dissabte, 15 de maig del 2021

Yugoslavia, 1- Inglaterra, 0 (Euro 68-Semifinales)

28. Dragan Dzajic (1-0)

La globalización a todos los niveles ha provocado que hoy en día conocemos la historia de cualquier jugador que destaque en el rincón más apartado del mundo. Hace décadas, esto no era así, sobre todo con los futbolistas provenientes de los países del este de Europa. Si ya costaba saber del todo qué pasaba en Italia, Inglaterra o Alemania, aún más en equipos de los que sólo se tenían noticias en grandes citas o cuando jugaban contra conjuntos cercanos. Por eso, seguramente, no se tiene idea aquí de la dimensión que adquirió en los años sesenta y setenta el mejor futbolista serbio de la historia, el extremo Dragan Dzajic.


Porque, por muchos títulos que hayan conseguido sus sucesores, muchos aficionados y entendidos en su país todavía lo catalogan de esta manera. Dzajic era un futbolista genial al que sólo faltó un gran campeonato, o haber jugado en uno de los grandes de Europa, para consagrarse. La normativa del momento provocó que tuviera que estar casi toda su carrera en el Estrella Roja, salvo un paréntesis en el Bàstia corso, con el que tuvo momentos de lucimiento, así como con la selección yugoslava.

En 1968, Dzajic tenía sólo 22 años y desde los 17 ya actuaba en el equipo de Belgrado, con el que cerraría su trayectoria con cinco ligas y cuatro copas. Había debutado cuatro años antes con la selección absoluta y había participado en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964. A pesar de su juventud, era el referente del equipo que había aplastado a Francia y se había clasificado para la Eurocopa de Italia. El debut sería en Florencia y el rival era ni más ni menos que la campeona del mundo, Inglaterra.


El gol

El partido fue durísimo, una auténtica guerra. Entonces todavía no había sustituciones y Yugoslavia vio como se quedaba pronto sin el concurso de su armador de juego, Osim, por una dura entrada de Hunter. De hecho, los ingleses se quedarían con diez hombres, también, en la segunda parte, por una durísima entrada de Mullery a Trivic. El inglés fue el primer expulsado de la historia de las Eurocopas. Parecía que el partido iba hacia la prórroga, como también había sucedido por la tarde con la primera semifinal, entre Italia y la URSS, cuando una acción lo cambió todo.


El bosnio Musemic entró por la banda izquierda y, con pierna cambiada, envió un centro espléndido al área. El legendario Bobby Moore, que tuvo acciones más acertadas en el transcurso de su brillante carrera, se lo tragó y detrás de él estaba Dzajic, el jugador más brillante del partido. Paró el esférico con el pecho y fusiló a Gordon Banks. Yugoslavia se defendió durante los tres minutos que faltaban y llegó a su segunda final en tres ediciones del torneo.

Y como la primera, también la perdió. El mismo Dzajic anotó un gol que parecía que le daría el título, pero Domenghini igualó para los italianos a doce minutos para el final y provocó un segundo partido que los transalpinos ya ganarían por 2-0. Yugoslavia se había vuelto a avanzar en una final, como en 1960, y la había dejado escapar. Sin embargo, ese año Dzajic fue tercero en la votación por el Balón de Oro. El mismo Franz Beckenbauer se mostró contrario a esta decisión y declaró que el jugador balcánico merecía el premio. Y no fue la única alabanza.

El mismo 1968, en diciembre, Yugoslavia disputó un recordado amistoso en Maracaná. Dzajic se pudo enfrentar al mejor jugador del mundo en ese momento, Pelé. El resultado fue de 3-3, con un gol del extremo de la Estrella Roja. El astro brasileño dijo de él que "es un milagro, un auténtico brujo. Siento que no sea brasileño porque no había visto nunca a un futbolista tan natural".

Durante los años posteriores, Dzajic no tuvo tantas posibilidades de destacar en la escena internacional, pero en 1971 el Estrella Roja parecía en disposición de lucharle el título de campeón de Europa al Ajax, que aquella temporada se llevaría el su primer cetro continental impulsado por Johan Cruyff. Los serbios quedaron emparejados con el Carl Zeiss Jena, conjunto de la Alemania Democrática, en los cuartos de final.

El resultado de la ida fue de 3-2 para los locales, pero Dzajic, provocado por los contrarios durante todo el partido, fue expulsado por enfrentarse a un rival. Recibió cuatro partidos de sanción él y tres su compañero Antonijevic. El Estrella Roja superó la eliminatoria, al vencer por 4-0 en la vuelta, pero en las semifinales, contra el Panathinaikos, su ausencia se notó. Los yugoslavos vencieron por 4-1 en Belgrado, pero sin Dzajic cayeron por 3-0 en Atenas y quedaron fuera de la final. Un choque decisivo en Wembley con el duelo entre dos de los talentos más grandes del momento, Cruyff y Dzajic, fue un gusto que los aficionados no pudieron darse.

En los siguientes años, disputó el mundial de Alemania, en 1974, con un gol marcado y llevando al equipo a la segunda fase, y la Eurocopa del 1976, en que volvió a marcar en unas semifinales, esta vez contra Alemania Federal, antes de que los teutones remontaran y vencieran por 2-4. En 1979, a los 33 años, recibió un partido de homenaje contra la campeona del mundo, una Argentina en la que ese día no intervino Maradona. Quedaba atrás aquel 1968 en que derrotó a los campeones ingleses en Florencia con un gol suyo que condujo a una final que se escapó por poco.

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