dimecres, 6 de gener del 2021

Italia, 2- Suecia, 1 (Euro 2000-Primera fase)

157. Alessandro del Piero (2-1)

La nómina de números 10 que ha tenido Italia en el transcurso de la historia es inacabable. Desde Gianni Rivera a Roberto Baggio, pasando por Francesco Totti, todos ellos han sublimado una posición, la de trequartista, que ahora mismo, con los nuevos rigores tácticos, se encuentra en extinción. Uno de los mejores representantes de lo que ha significado este rol en el equipo de su vida, la Juventus, y en la selección transalpina ha sido el excepcional Alessandro del Piero.


Nacido en la región del Véneto, cerca de Venecia y de la frontera con Eslovenia, entonces todavía Yugoslavia, Del Piero combinaba a la perfección la capacidad para golear, gracias a un gran disparo con la pierna derecha, sobre todo en tiros de falta directos, con la visión de juego para combinarse con un delantero centro y con la calidad para emprender largas conducciones gracias a la capacidad innata para llevar el balón pegado al pie. En la lista de máximos goleadores italianos de la historia ocupa el segundo lugar, con 346 anotaciones, sólo superado por el legendario Silvio Piola (390). Y es un hecho sorprendente teniendo en cuenta que sus inicios, en Conegliano, su ciudad natal, fueron de portero.

Pero a su madre, ama de casa, no le gustaba que actuara en una posición en la que caía tanto en el suelo y se raspaba las rodillas y, asesorado por su hermano Stefano, que vio en él virtudes como jugador de campo, avanzó su posición. Así, de sus primeros partidos en San Vendemiano, al lado de casa, fue captado por Padova, que lo hizo debutar en la Serie B con 17 años. Estuvo allí dos temporadas antes de que lo viera Gianpiero Boniperti, un antiguo gran jugador de la Juventus que trabajaba para el club. En 1993, con 19 años, ya estaba en Turín.

Y allí comenzó una historia de amor que duró 19 años. Del Piero debutó en la Serie A en Foggia, sustituyendo al delantero Ravanelli, y en el segundo partido, un 4-0 ante la Reggiana, con diez minutos, y relevando al mismo jugador, le bastó para marcar su primer gol. Aquella misma temporada ya terminó de titular y anotó su primer hat-trick, contra el Parma, aunque la Juventus quedó a tres puntos del Milan en la lucha por ganar la liga. Al año siguiente ya ganó la Copa y se convirtió en un habitual de las selecciones inferiores hasta que debutó con la absoluta en 1995, de la mano de Arrigo Sacchi, en un 4-1 contra Estonia. Del Piero terminaría su carrera con 91 internacionalidades y 27 goles.

En los años posteriores ganó una Champions, su único gran éxito en una competición en la que luego perdió tres finales más, dos de ellas consecutivas en 1997 y 1998 y otra en 2003. Fue convocado para la Eurocopa de 1996 , pero pagó los platos rotos de la derrota contra Rusia en el segundo partido. Fue relevado por Sacchi y ya no jugó más. Italia cayó en la primera fase. En 1998 también fue convocado por Cesare Maldini para su primer mundial, el de Francia, pero su participación también fue irregular. Roberto Baggio le quitó el sitio de manera extraña, ya que él se encontraba en su mejor momento y el veterano media punta, en el ocaso. Estas luchas por una posición con Baggio y después con Totti, como las de Mazzola y Rivera en los años 60, causaban polémica en todo el país.

En 1998, al inicio de la temporada, sufrió una grave lesión de rodilla que le dejó todo el curso sin jugar. Al verano siguiente se recuperó y se puso en forma para afrontar la siguiente cita, la Eurocopa de Bélgica y los Países Bajos del 2000, en que volvió a vivir una montaña rusa


El gol

Con Dino Zoff en el banquillo, otra leyenda de la Juventus, volvió a perder la partida, ahora con Totti, que era el titular. Él jugó dos ratos en los triunfos contra Turquía y Bélgica y, con el equipo ya clasificado, fue titular ante Suecia. Los italianos se adelantaron con un gol de Di Biagio, igualado por uno de Henrik Larsson ya en la segunda parte. Los suecos fueron como locos a buscar un gol que les diera la clasificación, pero cometieron un error dos minutos antes del final.


Fue el joven Daniel Andersson, quien había entrado como suplente, quien se hizo un lío víctima de una emboscada entre Iuliano y Montella. Este tocó el balón, que llegó a Del Piero, que inició una conducción de la suyas. Con un sutil toque, se ganó el espacio delante de la entrada del central Mellberg y, de repente, soltó un disparo fortísimo con la pierna no hábil, la izquierda, que superó al portero Hedman. Italia hacía lleno de puntos en la primera fase.

Del Piero volvió a la suplencia en los cuartos de final, contra Rumania, pero fue sorprendentemente titular en la épica victoria por penaltis, y un jugador menos, ante los anfitriones, los Países Bajos, en las semifinales. Jugó los 120 minutos e iba a chutar el último lanzamiento desde los once metros, pero no hizo falta. Parecía que había ganado la partida a Totti, pero volvió a empezar la final desde el banquillo, aunque el jugador de la Roma tampoco jugó, por el dispositivo táctico de Zoff. Entró en la reanudación y, a los dos minutos de estar en el campo, Delvecchio marcó un gol que parecía que daría el título a los italianos. Pero Del Piero recordará aquella final por un contraataque que habría dado media Eurocopa a su país.


Recibió un pase de Ambrosini y se quedó solo ante Barthez. El portero francés le adivinó la intención y le detuvo el disparo. Wiltord empataría en el último minuto y su compañero de equipo en la Juventus, David Trézéguet, según él con quien se ha entendido mejor en un campo de fútbol, ​​le clavó un puñal con un gol de oro en la prórroga que daba la Eurocopa a Francia.

Del Piero vivió dos fracasos más con la selección en 2002 en Corea y Japón, con el increíble arbitraje del ecuatoriano Byron Moreno en la eliminación en octavos de final contra Corea del Sur, y con la caída en la primera fase de la Eurocopa de 2004, en Portugal. Aquí ya era titular. Encontraría consuelo a todos sus males con la azzurra con el título mundial de 2006 en Alemania, con un gol en semifinales contra los anfitriones que, también según él, es el más especial que ha marcado.

Pero 2006 sería un año de luces y sombras. Campeón del mundo, pero descenso con la Juventus por el escándalo del Moggigate. Podría haber fichado por otro equipo, ya con 31 años, pero entonces pronunció una de esas frases que pasan a la historia: "un caballero no abandona nunca a una dama", en referencia al apelativo de "Vecchia Signora "del conjunto turinés. Del Piero jugó en la Serie B, como en sus inicios en Padova, y consiguió el ascenso, con lo cual aún fue más venerado por la afición. Cerró su periplo con la selección en un gran torneo en la Eurocopa del 2008, con la eliminación en cuartos de final, por penaltis, contra España. Él iba a tirar el quinto, pero ya no pudo por los fallos anteriores de De Rossi y Di Natale. Aun jugó un partido más, 34 minutos en la clasificación para el mundial de 2010 de Sudáfrica, contra Georgia en Udine, muy cerca de casa, en Conegliano.

Del Piero se retiró de la Juventus en 2012, cuando el equipo ganó la primera de las nueve ligas seguidas que ha encadenado. Inició una aventura de dos temporadas en el Sydney FC, donde marcó 24 goles en 48 partidos, ya con 37 años, y se retiró a punto de cumplir 40 en Delhi, en la nueva liga india. Se acababa así una larga y exitosa carrera de uno de los mejores jugadores italianos de la historia, llamado Pinturicchio desde los 19 años por el magnate de la Juventus y de la Fiat, Giovanni Agnelli, que quiso comparar su arte jugando con el del pintor renacentista Bernardino di Betto. La pregunta es: ¿qué habría pasado si a su madre no le hubiera importado que se hubiera seguido rompiendo los pantalones y hubiera continuado jugando de portero?

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