dijous, 20 de maig del 2021

Francia, 2- Portugal, 1 (Euro 2000-Semifinales)

23. Zinedine Zidane (2-1)

Lo dejamos en el número 87 de esta lista anotando un gol decisivo ante España en la Eurocopa que Francia acabaría ganando en 2000 en los Países Bajos. Las semifinales de aquel torneo harían revivir un clásico, una rivalidad entre franceses y portugueses que se ha repetido en varios campeonatos y en fases muy avanzadas y que ha proporcionado episodios magníficos de la historia de las selecciones. En este caso, se resolvió de manera inesperada y quién tuvo la llave fue el genial Zinedine Zidane.


El papel de los franceses en el campeonato fue un poco desconcertante. Venían de quedar campeones del mundo dos años antes en casa y, a pesar de que habían cambiado de entrenador, los rasgos de identidad continuaban siendo los mismos. Roger Lemerre no quiso cambiar mucho del ideario de Aimé Jacquet pero, además, disponía de más armas, una de ellas clave. Thierry Henry, sin mucha participación en la Copa del Mundo de dos años antes, ahora era una gran estrella después de haber encarado bien su carrera en el Arsenal. De todas formas, la trayectoria del equipo en el torneo no había sido del todo perfecta.

Sí que lo inició con una fácil victoria ante Dinamarca. Pero después sufrió mucho para vencer por 1-2 a la República Checa y finalizó la primera fase reservando a muchos titulares y casi sin competir por la primera plaza de su grupo con los Países Bajos. Este hecho podía ser interpretado como falta de competitividad o también como gran confianza en las posibilidades propias. Los posibles rivales eran España o Yugoslavia, conjuntos de similar potencial, o Noruega, en caso de no haber llegado el milagroso gol de Alfonso en Brujas. Lemerre priorizó hacer descansar a jugadores a luchar por la primera plaza y el tiempo le terminó dando la razón, aunque con un punto de suerte.

Porque en los cuartos de final, Francia venció por 2-1 pero tuvo mucha fortuna con que Raúl fallara un penalti con el tiempo cumplido que habría conducido a una prórroga imprevisible, en cuanto al resultado. El rival en las semifinales era un viejo conocido, una selección portuguesa que, seguramente, se encontraba en su mejor momento desde 1966 y que, además, quería revancha.

Dieciséis años antes, Francia y Portugal habían protagonizado uno de los mejores partidos de la historia de las Eurocopas en Marsella. En una prórroga inolvidable, los galos habían remontado un 1-2 en el tiempo suplementario y se habían clasificado para una final que luego ganarían ante España. La población portuguesa en Francia es enorme y, por tanto, la proximidad con Bruselas, la sede del partido, también lo era. El estadio de Rey Balduino se preparaba para un gran espectáculo.


El gol

Y éste empezó bien, con un gol de una de las revelaciones del torneo, el portugués Nuno Gomes, en la primera mitad. Pero al inicio de la reanudación, Thierry Henry igualó el enfrentamiento y éste se igualó mucho. Ambos equipos querían vencer, pero también defender el marcador y se entró en la prórroga. Hacía dos años que se había instaurado el gol de oro. En el último mundial, había servido a los franceses para eliminar a Paraguay y se demostró, con el tiempo, que lejos de provocar que los equipos fueran al ataque para conseguir la anotación salvadora los convertía en más conservadores para evitar un KO directo. Hay que recordar que, en el gol de oro, cuando un equipo marcaba se acababa el partido. La prórroga de Bruselas, sin embargo, fue abierta y se resolvió dos minutos antes de llegar a los penaltis.


Hacía sólo un minuto que el lateral -Rui Jorge había cortado como había podido un pase de Zidane a Wiltord que le dejaba solo ante el portero Vitor Baía. Después de un disparo flojo de Sergio Conceiçao, los franceses iniciaron otra transición y, en esta ocasión, el defensa luso se quedó cerca de interceptar un pase de Thuram al mismo Wiltord. Éste combinó con Trézéguet, quien quiso regatear a Baía. El portero le tocó el balón y este volvió a recaer en Wiltord quien, con poco ángulo, disparó a portería. El balón parecía que entraba, pero fue desviado por Abel Xavier.

El colegiado, el austriaco Günter Benko, marcó córner, pero fue su asistente, el eslovaco Igor Sramka, quien le avisó de que Abel Xavier había tocado el balón con la mano. Entonces todavía no había VAR, pero en las sucesivas repeticiones se puede observar que así fue. Los jugadores portugueses protestaron mucho. Figo incluso se quitó la camiseta y Nuno Gomes fue expulsado. Pero no había marcha atrás. Zidane se apresuró en coger la pelota y, con gran tranquilidad, engañó a Vítor Baía y clasificó a Francia para su segunda final de la Eurocopa, de nuevo dejando a Portugal en la cuneta en el último minuto de una prórroga.

Cuatro días después, los franceses se proclamarían campeones en otro partido con alargue y con otro gol de oro, de los que hablaremos más adelante. Completaban el doblete de mundiales y de Eurocopas y se confirmaban como la mejor selección del momento, a pesar de los caminos no siempre rectos por los que habían tenido que pasar para llegar al éxito. No se acabaría la rivalidad con Portugal. Seis años después, Francia volvió a vencer al equipo ibérico en otra semifinal, ahora del mundial de Alemania, con otro gol de penalti de Zidane. Pero la venganza es un plato que se sirve frío y en 2016 Portugal se tomó la revancha total venciendo en la final de la Eurocopa a los franceses en su propio jardín, el Stade de France, en Saint-Denis. Habían pasado dieciséis años desde el penalti de Abel Xavier en Bruselas y desde la lección de tranquilidad de Zidane desde los once metros.

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