diumenge, 9 de maig del 2021

Alemania Federal, 0- España, 1 (Euro 84-Primera fase)

34. Antonio Maceda (0-1)

La trayectoria de la selección española durante la Eurocopa del 1984, ya incluso antes de que comenzara la fase final, vino presidida por situaciones límite que casi la hicieron ser campeona. En la ronda de clasificación, tuvo que vencer por 12-1 a Malta para dejar fuera a los Países Bajos por diferencia de goles. Y ya en Francia, estuvo a un minuto de quedar eliminada en el primer tramo de la competición. Lo evitó un gol que ya nadie esperaba del líbero Antonio Maceda.


Ya hablamos de él hace unos meses, por un gol que marcaría posteriormente y que ayudaría a entrar en la final de aquel torneo. El de hoy fue aún más decisivo, aunque tuvo lugar en una fase anterior de la competición. El jugador del Sporting de Gijón, que en el momento de la fase final tenía 27 años y se encontraba en el mejor momento de su carrera deportiva. Se había especializado en la demarcación de líbero, con capacidad para incorporarse al ataque desde una posición de defensiva, y era capaz de marcar diferencias.

Había debutado con la selección de la mano del técnico José Emilio Santamaría, en los amistosos previos al mundial de España, de 1982. Pero no se había consolidado. El entrenador confiaba en otros hombres y a él le tocaba esperar. Así, en la fase final de aquel torneo sólo jugó diecisiete minutos en el intrascendente empate a cero contra Inglaterra. Pero las cosas cambiaron con la llegada de Miguel Muñoz al banquillo.

El veterano técnico, campeón de la Copa de Europa como jugador y entrenador del Real Madrid en los años cincuenta y sesenta, comenzó a confiar en jóvenes futbolistas y estableció un tándem defensivo formado por él y el central del Ahtletic de Bilbao Andoni Goikoetxea que fue fundamental. En la fase de clasificación para la Eurocopa, Maceda jugó siete de los ocho partidos y consiguió cuatro goles, una cifra no habitual en un defensa, ni que fuera el líbero.

En esta ronda, España se complicó la vida con un empate a tres goles en Dublín contra Irlanda, en un duelo en el que Maceda marcó y en el que los locales igualaron un 1-3 en contra. El rival eran los Países Bajos y en el doble enfrentamiento éstos ganaron en casa 2-1 en el penúltimo partido, con lo que compensaban el 1-0 de Sevilla. El problema fue que los oranje también se habían dejado un punto, un empate aún más incomprensible en Islandia que acabaría siendo su tumba.

Entonces los partidos no se jugaban en el mismo momento sino que no había fechas fijas. España consiguió jugar contra Malta en el Benito Villamarín de Sevilla sabiendo todos los resultados de su rival. El problema, sin embargo, es que su diferencia de goles era de +5 y la de los neerlandeses de +16. Había que vencer a los débiles isleños por once goles. Al final, todo el mundo conoce la historia, con un 12-1 muy recordado y con dos goles del propio Maceda los nueve que España consiguió en una enloquecida segunda mitad.

De este modo, España llegó a la Eurocopa y no a comenzó demasiado bien. Los dos primeros partidos comenzaron con empate, a un gol, ante Rumanía y Portugal. Los resultados provocaban la necesidad de derrotar a Alemania Federal, la vigente campeona, en el Parque de los Príncipes de París o a esperar que los lusos no vencieran a los rumanos en Nantes.


El gol

Aunque se esperaba un recital de los alemanes, que tenían suficiente con un empate para acceder a las semifinales, no fue así. España plantó cara y, además, contó con la actuación de un gran Arconada para evitar las ocasiones teutones. A un minuto para el descanso, llegó una acción que pudo cambiar el partido.


En el minuto 26, Goikoetxea se lesionó y dejó su lugar a Salva, central formado en la cantera del Barça, cedido al Zaragoza y que volvería en el Camp Nou aquel verano. Éste salió de la cueva, no le siguió nadie y, previa combinación con Gallego, entró en el área antes de ser obstaculizado con dureza por Stielike. El claro penalti podía desatascar el partido, pero Carrasco, que había marcado contra Rumanía en la primera fase, vio como Schumacher le adivinaba la intención y se lo paraba.

La segunda parte fue nuevamente de idas y venidas. Los alemanes estaban a punto de romper el partido, pero no encontraban la manera de superar a Arconada y, con el paso de los minutos, se volvieron más conservadores. Paralelamente, Portugal había marcado contra Rumanía, con un gol de Nené que ya obligaba a España a ganar. Si los lusos no hubieran conseguido el gol, alemanes y españoles habrían pasado fase, pero ahora uno de los dos tenía que caer. Y cuando sólo faltaba un minuto para el final, llegó la acción definitiva.


Fue el propio Maceda quien inició la jugada, saliendo de la defensa y yendo hacia el área tras un rechazo de Littbarski. La acción terminó con una falta de un joven Matthäus a Francisco, quien la sirvió rápidamente y abrió a la derecha, donde estaba Señor, el jugador que, con su gol a Malta, había abierto el camino de la Eurocopa. Este centró y Maceda, solo, como se había quedado Salva en la primera parte, debido a las marcas individuales alemanas que no atendían a los jugadores que llegaban desde atrás, remató de cabeza y dobló las manos del portero. Ya no había tiempo para más. España adelante, y además como primera de grupo, evitando a Francia en el cruce, y Alemania Federal para casa.

En las semifinales, Maceda volvió a ser decisivo al marcar el gol del empate contra los daneses que derivó en una tanda de penaltis victoriosa. Pero lo pagó con una tarjeta que no le dejó disputar una final en la que, sin los dos defensas centrales titulares, a los españoles se les acabaron los milagros y les llegó toda la mala suerte, con un error de Arconada que precipitó la victoria francesa por 2-0.

Maceda tendría dos buenos años más, tanto en los clubes, cuando fichó por el Real Madrid en 1985, como en la selección, a la que condujo al mundial de México con más exhibiciones. Pero entonces una lesión mal curada precipitó su retirada. Fueron cuatro años espléndidos para él, con jerarquía y goles decisivos, como aquel de París que tumbó a todo un campeón. 

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