divendres, 23 d’octubre del 2020

Irlanda, 1- Suecia, 1 (Euro 2016-Primera fase)

232. Wes Hoolahan (1-0)

Una de las mejores cosas de los grandes torneos de selecciones es que dan oportunidad de lucirse a jugadores de todo tipo. Junto a las grandes estrellas de los transatlánticos mundiales, hay formaciones más modestas con futbolistas que han tenido que luchar mucho y picar mucha piedra para llegar a obtener una participación que ya ven como un premio. Esta sensación de rey por un día, o por un instante, la tuvo en junio de 2016 el centrocampista irlandés Wes Hoolahan.


Los jugadores de la Isla Esmeralda, tanto los del sur, como los de Irlanda del Norte, saben que tienen que moverse a la de al lado para destacar. Los no tan virtuosos lo hacen a Escocia y los mejores, a Inglaterra. Hoolahan, que comenzó a destacar en un deporte que no se asocia mucho a Irlanda como el fútbol sala, fue a parar al Shelbourne, conjunto dominante de la liga del país con el que conquistó tres ligas. Con 19 años, y después de ser elegido jugador joven irlandés del año, dio el salto hacia Escocia, pero a ninguno de los equipos grandes sino al Livingston. Dieciséis partidos le valieron para subir el siguiente escalón e ir a Inglaterra, pero a una categoría baja, la League One (tercera) con el Blackpool.

Hoolahan, centrocampista de pequeña estatura, pero dinámico y bastante bueno a la hora de dar un cierto sentido al, a veces, desbocado juego de los conjuntos británicos, disfrutó de un ascenso con los Seasiders y fue contratado, ya en segunda categoría, por el equipo ascensor por excelencia del fútbol inglés, el Norwich City. Y se convirtió en una referencia, con diez temporadas que fueron una montaña rusa, con descenso a Tercera, ascenso seguido en dos años hasta la Premier, dos permanencias y dos ascensos y dos descensos de la élite y hacia Segunda. En 2016, por ejemplo, los canaries acababan de bajar cuando Hoolahan fue convocado para su primer gran torneo internacional.

El gol

Aunque ya jugaba con el Norwich en la Premier, no había ido al torneo de cuatro años antes en Polonia y Ucrania, que rompía una racha de dos décadas sin ver a los irlandeses en un gran campeonato, desde las grandes actuaciones de la selección del llorado Jackie Charlton a finales de los ochenta y principios de los noventa. Hoolahan sí intervino en diez partidos, con un gol contra Gibraltar, en la fase de clasificación para Francia, en la que hubo que derrotar Bosnia-Herzegovina en el play-off. El debut era el campo más grande, en Saint-Denis, contra otra selección rocosa, la Suecia de Ibrahimovic. La primera parte terminó sin goles, y a los tres minutos de la reanudación llegó el gran momento.



Fue en una acción que él mismo inició con un centro al área. La defensa sueca rechazó y Whelan cedió el balón a la banda, hacia el siempre poco valorado lateral Seamus Coleman. Este se deshizo de Forsberg y protagonizó una gran internada tras la que tuvo tiempo de levantar la cabeza. Puso el esférico en el segundo palo y Hoolahan, que venía del otro lado, empaló una espléndida volea a bote pronto que superó a Isaksson.

La lástima para Hoolahan fue que un autogol de su compañero Ciaran Clark, 23 minutos más tarde, determinara el empate final. Pero él ya había conseguido un gran logro, después de tantos años de trabajo, a veces poco reconocido, el de marcar en una gran cita. En el resto del campeonato, Irlanda pasó a octavos gracias a un triunfo sobre Italia con un gol de un Robbie Brady que también anotó en la eliminatoria contra Francia. Pero dos goles de Griezmann pusieron final a la aventura.

Dos temporadas más tarde, Hoolahan dejó su Norwich por otro conjunto de los que suben y bajan toda la vida, el West Bromwich Albion, en una temporada rara ya que llegó con un contrato temporal que fue alargado posteriormente. Pero no jugó mucho y decidió probar en otra isla, esta vez muy lejana: Australia. Le ficharon los Newcastle Jets, con los que jugó hasta que todo se detuvo por la pandemia. Toda la situación provocó que interrumpiera su trayectoria en las antípodas y firmó un contrato de un año, ya con 34, con el Cambridge United, de cuarta categoría. Conociéndolo, es probable que aún luche por el enésimo ascenso de una carrera llena de altibajos y con la estrella de aquel gol en Saint-Denis que alegró durante un rato a su país.

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