dimecres, 26 de maig del 2021

Alemania Federal, 2- Bélgica, 1 (Euro 80-Final)

17. Horst Hrubesch (1-0)

"Panzer" es la palabra alemana, abreviada, para nombrar a un tanque blindado. En el transcurso de la historia del fútbol del país centroeuropeo, se ha utilizado para hablar de los delanteros grandes, fuertes y con capacidad para perforar las defensas contrarias gracias a sus cualidades físicas. En 1980, Alemania Federal logró su segunda Eurocopa en su tercera final en ocho años y el gran protagonista fue un "panzer" por excelencia, el enorme delantero del Hamburgo Horst Hrubesch.


Aunque ya tenía 29 años, Hrubesch no ofrecía una larga trayectoria en el mundo del fútbol profesional, al que se incorporó a una edad muy tardía. Nacido en Hamm, en el land de Renania del Norte-Westfalia, su itinerario deportivo hasta los 24 años había discurrido en equipos de categorías muy bajas y, además, combinaba el fútbol con un trabajo muy particular y con poco glamour, el de arreglar los tejados de las casas. Militaba en el Westtünnen, un equipo de la cuarta división, cuando tras marcar cinco goles en un partido llamó la atención de los dirigentes del Rot-Weiss Essen, conjunto histórico que entonces estaba en la Bundesliga. No dudaron en contratarlo y debutó en la máxima división casi viniendo de la nada.

Su rendimiento fue inmediato. En la primera temporada anotó 18 goles en 22 partidos, la mayoría en remates de cabeza sacando partido de su enorme cuerpo y de su letal juego aéreo, inalcanzable para muchos defensas. Su equipo bajó la temporada siguiente, a pesar de sus veinte goles, y tuvo que jugar en Segunda, donde pulverizó todos los récords. Anotó 41 goles en 35 partidos y llamó la atención de uno de los conjuntos grandes de país en aquella época, el Hamburgo, que le contrató por unos 500.000 euros.

Su entrada en el equipo, ya con 27 años, fue espectacular. En la primera temporada, logró la liga y anotó trece goles. Comenzó a tejer una asociación espectacular con el lateral Manfred Kaltz, que le solía servir todos los centros para que él las rematara a portería. Sin embargo, aún no era internacional. Lo consiguió al final del segundo año, cuando Alemania Federal ya había obtenido su plaza para participar en la Eurocopa. El Hamburgo perdió la liga por diferencia de goles respecto del Bayern y cayó en la final de la Copa de Europa contra el Nottingham Forest tras haber eliminado al Real Madrid por 5-1 en las semifinales, con dos goles suyos . Aquel mes de abril debutó con la selección de Jupp Derwall y, después de dos amistosos, entró en la lista para el torneo europeo. Había marcado 31 goles en todas las competiciones.

Hrubesch no fue titular en el debut, una victoria contra Checoslovaquia, revancha de la final de 1976. A pesar del triunfo, el seleccionador ideó cambios para jugar contra los Países Bajos y él entró en el lugar del centrocampista Cullmann. Su presencia ayudó a abrir hueco a los compañeros y de ello se benefició Klaus Allofs, autor de tres goles en la victoria por 3-2 ante los neerlandeses. En el tercer partido, ya casi intrascendente, los alemanes no anotaron en un triste empate a cero contra Grecia, pero eran finalistas. Y ese fue el gran momento de Hrubesch.


El gol

El rival en la final de Roma era una Bélgica que había dado la sorpresa dejando fuera de la competición a los anfitriones, Italia, y también a una Inglaterra que parecía llamada a grandes cosas, después de no haber participado en las cuatro últimas grandes citas internacionales. Para el partido, Derwall confió en el mismo equipo que contra los Países Bajos, con Rummenigge y Allofs detrás del tanque. Sólo hubo que esperar diez minutos para ver los resultados.


El joven Bernd Schuster fue la estrella del campeonato. El centrocampista del Colonia, que unos meses después ficharía por el FC Barcelona pero que no disputó ningún otro torneo con la selección después de aquella Eurocopa, movía a todo el equipo y también lo hizo en esta acción. Recogió el esférico en la línea del centro del campo y avanzó. Combinó con Allofs y siguió adelante venciendo la oposición de Van Moer. En la línea de medios picó el balón sutilmente para encontrar a Hrubesch. Éste la paró con el pecho para hacerse sitio ante el pobre marcaje de Meeuws y, sin pensarlo ni un segundo, envió un disparo fuerte y poco colocado. El portero Pfaff, que tuvo mejores momentos en el transcurso de su carrera, vio como se le doblaban las manos y el balón entraba en el portería.

Fue el gol que sirvió a Alemania Federal para abrir la lata de un rival que dejaba pocos espacios. Pero aún faltaban muchos momentos importantes en el partido, uno de los cuales veremos más adelante con el mismo protagonista.

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