dimarts, 4 de maig del 2021

Países Bajos, 2 (4) - Dinamarca, 2 (5) (Euro 92-Semifinales)

39. Kim Christofte (4-5 en los penaltis)

El fútbol y la vida pueden dar segundas oportunidades. Muchos expertos coinciden en que la mejor generación de futbolistas daneses no es la de los campeones de Europa de 1992, sino la de media década de los ochenta, unas temporadas antes. La Dinamita Roja era una máquina de jugar que la selección española detuvo en su momento álgido. Por edad, el protagonista de este gol pertenecía a ese grupo, pero fue cuando ya era veterano, cuando nadie lo esperaba, que le llegó la gloria. Era el central zurdo Kim Christofte.


Fue cuatro veces internacional en los años de apogeo de su selección, aquellos en que los Michael Laudrup, Elkjaer Larsen, Lerby o Morten Olsen daban miedo en Europa. Pero no se consolidó al equipo. Nacido en Copenhague en 1960, Christofte no era un central especialmente duro, ni muy rápido, ni muy virtuoso con el balón en los pies, pero suplía estas carencias con buena colocación y entendimiento del juego. Eso sí, hasta el gran momento de su vida no era un nombre muy conocido en el panorama europeo.

El Brondby fue su club. Se formó allí y en los primeros años jugó en el centro del campo. Él fue el primer futbolista de la entidad por el que alguien pagó dinero. Fue el Lokeren belga, donde también jugaba Elkjaer, que abonó unos 18.000 euros por él. Estuvo allí tres años, sin destacar demasiado y con una sola presencia en competiciones europeas, antes de volver al Brondby, en la época en que se estrenó en la selección en algunos partidos de clasificación y amistosos. No entró en las listas de la Eurocopa 84, ni en la del mundial 86.

Su segunda aventura en el extranjero fue en Suiza, en el modesto Wettingen, donde jugó poco antes de retornar a Dinamarca. Después de una campaña de puente en Odense inició una tercera etapa en el Brondby que ahora sí sería más larga. Duró cuatro años, durante los cuales ganó dos ligas seguidas, en 1990 y en 1991, que había que sumar a la que ya se había llevado en 1985. Fue en esta segunda temporada cuando el equipo desempeñó su mejor actuación europea de la historia. Llegó a las semifinales de la Copa de la UEFA. Después de eliminar al Eintracht de Frankfurt, el Ferencváros y el Leverkusen se encontró con el Torpedo de Moscú en los cuartos de final. La eliminatoria se resolvió por penaltis y el último de todos, este que veremos, es necesario que el conservar en la memoria.


Tras dos errores rusas, Christofte asumió la responsabilidad, con poca carrerilla, y engañó al portero Sarichev con un disparo flojo y por el lado antinatural. El Brondby quedó eliminado por la Roma en las semifinales. Sus buenas actuaciones le hicieron volver a una selección danesa en reconstrucción después de la Eurocopa de 1988 y de no haber entrado en el mundial del 90. El equipo fue eliminado por Yugoslavia y se quedaba sin ser el torneo continental. Pero entonces explotó el conflicto en los Balcanes, los yugoslavos quedaron descalificados y Dinamarca entró de rebote. Hasta tres días antes de disputar el torneo, los internacionales que actuaban en la liga local estaban jugando partidos de liga. Al terminarla, en una mala séptima posición, Christofte se trasladó a la vecina Suecia.

El seleccionador, Richard Möller-Nielsen, confió en él desde el principio como uno de los centrales de la línea de tres, con dos carrileros. Lo jugó todo, junto a Lars Olsen, Kent Nielsen y Torben Piechnik, que se repartían las otras dos posiciones. Dinamarca sabía que tenía que estar bien en defensa y sólo encajó dos goles en la primera fase, en la que se clasificó a última hora al superar a Francia. El rival en las semifinales, el vigente campeón, los Países Bajos.


El gol

Fue el gran día de otro jugador modesto, Henrik Larsen, que marcó los dos goles que permitieron que las anotaciones de Bergkamp y de Rijkaard no pusieran fin al sueño. Dinamarca resistió y llegó a una tanda de penaltis en la que las fuerzas estaban más igualadas y que se decidió con un lanzamiento que recordó el de Moscú de un año y tres meses antes.


Los neerlandeses comenzaron marcando a través de Ronald Koeman, un disparo igualado por Larsen. El portero oranje, Van Breukelen, tocó este disparo y el segundo, de Poulsen, pero antes, el héroe de 1988, Marco van Basten, cometería el error fatal de la tanda. A continuación, siguieron marcando Bergkamp, ​​Elstrup, Rijkaard, Vilfort y Rob Witschge. Faltaba el último disparo escandinavo y, como ante el Torpedo, Christofte podía clasificar a su equipo. Simuló que haría una carrera larga, pero entonces pidió al colegiado, el español Soriano Aladrén, poder mover el balón. Lo hizo y apostó por la carrera corta y el tiro con la izquieda hacia el lado antinatural. Van Breukelen, seguramente, no lo había estudiado. Dinamarca estaba en la final, que ganaría cuatro días después contra Alemania por 2-0. Christofte, un superviviente de la generación dorada, había llegado más lejos que sus virtuosos ex compañeros.

Ya tenía casi 32 años y sólo jugaría dos partidos más con la selección, dos partidos de la fase de clasificación para el mundial posterior que los daneses no disputarían, nuevamente eliminados por España. Su gran Eurocopa le permitió fichar por el Colonia, donde sólo permaneció un año y medio antes de romper el contrato. Fue al Lierse belga, pero casi no actuó ya que tuvo que volver a casa por motivos familiares. Colgó las botas en un equipo amateur mientras fraguaba una buena carrera de jugador de póker, con títulos internacionales y todo. Con las cartas debe de ser bueno poniendo cara de engaño, como lo hizo con Van Breukelen con aquel penalti de Gotemburgo, el momento culminante de una vida deportiva modesta.

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