dissabte, 29 de maig del 2021

Dinamarca, 2- Alemania, 0 (Euro 92-Final)

14. Kim Vilfort (2-0)

Vivir el mejor momento de tu vida y el peor en sólo diez días. Hay que ser muy fuerte para resistir este tobogán emocional. En 1992, la selección danesa, que no estaba clasificada para la Eurocopa, ganó con un grupo mayoritariamente de obreros que, en ese momento, tenía que estar de vacaciones. Uno de sus futbolistas vivió un torneo inolvidable en los dos sentidos, que no terminó cuando levantó la copa de campeones, justo después de un gol suyo, sino diez días más tarde con una gran tragedia. Era el centrocampista Kim Vilfort.


Cuando llegó el torneo de Suecia tenía 29 años y una larga trayectoria básicamente en su país, sobre todo en el Bröndby. Nacido en Valby, un suburbio de Copenhague, Vilfort llegó a jugar 470 partidos con el club amarillo y azul y se convirtió en el máximo goleador de su historia. Después de unos inicios como delantero, se consolidó en la máxima división de su país en las filas del Frem y allí probó la internacionalidad en un amistoso contra Honduras. Pero no tuvo continuidad en un equipo nacional que había sido semifinalista en la Eurocopa del año anterior, la de Francia, y que mostraría un juego sensacional en el mundial del año siguiente, en 1986, en México.

Vilfort intentó una aventura en el extranjero. Fue en Francia, en Lille, donde anotó un solo gol en 24 partidos en un equipo que finalizó en media tabla clasificatoria. No fue un fracaso rotundo, pero pensó que lo mejor era volver a casa y fichó por el club más popular del país, el Bröndby, el mismo 1986. Durante los siguientes doce años ganaría siete Ligas y tres Copas, actuaría en unas cuantas Copas de Europa, llegaría a unos cuartos de final de la UEFA, eliminado por el Tenerife, y se consolidaría en la selección.

Así, disputó dos ratos de la Eurocopa del 1988, en el que una Dinamarca crepuscular quedó eliminada, y sin puntuar, en la primera fase. Rumanía dejó al equipo nacional fuera del mundial de 1990, pero las buenas actuaciones en el Bröndby, ya como centrocampista ofensivo, lo catapultaron a disputar más partidos con la selección. Actuó en los ocho de la fase de clasificación para la Eurocopa, de la que quedó fuera ya que Yugoslavia había sumado más puntos. Pero todo cambió cuando estalló el conflicto de los Balcanes y la UEFA dejó a los yugoslavos fuera del torneo. El segundo del grupo, Dinamarca, ocuparía su lugar.

Como ocurrió con muchos de sus compañeros, Vilfort estuvo disputando con el Bröndby partidos hasta dos días antes del torneo. El seleccionador, Richard Möller-Nielsen, lo convocó para el campeonato. Pero el centrocampista tenía en la cabeza un problema mucho más importante que el de jugar la Eurocopa: el estado de salud de Line, su hija de siete años. Le habían diagnosticado leucemia y estaba ingresada en un hospital. Su padre se debatía entre ir al torneo o estar a su lado, pero encontró un aliado: la proximidad de la sede del campeonato.

Porque Dinamarca jugó los partidos de la primera fase a caballo entre Malmö, muy próxima a Copenhague, y la relativamente cercana Estocolmo. Además, pareció que el estado de salud de la niña era mejor aquellos primeros días de junio. Vilfort disputó los dos primeros duelos, un empate contra Inglaterra y una derrota ante Suecia. Viendo que era improbable la clasificación, Möller-Nielsen lo liberó del tercer partido para que estuviera al lado de la hija. Cuando dejó la concentración, Vilfort dijo a los compañeros que volvería para la final.

Y Dinamarca dio la sorpresa. A veinte minutos de la habitación de hospital de la niña, Lars Elstrup anotó un gol histórico contra Francia que clasificó a la selección para las semifinales de manera totalmente inesperada. Viendo que había opciones, Vilfort viajó a Gotemburgo para jugar las semifinales contra los Países Bajos y la selección volvió a dar la campanada con dos goles de Henrik Larsen, el jugador que le había sustituido ante los franceses, que ya había marcado en el duelo anterior y que se había mantenido en el equipo. Dinamarca venció por penaltis en una tanda en la que él disparó el cuarto de su conjunto. Luego, volvió a Copenhague pensando que no disputaría la final.

Pero en los cuatro días entre un partido y otro, la pequeña Line le convenció para que volviera y ganara el partido por ella. Finalmente, hizo de tripas corazón y volvió a Gotemburgo. Ni que decir tiene que fue titular para afrontar el partido más importante de su vida.


El gol

Y las cosas no pudieron empezar mejor. Dinamarca se adelantó a los 19 minutos con un gran disparo de John Faxe Jensen. El panorama era perfecto, con ventaja y posibilidad de defender y contraatacar. Los alemanes asediaron la portería de un gran Schmeichel, seguro en el juego aéreo y prodigioso en una parada en un cabezazo de Klinsmann. Faltaban doce minutos, y el empate no sólo no llegó, sino que la que lo hizo fue la sentencia.


Brian Laudrup provocó una falta de Brehme a unos metros del área de Illgner. Poulsen la estrelló en la barrera y los alemanes rechazaron. El lateral Claus Christiansen, que había entrado diez minutos antes en el lugar del lesionado Sivebaek, ganó el salto al pequeño Thomas Hässler y, con la defensa teutona saliendo, el esférico cayó a Vilfort. Éste, con una gran sangre fría, encaró el área, recortó a Brehme y a Helmer, y soltó un disparo no muy fuerte, pero sí colocadísimo con la pierna izquierda que pegó en el palo antes de entrar en la portería . Era la sentencia definitiva, la gran sorpresa del torneo y el mayor éxito de casi todos los jugadores de aquel equipo.

En las siguientes temporadas, Vilfort siguió ganando ligas con el Bröndby y yendo a la selección. No se clasificó para el mundial de Estados Unidos, pero sí para la Eurocopa de Inglaterra, en 1996, en la que actuó en dos partidos como despedida de la camiseta roja, ya con 33 años. En 2014 fue elegido el mejor jugador del siglo de la liga de su país y es respetado y querido por su fuerza de voluntad. Pero seguro que cambiaría todos estos logros por evitar lo que pasó sólo diez días después de marcar el gol contra Alemania en la final, la muerte de la pequeña Line, que aún llegó a tiempo de celebrar el gran momento de su padre.

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