dissabte, 1 de maig del 2021

Alemania, 1 (6) - Inglaterra, 1 (5)

42. Andreas Möller (6-5 en los penaltis)

Una de las mejores cosas que suele ofrecer el deporte es que siempre hay posibilidad de revancha. Las grandes derrotas se pueden tornar victorias en el futuro ni que hayan pasado muchos años. En 1966, Inglaterra consiguió su único mundial tras derrotar a Alemania Federal en una final muy polémica en Wembley. Treinta años más tarde, en el mismo escenario, los alemanes obtuvieron la venganza, en un plato frío pero sabroso y de manera cruenta, tras una tanda de penaltis. Quien selló su victoria fue el centrocampista Andreas Möller.


Se trata de uno más en la nómina de grandes centrocampistas de que ha dispuesto el fútbol alemán en toda su historia y que se mostraron en todo su esplendor en la década de los ochenta y de los noventa. Cada uno con características ligeramente diferentes, Pierre Littbarski, Thomas Hassler o Lothar Matthäus, entre otros, marcaron los éxitos del equipo germano en esta época. Möller, como los dos últimos, también llegó a jugar en Italia. Seguramente no era tan distribuidor, pero sí que tenía madera de líder, aparte de una gran llegada al área y un muy buen disparo a portería.

Nacido en Frankfurt, se formó en el equipo principal de la ciudad, el Eintracht, y fue parte de la selección alemana que estuvo a punto de alcanzar la gloria en el recordado mundial juvenil de 1987, que finalmente se llevó Yugoslavia. Möller era la figura de aquel equipo, que cayó en una fatídica tanda de penaltis. Entonces ya había debutado en la Bundesliga y fue justamente en la temporada anterior, la 86-87, cuando dio el gran salto de rendimiento y, a los 19 años, llamó la atención del Borussia Dortmund.

Su trayectoria estuvo llena de idas y vueltas entre dos equipos alemanes, a parte de un período de dos ejercicios con la Juventus. En su primer tramo en Dortmund, ganó una Copa y una Supercopa. Fue uno de los pequeños cambios que Franz Beckenbauer preparó para el equipo nacional tras la Eurocopa de 1988, intervino en cuatro partidos de la clasificación para el mundial de Italia y se llegó a proclamar campeón, aunque él sólo estuvo 22 minutos sobre el terreno de juego.

Aquel 1990 regresó a Frankfurt, donde logró las mejores marcas realizadoras de su carrera hasta entonces previas a la Eurocopa de Suecia. Allí sólo jugó los tres partidos de la primera fase. Pagó los platos rotos de la derrota contra los Países Bajos por 3-1 y el cambio desde el sistema de Berti Vogts, que introdujo una defensa de cinco y prescindió de un centrocampista, provocó que no jugara las semifinales, ganadas a Suecia, ni la final, perdida contra Alemania.

Tras el torneo fichó por la Juventus, en su única aventura internacional estuvo a dos años en Italia, con sólo una Copa de la UEFA en su haber. No lo hizo mal, pero decidió salir de regreso a Dortmund, antes del mundial de Estados Unidos. Möller, ya con 26 años, tuvo más protagonismo, pero el equipo cedió el cetro en los cuartos de final ante Bulgaria.

Su segunda etapa en el Borussia Dortmund fue mucho más productiva. Estuvo seis años, hasta el 2000, con dos ligas, una Copa y, sobre todo, la Liga de Campeones del 1997. Antes, sin embargo, llegó otro gran torneo con la selección, la Eurocopa de 1996 en Inglaterra . Allí, Möller ya era capitán general, tras la retirada de algunos veteranos y de la salida del equipo nacional de otros campeones del mundo de 1990. Marcó en el duelo inaugural contra la República Checa y fue titular en todos los partidos hasta llegar a las semifinales. Eran en Wembley, y contra Inglaterra. La revancha de la célebre final de la Copa del Mundo de 1966 en el mismo teatro.


El gol

Inglaterra golpeó primero, con un gol de Alan Shearer, pero Alemania empató pronto con un oportunista remate de Stefan Kuntz. El duelo fue igualado, pero con ninguna efectividad rematadora y se tuvo que ir a la prórroga, y luego a los penaltis, para determinar el ganador. Antes, en el minuto 80, Möller vio una tarjeta. Era la segunda del torneo y ya sabía que, si el equipo ganaba, él no jugaría la final. Con este inconveniente arrancó la tanda.


Que no tuvo fallos en los diez lanzamientos reglamentarios. Los ingleses, que empezaron, anotaron mediante Shearer, Platt, Pearce, Gasgoigne y Sheringham. Los alemanes, a través de Hässler, Strunz, Reuter, Ziege y Kuntz. El momento también era especial, ya que seis años antes, en el mundial de Italia, los alemanes habían vencido a los británicos en una tanda de semifinales antes de ser campeones del mundo. Entonces había errado el lateral Stuart Pearce, que ahora lograba marcar. Había que desempatar. Disparó el actual seleccionador inglés, Gareth Southgate, y un Andreas, Köpke, el portero, detuvo el lanzamiento. El otro Andreas, Möller, tenía la opción de clasificar a su equipo y batió a Seaman de un potente disparo. Alemania estaba en una final que el centrocampista no jugaría, pero en la que se acabaría proclamando campeón al derrotar a la República Checa por 2-1.

En el Dortmund, Möller fue campeón de Europa de clubes al año siguiente como director de juego del equipo. A sus 30 años, su papel ya no fue protagonista en la participación en el mundial de Francia 98. Sólo jugó dos partidos más, amistosos, con la selección, de la que se retiró en 1999, el año antes de dejar el Dortmund. No abandonó la cuenca del Ruhr, ya que se fue al gran rival de los amarillos, los azules del Schalke. Y es que Möller fue siempre un jugador de mucho carácter, al que no importaba qué dijeran de él. En Gelsenkirchen ganó dos Copas seguidas en tres temporadas y, en la campaña 2003-04, con 36 años, retornó al Eintracht, en una tercera etapa, para retirarse allí.

En 2016, doce años después, aun viviría otra Eurocopa. En esta ocasión sería como asistente del técnico Bernd Storck, ex compañero suyo en Dortmund y seleccionador húngaro, en Francia 2016. Möller, un especialista a balón parado, sobre todo en disparos de falta, utilizó un tiro de penalti para hacer realidad la revancha de 1966 aunque lo pagó con la sanción que no le permitió celebrar una Eurocopa sobre el terreno de juego.

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