divendres, 11 de desembre del 2020

 Portugal, 3- Inglaterra, 2 (Euro 2000-Primera fase)

183. Nuno Gomes (3-2)

Hasta la llegada de Cristiano Ronaldo, uno de los grandes déficits de la selección portuguesa había sido no disponer de un gran rematador que convirtiera en gol todo el caudal de juego que generaba el equipo. Cuando tenía uno, como Eusebio, en 1966, o Jordao, en 1984, el equipo nacional llegaba a grandes logros en los torneos, pero en las largas épocas en que no tenía ninguno de primer nivel, sufría e, incluso, muchas veces, ni se clasificaba. Portugal lo pagó con la eliminación en la Eurocopa del 1996 y no llegó a la fase final del mundial de Francia, del 1998. Pero en el torneo europeo posterior pareció que había encontrado la solución a sus males. Era el rematador Nuno Gomes.


Se trata de un jugador que, en el transcurso de su carrera, tuvo un rendimiento irregular y que vivió su punto álgido en la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos. Nacido en la preciosa ciudad de Amarante, cerca de Oporto, no fue captado por los equipos inferiores de los Dragoes, sino del otro equipo de la capital del río Duero, el Boavista. Su presencia en las selecciones inferiores portuguesas fue constante una vez los diferentes seleccionadores se dieron cuenta de sus virtudes, entre las que estaba el gol. Lo tenía todo para ser un gran delantero: alto, fuerte, rápido y oportunista. Campeón de Europa sub-18 en 1994 con Portugal, fue tercero en el mundial sub-20 de Qatar del año siguiente, en el que marcó dos goles a España en el partido por el tercer puesto y formaba un gran dúo con Dani, otra gran promesa del fútbol luso.

Nuno Gomes fue quemando etapas y en 1997 lo fichó el Benfica. Su impacto, con 21 años, fue total en la liga portuguesa. Durante las tres temporadas en que fue delantero centro titular de las águilas anotó 15, 18 y 24 goles en la competición doméstica y ganó una liga y una Copa. En el segundo año, además, marcó cinco goles en cinco partidos de la fase de grupos de la Champions. Huelga decir que la alternativa con la selección estaba por llegar.

Antes, cuando aún estaba en el Boavista, había disputado los Juegos Olímpicos de Atlanta, en los que la selección había perdido la medalla de bronce contra Brasil. El mismo año, había debutado con la absoluta en una derrota contra Francia por 3-2 en París, pero le costó mucho obtener el favor del seleccionador, Artur Jorge. Este prefería confiar en jugadores más veteranos como Domingos y Pauleta y los resultados no llegaron. El siguiente seleccionador, Humberto Coelho, tampoco confió mucho en él, pero el equipo se clasificó para la Eurocopa. Entró en la lista, con una experiencia de sólo 12 partidos y con el rol de suplente. Pero, como muchas veces, el azar lo cambió todo.

Para que el teórico titular, Pauleta, que acababa de ganar la liga con el Deportivo, no podía jugar el primer partido porque había sido expulsado contra Hungría en el último enfrentamiento de la fase de clasificación. Coelho debía apostar por otro atacante entre el más experimentado Sá Pinto y Nuno Gomes. Y después del último amistoso, contra Gales, lo hizo el segundo. Así pues, el atacante del Benfica iniciaba como titular el torneo.


El gol

Y el rival era muy duro. La Inglaterra del cambio de siglo se nutría, sobre todo, de la gran generación del Manchester United y lo demostró en Eindhoven adelantándose con un 0-2 en diecisiete minutos con goles de Scholes y McManaman. La situación se tornaba complicada, pero Figo y Joao Pinto empataron antes del descanso. El partido parecía estabilizado, pero a los catorce minutos de la reanudación llegó el momento decisivo para Nuno Gomes.


Estaba jugando un buen partido, pero tenía que aprovechar la baja de Pauleta para anotar y tratar de quitarle el sitio. La jugada decisiva arrancó tras un cambio defensivo de los ingleses, la entrada de Wise por McManaman. En la acción siguiente, Joao Pinto maniobró en el centro del campo y conectó con Rui Costa. Con su elegancia habitual, el entonces jugador de la Fiorentina avanzó y observó un espacio entre la defensa rival. Este era el que dejaba el lento Tony Adams. Cuando se quiso girar, Nuno Gomes le había ganado la espalda y había recibido el pase al espacio. Con rapidez, el delantero remató y superó a Seaman. Era el 3-2 definitivo, oportunidad aprovechada.

Porque aunque Pauleta ya estaba disponible para el siguiente partido, Humberto Coelho no quiso tocar nada. Pareció que había encontrado el complemento ideal para sus generadores de juego y mantuvo a Nuno Gomes en el equipo inicial. En el siguiente partido, no anotó contra Rumania, en un duelo decidido en el tramo final con una anotación de Costinha e, incluso, fue reservado en la intrascendente victoria contra Alemania, en la que Pauleta jugó y en la que Nuno Gomes entró veinte minutos en su lugar. Portugal aspiraba a todo en el torneo, pero los mejores momentos del delantero hasta entonces del Benfica, que veremos en más goles de esta lista, aunque tenían que llegar.

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