dijous, 6 de maig del 2021

URSS, 1- Hungría, 0 (Euro 72-Semifinales)

37. Anatoliy Konkov (1-0)

La historia del fútbol en los países del este de Europa, sobre todo durante los años de la Guerra Fría y del telón de acero, nos ofrece historias poco conocidas. Durante décadas, muchos de los jugadores de aquellos países eran desconocidos en Europa occidental hasta que disputaban un gran torneo con su club, o con la selección. Una vez caído el comunismo, muchos de ellos se reubicaron como jerarcas y algunos estuvieron implicados en casos oscuros. Es el caso del ucraniano Anatoliy Konkov.


Las primeras cuatro ediciones de la Eurocopa vieron tres finales con la presencia del equipo soviético. Durante la década de los cincuenta habían entrado en los torneos de selecciones, como el mundial de Suecia, en 1958, y sus clubes y, sobre todo, el equipo nacional, mostraban su poder cuando podían. La URSS fue campeona en 1960 y subcampeona en 1964. Tras un paréntesis en 1968, en el que una moneda les dejó fuera de la final contra Italia, volvieron al partido decisivo en 1972, ya sin Yashin en la portería, pero con un buen grupo de futbolistas que serían importantes durante los años siguientes. Era el caso de Konkov.

En 1972, tenía 23 años y estaba desarrollando su carrera en el Shakhtar Donetsk. El equipo soviético había participado en el mundial anterior, el de México, y había quedado eliminado en los cuartos de final por culpa de un polémico gol del uruguayo Espárrago. La federación decidió renovar el equipo y rejuvenecerlo. Konkov, un medio centro con gran despliegue físico y sentido táctico, disputó tres partidos de la fase de clasificación, incluídos los cuartos de final ante Yugoslavia, resueltos en la segunda parte del duelo de vuelta. La URSS entraba en la fase final del torneo con Konkov como pieza fundamental en el medio del campo.


El gol

Los soviéticos tenían que jugar contra otro país del este de Europa que había sido protagonista de fases finales anteriores, una Hungría para la que ya habían pasado los mejores días, pero que aún era un adversario complicado. El partido se jugó en Bruselas, pero no en Heysel, sino en el estadio del Anderlecht, más pequeño, a la misma hora que se disputaba el Bélgica-Alemania en Amberes. Por eso casi no había público en las gradas, ya que los aficionados de las dos selecciones no se podían desplazar en masa, como se hace ahora, por culpa de los respectivos regímenes. El duelo fue muy igualado y se resolvió en el minuto 8 de la segunda parte.


Fue en un córner servido por los soviéticos. El central húngaro Balint rechazó hacia la frontal del área y allí, Konkov, con un remate a bote pronto, envió un disparo fortísimo que dobló las manos del portero Géczi. Pero el partido aún no estaba terminado y los húngaros estuvieron a punto de empatarlo. Fue en una acción por la banda izquierda de Dunai, que había entrado al cuarto de hora de la reanudación, que fue torpemente obstaculizado por el defensa soviético Troshkin. Zambo tenía la opción de llevar el choque a la prórroga.



Pero fue otro ucraniano, aunque nacido en Moscú, el portero Rudakov, quien adivinó la intención del atacante del Ujpest Doszá y permitió a la URSS llegar a la final. Ésta, disputada cuatro días después en Heysel, ya no tuvo color y Alemania Federal pasó por encima de los soviéticos, a quienes vencieron por un rotundo 3-0.

En la selección hubo un cambio en el banquillo. Aleksander Ponomarev fue relevado por un Yevgueni Goriansky que no contó tanto con Konkov. La URSS no entró en el mundial de 1974 porque tenía que superar una eliminatoria contra Chile a la que no se presentó por el golpe de estado del general Pinochet. Goriansky fue destituido y asumió las riendas del equipo el gran gurú del fútbol soviético de la época, el ucraniano Valeriy Lobanovskiy, que no sólo contó con Konkov para la selección, sino que lo fichó para su equipo , el Dinamo de Kiev.

Así, Konkov fue campeón de la Recopa medio año después de llegar a la capital, en una victoria contra un conjunto precisamente húngaro, el Ferencváros, y el año siguiente obtuvo la medalla de bronce olímpica en los Juegos de Montreal. Konkov fue un puntal en la fase de clasificación para la Eurocopa del 76, pero la URSS fue eliminada en los cuartos de final por el posterior campeón, Checoslovaquia. El centrocampista no disputó ninguna otra fase final de un torneo, porque la URSS no llegó ni al mundial de Argentina, de 1978, ni a la Eurocopa de Italia, de 1980, y se retiró en el Dinamo, en 1981 .

Entonces inició una carrera de entrenador que le llevó a clubes de actuales estados de la antigua Unión Soviética, como el Shakhtar, ucraniano, el Zenit, ruso, o el Inter Baku, azerbaiyano. Cuando dejó los banquillos, en 2012, llegó a presidir la Federación Ucraniana de Fútbol donde llegó el escándalo. Fue acusado de corrupción por sus contínuos viajes por Europa y el gasto que hacía en ellos. Además, llenó el ente federativo de amigos no cualificados, pero afines a él, que le permitían mantenerse en el poder. Dejó el organismo en 2015. Fue una manera triste de terminar para alguien que ayudó a hacer crecer el fútbol ucraniano desde el campo y que tuvo su momento de reconocimiento con un gol que dio el billete a la selección soviética para una final europea. 

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