divendres, 14 d’agost del 2020

Francia, 3- Bulgaria, 1 (Euro 96) -Primera fase

302. Patrice Loko (3-1)

A menudo se habla de los futbolistas como personas que tienen una vida fácil, casi regalada. Pero a veces los focos deslumbran y no dejan ver los problemas que les acompañan. El delantero francés Patrice Loko eclosionó joven y parecía que tendría una carrera espectacular cuando sobresalió en el Nantes. Pero no fue así. Problemas mentales le sacudieron en diversos momentos. No saber soportar la presión le afectó. Pero lo mejor es que lo superó y, a pesar de no llegar a ser una estrella, y haber desperdiciado una progresión que parecía imparable, pudo encarar su vida incluso cuando dejó el fútbol.


Loko, nacido cerca de Orleans, al sur de París, destacó en las categorías inferiores del Nantes, equipo en el que fue subiendo peldaños junto a amigos que integraron una recordada delantera de los canarios, Reynald Pedros y Nicolas Ouédec. Su consagración llegó la temporada 1994-95, cuando fue campeón de liga y máximo goleador del campeonato, con 22 goles. Pero no lo encajó bien. Su traspaso millonario al París Saint-Germain, y el recuerdo no superado de un hijo muerto, cuando sólo tenía ocho meses, dos años y medio antes, le hicieron explotar durante el verano de 1995. Protagonizó un episodio muy recordado saliendo de una discoteca, cuando se encaró con los gendarmes en los Campos Elíseos totalmente bebido. Se exhibió ante los agentes, incluso cuando fue conducido al hospital con un ataque de nervios que le duró cuarenta horas.

Después se recuperó y comenzó la temporada con su club, un año en el que ganaría la Copa y disputaría la final de la Recopa contra el FC Barcelona. Las buenas actuaciones le valieron la convocatoria de Aimé Jacquet para la Eurocopa del 1996, en Inglaterra.

El gol

En el campeonato, comenzó de suplente contra Rumania, pero ya entró de titular ante España, en la segunda jornada. No marcó ninguno de los dos días y tuvo que volver a calentar banquillo en el duelo decisivo contra Bulgaria. Francia quería revancha después de que los búlgaros, con un gol de Kostadinov en el último minuto en el Parque de los Príncipes, en 1993, la hubieran dejado fuera del mundial de Estados Unidos. Ambos equipos tenían cuatro puntos y quien ganaba, accedía a cuartos de final. Un empate podía llegar a provocar, incluso, una triple igualada con España y una decisión por sorteo.

Pero Francia marcó la distancia pronto. Laurent Blanc anotó en la primera mitad y, en la reanudación, una falta lateral terminó con un desafortunado autogol de cabeza del delantero Lubo Penev en tareas defensivas.Veinte minutos antes del final, sin embargo, Stoichkov volvió a poner emoción con una falta directa. El duelo fue emocionante hasta el final. Loko salió en el minuto 70 en el lugar de Dugarry y, ya en el descuento, sentenció.

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En una acción que se puede empezar a ver a partir del minuto 2:02 de este video, Thuram y Karembeu combinaron a la banda y este vio el desmarque de Loko. El atacante rompió el fuera de juego por la posición demasiado atrasada, en la banda izquierda, del jugador que había perseguido al mencionado Thuram. El delantero ya del PSG encaró al portero Mihaylov, le regateó, y con la presión de un defensa, y otro debajo de la puerta, alojó el balón en el fondo de la portería con facilidad. Francia se clasificaba para la siguiente ronda.

Loko jugó los dos siguientes partidos de titular, con dos resoluciones por penaltis, con victoria contra los Países Bajos y derrota en las semifinales ante la República Checa. Sólo jugaría cuatro partidos más con la selección. Aunque la temporada siguiente ganó la Recopa con el PSG, aquel verano, el de 1997, volvió a sufrir otra depresión y se cayó definitivamente de los planes del seleccionador. Su último año en París fue suplente y no pudo ir al mundial que terminaría ganando Francia. Al salir del equipo de la capital fue desfilando por distintas formaciones francesas, el Lorient, en el que estuvo dos etapas, el Montpellier, el Olympique de Lyon, con quien llegó a jugar la Liga de Campeones con 30 años, el Troyes y el Ajaccio.

Cuando dejó el fútbol, ​​con 34 años, supo dirigir bien su vida. Se retiró a la Bretaña, a Vannes, con su esposa, Muriel, y sus dos hijos y abrió un bar, La Bodeguita. Con su hermano, William, con quien comenzó a jugar al fútbol en su pueblo, fundó una compañía de eventos deportivos. Podía haber hecho más carrera, pero al menos su vida actual es mucho más tranquila que la que ha tenido que vivir en muchos momentos.

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