dimarts, 8 de desembre del 2020

 CEI, 1- Alemania, 1 (Euro 92-Primera fase)

186. Thomas Hassler (1-1)

Una de las claves de los grandes resultados de las selecciones alemanas de la década de los ochenta y de la primera parte de la de los noventa fue la enorme cantidad de talento que logró juntar en el centro del campo. Siguiendo un hilo conductor durante todo este periodo, el de Lothar Matthäus, el equipo germano siempre aportaba futbolistas de buen toque de balón, despliegue físico e imaginación. Muchos de ellos, además, jugaron en la liga italiana, la más potente de aquellos momentos, con lo cual añadieron un componente táctico a sus virtudes. Uno de los más destacados fue el pequeño Thomas Hassler.


Hassler es berlinés y comenzó a jugar a fútbol en un equipo de la zona oeste de la ciudad, cuando aún estaba dividida por el muro. Un ejemplo de su procedencia es el apodo que le pusieron, "Icke", referido a la forma como pronuncia la palabra "ich" ( "yo", en alemán), con el dialecto típico de Berlín. Pronto, sin embargo, fue captado por las inferiores del Colonia, conjunto potente al inicio de los ochenta. A pesar de su baja estatura, ya destacaba por un gran despliegue físico, una notable técnica y un demoledor disparo desde media y larga distancia. Debutó con dieciocho años en la Bundesliga y durante las seis temporadas que jugó en el equipo estuvo siempre a punto de ganar títulos, ya que quedó dos veces segundo en la liga y uno, finalista en la UEFA, al perder a doble partido contra el Real Madrid.

Su carrera internacional se puede decir que comenzó en 1988, cuando fue llamado para los Juegos Olímpicos de Seúl, donde obtuvo la medalla de bronce. Desde entonces, ya fue un fijo para Beckenbauer en la fase de clasificación para el mundial de Italia. En la cita, en la que Alemania alcanzó su tercer título universal, Hassler comenzó y terminó de titular, aunque se perdió dos partidos, el de octavos y el de cuartos de final. El técnico lo recuperó para las semifinales contra Inglaterra, en que fue relevado por Reuter, y para la final, que jugó completa.

Hassler ya no se marchó de Italia porque fue fichado por la Juventus en un traspaso importante. Pero en Turín no acabó de triunfar, aunque jugó mucho. El equipo fue séptimo en la liga y decidieron traspasarlo a la Roma, donde sí se convirtió en un ídolo. Jugando en el estadio donde había sido campeón del mundo aumentó su fama de perdedor de finales de clubes, con una Copa y una UEFA más. En medio de este período llegó la convocatoria para la Eurocopa de Suecia, de 1992.


El gol

Alemania partía como una de las favoritas en su condición de campeona del mundo. Pero sufrió mucho al inicio. El primer duelo era contra la Comunidad de Estados Independientes (CEI), el nombre que se había puesto a la URSS ya desaparecida, pero clasificada para el torneo. El partido fue cerrado y los ex soviéticos se adelantaron con un penalti transformado por Dobrowolski. Parecía que la sorpresa llegaría, pero a un minuto para el final, el colegiado francés Biguet indicó una falta en la frontal del área.


Era la última oportunidad para rascar un punto en Norrköping, y Hassler no la desaprovechó. Sacó el cañón que tenía en la pierna derecha y, con la ayuda del portero Kharin, que se dejó sorprender por su palo, dio un punto importante a los alemanes. Porque estos sufrieron para clasificarse, ya que derrotaron a Escocia por 2-0 en el segundo partido, pero cayeron contra los Países Bajos en el tercero por 3-1. Esto supuso que tuvieran que disputar las semifinales contra el anfitrión, Suecia. Pero en el mejor duelo del torneo, Alemania venció por 2-3, con un gol de Hässler. El equipo que ya entrenaba Berti Vogts, sin embargo, no convencía y eso se notó en la final, perdida de manera clara contra Dinamarca por 2-0. Hässler jugó todos los minutos de aquel campeonato.

En 1994 regresó a casa después del mundial de Estados Unidos. En este torneo, jugó todos los partidos, repartió hasta cinco asistencias, pero fue eliminado por Bulgaria en cuartos de final. El equipo elegido fue el Karlsruhe, donde perdió otra final de Copa. Hässler terminaría su carrera siendo subcampeón de siete campeonatos y sin ganar ninguno a nivel de club.

Se pudo sacar la espina a nivel de selecciones en 1996. Sólo jugó enteros tres de los seis partidos, y fue suplente en dos, pero con treinta años se proclamó campeón de la Eurocopa en Inglaterra como aglutinador de todo el juego de ataque de la selección de Vogts. Aun disputaría el mundial del 1998, con nueva eliminación en cuartos de final, y llegaría hasta la Eurocopa del 2000, donde se retiró con una traumática debacle en primera ronda y una derrota dura ante Portugal.

En cuanto a clubes, jugó un año en el Borussia Dortmund, en la temporada 1998-99, pero ya se encontraba en la parte final de su carrera y decidió matar el gusanillo primero en el Múnich 1860, donde jugó hasta los 37 años en la Bundesliga, para acabar en la liga austríaca en el Salzburgo, cuando Red Bull todavía no había llegado. Hässler inició entonces una carrera de entrenador con destinos muy poco habituales, como ser asistente de Berti Vogts con Nigeria, un equipo iraní y, finalmente, un conjunto de regional alemán. Fue uno de los talentos de aquella Mannschaft que siempre llegaba lejos en los grandes campeonatos, con un mundial y una Eurocopa en su palmarés, pero lamentablemente sin ningún título de clubes.

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