diumenge, 30 d’agost del 2020

Alemania, 2- República Checa, 0 (Euro 96-Primera fase)

286. Christian Ziege (1-0)

Alemania, todavía con el apellido Federal, aunque el Muro de Berlín había caído meses atrás, se proclamó campeona del mundo en 1990 con un sistema defensivo de tres centrales y dos laterales largos que le duró varios años. En Italia 90, quien actuaba de lateral izquierdo era Andreas Brehme, jugador que también podía actuar en el centro del campo y que fue decisivo en aquella final, marcando el único gol, de penalti. Su sucesor, seis años después, fue un futbolista que, en el Bayern y en la Mannschaft, se convirtió en el paradigma de aquellos a los que entonces se empezó a llamar "carrileros". Era Christian Ziege.



Nacido en Berlín Occidental, él mismo había explicado, precisamente, que jugaba a fútbol en las calles que había justo al lado del muro y que muchas pelotas, impulsadas con excesiva fuerza, lo habían cruzado por arriba y ya no habían vuelto. Con quince años, justamente el verano en que Alemania ganaba el mundial italiano, fue captado por el todopoderoso Bayern procedente del Hertha Zehlendorf, un club popular en la actual capital que tiene un escudo similar al Hertha más conocido de la ciudad .

En Baviera, en siete temporadas, ganó dos ligas y había terminado la temporada 1995-96 como campeón de la Copa de la UEFA ante el Girondins liderado por Zidane. Hacía tres años que había debutado con la selección absoluta, aunque quedó fuera de la lista para el mundial de Estados Unidos, y afrontaba su reválida, ya establecido en la titularidad, en la Eurocopa de 1996, en Inglaterra.

El gol

Alemania debutaba contra la República Checa en Manchester, en un grupo que completaban Italia y Rusia. El combinado de Berti Vogts quería olvidar la decepción de la derrota en cuartos de final del campeonato norteamericano y resolvió el estreno en sólo seis minutos. Con un primer gol de su carrilero.

Fue con una pelota jugada con calma desde atrás que evolucionó hacia una acción no muy típica. El central zurdo, Thomas Helmer, buscó al delantero centro, Freddy Bobic. Pero este no descargó el esférico hacia un centrocampista, ni hacia el lateral, en la banda, donde podría haber estado Ziege. Este hizo el movimiento hacia el medio, yéndose del lateral Látal y recibió el balón. Regateó al central Kadlec, pero entonces le quedó el balón para chutar con la pierna derecha, la menos hábil. Sin embargo, no se lo pensó y soltó un disparo muy colocado con el que superó al portero Kouba.


Alemania ganó aquel partido por 2-0 porqué, sólo seis minutos después, Andreas Möller sentenciaría el duelo. Justamente, ese mismo partido se repetiría en la final de Wembley. Los alemanes volvieron a vencer y se llevarían su tercera Eurocopa, con Christian Ziege de titular en todos los encuentros.

Un año más tarde, dejó el Bayern tentado por el dinero del Milan. En Italia, sin embargo, no encontró casi nunca su lugar mientras sus ex compañeros llegaban a últimas rondas de las competiciones internacionales, como el subcampeonato europeo de 1999 o el título del 2001. Disputó el mundial del 1998, pero ya de suplente de un Jörg Heinrich, del Dortmund, que le había quitado el sitio. En 1999, con 27 años, probó suerte en la Premier League de la mano de un Middlesbrough que entonces tenía dinero. Esta vez le salió bien.

El buen rendimiento en Riverside le permitió fichar por el Liverpool, donde no jugó mucho, aunque conquistó su segunda UEFA, en una final contra el Alavés. Estuvo allí dos años y fichó por el Tottenham, donde resucitó en una nueva posición en el centro del campo. Los equipos ya no jugaban con cinco defensas y su lugar primigenio de carrilero en el Bayern ya no existía. Hizo algún buen trabajo en White Hart Lane e, incluso, después de la primera temporada fue al mundial de Japón y Corea donde Alemania fue subcampeona. Él disputó algunos partidos, pero ningún minuto de la final, perdida contra Brasil por 2-0. Después de tres años en Londres, volvió a casa y se retiró en el Borussia Mönchengladbach.

Inició entonces una carrera de entrenador en este mismo equipo que lo llevó a preparar conjuntos más modestos. Incluso, como buen alemán, vivió un año y medio en Mallorca, donde entrenó al Atlético Baleares, en el intento del equipo blanquiazul para subir a Segunda División entre 2015 y 2017 . No lo logró y fue cesado. El equipo balear no pudo superar un muro alto como el que veía pasar los balones chutados por el joven Christian en la parte occidental de un Berlín aún dividido.

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