divendres, 7 de maig del 2021

Francia, 1- Dinamarca, 2 (Euro 92-Primera fase)

36. Lars Elstrup (1-2)

La historia del fútbol está repleta de jugadores que seguramente no están preparados para ser el foco de atención. En algunos casos, es todo lo que rodea a este mundo lo que hace aflorar problemas psicológicos, aunque en otros seguramente estos habrían surgido aunque hubieran desarrollado cualquier otra profesión. Dinamarca no habría sido campeona de Europa sin su gol, un momento de gloria que años después se convirtió en un infierno. Es el sobrecogedor caso del delantero Lars Elstrup.



Elstrup era un atacante virtuoso. No era un ariete goleador, sino que sabía encontrar los espacios gracias a su inteligencia y era capaz de tejer acciones de mérito. Era joven cuando coincidió con la extraordinaria generación de los años ochenta, la Dinamita Roja, con la que no llegó a jugar nunca ya que no debutó con la selección hasta que tenía 25. Antes, había nacido cerca de Randers, en la parte peninsular de Dinamarca, lejos de Copenhague. Se formó en el equipo de la ciudad y debutó en Primera con 18 años. En cinco temporadas marcó 59 goles para el equipo, una cifra bastante destacable.

En 1986 fichó por el Brondby, uno de los grandes de Dinamarca, pero sólo actuó allí durante siete choques. Recibió una oferta del Feyenoord para salir al extranjero y la aceptó. Pero en Rotterdam no triunfó. Sólo nueve goles en dos temporadas le hicieron regresar a casa, en este caso al Odense. Y allí las cosas empezaron a ir mejor. Alcanzó el título de liga, la tercera y hasta ahora última de la historia de la entidad, comenzó a ser convocado por Sepp Piontek para el equipo nacional y se ganó una contratación en el Luton Town inglés, que entonces estaba en la máxima categoría.

Fue su mejor etapa. Estuvo dos años en Inglaterra donde, sobre todo en el segundo, la temporada 1990-91, dejó muestras de su talento con 15 goles. Con la selección, no se clasificó para el mundial de Italia, de 1990, pero solía ir convocado y afrontaba la clasificación para la Eurocopa de 1992. Pero el Luton bajó y él volvió a cambiar de formación. Volvió al Odense, donde había rendido bien y desde allí vio como Dinamarca era repescada para el torneo europeo por la expulsión de Yugoslavia. El nuevo seleccionador, Richard Möller-Nielsen, no dudó en convocarlo para la única fase final de su carrera.


El gol

Dinamarca no comenzó demasiado bien el torneo, con un empate a cero contra Inglaterra, éste bastante meritorio, pero con una derrota ante Suecia que comprometía su clasificación. Había que superar Francia en el tercer duelo, en Malmö, a veinte minutos de Copenhague, y con las gradas teñidas de rojo. El equipo escandinavo se adelantó con un gol de Henrik Larsen que posteriormente igualaría Papin. El asedio francés era total. Los galos tenían suficiente con un empate, pero querían ganar el partido, y esa fue su perdición, doce minutos antes del final.


Francia ejecutó mal el fuera de juego en un balón largo por la mala posición del central Boli y del lateral Casoni. Flemming Poulsen lo rompió y penetró por la derecha. Levantó la cabeza y vio a Elstrup desmarcándose. Su centro raso no lo tocó Boli por poco, el lateral Amorós tampoco llegó a la cobertura y el atacante del Odense, con clase, con el interior del pie izquierdo, alojó el balón en la portería de Martini. Francia ya no empataría un gol sin el cual los daneses habrían quedado eliminados y no hubieran sido campeones a los pocos días.

Además, el gol había llegado de las botas de un jugador que no había disputado ninguno de los dos primeros partidos y que había entrado en el campo diez minutos antes de marcar. En las semifinales, tampoco fue titular. Entró a la hora de juego y tuvo tiempo de transformar su penalti en la tanda contra los Países Bajos. Elstrup no jugó la final, en la que Dinamarca derrotó a Alemania por 2-0. Campeón de Europa con poco más de ochenta minutos al terreno de juego.

Todo parecía ir bien. Fue convocado en la mayoría de partidos de la fase de clasificación para el mundial de Estados Unidos y siguió jugando en el Odense. Pero al verano siguiente, con treinta años recién cumplidos, anunció que dejaba el fútbol. Comenzó a pensar que no estaba hecho para este mundo y se apartó del ambiente que lo había rodeado durante toda la vida. Estas dudas lo llevaron a juntarse a la secta Darando y eso le hizo ir por el mal camino.

Combinó denuncias por acoso a escolares, con intentos de suicidio, depresiones e ingresos en prisión. El colmo llegó cuando irrumpió totalmente desnudo en un partido de la liga danesa entre uno de sus ex equipos, el Randers, y el Silkeborg. Se paseó por el terreno de juego e hizo el pino antes de ser retirado por las autoridades. El Odense intentó rehabilitarlo ofreciéndole trabajo, pero ya era demasiado tarde. Su cabeza no funcionaba como antes y se retiró de la vida pública. Ahora mismo, no se sabe nada de él. Una lástima de final para un virtuoso del balón, que tranformó la genialidad, escenificada en el vital gol de Dinamarca contra Francia en Malmö, en locura.

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