dissabte, 12 de desembre del 2020

 Países Bajos, 1- Escocia, 0 (Euro 92-Primera fase)

182. Dennis Bergkamp (1-0)

Los Países Bajos han sido una de las selecciones con más mala suerte o desacierto a la hora de rematar sus actuaciones en las grandes citas. Es el único equipo que ha perdido tres finales de Copa del Mundo sin ganar ninguna, aparte de caer derrotado en varias semifinales de grandes competiciones, en muchas de ellas por penaltis. La única en la que vencieron fue la Eurocopa de 1988. Cuatro años más tarde, el grueso de la formación campeona viajaba a Suecia para intentar revalidar el campeonato reforzado con la gran sensación europea del momento, un elegante delantero de 23 años, Dennis Bergkamp.


Nacido en Amsterdam, y desde los once años en la cantera del Ajax, era un genuino producto de la fábrica de talento de la capital. No era un ariete, sino un media punta con gran capacidad asociativa y de llegada al área. Alto y esbelto, se movía con gran sigilo por el campo y remataba a los rivales cuando menos se lo esperaban. Bergkamp ya jugó 23 minutos de la final de la Recopa de 1987, en la que un gol de Van Basten dio el título al Ajax contra el Lokomotiv de Leipzig. Fue tres días después de cumplir dieciocho años. La marcha de la estrella en el fútbol italiano le dejó espacio para ir creciendo. Estuvo en el equipo hasta 1993 y ganó una liga, dos Copas, la mencionada Recopa y una Copa de la UEFA, en 1992, en la que él fue decisivo para vencer al Torino.

Su trayectoria en el equipo nacional comenzó justo después del mundial de Italia 90. El seleccionador, el veterano Rinus Michels, le dio la alternativa en un duelo amistoso en Palermo, donde los Países Bajos habían estado alojados durante la Copa del Mundo del mismo año, ante Italia. Fue pieza clave en la clasificación del equipo oranje para la siguiente Eurocopa, en un grupo en el que superó a Portugal, con cuatro goles en siete partidos. En el debut en su primer gran torneo, en Gotemburgo contra Escocia, Michels pensó que sería el complemento ideal de Van Basten, entonces estrella del Milan.


El gol

Como era de esperar, los escoceses pusieron el autobús delante de la portería de Goram durante todo el partido intentando achicar agua y aguantar como pudieran los ataques holandeses. El partido era de una sola dirección y no se resolvió hasta el minuto 77, en una combinación aérea, no habitual en los Países Bajos.


Porque parecía que por arriba los británicos eran más infranqueables. Pero los neerlandeses disponían de especialistas en el juego aéreo y anotaron en un centro al área de Ruud Gullit y en una acción entre los tres extranjeros del Milan. El balón fue prolongado por Van Basten hacia atrás, Rijkaard lo devolvió  hacia dentro al ganar la acción a McPherson y Bergkamp, ​​lanzándose al suelo, alargó el pie y lo introdujo en la portería. Serviría para ganar el partido por la mínima.

Fue una gran Eurocopa para Bergkamp, ​​que no marcó contra la CEI en un triste empate a cero, pero sí contra Alemania en el triunfo por 3-1 y ante Dinamarca en la igualada a dos de las semifinales. Lamentablemente, la tanda de penaltis, en la que también anotó su lanzamiento, lo dejaría fuera del torneo por el error de su ídolo, Van Basten.

Bergkamp ficharía al año siguiente por el Inter de Milán en una operación rentable económicamente, pero no desde el punto de vista deportivo. En los dos años en San Siro no se adaptó al estilo de juego italiano, demasiado físico, aunque ganó otra UEFA en el primer curso. Después de éste, fue al mundial de Estados Unidos, donde volvió a destacar con tres goles en cinco partidos y la eliminación en cuartos de final contra Brasil. Fue allí donde se dijo que había desarrollado una fobia a volar en avión que le acompañó durante el resto de su carrera, por culpa de un incidente en un vuelo cuando un periodista hizo una broma sobre una posible bomba. Después, él mismo lo desmintió y argumentó que su miedo venía de la etapa en el Inter, en la que los desplazamientos se solían hacer en aviones pequeños y con apariencia de poco seguros. Bergkamp se perdió muchos partidos de su carrera por este problema y, en muchos otros, tuvo que afrontar largos desplazamientos por carretera.

En 1995, ya con 26 años, encontró su lugar en el mundo a nivel de clubes. Fue en Highbury, con la camiseta del Arsenal. Jugó allí hasta el final de su carrera, en 2006, y se convirtió en un ídolo para los aficionados gunners. Y no sólo por sus 87 goles en más de 300 partidos, sino por los grandes momentos de fantasía con los que deleitó a los aficionados junto a grandes compañeros. Recordada es su sociedad con Thierry Henry, ya en el tramo final, y en 2004, en el que el equipo de los invencibles ganó la liga sin perder ningún partido. Sólo se le negó la Champions. Su último partido podía haber sido la final de Saint-Denis contra el FC Barcelona, ​​pero la expulsión del portero Lehmann al inicio y la necesidad de defender un 0-1 durante muchos minutos provocó que Arsène Wenger no le hiciera entrar. Sin embargo, trufó su carrera con tres ligas, tres Copas y tres Supercopas.

A nivel de selecciones, llegó hasta el 2000. En la Eurocopa de 1996 marcó un gol, pero el equipo cayó en cuartos contra Francia, nuevamente por penaltis; en el mundial de este país, en 1998, deleitó al mundo con un golazo espectacular y lleno de técnica contra Argentina en los cuartos de final en el último minuto, pero en las semifinales, los penaltis volvieron a apartar a los Países Bajos del duelo por el campeonato, nuevamente contra Brasil. Él volvió a marcar en la tanda, pero fallaron Ronald de Boer y Cocu. Se despidió del equipo neerlandés en la Eurocopa del 2000, la de casa, con otro trauma y otros penaltis perdidos en semifinales, esta vez ante Italia. En sus cinco grandes campeonatos con la selección, en cuatro tuvo que volver a casa por el desacierto desde el punto fatídico. Bergkamp fue un jugador que parecía que actuara con frac en cada partido, una personalidad particular y, hasta cierto punto, controvertida, pero un lujo para los ojos que seguramente no fue suficientemente bien valorada en su momento.

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