divendres, 9 d’abril del 2021

Inglaterra, 1- Islandia, 2 (Euro 2016-Octavos de final)

64. Ragnar Sigurdsson (1-1)

El éxito de Islandia en la Eurocopa de Francia de 2016 no fue fruto de la casualidad. Desde hacía años, el país había comenzado a trabajar en un sistema intensivo en todas las categorías, empezando desde la base, que proporcionó una gran cantidad de jugadores que podían ir a jugar a ligas extranjeras de diferente nivel. Algunos de los elementos de aquel equipo ya hacía temporadas que actuaban en conjuntos de fuera con buen rendimiento y llegaron a la madurez entonces. Uno de los que ejemplifica esta evolución es uno de los centrales de la formación, Ragnar Sigurdsson.


Cuando se disputó el torneo acababa de cumplir treinta años y hacía casi una década que jugaba en otras ligas, en Dinamarca, Suecia y Rusia, pero no fue hasta que apareció en un gran torneo, en un escaparate internacional como la Eurocopa, cuando la Premier League no se fijó en alguien que admira el fútbol británico. Nacido en la capital, jugó en la cantera del Fylkir, uno de sus equipos, y disputó partidos con las categorías inferiores de Islandia, en formaciones que, poco a poco, dejaban de ser el rival fácil de los grupos de clasificación para convertirse en un oponente incómodo gracias a un juego simple y directo, pero efectivo tácticamente.

En 2007, nueve años antes de la Eurocopa, Sigurdsson inició su periplo internacional en Suecia, con el Göteborg. Ya había debutado con la selección absoluta en una fase de clasificación para el torneo continental de 2008 en que Islandia fue sexta de un grupo de siete, sólo por delante de Liechtenstein, aunque ya hizo buenos partidos. Por ejemplo, sólo perdió por 1-0, con un gol en el minuto 81 de Iniesta en Palma, contra la posterior campeona, España.

En Suecia, el central islandés vivió buenos años al inicio, con una liga y una Copa, jugando casi todos los partidos e incluso marcando goles. Con la selección, en cambio, tocó fondo. Sólo disputó dos partidos de la clasificación para el mundial de 2010, en que Islandia fue incluso superada por Macedonia. Eso sí, en 2011 cambió de aires y fichó por el Copenhague, un conjunto efervescente en Europa con el que llegó a debutar en la Liga de Campeones de 2013 y a enfrentarse a rivales como el posterior campeón, el Real Madrid, o la Juventus.

Fue cuando Islandia cambió de mentalidad. Quedó segunda en la clasificación para el mundial de Brasil, aprovechando la bondad de un grupo en el que sólo Suiza fue mejor y en que adelantó a Eslovenia o Noruega. No entró en el torneo porque Croacia la dejó fuera a la repesca, pero sólo por un global de 2-0. Ya habían avisado. En verano de 2014, Sigurdsson buscó una liga más potente y fichó por el Krasnodar. Con el conjunto del sur del país llegó a ser tercero en la potente competición rusa y llegó la fiesta con el equipo nacional.

Islandia sorprendió. Sabiendo que era posible entrar en una Eurocopa ampliada a 24 equipos, y espoleada por su buena actuación en la fase anterior, terminó segunda de su grupo, detrás de la República Checa y ante potencias como Turquía o los Países Bajos. La clasificación era un hecho y el 8% de la población del país viajaría a Francia para animar al equipo. Además, este terminó imbatido la primera fase, con dos empates, contra Portugal y Hungría, y una victoria contra Austria que le daba el primer puesto del grupo. Llegaban los octavos de final y el rival era el país al que la mayoría de esos jugadores, incluido Sigurdsson, admiraban: Inglaterra.


El gol

Porque casi todos ellos habían crecido mirando la Premier League. El mismo Ragnar Sigurdsson explicaba que era la competición que prefería y el juego directo islandés bebía de aquellas fuentes. En el partido disputado en Niza, los ingleses se adelantaron pronto, con un gol de Wayne Rooney de penalti en el minuto 4. Pero pronto todo empezaría a girar.


Y lo hizo en una acción muy británica. En los meses anteriores se habían puesto de moda los goles directos en lanzamientos de banda a cargo del Stoke City e impulsados ​​por el internacional irlandés Rory Delap. Islandia trabajaba la estrategia especialmente y hacía subir a los centrales en todas las ocasiones en que podía. Así, el poderoso medio centro Aron Gunnarsson mandó el lanzamiento al corazón del área, uno de los centrales, Kari Arnason, peinó con la cabeza, el balón sobrepasó a todos los defensas ingleses y, entrando desde atrás, el otro central , Ragnar Sigurdsson, fusiló a Joe Hart. Islandia empataba de manera sorprendente. Y aun chocó más cuando doce minutos más tarde, el delantero Sigthórsson anotaba un segundo gol que los ingleses ya no remontarían en 72 minutos de juego. El equipo islandés había entrado a los cuartos de final, aunque el reto de eliminar a Francia en su casa era demasiado duro y terminó perdiendo por 5-2.

Los jugadores islandeses se convirtieron en celebridades de la noche a la mañana y en productos muy apreciados, sobre todo en Inglaterra. Así, después de nueve años vagando por Europa sin haber sido avistado por ningún equipo, muchos managers giraron los ojos hacia Ragnar Sigurdsson, que fue contratado por el Fulham, de la segunda categoría, por seis millones de euros. Hizo un año correcto, pero fue de más a menos y al final del curso, sin alcanzar el reto del ascenso, volvió a Rusia, al Rubin Kazán.

Paralelamente, el boom islandés no se detenía y la selección llegó al mundial, precisamente de Rusia. Las actuaciones no fueron tan brillantes. Sigurdsson era un fijo, pero el equipo sólo empató contra Argentina y cayó ante Nigeria y Croacia para decir adiós a la competición. En los últimos años, el central islandés ha actuado en el Rostov y en el Copenhague de nuevo y no estará presente, a los 35 años, en la Eurocopa porque Islandia fue dolorosamente eliminada en dos minutos fatídicos en Hungría cuando tenía el billete al alcance . Habrá que ver si resiste otra fase de clasificación, la del mundial de Qatar. De todos modos, si se retira antes, lo podrá hacer con el recuerdo de aquella Eurocopa de Francia y del gol de pizarra que comenzó a eliminar a algunos de sus ídolos en aquella noche de verano de la Costa Azul.

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