dijous, 3 de desembre del 2020

Turquía, 1- Italia, 2 (Euro 2000-Primera fase)
e Italia, 2- Rumanía, 0 (Euro 2000-Cuartos de final)

191. Filippo Inzaghi (1-2 y 2-0)

Para jugar al fútbol y llegar a ser un deportista de élite se da mucha importancia a dos condiciones, la técnica y la física. Si se domina la primera, o se es un privilegiado en la segunda, se puede hacer una buena carrera. El problema llega cuando no se tiene ninguna de las dos. ¿Es posible triunfar, entonces? Sí, en caso de que se tenga una fe sin límite en las propias posibilidades y un instinto depredador insaciable. Estas dos cualidades eran propias del goleador Filippo Inzaghi.


El mayor de los dos hermanos Inzaghi no era bajo, pero sí muy delgado y parecía que podía caer después de cualquier choque con el rival. Tampoco poseía una técnica individual muy depurada. Pero hay que tener otras cosas para jugar cuatro años en la Juventus y once en el Milan, disputar cinco finales de Liga de Campeones entre ambos, con dos títulos, marcar en ellos más de 120 goles y remacharlo con un título mundial en un torneo en el que juegas sólo media hora y obtienes una anotación. Lo que le sobraba a Pippo era un instinto inusual a la hora de situarse en el área y cazar todo lo que le caía para introducirlo en la portería y unas extraordinarias ganas de ser útil a sus equipos.

La carrera de Inzaghi no podía explotar pronto. No destacaba a ojos de los espías. Se hizo conocido a base de marcar goles, primero en el club de su ciudad, el Piacenza, luego en el Albino Leffe, más tarde en el debut en la Serie A con el Parma y, sobre todo, en el Atalanta. En el club de Bérgamo se convirtió en el máximo goleador de la liga con 24 goles en 33 partidos y este hecho le valió el fichaje por la Juventus cuando ya tenía 24 años. Allí estuvo cuatro temporadas, en las que ganó la liga el primer año, a parte de una Supercopa. Su punto negro, sin embargo, fue la Liga de Campeones. Perdió las finales de 1997, contra el Dortmund, y de 1998, contra el Real Madrid, y unas semifinales contra el Manchester United que parecían ganadas en 1999, con dos goles suyos en una vuelta en la que se pasó de un 2-0 a un 2-3. El año siguiente no fue tan bueno pero Inzaghi, que ya había jugado dos ratos en el mundial del 1998, fue convocado para la Eurocopa del 2000. Y esta vez era titular.

Los goles

El nuevo seleccionador, Dino Zoff, fue quien confió más en él de todos los técnicos de la azzurra. Italia debutó en Arnhem contra Turquía. Conte adelantó al equipo y Okan Bürük empató. A veinte minutos para el final, Inzaghi se inventó un gol de la nada con inteligencia.


Fue en una especie de contraataque en que no iba a ninguna parte. Salía cada vez más del área y aprovechó un pequeño toque del defensa turco Ogün para lanzarse al suelo. El colegiado escocés Hugh Dallas cayó a cuatro patas en la trampa, indicó penalti y el mismo Inzaghi lo transformó en el 1-2 definitivo, que celebró con fuerza, como siempre. De hecho, ya fuera en un partido importante o en uno de menos transcedencia, Inzaghi siempre celebraba los goles como si fuera el más decisivo de su vida. Italia derrotó por 2-0 a Bélgica en el segundo partido. El delantero descansó en el tercero, contra Suecia, y estuvo a punto para los cuartos de final, contra Rumanía. Fiore anotó el primer gol y, ya en la segunda parte, parte, Inzaghi recibió un balón al espacio de Albertini, encaró al portero Stelea y lo superó con facilidad. Toda la fuerza de su carácter la convertía en frialdad ante los porteros rivales.


El 2-0 condujo a Italia a las semifinales. Inzaghi fue titular contra los Países Bajos, pero la expulsión de Zambrotta en la primera parte obligó al equipo de Zoff a jugar de manera defensiva y fue relevado al minuto 67 por Delvecchio. Sería un cambio premonitorio, ya que el técnico situaría al delantero de la Roma en su lugar en la final, perdida ante Francia en la prórroga. Él no disputaría ningún minuto. Sería su última Eurocopa, ya que en la de 2004 estaba lesionado y en la de 2008 no fue llamado por el técnico, Roberto Donadoni.

A nivel de clubes, en 2001, ya a punto de cumplir 28 años, cambió de grande de Italia y firmó por el Milan. Nada hacía pensar que sus mejores años estaban por venir y que permanecería en San Siro once temporadas, hasta que se retiró, a los 39 años. En medio, aparte de dos participaciones en los mundiales, el de 2002 y el de 2006, con poca presencia y sólo un gol, Inzaghi ayudó a conducir al Milan a las más altas cotas europeas. Ganó dos ligas y una Copa pero, sobre todo, dos Ligas de Campeones, además de ser finalista en otra. En la de 2003 venció a la Juventus, su antiguo equipo, por penaltis en Manchester. Terminó el torneo con diez goles marcados. En la de 2005, que el Milan perdió contra el Liverpool en Estambul, las lesiones no le permitieron llegar a final de temporada, pero fue decisivo del todo en la del 2007. En Atenas, contra el mismo rival, marcó los dos goles del 2-1 final, el primero al desviar una falta lanzada por Pirlo y el segundo, muy parecido al obtenido contra Rumanía siete años antes en la Eurocopa, al superar en un cara a cara el portero Reina.

Inzaghi, que aquel septiembre se despidió de la selección, aguantó dos años más en activo antes de iniciar la carrera de entrenador. La comenzó en el Milan, primero en el equipo primavera y luego en la primera plantilla, en medio de las ingentes crisis del conjunto rojinegro de la última década. Sólo duró un año. Aguantó dos temporadas en Venecia y uno en Bolonia y la temporada pasada alcanzó un histórico y muy holgado ascenso con el Benevento, al que intenta transmitir toda su intensidad y al que hará lo posible por salvar en el retorno a la Serie A del conjunto del sur de Italia.

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