dimecres, 19 d’agost del 2020

Italia, 2- Bélgica, 0 (Euro 2000-Primera fase)

297. Stefano Fiore (2-0)

Aparte de las estrellas, existe un ecosistema de jugadores italianos, de los llamados de equipo, cortados por el mismo patrón. Son trabajadores, adaptables, rápidos y útiles. Habitualmente suelen ser nómadas, ya que sus carreras están llenas de cambios de formación, con algunas alegrías puntuales en forma de llegadas a conjuntos más importantes y de convocatorias para la selección coincidiendo con buenos estados de forma. Este es el patrón según el cual se podría resumir la carrera de Stefano Fiore.



Atacante con tendencia a partir desde una banda, tenía un buen uno contra uno y asistía más que anotaba gracias a una técnica bastante destacable que le ayudaba a insertarse en el medio del campo. Muy bueno en sus primeros años para equipos habituados a jugar a la contra, llegó a enfundarse hasta ocho camisetas de conjuntos de la Serie A de su país. Sus periodos en el Parma y la Lazio son los más triunfales e, individualmente, en el Udinese también tuvo un buen rendimiento. Probó una experiencia en el Valencia que acababa que acababa de ser campeón de liga y de la UEFA en 2004, del que acababa de salir el técnico Rafa Benítez. Le fichó un compatriota, Claudio Ranieri, pero no tuvo suerte y regresó a Italia, a vivir sus últimos años.

Desde el punto de vista internacional, Dino Zoff y Giovanni Trapattoni confiaron en él y lo llevaron a dos Eurocopas, en épocas en que destacaba en Udine y en la parte celeste de Roma. Quedaban atrás los años en el Parma, el de un arranque no muy bueno y una segunda etapa de gran rendimiento. Entre ambas cayeron un par de Copas de la UEFA a un palmarés que al final no sería tan holgado. En 2000, jugaba en el Udinese cuando Zoff lo convocó para su primer gran campeonato, la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos.

El gol

Y su rendimiento no pudo ser mejor. Se convirtió en uno de los hombres de referencia del técnico. Fue titular en cinco de los seis partidos, incluida una final que se escapó a los italianos por un solo minuto. Antes, habían vencido a Turquía en el duelo inaugural y se jugaban el primer puesto del grupo contra los anfitriones belgas, que también habían ganado en el estreno, en Heysel.



Los transalpinos se presentaron a aquel campeonato con defensa de cinco, con Albertini, un organizador, y Conte, un trabajador, en medio, y todo el ataque para los artistas. Estos eran Fiore, Totti y Inzaghi, y en el banquillo, un recambio de la categoría de Del Piero, que no tenía lugar en un planteamiento tan siderúrgico. Contra los belgas, Totti se adelantó en una jugada de estrategia en la primera parte y, en la reanudación, llegó el momento de Fiore.

Con mucha libertad para caer a las dos bandas, esta vez partió desde la izquierda, combinó con Inzaghi, quien le dejó el balón de cara, y sin pararlo envió un disparo muy colocado que se convirtió en imparable para el portero De Wilde. Entonces no lo sabía, pero fue uno de los dos únicos goles que consiguió en 38 partidos internacionales. El otro llegaría al año siguiente en un amistoso perdido contra Argentina, en Roma.

Después de la Eurocopa, Fiore siguió un año más en el Udinese antes de fichar por la Lazio. Parecía un paso adelante, pero no se entendió con el técnico, Alberto Zaccheroni, que le cambió de posición y esto provocó que se perdiera el mundial. No jugaría ninguna Copa del Mundo. Pero la llegada de Roberto Mancini al banquillo del equipo romano le volvió a dar protagonismo. Recuperó su posición y fue convocado para la Eurocopa de 2004. Sólo fue titular en uno de los tres partidos, el único que el equipo ganó antes de ser eliminado.

Fue el verano que llegó a Valencia y el año en que jugó sus dos últimos partidos internacionales. Su fracaso provocó que el conjunto de Mestalla le fuera cediendo a varios equipos. Fue en Florencia donde rindió más. Después fue a préstamo al Torino y al Livorno antes de desvincularse definitivamente del club valenciano en 2007, con 32 años. El paso por Mantova y Cosenza anticiparon el declive definitivo y la retirada. El largo viaje de tantas etapas había terminado.

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