección de la Unión Soviética vio como el equipo pasaba de la posibilidad de proclamarse campeón de Europa a quedar totalmente desmembrado en el tiempo que media entre una Eurocopa y otra. 1988 fue un gran año para el fútbol del país unificado, con el subcampeonato en la Eurocopa de Alemania y, posteriormente, con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl. Una de las estrellas emergentes de aquel equipo era el ucraniano Oleksiy Mikhaylichenko.




Llamado Aleksei por la nomenclatura rusa dominante en la URSS, Mikhaylichenko nació en Kiev y desarrolló casi toda su carrera, hasta los 27 años, en el Dinamo. Aunque era joven cuando el equipo ganó la Recopa de 1986 al Atlético de Madrid. Aquel año sólo disputó un partido de la competición europea, pero ya actuó en la Supercopa perdida contra el Steaua. Se trataba de un centrocampista muy dinámico, que ocupaba mucho campo gracias a su físico, y con buena relación con el gol.

En Kiev ganó cuatro ligas y una Copa de la antigua Unión Soviética. Había debutado con la selección absoluta en la fase de clasificación para la Eurocopa de 1988 en que había marcado un importante gol contra Francia, el empate a 1 en Moscú, que posibilitaría la clasificación, en detrimento de los galos, para la fase final del campeonato disputado en Alemania.

En el torneo, fue titular desde el primer día, impulsado por la presencia de su entrenador en el Dinamo, Valery Lobanovsky, como seleccionador. Participó en la victoria contra los Países Bajos y luego en el empate ante Irlanda. El tercer partido era contra Inglaterra, y con un ojo puesto en el Irlanda-Países Bajos que se jugaba a la misma hora. Ganando, la URSS era primera de grupo y evitaba un cruce con Alemania.

El gol

Y en el partido jugado en Frankfurt, Mikhaylichenko fue esencial. El enfrentamiento tuvo una primera media hora de vértigo. Aleynikov avanzó a los soviéticos a los tres minutos y Adams empató para los británicos, que habían encadenado dos derrotas seguidas y ya no se podían clasificar. En el minuto 28 llegó el gol de Mikhaylichenko, en el que demostró todas sus virtudes.


Primero fue capital en robar un balón pase por Hoddle. Aunque Adams lo recuperó, los ingleses lo perdieron rápidamente. Los soviéticos iniciaron entonces una secuencia de pases, inaugurada por el central Khidiatulin. Fue Mikhaylichenko quien abrió el esférico a la banda y corrió al espacio vacío en el área. El lateral Rats miró, centró, y el centrocampista del Dinamo llegó justo a tiempo para rematar de cabeza al fondo de la portería de Chris Woods. Era el 1-2.

Los soviéticos ganarían el partido por 1-3 y también las semifinales contra Italia por 2-0, pero caerían en la final por el mismo resultado contra los Países Bajos en el partido del célebre gol de Van Basten. El verano, sin embargo, no se acabaría aquí para Mikhaylichenko. Fue seleccionado para los Juegos Olímpicos, que ese año se disputaban en Seúl entre septiembre y octubre. Y la cosa fue tan bien que el equipo soviético se llevó el oro al derrotar a la Brasil de Romário y Bebeto en la final por 2-1 en la prórroga. Mikhailichenko no marcó en ese partido, pero sí cinco goles en el torneo, entre ellos uno en cuartos de final contra Australia y otro decisivo ante Italia en la prórroga de las semifinales, aparte de dos contra el rival político eterno , Estados Unidos. Sólo fue superado por tres delanteros, el brasileño Romario, con 7 goles, y su compañero de equipo Dobrovolski y el zambiano Kalusha Bwalya, con seis. Con todos estos méritos, fue elegido mejor jugador soviético del año.

Dos temporadas más tarde, con 27 años, pudo abandonar una Unión Soviética que estaba a punto de caerse a pedazos e ir a una liga de las grandes de Europa. Lo fichó la gran Sampdoria de Vialli y Mancini que, con él en el equipo, ganó el campeonato italiano. Mikhaylichenko jugó 24 partidos, con tres goles anotados. También había ganado la Supercopa italiana, pero su rendimiento fue de más a menos y, a final de temporada, decidió salir. Lo fichó el Glasgow Rangers, en el que triunfó plenamente, con cinco ligas consecutivas ganadas y un juego de ida y vuelta que casaba totalmente con sus características.

El gran punto negro de Mikhaylichenko es que no pudo disputar ningún mundial. El de Italia 90, que le habría pillado en su mejor momento, se lo perdió por lesión. Volvió en la Eurocopa del 92, pero la URSS ya no existía. Actuó en el combinado de la Comunidad de Estados Independientes que fue eliminada en la primera fase. Aun llegó a tiempo de jugar dos partidos con la nueva selección de su país, Ucrania, pero sin ninguna trascendencia.

Se retiró en 1997, con 34 años, y fue acogido bajo el ala protectora de su entrenador en el Dinamo, Valery Lobanovsky. Se convirtió en el su asistente y también en su sustituto cuando el viejo técnico murió, en 2002. La carrera de Mikhaylichenko como entrenador ha ido a caballo del Dinamo y de la selección, con la que no pudo entrar en el mundial de Sudáfrica, y también vivió una breve etapa en el Hearts escocés.

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