diumenge, 31 de gener del 2021

España, 2- Hungría, 1 (Euro 64-Semifinal)

132. Ferenc Bene (1-1)

Cuando se habla de Hungría relacionada con la historia del fútbol todo el mundo recuerda al equipo de la primera mitad de los años cincuenta, el Aranycsápat (equipo dorado), la formación de los magiares mágicos, del falso nueve Hidegkuti o de figuras como Puskás, Kocsis y Czibor, entre otros. Fue la formación que dominó el mundo hasta que perdió la final del mundial de 1954 contra Alemania Federal. Pero después de ese momento, la selección magiar aunque estuvo durante varios lustros frecuentando los grandes torneos antes de entrar en una larguísima travesía del desierto. Uno de los elementos importantes del país, sobre todo durante las décadas de los sesenta y setenta, fue el delantero Ferenc Bene.


Goleador de instinto, fiel durante diecisiete años al Ujpest Dosza, el mejor curso de la carrera de Bene le llegó muy pronto. Aún no había cumplido veinte, pero ya había disputado tres temporadas en Primera, con 23 goles en una de ellas, y había debutado con la selección, con la que había intervenido en seis ocasiones. No pudo ir al mundial de Chile, en 1962, pero sí participó en tres partidos, y anotó tres goles, uno de ellos importante contra Francia, en la fase de clasificación para la Eurocopa de 1964, que celebraría la fase final en España.

Nacido en el oeste del país, junto al lago Balaton, cerca de la frontera con las actuales Eslovenia y Croacia, fue captado por el Ujpest en 1961 y estaría allí hasta 1978, período en que ganaría ocho ligas y tres Copas, aunque tardarían en llegar, hasta que el equipo morado no puso fin al dominio del Vasas y del Ferencváros. En 1964 para él había dos citas importantes. Fue seleccionado para disputar, en otoño, los Juegos Olímpicos de Tokio. Antes, sin embargo, faltaba el torneo europeo. Hungría asistía por segunda edición seguida, después de caer contra la URSS en las semifinales de la primera. Ahora le tocaba jugar contra el equipo anfitrión, España, en el estadio Santiago Bernabéu. Y los magiares vendieron cara su piel. Los húngaros habían llegado a cuartos de final en el último mundial, campeonato en el que habían vencido a Inglaterra, y no serían un adversario fácil.


El gol

Los españoles, empujados por el público, aunque no llenaba el estadio, se adelantaron a los 35 minutos gracias a un remate de cabeza de Pereda. Pero no pudieron sentenciar porque Hungría jugaba bien, comandada por el gran Florian Albert, mejor jugador europeo posteriormente, en 1967, y por el delantero del Ferencváros Fenyvesi, lo mismo que anotó un gol en 1971 que daría el único torneo europeo, la Copa de Ferias, a un conjunto de su país. El partido se acercaba al final y, cinco minutos antes de que el árbitro lo indicara, todo cambió.


A pesar de los comentarios del vídeo, que explican la jugada al revés, fue Albert quien disparó desde la derecha del ataque. Iribar no pudo bloquear el esférico y Bene mostró todo su instinto adelantándose a los defensas españoles y llevando el partido a la prórroga. Hungría no pudo llegar a la final porque Amancio anotó el 2-1 definitivo en el tercer minuto de la segunda mitad del tiempo suplementario. Los magiares jugaron el partido por el tercer puesto contra Dinamarca y el ganaron por 3-1, con otro gol del delantero del Ujpest.

Pero el motivo por el que Bene entró en la historia aquel 1964 fue por los Juegos Olímpicos. Alcanzó una marca difícilmente igualable de 12 goles en el torneo olímpico, conseguidos en cinco partidos. De hecho, marcó en cuatro. Consiguió los seis goles que su equipo marcó contra Marruecos, sólo uno en el 6-5 ante Yugoslavia, descansó en cuanto a anotación en los cuartos de final ante Rumania, anotó cuatro en el 6-0 de las semifinales ante de Egipto y consiguió el segundo de su equipo en el 2-1 de la final ganada contra Checoslovaquia. Se convertía, así, sin haber llegado a los 20 años, en campeón olímpico.

La carrera de Bene fue larga. Dos años más tarde jugó su primer mundial y alcanzó otra marca. Anotó en los cuatro partidos que jugó, un gol cada uno de ellos. En la primera fase marcó en tres partidos que terminaron 3-1, una derrota contra Portugal y las victorias ante la Brasil de Pelé, aunque el crack no jugó aquel partido por lesión, y Bulgaria. Hungría cayó en los cuartos de final, nuevamente, contra la URSS por 2-1 y él fue el autor del gol de su equipo.

Fue dos veces futbolista húngaro del año, en 1964, ya relatado, y en 1969. En algunas temporadas, como en la 70-71, llegó a conseguir 34 goles. El año siguiente, ya con 27 años, jugó su segunda Eurocopa tras una eliminatoria previa de tres partidos contra Rumania. Volvió a perder una semifinal contra la URSS, esta vez por 1-0. Fue relevado a la hora de juego y su compañero Zambo erró un penalti que habría conducido a la prórroga. En 1978, cuando ya hacía tres que no jugaba con la selección, dejó el Ujpest con 33 años. Había marcado 303 goles en 417 partidos. El régimen comunista lo dejó salir al extranjero después de un año con un equipo de segunda fila y jugó una temporada con el Sepsi finlandés, antes de volver a casa.

Su gran estado físico le permitió jugar hasta los 41 años y esto contrastó con su final. En 2006, cuando sólo tenía 61, sufrió una caída que se complicó de tal manera que los tratamientos que le aplicaron no resultaron exitosos y le causó la muerte. Precoz en triunfar y precoz en irse, así fue la vida de Bene, un delantero de los otros magiares, de la generación posterior a la que ha pasado a la historia.

dissabte, 30 de gener del 2021

Portugal, 2- Países Bajos, 1 (Euro 2012-Primera fase)

133. Cristiano Ronaldo (1-1 y 2-1)

Junto con Michel Platini es el máximo goleador de la historia de las Eurocopas, aunque el francés lo consiguió en cinco partidos y él ha necesitado cuatro torneos para llegar a la cifra de nueve anotaciones. Vigente campeón del torneo, es también el jugador que aparecerá más veces, un total de cinco, en esta lista, por lo que la explicación de su carrera irá por tramos y no necesariamente ordenados. Se trata de uno de los mejores jugadores y goleadores de la historia, el portugués Cristiano Ronaldo.


Cuando el jugador de Madeira afrontó la Eurocopa del 2012, se encontraba en el mejor momento de su carrera. A los 27 años, acababa de ganar la liga con el Real Madrid, superando la tiranía del FC Barcelona de Guardiola de las últimas campañas, había anotado 46 goles en la competición doméstica y, a pesar de una dolorosa eliminación ante el Bayern en las semifinales de la Champions, se encontraba lleno de confianza a punto para afrontar sus mejores temporadas.

Ya habían pasado ocho años desde sus primeros goles en la Eurocopa de Portugal y tenía el torneo entre ceja y ceja después de haber perdido la final de aquel torneo ante Grecia. En 2008, el equipo había caído en los cuartos de final contra Alemania y en 2012, en Polonia y en Ucrania, se abría una nueva oportunidad. Desde el torneo de casa, había cambiado el Manchester United por el Real Madrid en 2009, había jugado dos mundiales, con una cuarta posición en 2006 y la eliminación en los octavos de final, ante España, en 2010, y había aumentado sus registros realizadores. Ya no era aquel extremo rapidísimo y suficiente, sino que se había convertido en un jugador más completo, con un gran disparo con ambas piernas, una excelente remate de cabeza y convirtiendo en más acusado, junto a José Mourinho, el carácter de jugador al que veneras o odias.

Marcó siete goles en una fase de clasificación para la Eurocopa en la que Portugal quedó segundo, detrás de Dinamarca, y tuvo que jugar un play-off contra Bosnia-Herzegovina resuelto por 6-2 en Lisboa con dos goles suyos. En el torneo, la selección debutó con una mínima derrota contra Alemania por 1-0, con un gol de Mario Gómez y un triunfo agónico contra los daneses con una anotación en el último minuto de Silvestre Varela. En la tercera cita, contra los Países Bajos, sería necesario al menos no perder para alcanzar los cuartos de final.


Los goles

Pero las cosas empezaron mal, con un gol del neerlandésVan der Vaart que dejaba a los lusos fuera del torneo. Había que reaccionar de inmediato, y el conjunto entrenado por Paulo Bento lo hizo antes del descanso.


Fue en un gran pase hacia el interior del área del lateral Joao Pereira. Cristiano Ronaldo pilló la espalda al central Ron Vlaar, se plantó ante Stekelenburg y lo superó con un disparo fuerte al primer palo. Con la igualada podía ser suficiente siempre que Dinamarca no venciera a Alemania en el otro partido, pero hacía falta un segundo gol para terminar de asegurar el triunfo. Este llegó un cuarto de hora antes del final del partido.


Con los oranje, que necesitaban la victoria, volcados hacia la portería de Rui Patrício, Portugal enganchó un buen contraataque con una salida al espacio de Nani por la banda derecha. Este vio a su ex compañero en el United Cristiano Ronaldo desmarcándose al segundo palo. Le centró la bola y éste, con sangre fría, recortó al lateral Van der Wiel y remató el segundo y definitivo gol.

La cuarta y quinta anotaciones de Cristiano Ronaldo en sus participaciones en las Eurocopas clasificaban a Portugal para los cuartos de final, donde esperaba un duelo que parecía asequible, pero que al final fue muy complicado, contra la República Checa, que había superado una primera fase compleja, en la que había perdido el partido inicial ante Rusia por 4-1, y había entrado en la segunda como líder del grupo A.

divendres, 29 de gener del 2021

Países Bajos, 6- Yugoslavia, 1 (Euro 2000-Primera fase)

134. Patrick Kluivert (1-0, 2-0 y 4-0)

La explosión de talento que surgió del Ajax en la primera parte de la década de los noventa recordó a la de los años setenta, cuando el equipo de Amsterdam quedó tres veces campeón de Europa. Esta vez, de la mano del técnico Louis van Gaal, un grupo de jóvenes jugadores formaron un conjunto que, aunque podría jugar poco tiempo junto, ya que muchos de ellos fueron tentados por el dinero de otras ligas, pasó a la historia. La selección neerlandesa se benefició de ello durante bastante tiempo. Uno de los futbolistas con más dotes naturales para jugar de delantero en aquel equipo, aunque no era un ariete clásico, era Patrick Kluivert.


Jugaba de nueve, pero seguramente no tenía el instinto de los grandes goleadores. Su juego era más asociativo, más de media punta y de combinar con otros futbolistas con más instinto rematador. Sin embargo, su calidad provocaba que sus cifras de anotación fueran buenas, aunque también fallaba muchas ocasiones, curiosamente las que parecían más fáciles.

Nacido en Amsterdam, pero de padre surinamés y de madre de Curaçao, Kluivert aprendió a jugar al fútbol en la calle y en un equipo de barrio antes de ser captado por la escuela del Ajax. Debutó con el primer equipo con dieciocho años y su llegada se dejó notar. Lo hizo en una Supercopa contra el eterno rival, el Feyenoord, ante el que fue titular y anotó el último gol del 3-0 final. En los cinco primeros partidos de liga ya marcó seis goles, la terminó con dieciocho y el equipo fue campeón. Además, la temporada finalizaría de la mejor manera. El Ajax era una máquina de jugar a fútbol en Europa. Él debutó en la Champions y actuó en diez partidos, muchos de ellos entrando desde el banquillo. En la final, contra el Milan, vigente campeón, fue así. Relevó a Litmanen al minuto 69 y en el 85 aprovechó una pelota suelta para dar la cuarta Copa de Europa a su club. El mundo ya lo conocía.

Kluivert había debutado esa misma campaña con la selección y, en la siguiente, dos goles suyos contra Irlanda en una repesca permitieron que los Países Bajos llegaran a la Eurocopa de Inglaterra de 1996. En el campeonato anotó un gol estéril en la derrota por 4-1 contra los ingleses y el equipo quedó eliminado en los cuartos de final por penaltis contra Francia. Él anotó el suyo en la tanda, pero un error de Seedorf condenó al equipo. En 1997, dejó el Ajax y fue al Milan. Allí jugó bastante, pero no se terminó de adaptar. Sin embargo, llegó en forma al mundial de Francia 98.

Jugó el primer partido contra Bélgica, pero fue expulsado con roja directa. Fue sancionado con tres partidos y no volvió hasta los cuartos de final, en los que marcó el primer gol contra Argentina en el 2-1 final. También lo hizo en las semifinales, ante Brasil. Pero nuevamente los penaltis dejaban a los oranje fuera del torneo. Aquel verano fichó por el FC Barcelona. Con los azulgrana, nuevamente junto a Van Gaal y con muchos compañeros de la selección en el equipo, conquistó una liga. La Eurocopa de 2000 era coorganizada entre Bélgica y los Países Bajos y lo quería aprovechar.


Los goles

La selección arrancó con tres victorias, contra la República Checa por 0-1, ante Dinamarca por 0-3, con un gol suyo, y contra Francia por 2-3 y también una anotación. Tocaban las eliminatorias y la primera sería contra Yugoslavia en Rotterdam. Sería su gran día, con tres goles y medio en su cuenta.


Los dos primeros fueron similares. En el primero, recibió un pase del lateral Numan de espaldas al central. Descargó hacia Bergkamp y comenzó a correr hacia el área. El gran jugador entonces del Arsenal le dio un prodigioso pase al espacio y él paró con el pie derecho y con este mismo superó la lenta salida del portero Kralj. Era el minuto 24. Catorce después, repetición de la jugada.


Esta vez fue Zenden quien robó un balón y lo pasó a Davids. En pleno contraataque, éste levantó la cabeza y vio el desmarque de Kluivert. Se lo pasó y el delantero se volvió a adelantar a Kralj, nuevamente dubitativo, y lo superó al primer toque. Se dice que fueron tres goles y medio, en este partido, porque el tercero de los Países Bajos, en primera instancia, se le dio a él.


Ya en la segunda parte, una falta lateral despejada por Kralj fue recogida por Bosvelt. Este inició una gran jugada por la derecha, con pisada al balón incluida, se fue del débil marcaje de Stojkovic y centró. Pareció que era Kluivert quien tocaba el balón, pero fue el centrocampista yugoslavo Govedarica, en tareas ofensivas, quien se anotó el autogol al intentar el rechazo. Pero en la siguiente jugada, el delantero neerlandés lograría su hat-trick,


Con los balcánicos totalmente fuera del partido, Zenden volvió a recuperar la bola muy arriba, entró al area y centró atrás para que Kluivert pusiera el pie y marcara el 4-0. El partido sólo había llegado al minuto 55. Hasta el final, dos goles más de Overmars y uno de maquillaje de Milosevic dejaron el 6-1 final. Pero todo el acierto que Kluivert tuvo en los cuartos le faltó en las semifinales contra Italia. Erró un penalti durante un partido que los locales jugaron con un hombre más desde la primera parte por expulsión de Zambrotta. Frank de Boer erraría otra pena máxima, el portero Toldo sería el héroe y, en la tanda, por tercer campeonato seguido, los neerlandeses deberían dejar la competición.

Kluivert sería el máximo goleador del torneo y elegido en el equipo ideal, pero aquel año 2000 marcaría un punto de inflexión negativo en su carrera. No ganó otro título hasta 2007, cuando alcanzó una liga con el gran rival del Ajax, el PSV Eindhoven. En medio, cuatro malas temporadas a nivel de victorias con el Barcelona. Además, no pudo ir al mundial de 2002 porque los Países Bajos, con Van Gaal de técnico, no se clasificaron. Hasta el final de su carrera, desde 2004, jugó en el Newcastle, el Valencia, el mencionado paso por el PSV y el Lille, pero sin ser más un delantero de referencia como al final del siglo anterior. Muchas lesiones y, al parecer, una vida no muy ordenada provocaron que el talento no se pudiera manifestar como antes.

Con la selección no jugó ningún otro gran campeonato, ya que quedó fuera de la lista para la Eurocopa de 2004 y para el mundial de 2006. Con 32 años se retiró y quiso ser entrenador. Comenzó con equipos inferiores, del PSV y del Ajax y fue asistente de Van Gaal de la selección neerlandesa que fue tercera en el mundial de Brasil de 2014 y también seleccionador de Curaçao, la tierra de su madre. Después pasó a los despachos y ahora ha vuelto al Barça, como director de fútbol formativo de la entidad. Tuvo tres hijos con su segunda esposa y uno de ellos, Justin, ahora juega en Leipzig cedido por la Roma. De cara son iguales, pero el hijo es más bajo y rápido, y sin la sensacional elegancia y clase que su padre demostró en todo su esplendor aquella tarde de domingo de Rotterdam, cuando metió tres goles y medio a lo que quedaba de Yugoslavia.

dijous, 28 de gener del 2021

Alemania Federal, 1. Países Bajos, 2 (Euro 88-Semifinal)

135. Lothar Matthäus (1-0)

Alemania Federal tuvo siempre selecciones potentísimas, desde su entrada en el concierto internacional, con la célebre final de Berna en el mundial 1954, hasta su reunificación con la parte excomunista del país y más allá. Cada época ha sido vinculada a un jugador emblemático. El primer mundial, el mencionado de Suiza, fue el de Fritz Walter; el del 1974, el de Franz Beckenbauer; y el conseguido en 1990 llevaba el nombre de un medio que, antes de levantar la copa, había perdido dos finales. Era el extraordinario Lothar Matthäus.


El centrocampista marcó una época en el fútbol de su país. Dotado de una inteligencia superior a la de la media de jugadores, explotó su gran potencia física en la parte inicial de su larga carrera y retrasó su posición para terminar de libre en una defensa de tres en el tramo final, y en todos los casos fue útil a sus equipos y a la selección, que dejó a punto de hacer cuarenta años. Dos décadas antes, apareció en el panorama internacional debutando con la selección en la Eurocopa de 1980. Participó durante quince minutos de la victoria contra los Países Bajos por 3-2, con tres goles de Allofs. Había debutado ese mismo año en la Bundesliga con el Borussia Mönchengladbach, con el que fue subcampeón de la UEFA, tras perder la final a doble partido contra el Eintracht de Frankfurt, con un gol suyo en la ida.

Estuvo a la formación "borusser" hasta 1984. Dos años antes, fue subcampeón del mundo en 1982 en España, en su primer mundial. Disputó dos partidos de la primera fase. Dos años más tarde, intervino en el fracaso alemán en la Eurocopa de Francia, con eliminación en la ronda inicial, y fichó por el Bayern, en el que cubrió una primera etapa de cuatro años. Ganó tres ligas seguidas, pero perdió la final de la Copa de Europa de 1987 contra el Oporto. Su gran agujero negro ha sido no haber ganado nunca el torneo, aunque estuvo a punto varias veces.

El año anterior, en 1986, ya era titular en el equipo que perdió otra final del mundial, el de México, contra la Argentina de Maradona. Él anotó un gran gol contra Marruecos, esencial en los octavos de final. En ese momento, Matthäus era un centrocampista que ocupaba todo el campo con largas conducciones, buena visión y un imparable disparo desde fuera del área. Además, destacaba por un fuerte carácter que empujaba a sus equipos. Dos años después del mundial, había Eurocopa en casa, y Alemania Federal quería recuperar el título perdido en Francia,


El gol

Los alemanes tuvieron una primera fase apacible, con un empate inicial contra Italia pero con dos solventes victorias ante Dinamarca y España que les dieron la primera posición de su grupo. En las semifinales, esperaban los enemigos íntimos, los neerlandeses. La rivalidad entre los dos países va más allá del deporte, es incluso social. La semifinal se jugó en Hamburgo, en el mismo Volksparkstadion donde catorce años antes los alemanes federales habían perdido contra sus hermanos del otro lado del telón de acero. El choque fue muy emocionante y parecía que se empezaba a resolver en una acción protestada.


El delantero Klinsmann entró en el área y fue claramente obstaculizado por Rijkaard, aunque él también puso un poco de artes escénicas en la caída. El colegiado, el rumano Ioan Igna, indicó el punto fatídico mientras era increpado por los neerlandeses, que incluso le tiraron el balón encima. Matthäus asumió la responsabilidad ante Van Breukelen, el portero del momento, vital en la consecución de la Copa de Europa del PSV Eindhoven pocas semanas antes. Chutó muy colocado y, aunque el portero tocó el balón, este entró. Alemania Federal iba directa hacia la final.

Pero todo se torció diecinueve minutos más tarde, con un penalti riguroso de Köhler a Van Basten que transformó Koeman y en el último minuto, cuando el propio Van Basten anotó un gol histórico que situó a los Países Bajos en la final en casa del gran rival. Con el disgusto, Matthäus fichó por el Inter de Milán, al que convirtió en campeón de liga en el primer año, y después del segundo llegaba el mundial de Italia. Fue el gran momento de su carrera, justo en el ecuador, cuando condujo la Mannschaft al título con una gran exhibición de poder.

Jugó en el Inter hasta 1992, con una UEFA en la vitrina del año anterior. Aquel verano no pudo participar por lesión en la Eurocopa de Suecia, en la que la selección fue subcampeona, y con 32 años volvió al Bayern, en el que jugaría casi hasta el final de su carrera. En medio, participación en el mundial del 94, con eliminación en los cuartos de final, y en Francia 98, con el mismo resultado. Lamentablemente, no fue llamado para la Eurocopa del 1996, en la que Alemania fue campeona, pero volvió a serlo cuando se estabilizó en la posición de libre. Con el Bayern llegó a la final de la Champions del 1999. Fue relevado en el minuto 80 de la final contra el Manchester United con 0-1 favorable. Fue el partido de la remontada de los ingleses en el descuento. Se le escapaba su última posibilidad de ganar el título. Se retiró de la selección en 2000, con tres ratos en una Eurocopa, la de Bélgica y los Países Bajos, de infausto recuerdo para su país, con eliminación en la primera fase y debacle final en Rotterdam, en casa de los neerlandeses, los enemigos del oeste.

Antes de retirarse todavía disfrutó del fútbol durante un año en el MetroStars de Nueva York y en el Herzogenaurach, un conjunto amateur. Después inició una carrera de entrenador que no fue muy provechosa y sí muy ecléctica, con paso por la selección húngara y por conjuntos que fueron desde el Rapid de Viena o el Salzburgo en el Atlético Paranaense, pasando por el Partizan de Belgrado y el Maccabi Netanya. Ahora, básicamente, interviene en los medios y opina del fútbol, ​​con un fuerte carácter que ha trasladado del campo al micrófono, el que hace falta tener para ser una gran estrella como ha sido él y para asumir la responsabilidad de anotar un penalti , el de su único gol en una Eurocopa, en un partido de la máxima, aunque al final no sirviera para nada.

dimecres, 27 de gener del 2021

Portugal, 1- Rumanía, 0 (Euro 84-Primera fase)

136. Nené (1-0)

Hasta la última década del siglo XX, Portugal no fue un país que frecuentara mucho las grandes competiciones internacionales. Contrastaban sus éxitos con las selecciones de base con las dificultades que tenía para llegar a los mejores torneos absolutos, mundiales o Eurocopas. Jugó la primera Copa del Mundo en 1966, con un tercer puesto en Inglaterra de la mano de Eusebio, pero no fue hasta 1984 cuando volvió a participar en un campeonato, la Eurocopa de Francia. Durante esta travesía del desierto de dieciocho años, un futbolista fue referencia en el país. Era el delantero Tamagnini Manuel Gomes Batista, más conocido como Nené.


Forma parte de la lista exclusiva de "One club men", de jugadores que sólo han vestido una camiseta en su trayectoria, la del Benfica. Además, como que comparten color con la selección, se puede decir que disputó toda su carrera vestido de rojo. Nené, como suele ocurrir con muchos jugadores portugueses que hemos repasado en esta lista, a pesar de ser de una parte del país, triunfó en la otra. Nació en Leça de Palmeira, junto a Oporto, pero fue captado por las águilas de Lisboa y no se movió de allí.

El día de su debut en la Copa de Europa, el 16 de septiembre de 1970, en el campo del Olimpija de Ljubljana, jugó dos minutos que compartió encima del campo con el mítico Eusébio. De hecho, jugaría seis años junto a la estrella mozambiqueña, temporadas llenas de éxitos en las que el Benfica ganó cinco títulos de liga casi seguidos, aunque no podía corroborar su potencial en Europa. Lo máximo que consiguieron fue llegar a las semifinales del año 1972, en que el gran Ajax los eliminó en las semifinales con un solitario gol de Swart.

Nené era un delantero centro rematador y oportunista. Terminó su trayectoria en el club de Da Luz con 262 goles en 421 partidos oficiales. Ganó once ligas y siete Copas, fue elegido una vez, en 1971, futbolista portugués del año y fue máximo goleador de la liga en dos ocasiones, ya en la parte final de su trayectoria, en 1981 y en 1984 , justamente el año de su gol en la Eurocopa.

Todos los éxitos a nivel local, sin embargo, se difuminaban con la selección. Nené debutó con 21 años, en 1971, en la fase de clasificación para la Eurocopa del año siguiente. El equipo fue eliminado por Bélgica. Entre entonces y hasta su retirada, disputó ocho rondas previas de grandes campeonatos, y sólo obtuvo el éxito en una de ellas. No pudo jugar ningún mundial. Para 1974, Bulgaria los eliminó por tres puntos; para el de 1978, quedaron a dos de Polonia, y para el de1982 quedó cuarto, pero sólo a dos puntos de Irlanda del Norte, que se clasificó segunda de un grupo liderado por Escocia.

Cuando ya parecía que no había nada que hacer, llegó la fase de clasificación para la Eurocopa de 1984. Sólo siete equipos se clasificaban, aparte del anfitrión, Francia. Portugal cayó en un grupo complicado, con la URSS y Polonia, tercera en el reciente mundial de España. Pero esta vez lo logró. Un gol de penalti de Jordao contra los soviéticos en el último partido en Lisboa clasificó a la selección para el torneo de Francia. Nené, que ya tenía 34 años, no disputó aquel partido, pero participó en la fase con un importante gol contra los polacos. Fue incluido en la lista definitiva del nuevo seleccionador, Fernando Cabrita, en un año en que había sido máximo goleador del campeonato local, aunque llegaría como suplente.


El gol

Portugal inició el torneo con un meritorio empate sin goles contra Alemania al que siguió otra igualada, esta vez contra España (1-1). El equilibrio del grupo provocaba que para los portugueses un empate contra Rumanía en el último partido pudiera no ser suficiente. A la misma hora jugaban los alemanes y los españoles y, de hecho, durante 81 minutos los dos empates a cero dejaba a los lusos fuera del torneo por diferencia de goles respecto a sus vecinos ibéricos. Nené no había actuado ni un minuto en los dos partidos anteriores, ya que Cabrita apostaba por Frasco, nacido en el mismo pueblo que el jugador del Benfica, y Jordao en ataque. Pero ante el empate a cero, el técnico hizo un cambio y le fue bien.


En el minuto 18 de la reanudación retiró al centrocampista Carlos Manuel y recurrió a Nené. Fue nueve minutos antes del final del partido cuando recogió los frutos. Fue en un córner lanzado por Sousa y rechazado por la defensa. El balón le volvió al centrocampista, que centró. Nené se separó de los defensas hacia el punto de penalti y obtuvo el espacio suficiente para poder pegar una volea que, aunque no salió muy fuerte, fue suficiente para superar al portero Moraru. El gol provocaba que Portugal ya no dependiera de nadie para clasificarse.

El único problema es que quedó segunda de grupo, por la victoria española contra los alemanes, y se tuvo que cruzar con Francia en las semifinales. En uno de los mejores partidos de la hhistoria de la Eurocopa, Nené volvió a entrar en el campo con necesidad de gol, en el minuto 62 y con 1-0 en contra. Jordao empató y se fue a una prórroga enloquecida en que, aunque el mismo jugador anotó el 1-2, dos goles al final de Domergue y Platini dieron la clasificación a los galos. Fue el último partido de Nené con la selección, que en el campeonato llevaba un número tan poco usual para un ariete como el dos.

Aun jugó dos años más con el Benfica, con un papel más secundario y ganó dos Copas. En 1996, ya con 36 años, se retiró. Fue el mismo año en que Portugal accedía a su segundo mundial, el primero en treinta años. En medio, toda una carrera de un delantero a quien le tocó vivir los tiempos más duros de su selección pero que aún pudo rascar un gol importante en un gran campeonato.

dimarts, 26 de gener del 2021

Dinamarca, 3- Bélgica, 2 (Euro 84-Primera frase)

137. Kenneth Brylle (2-2)

El fútbol da tantas vueltas que, a veces, lleva a jugadores de amplia trayectoria internacional a los destinos más inverosímiles. Así, podemos encontrar ejemplos como el de un delantero danés, campeón de la Copa de la UEFA con el Anderlecht, internacional con su país y autor de un importante gol en la Eurocopa de 1984 que actuó durante ocho partidos en una liga con play-off con el Centre d'Esports Sabadell, donde todavía es bastante recordado. Era el atacante Kenneth Brylle.


De su peculiar éxito en el conjunto arlequinado hablamos más adelante, pero antes hay que poner en contexto la trayectoria de Brylle. Nacido en Copenhague y formado en el Hvidovre, junto a la capital, y posteriormente en el Vejle, en la parte peninsular del país, tuvo éxito, sobre todo, en equipos belgas y neerlandeses, que a principios de la década de los ochenta se fijaron en países nórdicos para encontrar delanteros que no eran excesivamente técnicos, pero sí rápidos y buenos rematadores.

Brylle jugó cuatro cursos con el Anderlecht a partir de 1980 y alcanzó la nada despreciable cantidad de 50 goles en 122 partidos. Ganó la liga en su primer año y fue pieza fundamental en el equipo que ganó la Copa de la UEFA en 1983. Anotó cinco goles, dos contra el Valencia en cuartos de final y, sobre todo, el de la victoria por 1-0 en la ida de la final ante el Benfica. Este gol y el del andaluz Lozano en la vuelta en Da Luz, dieron el trofeo a los belgas.

El año siguiente, el Anderlecht volvió a llegar a la final de la competición. Él marcó seis goles, tres de los cuales también en los cuartos contra el Spartak de Moscú. Uno de ellos, de penalti en el minuto 85, dio la clasificación a su equipo, que ganó en la vuelta por 4-2 tras haber perdido por 1-0 en el primer partido. En la final, ante el Tottenham, fue titular en el primer partido y jugó los últimos dieciséis minutos en el segundo. Ambos acabaron con empate a uno y los ingleses vencieron por penaltis.

Brylle había empezado a jugar con una selección danesa que no se esperaba su crecimiento de los años posteriores justo cuando fichó por el Anderlecht, pero sus participaciones fueron muy ocasionales. En la fase de clasificación sólo había actuado quince minutos de un triunfo contra Hungría, pero en 1984, antes de la Eurocopa, igualó el número de partidos disputados en cuatro años, un total de cuatro, en pocos meses. Su buen estado de forma provocó que el seleccionador, Sepp Piontek, la introdujera en la convocatoria de la Dinamita Roja para viajar a Francia.


El gol

Brylle no jugó en el primer partido, una derrota contra Francia por culpa de un gol de Michel Platini, ni en el segundo, un triunfo por 5-0 ante Yugoslavia. Había que vencer a Bélgica en el tercer choque, pero los vigentes subcampeones se adelantaron con goles de Ceulemans y Vercauteren. Arnesen, de penalti, redujo la distancia antes del descanso, pero la derrota dejaba a los daneses fuera de la competición. El entrenador recurrió a Brylle en el minuto 58 y, dos después, se dejó notar.


Fue en una gran acción del mismo Arnesen por la banda izquierda. El centrocampista centró al medio del área y allí, el delantero del Anderlecht, conocido también como Brylle Larsen, sus dos apellidos, se situó entre los defensores belgas, a quien conocía bien ya que actuaba en su liga, y remató de cabeza al fondo de la portería de Pfaff. Fue un gol vital, ya que unido al de Elkjaer-Larsen cuatro minutos antes del final, dio a los daneses el acceso a las semifinales. Allí, ante España, Brylle entró de suplente para disputar los últimos siete minutos de la prórroga y transformar el primer tiro en la tanda de penaltis, pero Dinamarca quedaría eliminada. Sería su única participación en un gran campeonato de selecciones. Sólo jugaría seis partidos más con la selección, los dos últimos, cuatro años después.

Aquel verano, Brylle dejó el Anderlecht. Actuó un año en el PSV Eindhoven y otro en el Olympique de Marsella y en verano de 1987 volvió a Bélgica, esta vez a las filas del Brujas. Ya tenía 28 años y, hacia final de temporada, una vez terminada la competición con su equipo, aceptó una cesión a un modesto de la liga española. El Centre d'Esports Sabadell había ascendido el verano anterior, pero se encontraba en la penúltima posición de la clasificación a falta de disputarse el play-off que ese año se inventaron desde la federación para equipararse al boom del baloncesto. Brylle y el polaco Wolfgang April ficharon por los vallesanos para relevar a los paraguayos Ramón Ángel Hicks y Buenaventura Ferreira, que habían mostrado un rendimiento irregular. Y las actuaciones de Brylle todavía son recordadas en la Nova Creu Alta.

Es cierto que los dos recién llegados protagonizaron una anécdota, ya que disputaron el primer partido contra Osasuna y este se tuvo que repetir porque los navarros lo impugnaron por alineación indebida, ya que aducían que no tenían los permisos de trabajo a punto. Una vez solucionado el tema, Brylle jugó ocho partidos con el Sabadell entre mayo y junio con una sensacional marca: cuatro victorias, tres empates y una sola derrota. El equipo se salvó.

La temporada siguiente, volvió al Brujas, con el que ganó la liga y estuvo a un paso de llegar a la final de la UEFA de nuevo. Se lo impidió el Espanyol, en la mítica semifinal de la remontada en la que el danés actuó de titular en los dos partidos. En ese torneo anotó seis goles, tres de ellos de nuevo al Spartak de Moscú. Dejó la formación del estadio Jan Breydel en 1990 y terminó su trayectoria en equipos de segunda línea del país, como el Beerschot y el Lierse antes de retirarse en el modestísimo Knokke danés. Después de hacerlo, entrenó a una serie de equipos pequeños y se arraigó tanto en Bélgica que adquirió la nacionalidad. Y es que el mundo está lleno de paradojas, un danés que anotó un gol decisivo para que los belgas quedaran fuera de una Eurocopa se convertía, al final, en uno de ellos.

dilluns, 25 de gener del 2021

España, 4- Italia, 0 (Euro 2012-Final)

138. Fernando Torres (3-0)

Ser el único jugador de la historia del fútbol que ha conseguido algo relevante ya es suficientemente importante y justifica la trayectoria de cualquiera. En las quince finales de Eurocopa que se han disputado hasta ahora, sólo ha habido un futbolista que haya marcado en dos de ellas y que, además, las haya ganado. En una, la de 2008, fue determinante, y el gol saldrá más adelante en esta lista. El otro fue para ayudar a hacer mayor una goleada y llegó más tarde cronológicamente hablando. Estamos hablando del delantero madrileño Fernando Torres.


Se convirtió en un verdadero especialista en marcar goles definitivos con la selección española. Una anotación suya ya hizo que España se proclamara campeón de Europa de dos categorías diferentes. Así, en 2001 marcó, de penalti, en el 1-0 contra Francia del europeo sub-16 de Inglaterra y al año posterior también consiguió, esta vez de jugada, el único gol de la final contra Alemania del mismo torneo en la categoría sub-19, disputada en Noruega. En 2008, Torres cerró el círculo marcando en el 1-0 de la final de la Eurocopa absoluta, nuevamente contra Alemania. Entre el 2008 y el 2012, el año de su segundo gol en una final, le pasaron muchas cosas.

Así, en 2008 era toda una estrella en Liverpool, equipo por el que acababa de fichar el verano anterior procedente del Atlético de Madrid. Pero a pesar de que sus mejores actuaciones en Inglaterra llegaron con el equipo de Anfield, lo cierto es que no ganó ningún título en las tres temporadas y media que jugó allí y su trayectoria fue decreciendo. Así, una vez superado el impacto inicial, con 33 goles en un solo curso, en el segundo le empezaron a llegar lesiones. Fue la temporada en la que el Chelsea dejó el equipo a las puertas de la final de la Champions. El año siguiente había mundial, y era importante para él, pero no lo afrontó en las mejores condiciones.

Después de un 2009 en el que el equipo estatal había sido eliminado por Estados Unidos en las semifinales de la Copa Confederaciones, el seleccionador, Vicente del Bosque, dejó de alinear tanto a la pareja formada por Torres y Villa, que había triunfado en la Eurocopa anterior. Durante el mundial sudafricano, su participación no fue lineal y, encima, arrastraba una lesión de la que no se había curado del todo. Fue suplente en el primer partido, derrota contra Suiza, y aunque salió desde el inicio en los cuatro posteriores, siempre fue sustituido. Volvió a ejercer de revulsivo en las semifinales ante Alemania y en la final contra los Países Bajos, en la que intervino en la acción del gol de Iniesta antes de volverse a lesionar muscularmente. Había sido campeón del mundo, pero sin anotar, ni demostrar su calidad.

En el siguiente mercado de invierno, la bomba. Dejó el Liverpool y fichó por el Chelsea, ante la indignación de los aficionados reds. En Londres no jugó tan bien como en su equipo anterior, pero llegaron los títulos. 2012 fue en un gran año, en el apartado colectivo, con triunfo en la Copa y sobre todo en la Champions, en la que anotó un icónico gol para acabar de rematar al FC Barcelona en el Camp Nou en las semifinales. Se proclamó campeón tras actuar en 36 minutos de la final contra el Bayern, resuelta por penaltis. Él no chutó ninguno. De hecho, sólo había marcado doce goles en un año y medio en Stamford Bridge y tampoco afrontaba la Eurocopa del 2012 con garantías de titularidad.


El gol

Torres fue suplente en el debut contra Italia (1-1), pero entró desde el inicio y marcó dos goles en el 4-0 contra Irlanda. Fue un espejismo. Defraudó ante Croacia, partido en el que fue relevado, y sólo actuó 23 minutos en los cuartos de final contra Francia. En las semifinales, ante Portugal, no dispuso de ninguno de los 120 minutos de partido. Del Bosque, que no disponía de Villa en la convocatoria por lesión, lo había apostado todo a jugar con Cesc de falso nueve, emulando el éxito de Messi en el FC Barcelona en aquellos años.

Sólo Negredo fue titular como delantero centro en las semifinales, pero en la final, el técnico de Salamanca volvió a optar por jugar sin un punta puro. Cuatro años después de su gol en el Prater, Torres iniciaba la final como suplente. No le fue mal a España, que resolvió el partido en la primera parte con goles de Silva y Jordi Alba. Además, Italia tuvo que jugar media hora con diez jugadores, ya que el hombre que había entrado como tercer recambio, Motta, se lesionó justo después de hacerlo. El partido ya era un paseo para los vigentes campeones y Del Bosque movió el banquillo. Entró primero Pedro y, un cuarto de hora antes del final, lo hizo Torres, que tuvo tiempo de entrar en la historia.


Casi sin quererlo, Xavi Hernández robó un balón en una mala salida de los italianos. Inmediatamente, vio el desmarque del delantero madrileño. Este encaró a Buffon y, aunque el portero de la Juventus llegó a tocar la pelota, no pudo impedir el tercer gol. Torres se convertía así en el único jugador de la historia que ha marcado en dos finales de la Eurocopa. Además, fue máximo goleador el torneo, con tres aciertos, empatado con Balotelli, Cristiano, Dzagoev, Mario Gómez y Mandzukic, y habría podido serlo en solitario cuatro minutos después, cuando volvió a quedar solo ante el portero, pero decidió ser magnánimo y regalarlo a Mata para anotar el 4-0 definitivo.

Sólo tenía 28 años, pero el resto de la carrera de Torres fue decreciendo, aunque todavía ganó la Europa League al año siguiente con el Chelsea. En 2013 sí fue titular en la Copa Confederaciones en la que marcó cinco goles en cuatro partidos, aunque cuatro fueron contra la debilíssima Tahití. España fue subcampeona al perder la final contra Brasil. Tuvo un paso efímero por el Milan justo después de su último mundial y de los últimos partidos con la selección. Fue también en Brasil, en 2014, donde fue suplente en las derrotas contra los Países Bajos y Chile y titular en el triunfo estéril por 0-3 contra Australia. Marcó allí su último gol.

En 2015 volvió a su Atlético de Madrid, de donde había salido y donde consiguió otra Europa League, en 2018, a pesar de que nunca se consolidó como titular. Jugó cuatro campañas, y con 34 años decidió buscar una última aventura en el Sagan Tosu japonés, donde en 2019 puso punto final a su carrera el hombre que no solía fallar cuando llegaba una final de selecciones.

diumenge, 24 de gener del 2021

España, 4- Italia, 0 (Euro 2012-Final)

139. Juan Mata (4-0)

Hay futbolistas que trascienden más allá de lo que significa su participación en un partido de fútbol. A pesar de tener un palmarés excepcional, algunos miran más allá, en lo que sucederá cuando se retiren, y ponen en marcha programas o proyectos destinados a hacer mejor la sociedad. Es lo que ha hecho en los últimos años el atacante asturiano Juan Mata.



Aunque es nacido en Burgos, donde jugaba su padre, desde los tres años se crió en Oviedo y, tras comenzar con equipos pequeños, el club de la capital del principado lo captó con sólo doce años. Mata ha sido siempre un jugador bajo, pero rápido, tanto de acciones, como de cabeza. Seguramente por eso su evolución natural ha sido pasar del extremo que era en un principio a ser un jugador que dominaba los diferentes perfiles atacantes hasta terminar como, casi, organizador del juego.

En verano de 2003, con quince años, fue captado por el Real Madrid y llegó a jugar hasta el filial, en Segunda División, componiendo una prolífica dupla con Negredo. Pero entonces le llegó una oferta del Valencia y con diecinueve años la aceptó. El club de Mestalla pagó 1,1 millones de euros por él y, aunque al inicio no contó para el entrenador, Quique Sánchez Flores, la destitución de éste y la llegada de Ronald Koeman le abrió las puertas de la titularidad, que ya no dejaría. Aquel año fue campeón de Copa, una competición que le catapultó con dos goles al FC Barcelona en las semifinales y uno al Getafe en la final. Koeman dejó su lugar a Unai Emery y él ya estaba establecido en el primer equipo.

Su trayectoria con las selecciones de base ya había sido más que notable. Campeón de Europa sub-19, también fue convocado para el mundial juvenil de Canadá de 2007 y en 2008, después de que España ganara la Eurocopa, ya empezó a contar para Vicente del Bosque en la clasificación para el mundial de Sudáfrica. En los cuatro primeros partidos oficiales anotó tres goles y se hizo un lugar en el equipo. Así, disputó la Copa del Mundo de 2010 que los españoles ganaron. Él sólo intervino veinte minutos en un partido contra Honduras, pero el título está en su palmarés igualmente.

En 2011 le sucedieron muchas cosas. Fue campeón de Europa sub-21 y, además, el Valencia lo traspasó al Chelsea por 26 millones de euros. Parecía complicado pensar que su juego, cada vez más cerebral, podría cuajar en Inglaterra pero se convirtió pronto en el ídolo de una afición que pasó una mala temporada cerrada sorprendentemente con la Liga de Campeones, ganada en Múnich contra el Bayern . Él asistió a Drogba en el gol del empate a uno y, aunque erró su lanzamiento en la tanda, sumó el título a un palmarés cada vez más lustroso.

El verano fue movido para él. Primero de todo, convocatoria para ir a la Eurocopa. Y allí jugó un papel similar al del mundial


El gol

Porque tampoco salió al campo en ninguno de los cinco primeros partidos. Asistió desde el banquillo al avance del equipo español hasta la final y también a los 85 primeros minutos del duel decisivo, en que España ganaba por 3-0 a una Italia que se había quedado con un jugador menos sobre el campo . Cinco minutos antes del final recibió el premio del seleccionador. Le tocó sustituir a Andrés Iniesta, el mejor jugador del campeonato, y desde que entró en el campo pasó todo eso que se ve en este vídeo.


Con un equipo español ya de fiesta encima del Estadio Olímpico de Kiev, Cesc Fábregas buscó en profundidad a un Fernando Torres que acababa de marcar el tercer gol cuatro minutos antes. Este se quedó solo ante Buffon, pero no remató. Con el retrovisor vio la posición de Mata que, en casi su primer toque, anotó el 4-0 definitivo. La Eurocopa también caía el zurrón en un 2012 para el recuerdo en el que también había ganado la Copa con el Chelsea. Y sólo tenía 24 años.

Unas semanas después jugaría los Juegos Olímpicos de Londres, con un resultado no tan positivo. La vuelta al Chelsea fue buena, con una gran temporada a nivel personal que finalizaría con la Europa League. Pero el inicio de la 13-14 representó un choque. José Mourinho, el nuevo entrenador de los blues, no contó casi nada con él, eso que venía de hacer una buena Copa Confederaciones con España, con cuatro partidos jugados, un gol y el subcampeonato. En invierno dejó el club y lo fichó otro grande de Inglaterra, aunque en decadencia, como el Manchester United por 38 millones de euros. Pudo ser protagonista y salvó la participación en el mundial de Brasil, aunque siguiendo el patrón de los campeonatos anteriores su presencia volvió a ser escasa. Fueron 34 minutos en el intrascendente triunfo contra Australia. Como Ucrania, los aprovechó para marcar un gol. Sólo jugaría siete partidos más con la selección y ya no fue convocado para la siguiente Eurocopa, aunque jugó un amistoso posteriormente.

En el United, en el que ya cumple la octava temporaa, hay ganado una liga, una Copa, una Copa de la Liga y otra Europa League, aunque le falta la liga inglesa para completar su gran palmarés. Lo que ha diferenciado Mata en los últimos años, sin embargo, han sido sus actividades fuera del campo. Creó Common Goal, una plataforma a la que invitó a sumarse la mayor cantidad de futbolistas y entrenadores posibles. El objetivo es que dedicaran el 1% de sus contratos, ya fueran suculentos o más modestos, a fines sociales. Últimamente también hay una línea destinada a combatir el coronavirus, pero hay de otros tipos, para beneficiar a los más desfavorecidos. Con inquietudes culturales y sociales, y muy reconocido y apreciado por los compañeros de profesión Mata ha acumulado grandes títulos en su trayectoria, pero seguramente conseguir captar la atención de su mundo hacia este proyecto es su mejor victoria.

dissabte, 23 de gener del 2021

Alemania Federal, 3- URSS, 0 (Euro 1972-Final)

140. Gerd Müller (3-0)

La selección alemana de fútbol tiene una larga historia y grandes equipos en su trayectoria. Serán recordados aquellos que ganaron Copas del Mundo, como el que derrotó a la Naranja Mecánica neerlandesa en 1974. Pero dos años antes, el conjunto de Helmut Schön aun jugó mejor al fútbol que en la cita universal. Fue en toda la fase de clasificación para la Eurocopa de 1972 y en la ronda final, disputada en Bélgica. Eran los mejores momentos de un depredador del área llamado Gerd Müller.


"El goleador de la nación", era su apodo en Alemania porque sus registros de cara a la portería rival aún se mantienen vigentes. Es el único jugador que ha marcado en una final de la Copa de Europa de clubes, de la Eurocopa y de un mundial y ha ganado los tres títulos. El torneo de 1972 lo encaró con 26 años y ya había dado muestras de su capacidad en la fase de clasificación, en la que había anotado siete goles en siete partidos.

Müller tenía la biometría contraria a la de un jugador de fútbol de élite que pretendía destacar en su posición en el campo. No era alto, 1,76 metros, ni rápido, ni disponía de un cuerpo atlético, pero tenía un instinto para saberse situar en el área que rara vez se ha visto en la historia. Nacido en Baviera, formó parte de la hornada de jugadores del Bayern que se dio a conocer después de ganar la Recopa de 1967 al Glasgow Rangers. Él destacó con cuatro goles en las semifinales contra el Standard de Lieja y, a partir de entonces, sus cifras ya fueron escandalosas. En ninguna de las catorce ligas que disputó, todas con el Bayern, bajó de los quince goles excepto en la última, en la que anotó nueve. Fue precisamente en la de 1972 cuando alcanzó su récord, con 40, aunque dos años antes, ya había marcado 38. Fue cuando quedó máximo goleador del mundial de México de 1970.

En territorio azteca, Müller disputó su primer gran campeonato. No había entrado en la lista de Inglaterra 66 y los alemanes fueron terceros en el país centroamericano. Consiguió diez goles en seis partidos. En los ocho años en que vistió la camiseta de la Mannschaft terminó con un récord obsceno de 68 anotaciones en 62 enfrentamientos. Dos años después del mundial mexicano, pudo disputar la fase final de una Eurocopa.

Entonces, el torneo sólo lo jugaban cuatro equipos, que habían ido superando rondas de ida y vuelta. Alemania Federal había llegado a la fase final de Bélgica tras vencer a Inglaterra en un doble partido histórico, sobre todo por el 1-3 en Wembley, considerado una de las exhibiciones más grandes de un equipo nacional de la historia de una formación que lideraba el díscolo Günter Netzer. Los alemanes fueron emparejados con los anfitriones en las semifinales, y dos goles de Müller, de quién si no, en Amberes significaron el 1-2 que les dio el pasaporte para la final.


El gol

Esta se disputó cuatro días después en el estadio de Heysel, que tendría un significado muy importante para Müller y el Bayern dos años más tarde. Aquella tarde de Bruselas, el goleador abrió el marcador y los alemanes dejaron medio decidido el partido con un segundo gol, de Herbert Wimmer, al inicio de la segunda parte. Cinco minutos después, el tercer gol del partido demostró el hambre y el instinto de un asesino del área.


Los soviéticos ya estaban en esa fase en la que veían el partido perdido, pero un gol les podía volver a dejar dentro de la lucha. Hasta que Breitner sacó un balón jugado desde atrás hacia el central Schwarzenbeck, el mismo que en 1974 anotaría el mismo estadio, pero en la otra portería, el gol que permitió al Bayern no perder la Copa de Europa contra el Atlético de Madrid. Este fue avanzando y combinó con Müller. El balón pivotó en Heynckes y el delantero del Gladbach lo volvió a Schwarzenbeck, pero un defensa soviético, en concreto el georgiano Khurtsilava, les molestó. Seguramente el alemán habría podido llegar igualmente y chutar con la izquierda, pero el hambre de Müller, que seguía la acción, era mayor y, al ver el esférico suelto, disparó, robando la gloria a su compañero y anotando el 3-0 que ya sería definitivo.

Aquella fue la única Eurocopa que disputó un Gerd Müller que dejaría la selección alemana demasiado pronto y que perdió la oportunidad de lograr más títulos. Aparecerá más adelante en esta lista para seguir disfrutando de un talento pocas veces visto, seguramente el único que tenía, futbolísticamente hablando, pero el más importante; dejar el balón dentro de la portería rival.

divendres, 22 de gener del 2021

Yugoslavia, 3- España, 4 (Euro 2000-Primera fase)

y España, 1- Francia, 2 (Cuartos de final)

141. Gaizka Mendieta (3-3 y 1-1)

Lanzar bien los penaltis es un arte. A menudo se habla de la lotería de las tandas, después de las prórrogas, pero no es exactamente así. Cada vez más, los entrenadores de porteros analizan como los chutan los rivales para que los porteros les puedan detener los remates cuando llegue el momento. Pero estos técnicos debían tener muchos dolores de cabeza para intentar discernir cuál era el patrón de un superespecialista de la materia como fue el centrocampista Gaizka Mendieta.


De todos modos, Mendieta era mucho más que un especialista en tiros directos. Durante unos años, a finales de siglo y comienzo de la actual, fue el timón de un Valencia que llegó dos veces a la final de la Liga de Campeones. Había llegado al club procedente del Castellón, ciudad en la que creció porque su padre, originario de Euskadi, jugaba allí. De hecho, Gaizka nació en Lekeitio, en Vizcaya, pero desde pequeño se trasladó al Mediterráneo y, después de jugar en las categorías inferiores del conjunto albinegro, fue contratado por el filial valencianista por 30 millones de pesetas (180.000 euros), una cantidad apreciable en 1992 por un jugador joven.

Debutó en el primer equipo el año siguiente y, poco a poco, se fue haciendo un hueco en el centro del campo, aunque su progresión fue lenta. La primera explosión le llegó en la temporada 95-96, con Luis Aragonés en el banquillo, en la que el equipo quedó segundo en la liga. Actuó en 34 partidos. El mismo año disputó la final de la Eurocopa sub-21 que España perdió contra Italia en los penaltis. Curiosamente, él no disparó ninguno de la tanda, pero poco después, aparte de disputar también aquel año los Juegos Olímpicos, comenzó a tomar la responsabilidad de dispararlos con su equipo.

La técnica de Mendieta desde los once metros era depurada. Carrera lenta, levantar la cabeza, esperar a que el portero se moviera y disparo flojo hacia el otro lado o al medio. La tranquilidad que demostraba en el campo se trasladaba a esta especialidad. De hecho, Mendieta era un prodigio técnico y físico. Abarcaba mucho campo y tenía una capacidad de pase y de llegada a portería enorme, que se reflejaron con Claudio Ranieri en el banquillo valencianista y debutó con el equipo nacional de la mano de José Antonio Camacho en un recordado 9-0 contra Austria.

En el mismo curso, el Valencia ganó la Copa, con un extraordinario gol suyo en la final. En el siguiente, cambio de entrenador tuvo aún más protagonismo junto a Héctor Cúper. El Valencia eliminóa  la Lazio y al FC Barcelona antes de caer por 3-0 contra el Real Madrid en la final de la Champions de 2000. Pocas semanas después, llegaba la Eurocopa, el primer gran torneo internacional de Mendieta.


Los goles

Las cosas no empezaron nada bien. Él fue suplente y entró los últimos diecisiete minutos de la derrota contra Noruega. En el segundo partido, sí arrancó de salida, y dio la asistencia del gol a Etxeberria para el 1-2 favorable ante Eslovenia. El tercer partido era contra Yugoslavia y había que ganar para estar en cuartos de final. El enfrentamiento fue una locura. Cada vez que los balcánicos marcaban, mediante Milosevic y Govedarica, respondían los españoles, a través de Alfonso y Munitis. A un cuarto de hora para el final, Komljenovic anotaba el 3-2 y el partido se adentraba en el tiempo de descuento. España necesitaba dos goles y uno llegó pronto.


Fue en un centro hacia el segundo palo en el que Govedarica agarró a Abelardo, que puso mucho de su parte para caer. El colegiado francés Gilles Vessière indicó penalti. Mendieta asumió la responsabilidad del disparo y no falló. Sería un gol vital para que, poco después, Alfonso anotara el cuarto y diera la clasificación a los españoles de manera agónica. El siguiente partido, ya de eliminatoria, fue contra Francia. Y tampoco empezó bien, ya que Zidane adelantó a su equipo con un gran lanzamiento de falta. Cinco minutos más tarde, una nueva oportunidad para Mendieta.



Munitis entró por la izquierda del ataque y fue objeto de una clara e imprudente barrida por parte de Thuram. Mendieta volvió a coger el balón, miró a los ojos del portero Barthez y esperó a que se lanzara hacia su derecha para hacer entrar el balón por el centro de la portería. Antes del descanso, Djorkaeff adelantó a Francia. En el minuto 57, Camacho retiró del campo a Mendieta para hacer entrar a Urzaiz. Fue un error, porque España se volvió a encontrar con un penalti a favor en el último minuto de partido.


Sin Mendieta en el campo, Raúl asumió la responsabilidad tras una falta fuerza absurda de Barthez a Abelardo. El delantero del Real Madrid engañó al portero, pero su disparo se escapó por un dedo fuera. España quedaba fuera del campeonato. Con Mendieta al campo, es probable que el final hubiera sido otro y quizás Francia no habría sido campeona de Europa.

La temporada siguiente de Mendieta volvió a ser buena, aunque el Valencia se volvió a quedar a las puertas de la Champions por culpa de los penaltis ante el Bayern. Él había transformado los suyos en el partido y en la tanda definitiva. Aquel verano, con 27 años, aceptó la superoferta de la Lazio, que pagó 8.000 millones de pesetas (48 millones de euros) por el jugador. Pero en Italia no triunfó. Estuvo allí una sola temporada, en la que no se adaptó. Como mínimo, fue convocado para el mundial de Corea y Japón, en el que marcó un gol de falta contra Sudáfrica. Disparó en la tanda de penaltis ganada a Irlanda en octavos de final, pero no en la perdida contra los coreanos en cuartos. Seguramente habría tenido que hacer el quinto lanzamiento, que no llegó.

Aquel verano, Mendieta fichó por el FC Barcelona buscando el retorno a la liga española, donde había triunfado, pero en plena época de vacas flacas del equipo azulgrana. Estuvo en el Camp Nou una temporada y fichó por el Middlesbrough inglés, donde sí volvió a encontrar su lugar en el mundo. Ya no era convocado por la selección desde octubre de 2002, pero en Riverside estuvo cuatro temporadas en las que apreciaron su juego y se convirtió en un ídolo. Además, pudo explotar su pasión por la música. Se convirtió en DJ y, una vez terminada su carrera, con 33 años, en 2007, pasó a colaborar con medios de comunicación y ahora es embajador de la liga española. La estrella de Mendieta duró pocos años, pero son temporadas muy recordadas, y por más habilidades que su gran capacidad para no fallar ni un penalti.

dijous, 21 de gener del 2021

Inglaterra, 2- Gales, 1 (Euro 2016-Primera fase)

142. Jamie Vardy (1-1)

Hay jugadores de floración más lenta que los otros, que alcanzan el éxito no cuando son jóvenes sino que necesitan un proceso de maduración. Pero es difícil encontrar el caso de un futbolista que dé el salto al estrellato con 29 años y que no sea flor de un día, sino que siga siendo uno de los mejores delanteros de un país como Inglaterra una vez superada la novedad . Es lo que ha sucedido en las últimas temporadas con Jamie Vardy.


El delantero pasó del casi más completo anonimato al éxito absoluto, confirmado por un título de liga con un club modesto y una participación en una Eurocopa, en pocos meses. De hecho, cuando tomó parte en la Eurocopa de Francia de su gran año, 2016, Vardy tenía una experiencia de sólo dos temporadas en Primera División. Su camino fue largo y tortuoso y eso se nota en el hambre que demuestra con su manera de jugar.

Vardy, que hace diez cumplió 34 años, es una tortura para cualquier defensa. Corre todos los balones, los largos, los cortos, aquellos a los que puede llegar y los que no. Además, es un sensacional rematador y también va muy bien de cabeza, superando a defensas mucho más poderosos físicamente. Su éxito tardío tiene una explicación clara: dejar atrás una vida licenciosa y de poca disciplina.

Y es que no se esconde. Incluso en sus primeros años en el Leicester, equipo de la segunda categoría por el que fichó en 2012 tras una tortuosa trayectoria en conjuntos de quinta categoría como el Fleetwood Town o el Halifax, aparecía bebido los entrenamientos y eso se trasladaba a su rendimiento. En las primeras temporadas en el equipo no destacaba. Sólo lo hizo en 2014, el año del ascenso a la Premier League, pero sin ser nada de exagerado, sólo con 16 goles. En su debut en la élite marcó cinco. Y entonces, cuando ya había cumplido 29 años, el cuento de hadas.

El Leicester se había salvado de milagro en 2015 y afrontaba la temporada siguiente, con Claudio Ranieri en el banquillo, con la intención de no sufrir. Pero el equipo, formado por jugadores de segunda fila y algunos prometedores, como Kanté o Mahrez, se encontró pronto en las primeras posiciones y disfrutó del momento. En cuanto a Vardy, era otra persona. El vicepresidente del club, el tailandés Aiyawatt Srivaddhanaprabha, le había hecho ver que no podía continuar castigándose. Además, había estabilizado su vida privada y el nacimiento de su hija, Ella, fue el empujón que necesitaba para convertirse en un profesional. La temporada de Vardy, como la de todo el equipo, fue brutal. Anotó 24 goles en 36 partidos y el Leicester ganó la Premier, en una de las sorpresas más impactantes de los tiempos modernos.

Este hecho se reflejó a nivel internacional. Vardy debutó con la selección en septiembre de 2015, participó en tres partidos de clasificación para la Eurocopa y fue convocado por el técnico, Roy Hodgson. Su gran estado de forma no podía ser dejado de lado. En un año había pasado de tener un pie en segunda a jugar en un gran campeonato.


El gol

De hecho, tardó en hacerlo porque no disputó ningún minuto del primer partido, en el que Inglaterra vio como Rusia le empataba en el último minuto. En el segundo, tampoco salió desde el inicio y en el banquillo vio como Gareth Bale avanzaba a Gales tres minutos antes del descanso. Hodgson reaccionó haciendo entrar en el campo a Vardy y a Sturridge en los puestos de Sterling y Harry Kane. En once minutos dio resultado.


Fue en un centro por la banda izquierda de uno de los que acababan de entrar, Sturridge. La nutrida defensa galesa intentó rechazar en la persona del central Ashley Williams, pero lo hizo atrás, justo a la posición en que se encontraba Vardy. El delantero estaba en fuera de juego, pero el balón venía de un contrario y, por tanto, se anulaba. Enganchó el esférico en el aire, en una acción de cazagoles, y superó a Hennessey. El partido volvía a empezar y fue justamente el otro sustituto, Sturridge, quien anotó el segundo gol en el último minuto, que daba media clasificación a los ingleses.

Vardy fue titular en el tercer choque, contra Eslovaquia, pero no estuvo afortunado y volvió al banquillo en los cuartos de final, ante Islandia. Los nórdicos se adelantaron por 1-2 y, aunque él entró al campo en la última media hora, no estuvo acertado e Inglaterra quedaba fuera de la competición antes de tiempo.

Pero el gran rendimiento de Vardy no duró un solo año. Evidentemente, el Leicester, que vendió a algunos jugadores, no pudo repetir el título en 2017, pero llegó a la segunda fase de la Champions y él, a pesar de tener ofertas, permaneció fiel al equipo que lo había sacado del barro y donde aún continúa. Cuatro años y medio después de aquello, Vardy sigue jugando como si no hubiera ningún otro partido en su vida. Estuvo presente en el mundial de Rusia, donde desarrolló un rol de suplente, con un solo partido completo. Desde entonces no se ha vuelto a vestir la camiseta de los tres leones, pero de un guerrero como él, que sabe cuánto le ha costado todo, no se puede descartar otro renacimiento de cara a la Eurocopa de este junio. 

dimecres, 20 de gener del 2021

Inglaterra, 2- Rumania, 3 (Euro 2000-Primera fase)

143. Dorinel Munteanu (2-2)

Si se piensa en la gran selección rumana de la última década y media del siglo pasado, la mejor etapa en la historia del país a nivel de equipo nacional, aparecen nombres de futbolistas brillantes. Desde los Lacatus o Belodedici, que condujeron al Steaua al título europeo contra el FC Barcelona en 1986, a otros como Raducioiu, Popescu, Dumitrescu, Contra o Mutu, sin olvidarnos del gran Gica Hagi. Pero entre todos estos futbolistas hay uno que fue pieza fundamental para todos los entrenadores, tanto que fue el futbolista con más internacionalidades de la historia, aunque a menudo pasa desapercibido. Era el centrocampista Dorinel Munteanu.


Jugó 134 partidos con la camiseta amarilla y fue titular en dos Eurocopas y dos mundiales. No disputó más torneos internacionales porque Rumanía entró en una travesía del desierto en la última parte de su carrera, pero su presencia, a menudo actuando de medio centro, y a veces tirado hacia la banda izquierda, fue constante durante una década. Porque Munteanu era un zurdo con un cuerpo no muy atlético, pero con una gran capacidad de sacrificio, una notable visión de juego y un demoledor disparo con su pierna buena.

Nacido en Gradinari, al sur de Timisoara y muy cerca de la frontera con Serbia, su carrera fue totalmente nómada, con muchos equipos, de su país y del extranjero, sobre todo de Alemania, donde pasó sus mejores momentos. El gran salto lo dio cuando el Dinamo de Bucarest le contrató con 23 años, justo en 1991, cuando el comunismo se derrumbaba en el país, procedente del modesto Inter Sibiu, con el que había ganado una Copa de los Balcanes. Con el equipo histórico del Ministerio del Interior rumano conquistó una liga, jugó la Copa de Europa, con eliminación contra el posterior campeón, el Olympique de Marsella, y lo contrató el Círculo de Brujas belga.

Antes ya había debutado con la selección, con la que no había llegado a la Eurocopa de 1992, pero sí al el mundial de Estados Unidos de 1994. Aquella fue la mejor actuación del equipo nacional, en el que él jugó en cinco partidos y quedó a una tanda de penaltis de las semifinales. En 1995, Munteanu fichó por Colonia, en el que estuvo cuatro años, uno de ellos en la segunda categoría. En medio, disputó los tres partidos de la Eurocopa del 1996, con eliminación en la primera ronda. Dos años más tarde, Rumanía iba camino de hacer un buen mundial en Francia 98, después de haber vencido a Inglaterra en la primera fase. Pero un exceso de confianza contra Croacia, posterior tercera clasificada, significó su eliminación. Munteanu, inamovible, actuó en los cuatro partidos.

El año siguiente, cambió el Colonia por el Wolfsburgo, con el que pudo volver a la primera categoría del fútbol germano ya con 31 años. Y sería convocado para la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos, donde tendría protagonismo en otro duelo ante los ingleses.


El gol

Rumanía debutó con un buen empate contra Alemania y perdió en el último minuto ante Portugal en el segundo partido por culpa de un gol de Costinha. Ante Inglaterra, que acumulaba tres puntos, sólo valía la victoria y, de paso, había que esperar a que Alemania no venciera a Portugal por muchos goles, aunque por ello no hizo falta sufrir porque los lusos se impusieron por 0-3. En Charleroi, Chivu avanzó a los rumanos, pero Shearer y Owen dieron la vuelta al resultado antes del descanso. A los tres minutos de la reanudación, una jugada hizo volver a tener esperanza al equipo de Munteanu.


Fue en una acción entre Mutu y Petrescu por la banda derecha. El centro del lateral fue muy mal rechazado por el portero Nigel Martyn, uno de los mil inventos en la portería que han perpetrado las selecciones inglesas a lo largo de la historia. El balón quedó en el centro para Munteanu, que lo paró con el pecho y disparó con la izquierda. El tiro no iba nada colocado, pero como Martyn no había podido regresar a su lugar entró por el medio de la portería. Con el 2-2 sólo faltaba un gol, que Rumanía obtuvo dos minutos antes del final con un penalti transformado por Ganea.

Munteanu volvió a ser titular en los cuartos de final, pero un gol de Totti y otro de Pippo Inzaghi pusieron fin al sueño de la selección. Aunque seguiría jugando hasta los 39 años, en 2007, Munteanu no tendría la oportunidad de disputar ningún otro gran torneo de selecciones porque el equipo nacional cayó en un gran bache y no se volvió a clasificar para ninguna fase final hasta 2016.

El centrocampista se mantuvo en el Wolfsburgo hasta 2004 antes de volver a Rumanía, al gran rival del Dinamo, el Steaua, con el que aún tuvo tiempo de ganar una liga. Terminó su trayectoria aún cambiando cuatro veces más de equipos, en los emergentes Cluj y Arges Pitesti y al final con el Vaslui y la Universitatea Cluj. Pero tanto o más prolífica que su carrera de jugador está siendo la de entrenador. Preparó a siete equipos de su país, con título de liga incluido con el Otelul Galati en 2011, antes de una aventura en Rusia, con el Mordovia y el Kuban Krasnodar, otra en Azerbaiyán, en el Qabala, y regreso a casa. Munteanu ha sido de aquellas personas que siempre están, ni que no se noten, aunque con su gol en la Eurocopa de 2000 se hizo visible por unos instantes, al menos para los ingleses.

dimarts, 19 de gener del 2021

Francia, 2- Inglaterra, 1 (Euro 2004-Primera fase)

144. Zinédine Zidane (1-1 y 2-1)

Fue uno de los jugadores más elegantes del último cambio de siglo y decisivo para sus equipos y su selección. Al llegar la Eurocopa de Portugal de 2004 estaba alcanzando el ocaso de su carrera futbolística, que finalizaría dos años más tarde. Campeón del mundo en 1998 y de la Eurocopa en 2000, su nombre aparecerá más veces en esta lista por dos anotaciones en este último torneo. Pero ahora toca hablar del tramo final de la carrera de Zinédine Zidane.


Después de ganar la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos, Zidane, con 28 años, se encontraba en el cenit de su vida deportiva, pero la temporada posterior no fue del todo bien con la Juventus. Quedó segundo en la liga, que no ganaba desde hacía tres años, a dos puntos de la Roma y su formación quedó sorprendentemente eliminada en la primera fase de la Champions a manos del Deportivo y del Panathinaikos. Además, en este torneo fue expulsado dos veces, contra los coruñeses y el Hamburgo, en casa, con roja directa, lo que demostraba que no estaba centrado. Quería dar un giro a su carrera y llegó en verano de 2001.

En la carrera para llenar su equipo de galácticos, Florentino Pérez lo fichó por el Real Madrid por cerca de lo que hoy serían 77,5 millones de euros. Con 29 años era una apuesta de riesgo, pero comenzó a dar resultado desde el primer año. A pesar de un inicio dubitativo, y de que el Madrid fue segundo en la liga y perdió en casa la final de la Copa contra el Deportivo, en el Centenariazo, terminó el año ganando la Liga de Campeones en Glasgow, un torneo que se le resistía después de dos finales perdidas con la Juventus. Además, lo hizo con uno de los goles más recordados y estéticos de la historia de la competición. En verano, sin embargo, las cosas no fueron igual.

Francia defendía el título de campeona mundial en Corea del Sur y Japón y su participación fue un sonado fracaso. Las derrotas contra Senegal y Dinamarca y el empate contra Uruguay, y sin anotar ningún gol, representaron una eliminación dolorosa e inesperada por la forma. Zidane volvió a Madrid, donde la temporada siguiente ganó la liga y la Supercopa, los últimos trofeos que consiguió en el fútbol de clubes. Verano de 2004 era la hora de defender otro cetro, el de la Eurocopa, para la que los franceses se habían clasificado con claridad y mantenían el cartel de favoritos para olvidar el mal sabor del mundial.


Los goles

El debut era complicado. Jugaban contra una Inglaterra con mucho talento en el medio del campo y en la delantera en un choque en Lisboa que debía decidir el primero de un grupo que completaban Croacia y Suiza. Los ingleses se adelantaron a los 38 minutos con un cabezazo de Frank Lampard y habrían podido sentenciar en la reanudación si Barthez no hubiera parado un penalti a David Beckham. El partido estaba a punto de terminar y se llegaba al tiempo de descuento en medio de la alegría de la afición insular. Entonces llegaron segundos de locura.


Que comenzaron en el minuto 91, cuando el delantero Heskey cometió una falta totalmente evitable en la frontal del área sobre Makélélé. Era una gran oportunidad para empatar, aunque el lanzamiento era mejor para un zurdo. Fue precisamente con este hecho con el que jugó Zidane, que ocultó el tiro por encima de la barrera pero que buscó el palo del portero. Este, David James, con un largo historial de desastres con el equipo inglés, dio el paso que no tenía que dar hacia su izquierda y se tragó el gol.

Pero aún faltaba lo mejor. Justo después de servir de centro, Steven Gerrard cometió un grave error al pasar el balón atrás hacia James sin ver que estaba Thierry Henry. El delantero se adelantó al portero y éste le cometió un claro penalti para evitar el gol. Lo consiguió sólo durante unos segundos, ya que Zidane realizó el lanzamiento y dio la vuelta al resultado. Cinco años después del triunfo del United contra el Bayern en la final de la Champions del Camp Nou, se repetía la hazaña, pero ahora con los ingleses como víctimas.

La victoria fue importante, ya que a la larga dejó a Francia como primera de grupo y a Inglaterra como segunda. Los británicos se tuvieron que enfrentar a los anfitriones, Portugal, y cayeron por penaltis. Los franceses parecía que lo tendrían mucho más fácil ante Grecia, pero en otra gran sorpresa del torneo cayeron por 0-1 con un gol de Charisteas en el otro estadio lisboeta, el José Alvalade. Fue el último partido de Zidane en una Eurocopa.

Sus dos últimas temporadas en el Madrid se las pasó en blanco en cuanto a títulos pero tenía entre ceja y ceja el mundial de Alemania, que aprovecharía para despedirse del fútbol, ​​con 34 años y después de algunos problemas físicos durante la última parte de su trayectoria. Sin embargo, pudo llegar en forma y condujo a su selección de manera sorprendente hasta la final, derrotando a Brasil en cuartos y a Portugal a las semifinales. Se convirtió en el cuarto jugador de la historia, después de Vavá, Pelé y Breitner, en marcar en dos finales de una Copa del Mundo, al anotar a lo Panenka un penalti contra Italia. Pero el partido tuvo otro protagonista, el defensa transalpino Materazzi, que empató y que provocó la expulsión del francés en un cabezazo icónico. Una mala manera de colgar las botas porque, además, un error de Trézéguet, el mismo jugador que había dado una Eurocopa a Francia seis años atrás, entregaba esta vez el título a los italianos, derrotados en 2000.

La trayectoria posterior de Zidane como entrenador es bastante conocida. Después de preparar al filial del Madrid relevó a Rafa Benítez en 2016 y encadenó tres Ligas de Campeones consecutivas y una liga española. Abandonó el banquillo blanco en 2018, después de ganar la final de Kiev contra el Liverpool, pero regresó al año siguiente para celebrar otra liga la segunda temporada. Como técnico muestra la flema que tenía jugando, pero esconde su carácter fuerte, el que sacó con Materazzi y el que demostró celebrando aquellos dos goles en un minuto contra Inglaterra en su última Eurocopa.

dilluns, 18 de gener del 2021

Portugal, 1 (2) - España, 1 (4) (Euro 2012-Semifinales)

145. Sergio Ramos (1-1, 2-3)

Los defensas, sobre todo los centrales, han ejercido en muchas ocasiones de líderes de los equipos. Su situación privilegiada en el campo, con todo el juego de cara, y el carácter fuerte que hay que tener para actuar en esta demarcación los convierten en apropiados para esta función. Uno de los más exitosos de los últimos años, tanto en su equipo, el Real Madrid, como en su selección ha sido un futbolista al que, más allá de filias y fobias, hay que reconocer una capacidad de aprendizaje y de superación personal difícilmente comparables. Se trata de Sergio Ramos.


Nacido en Camas, cerca de Sevilla, Ramos debutó en el equipo del Sánchez Pizjuán con dieciocho años de lateral derecho y enseguida se le vio su madera de líder. Muy fuerte físicamente, corría la banda arriba y abajo sin parar y, además, asumía la responsabilidad de lanzar las faltas. De hecho, su segundo gol en Primera, en su segunda temporada en el equipo, fue un tiro libre contra el equipo que lo ficharía poco después, el Real Madrid. En 2005, sólo con 19 años, debutó con la selección y el mismo verano ficharía por el club blanco. Su carrera estaba lanzada.

Aquel primer Ramos era un jugador de banda, a menudo demasiado impulsivo, una calidad que no ha abandonado. Es el jugador más expulsado de la historia de la Primera División. Pero sería injusto centrar su fútbol en la dureza. Ramos es el ejemplo claro de alguien que se ha tomado sus flaquezas como una cuestión personal y las ha intentado paliar con el paso de los años, hasta llegar a ser el líder del Real Madrid y de la selección. El seleccionador, Luis Aragonés, que le llevó al mundial del 2006 con veinte años, le frenó los impulsos excesivos para abandonar su posición y poco a poco llegaron los éxitos, tanto con el club, como con el combinado español.

Ramos tiene un palmarés difícilmente mejorable con cinco ligas, dos Copas, cuatro Champions, cuatro mundiales de clubes y tres Supercopas europeas como máximos galardones con el Madrid. Además, en 2008 formó parte de la selección española que ganó la Eurocopa de Austria y Suiza y repitió dos años después con la Copa del Mundo de Sudáfrica. En ese momento todavía era lateral, pero aquella época marcó su cambio de rol.

En el segundo año de José Mourinho como entrenador del Madrid, en la temporada 2011-12, afianzó la posición de central, en la que se había movido ocasionalmente. Su mayor comprensión del juego le permitía hacerlo y cada vez iba ganando más jerarquía. Fue una gran temporada con los blancos, con el título de liga, aunque le quedó una espina. Cayó eliminado en las semifinales de la Liga de Campeones contra el Bayern de Múnich en la tanda de penaltis y su error dio la vuelta al mundo


De su disparo tan alto se hizo burla. Pero como le ha pasado siempre, a Ramos le sirvió para intentar superarse y no se escondió. Pocas semanas después, con la selección, y ya de central junto al azulgrana Piqué, afrontó la Eurocopa de Polonia y Ucrania. España pasó la primera fase con ciertos padecimientos, con un empate contra Italia y un triunfo a última hora ante Croacia. Lo tuvo más fácil en los cuartos de final contra Francia (2-0). Las semifinales emparejaron a la selección con la Portugal de su compañero de equipo Cristiano Ronaldo, un gran choque en Donetsk.


El gol

El partido fue muy táctico, con pocas ocasiones, y se llegó a la tanda de penaltis. Esta no pudo empezar de la peor manera para los dos equipos, con errores de Xabi Alonso y Moutinho. A continuación anotaron Iniesta, Pepe, Piqué y Nani. Llegaba el cuarto penalti español y Sergio Ramos se enfrentaba a sus fantasmas ante el Bayern, el del tiro a las nubes. Pero como ha hecho siempre, no eludió la responsabilidad.


En una gran demostración de responsabilidad, no sólo transformó el disparo, sino que lo hizo a lo Panenka. Lo celebró con rabia, recordando las burlas pasadas. Quizás la situación desestabilizó al siguiente lanzador portugués, Bruno Alves, que envió su disparo al larguero. Como había pasado cuatro años antes en los cuartos de final de Viena, Cesc Fàbregas tenía la responsabilidad de clasificar a España y lo hizo con suspense, ya que el balón tocó en el palo antes de entrar. Cristiano Ronaldo se quedó sin lanzar el último tiro y clamando por lo que él consideraba una injusticia. España ganaría la final por 4-0 ante Italia sólo cuatro días más tarde.

Ramos comenzó a vivir sus mejores años y, desde 2014, a encadenar Ligas de Campeones con el Real Madrid. En la primera, anotó en el último minuto el gol que evitaba la derrota contra el Atlético de Madrid en Lisboa y conducía a una prórroga ganadora. En la del 2016, él también marcó en la final conquistada en la tanda de penaltis ante el mismo rival y en el que también disparó uno, el cuarto, como el número de su camiseta. Pocas semanas después, otra Eurocopa, la de Francia.

España debutó con dos victorias, contra la República Checa y ante Turquía. El tercer partido, contra Croacia, era para ser primera de grupo e ir por la banda benevolente del cuadro. Con empate a un gol en el marcador, penalti a favor de España por zancadilla a Silva. En ese momento, Ramos no era el lanzador oficial ni del Madrid, ni de la selección, pero quiso volver a asumir la responsabilidad.


Y esta vez salió cruz, aunque con la complicidad del colegiado neerlandes Bjorn Kuipers, que permitió que el portero Subasic se adelantara de manera ilegal. Además, Perisic marcó en el tramo final y España quedó segunda, tuvo que jugar octavos contra Italia y fue eliminada.

En los dos años siguientes, Ramos volvería a ganar la Champions con el Madrid. En 2018 llegó tras provocar una polémica lesión a Mohamed Salah, del Liverpool, en la final de Kiev. Porque es un jugador que no admite grises, o se le adora, o se le odia, por su manera de ser, siempre directa, y por sus actuaciones en el campo. Está casado con una famosa presentadora, Pilar Rubio, e incluso se le ha dedicado una serie en Amazon Prime Video. Desde 2018, cuando Cristiano Ronaldo se marchó a la Juventus, lanza todos los penaltis del Real Madrid y es casi imposible que falle alguno. Y muchos son al estilo Panenka, como aquel de la Eurocopa del 2012, tan importante para dar la tercera Eurocopa a la selección.

diumenge, 17 de gener del 2021

Ucrania, 0- Irlanda del Norte, 2 (Euro 2016-Primera fase)

146. Gareth McAuley (0-1)

La mayoría de futbolistas tiene trayectorias esforzadas y lejos del foco mediático. No son tantos los que llegan a las primeras divisiones de los respectivos países y aún menos los que pueden jugar partidos internacionales. A los 36 años, la carrera de un jugador va llegando al final, si no se ha terminado ya. Por eso, que tengas la oportunidad de debutar en un gran campeonato con tu país a esta edad es una alegría, y que marques un gol decisivo, aún más. Aunque el destino suele ser cruel y te lo puede quitar casi todo con sólo nueve días de diferencia. Es lo que le pasó, en una historia que veremos en dos capítulos, al central norirlandés Gareth McAuley.


McAuley tenía sólo dos años y medio cuando Irlanda del Norte llegó a la segunda fase del mundial de España 82 y seis y medio cuando disputó su último gran campeonato, el mundial de México. Allí, Colin Clarke anotó el último gol de la formación verde en un torneo importante, en una derrota contra los españoles por 2-1. Treinta años después, los norirlandeses habían conseguido clasificarse para un gran torneo, la Eurocopa de 2016 en Francia, y aquel tenía que ser el brillante punto final a la carrera internacional de McAuley.

El central jugaba en el West Bromwich Albion desde hacía cuatro años y estaba viviendo sus mejores momentos, con continuidad a una Premier League que no había disfrutado hasta los 32. Nacido en Larne, al norte de Belfast, se trasladó a la capital para jugar a fútbol en el Linfield y después de pasar por el Crusaders y el Coleraine, los principales clubes del país, y ya con 24 años, pudo salir y fichó por el Lincoln City, un conjunto del cuarto nivel inglés. En aquellos años debutó con la selección de Irlanda del Norte, un conjunto que quedaba siempre lejos de clasificarse para las grandes citas. Su motivación era defender la camiseta del país y hacerlo lo mejor posible, pero la reducida cuota de equipos que podían entrar en un mundial o una Eurocopa hacía inviable la clasificación. De hecho, su selección no estuvo nunca a menos de cinco puntos de conseguirlo.

Dos temporadas después de llegar al Lincoln fue escalando. Encadenó cinco ejercicios seguidos en el Championship, la segunda división del fútbol inglés, entre el Leicester y el Ipswich Town. Destacaba también por su potencia a la hora de cabecear las acciones a balón parado. Con este último equipo llegó a marcar cinco goles en una liga. Fue en 2011, ya con 31 años, cuando lo fichó el West Brom y, entonces, todo lo que había ido a cámara lenta hasta entonces se precipitó. Encadenó cinco temporadas seguidas en la máxima categoría inglesa jugando regularmente y siendo clave para las salvaciones, e incluso alguna buena posición, de su equipo. Además, la UEFA había decidido ampliar la Eurocopa a 24 países y eso daba más opciones en Irlanda del Norte.

La selección consiguió reunir a un buen grupo de jugadores. No había ninguno que destacara, pero a las órdenes del técnico, Michael O'Neill, formaban un buen clan y hacían valer el ambiente de Windsor Park en los partidos en casa. Encima, les tocó un grupo asequible de clasificación para la Eurocopa de 2016 y no lo desaprovecharon. Irlanda del Norte entró por la puerta grande al torneo como campeona de grupo, ante Rumanía, también clasificada, Hungría, que lo hizo en la repesca, y las eliminadas Finlandia, Islas Feroe, a quien McAuley marcó tres goles, y Grecia, totalmente hundida. A los 36 años, el central de la esforzada carrera jugaría un gran torneo.


Los goles

El debut se saldó con una derrota mínima contra Polonia (1-0), con un gol de Milik, en un partido en el que demostraron que sería complicado superar su entrega y fuerza defensiva. El segundo choque era contra Ucrania, que había caído en el estreno contra Alemania. Era el partido vital para aspirar a algo. Y a los cuatro minutos de la reanudación, llegó el gran momento de la carrera de McAuley.


Fue en una falta lateral que, como ocurre siempre con los equipos británicos, es sinónimo de peligro. La acción fue simple. Oliver Norwood colgó el balón y McAuley (1,95 metros) ganó la acción al gigantesco Khacheridi (1,98) y batió un estático Pyatov. El gol, el primero de los norirlandeses en una fase final desde el de Colin Clarke en México, fue decisivo para que Irlanda del Norte controlara el partido hasta que, en tiempo de descuento, llegó la segunda anotación, de Niall McGinn en una contra, que lo dejó todo liquidado.

Esta fue la primera parte de la intervención de McAuley en la Eurocopa. Irlanda del Norte entró en la segunda fase, a pesar de perder el tercer partido del grupo contra Alemania por 1-0, por culpa de un gol de Mario Gómez. Pero dentro de unos días se explicará en esta lista cómo fue la eliminación de los británicos del torneo, en la que el central tuvo mucho que ver.