dimecres, 26 d’agost del 2020

Ucrania, 0- Francia, 2 (Euro 2012-Primera fase)

290. Jérémy Menez (0-1)

Hay muchos casos de jugadores que, por una razón o por otra, no han podido acabar de mostrar nunca todo su potencial. A veces son las lesiones. Otras, el carácter particular de algunos futbolistas. Normalmente son deportistas de una gran calidad técnica, que despertaban muchas expectativas cuando eran jóvenes y que han tenido épocas buenas, pero que no han llegado a ser estrellas. Cuando se juntan todas estas variables nos encontramos casos como el del francés Jérémy Menez.


Campeón de Europa sub-17 en 2004 en una generación considerada de oro del fútbol francés, con nombres como Benzema, Ben Arfa o Nasri (todos ellos con problemas extradeportivos en sus carreras y de carácter no muy sencillo), Menez se formó cerca de París antes de ser profesional con el Sochaux. Pero comenzó a ser conocido con el Mónaco, equipo con el que sufrió las primeras lesiones importantes de su carrera. A pesar de ello, su calidad con la pierna izquierda llamó la atención de equipos estrangers. Pareció que se iría a Inglaterra pero, finalmente, le contrató la Roma.

En la capital italiana destacó más como asistente que como goleador. Aquí empezó a mostrar su carácter. Un enfrentamiento con el técnico, Vincenzo Montella, supuso su salida al París Saint-Germain, en 2011. Su buen rendimiento le valió la convocatoria para la Eurocopa del 2012. Hasta entonces, su trayectoria en el equipo nacional había sido más bien pobre. Pocas convocatorias e, incluso, sólo dos partidos jugados en la fase de clasificación. Pero el seleccionador, un hombre cuyos equipos practican un juego ofensivo como Laurent Blanc, confió en él y lo hizo viajar a Polonia y Ucrania.

El gol

Menez recibió confianza, la que necesita un jugador de sus características. Pero se la tuvo que ganar. El flojo partido de los franceses contra Inglaterra en el debut, con empate a un gol y sin su participación, obligó a Blanc a introducir cambios ofensivos. La apuesta le salió bien al inicio de la segunda parte en el duelo disputado contra Ucrania en Donetsk.



Fue Ribéry quien condujo el balón por la banda izquierda y lo cedió a Benzema. El delantero del Real Madrid mostró su espléndida visión de juego y observó como Menez entraba por el otro lado. Le cedió el esférico con ventaja. Este lo detuvo, regateó al lateral Khacheridi y, con su pierna buena, disparó por el palo corto y superó a Pyatov. Sólo tres minutos más tarde, un segundo gol, de Cabaye, también a pase de Benzema, decidió el partido.

Menez fue relevado en este enfrentamiento y tuvo que esperar en el banquillo en los otros dos de Francia en el torneo, dos derrotas, una intrascendente contra Suecia y la de los cuartos de final ante España, en las que entró como revulsivo sin poder hacer nada para evitar la eliminación. En el año siguiente gozó de la confianza del nuevo seleccionador, Didier Deschamps, pero poco a poco la fue perdiendo y ya no lo convocó más desde 2013.

A nivel de clubes, Menez vivió su mejor momento a partir del 2014. Su última temporada en el PSG había sido poco menos que dramática. Blanc, que ahora era el técnico de los parisinos, le dio confianza pero entre una hernia y la falta de compromiso terminó el ejercicio refugiándose de nuevo en Italia, esta vez en un decadente Milan. Y fue su mejor temporada, con 16 goles en la liga en 33 partidos en San Siro. Pero las lesiones le volvieron a atacar. Se le reprodujo la hernia y a final de temporada volvió a Francia.

A partir de aquí, con sólo 28 años, decadencia absoluta. Primero con el Girondins donde, encima, perdió un pedazo de oreja por un pisotón. La bajada de rendimiento y otra afectación en la ingle provocó una salida al Antalyaspor turco y, finalmente, en 2018, el año en que Francia se proclamaba campeona del mundo, una aventura exótica en el América mexicano. Allí, entre las lesiones fingidas y las que no lo eran fueron pasando meses, con una cesión puntual al París FC de segunda francesa para recuperarse, sin reencontrar las sensaciones de lo que prometía y que nunca llegó a ofrecer del todo.

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