dissabte, 10 d’abril del 2021

Países Bajos, 1- Rusia, 3 (Euro 2008-Cuartos de final)

63. Dimitri Torbinski (1-2)

Hay jugadores que han llegado al máximo nivel porque han hecho pasar su pasión por el fútbol por delante de todo. Ni que las condiciones no hayan sido las adecuadas, tanto desde el punto de vista económico, como de situación geográfica de procedencia, ni tampoco de suerte con el físico, han hecho todos los esfuerzos posibles para triunfar y, al final, lo han conseguido a su manera. Incluso, durante algunos momentos, se convierten en ídolos de una nación tan grande como Rusia, aunque después sean casi olvidados. Le pasó, a los 24 años, al centrocampista Dimitri Torbinski.


Sus padres son de Moscú, pero se trasladaron a la remota Norilsk, en la región de Kranoyarsk, en el centro y hacia el norte del inmenso país, porque encontraron trabajo en la empresa más importante de la región, ella de ingeniera y él, de constructor. A 2.900 kilómetros de la capital nació Dimitri, al que gustó el fútbol desde pequeño, pero que no tenía posibilidades de practicarlo en un equipo federado porque no había. Sólo podía jugar con los hijos de los trabajadores de la fábrica, donde ya destacaba. Viendo sus cualidades, su tío Sergei le llevó a Moscú a hacer una prueba con los equipos inferiores del Spartak, cuando tenía doce años y el técnico Yevgeni Vorobyov lo inscribió en la escuela del club. La técnica que tenía, después de haber practicado minifútbol, ​​una especie de fútbol sala, en Norilsk, lo hacían diferente de los demás.

Torbinski se adaptó rápidamente al tamaño más grande del terreno de juego y en las categorías inferiores del Spartak se convirtió pronto en un centrocampista ofensivo capaz de anotar entre diez y quince goles por temporada. Cuando todo funcionaba bien, y ya había llegado al segundo equipo, tuvo una grave lesión, una rotura de ligamentos cruzados y menisco que le hizo estar medio año de baja. Al volver, en octubre de 2002, con 18 años, lo hizo directamente al primer equipo, castigado por una plaga de lesiones.

Pero él también fue víctima durante los años siguientes. Primero por una enfermedad, y luego por más problemas en las rodillas, que frenaron su progresión. En 2005 tuvo que volver a empezar a una especie de filial del Spartak, el Cheliabinsk, y allí se puso en forma. Después de tan infortunio, parecía que las cosas iban mejor y así lo declaró el técnico del primer equipo, el ex jugador del Espanyol Dmitri Kuznetsov, que en agosto de ese mismo año le recomendó para volver con los mayores.

Así, en 2006 fue el año de su resurrección y el del debut con la selección rusa, que se había quedado fuera de la Eurocopa de Portugal y del mundial de Alemania. Torbinski debutó de la mano de Guus Hiddink en una victoria en Estonia y, además, de titular en una posición más retrasada para crear juego. Aunque las críticas no fueron extraordinarias, fue destacado por quien luego sería máximo responsable de los deportes del país, el famoso Vitali Mutko, implicado en todos los escándalos de dopaje de estado que provocan que Rusia esté sancionada a nivel internacional.

Hiddink siguió confiando en él y Rusia entró en la Eurocopa dejando en la cuneta Inglaterra. Torbinski, que dos años antes estaba en una cama de hospital, ahora jugaría el torneo internacional a los 24 años, seis meses después de cambiar de equipo, ya que había fichado por el Lokomotiv. Debutó en la derrota contra España por 4-1, pero el técnico siguió confiando en él y Rusia venció a Grecia en el segundo partido. Pero la entrada de Arshavin, sancionado hasta entonces, provocó una serie de cambios y le tocó salir a él. No jugó el partido decisivo contra Suecia, que significó el acceso a los cuartos de final y, en este siguiente duelo, volvió a arrancar desde el banquillo ante los Países Bajos.


El gol

En el mejor partido del campeonato, Rusia se adelantó en Basilea con un cabezazo de Pavlyuchenko que se encargó de igualar Van Nistelrooy justo antes del final. Fue cinco minutos después de que Torbinski hubiera entrado al campo en sustitución del delantero Saenko buscando más control. Rusia no lo había encontrado, pero sí disfrutó de las cualidades ofensivas del jugador del Lokomotiv en la prórroga.


Era el partido de Andrei Arshavin, que trajo de cabeza a los neerlandeses. Así, a los siete minutos de la segunda parte del tiempo suplementario el gran jugador del Zenit se escapó por la izquierda y envió un centro sin ángulo que superar la oposición de Ooijer. El balón describió una extraña parábola, aunque no tocó en el defensa, pasó por encima de Van der Sar y, cuando ya se perdía por el otro lado, apareció Torbinski, adelantándose a Van Bronckhorst, para introducir el balón en la portería. Fue un golpe casi decisivo rematado sólo cuatro minutos después por Arshavin con el 1-3 final. Torbinski, sin embargo, había recibido una tarjeta amarilla un minuto antes de su gol. Era la segunda y eso le impidió disputar las semifinales, volvió a perder contra España por 0-3.

Parecía que tendría un gran futuro por delante. De hecho, el Lokomotiv luchó por el título en Rusia y Hiddink seguía confiando en él, pero las lesiones volvieron a aparecer y lastraron la progresión hasta el punto de ser rebajado al equipo B del conjunto ferroviario. En 2011, justo antes de la Eurocopa, dejó de ir convocado por la selección y en 2013 inició una serie de años en que cambiaba de formación cada temporada, primero en el Rubin Kazan, luego en el Rostov y, en 2015, en el Krasnodar. Fue esta temporada cuando Fabio Capello lo volvió a convocar para el equipo ruso, que buscaba entrar en la Eurocopa de Francia. No lo consiguió, el técnico italiano fue despedido y ahí se acabó su carrera internacional, con 32 años. A nivel de clubes tampoco le fue mucho mejor, con un año en Chipre, en el Paphos, y regreso a casa, en Kaliningrado, primero, y en su tierra, en el Enisey Krasnoyarsk después para poner punto final a su carrera. Torbinski tuvo que superar grandes dificultades para llegar a la cima aquella noche suiza de 2008, pero con la misma fuerza fue cayendo hasta convertirse en un recuerdo. 

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