dissabte, 9 de gener del 2021

Suecia, 0- Bélgica, 1 (Euro 2016-Primera fase)

154. Radja Nainggolan (0-1)

Hay jugadores que completan grandes carreras internacionales sin ser un prodigio de virtudes técnicas, pero con mucha fe y determinación en todo lo que hacen. Son futbolistas sacrificados para el equipo, habitualmente con unas grandes cualidades físicas, ya sean de envergadura o de gasto energético sobre el campo, valorados por sus entrenadores para que contagien el resto del equipo de ritmo y vigor. Este talante guerrillero se entiende si, además, han tenido que luchar contra inconvenientes en su vida diaria desde pequeños. Es el caso del belga Radja Nainggolan.


Nacido en Amberes, de madre flamenca y de padre indonesio, lo que explica sus rasgos físicos tan acusados, el pequeño Radja tuvo que vivir en una familia marcada por la fuga del progenitor, que los abandonó cuando eran pequeños, a él , a sus tres hermanastros y a su hermana gemela. El padre era miembro de la Iglesia Protestante Cristiana de Batak, en el archipiélago asiático, y decidió dejar a su familia y emprender su camino. La madre de Nainggolan, por tanto, jugó un papel esencial en su vida. Cuando murió, en 2010, él se tatuó dos grandes alas en la espalda con la fecha de su nacimiento y su muerte.

Desde el punto de vista deportivo, Radja se formó en el Beerschot pero allí fue captado por el calcio. El Piacenza puso sus ojos en él. En realidad, sus virtudes de centrocampista esforzado, que roba muchos balones, que a menudo es duro y que puede llegar al área con facilidad casa mucho con el estilo de juego más apreciado en el país transalpino, donde se ha desarrollado toda la su carrera. Con 17 años debutó en la serie B con el equipo de la región de Emilia Romagna y estuvo allí cinco campañas y media, hasta que lo fichó el Cagliari.

Durante este tiempo, Nainggolan había debutado con una selección belga que iba renaciendo después de una muy mala época. Aun estaba lejos de la élite, pero obtenía algunos buenos resultados en categorías inferiores. Él debutó en la selección absoluta en 2009, pero sólo contaba para algunos amistosos durante los cinco primeros años, hasta después del mundial de 2014, en el que los belgas participaron con un muy buen equipo que quedó eliminado por Argentina en cuartos de final.

Mientras tanto, había fichado por el Cagliari, en 2009, y se había ganado una merecida fama de jugador de equipo, competitivo y duro en Italia. Fue justamente aquel 2014 en que dio un salto importante en su carrera y lo contrató la Roma, con la que sería segundo en la liga y se clasificaría para la Champions posterior. Con el equipo nacional jugó, por fin, en partidos oficiales. Fue en la fase previa de la Eurocopa de 2016. Roberto Martínez, el nuevo seleccionador, contó con él y la jugó prácticamente toda. El trámite fue sencillo y Bélgica se clasificó con facilidad para una cita en la que, por primera vez en años, llegaba como favorita.

Nainggolan comenzó como titular el torneo, pero el equipo perdió por 0-2 contra Italia y Martínez introdujo cambios para enfrentarse a Irlanda. Apostó por hombres más técnicos y el equipo venció por un claro 3-0. Se lo jugaría todo en la última jornada, contra Suecia, en Niza. Y con él de titular.


El gol

Ante los escandinavos podía valer cualquier resultado que no fuera la derrota. Esta apartaba al equipo del torneo. Un empate aseguraba el acceso a los cuartos, como mínimo como uno de los mejores terceros. Los suecos, en cambio, tenían que ganar como fuera. El partido fue avanzando hasta el final con igualada y cualquier acción podía ser letal para los belgas, que no respiraron hasta el minuto 84.


Fue en una internada de Eden Hazard por la izquierda. Centró atrás, la pelota salió del área y fue a parar a los pies de Nainggolan, que ensayó una de sus especialidades, el disparo desde larga distancia. Chutó fuerte y tuvo la suerte de que el balón tocara en el sueco Zengin, que había salido a taparlo. Esto contribuyó a que al esférico alejara más del portero Isaksson, que no pudo hacer nada para evitar el único gol del partido.

Después de esta acción, ya no lo quitaron de la titularidad. Participó en la goleada por 0-4 contra Hungría y marcó otro gol, el que adelantaba a los Diablos Rojos en los cuartos de final contra Gales. Pero la selección se hundió en el partido contra los británicos y quedó eliminada cuando tenía ante sí un camino bastante expedito hacia la final.

Siguió en la Roma dos temporadas más, a buen nivel, pero cada vez era menos convocado para los partidos internacionales por Roberto Martínez, que comenzó a confiar en otros jugadores para dar una vuelta de tuerca al equipo tras el desencanto de la Eurocopa. 2018 fue un año de contrastes para Nainggolan. Firmó por el Inter de Milán, uno de los grandes de Italia, pero también supo que no jugaría el mundial: el seleccionador le había dejado fuera de la lista para estar en Rusia. La ira del guerrero no se hizo esperar y soltó acusaciones contra el técnico, del que dijo que había destrozado el sueño de su vida, el de jugar una Copa del Mundo, y que sus explicaciones habían sido patéticas. Este respondió que tenía mucho donde elegir, que se había decantado por la calidad, en un ataque a las características del centrocampista, más físicas que de toque, y que le pagaban para tomar decisiones impopulares. Nainggolan dijo que no volvería a vestir nunca más la camiseta roja, aunque cambiara el entrenador. Se perdió el tercer lugar en Rusia 2018.

Su vida siguió en el Inter, con una buena temporada y seis goles, aunque el equipo sólo fue cuarto. Con la llegada de Antonio Conte al banquillo, la entidad lo cedió a uno de sus antiguos equipos, el Cagliari, donde volvió a rendir a la perfección y se ganó el retorno a San Siro, donde lucha para ganarse el favor de un Conte que aún dirige al equipo. Con 32 años, sin la selección en el horizonte y con dificultades para jugar en su club, las cosas no son fáciles para Nainggolan, pero un guerrero como él no se rinde nunca y seguro que continua luchando, a veces al límite y más allá del reglamento, para seguir en la élite.

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