dilluns, 5 d’abril del 2021

Italia, 1- Suecia, 1 (Euro 2004-Primera fase)

68. Zlatan Ibrahimovic (1-1)

En el mundo del fútbol ha habido futbolistas virtuosos, leñeros, fuertes, rápidos, goleadores y de todo tipo. La mayoría de ellos disfrutan de características que los hace semejantes a otros, tanto en virtudes, como en defectos. Pero están los que rompen el molde, que no se parecen a nadie y que son recordados porque son diferentes. A veces, da igual que hayan ganado muchos títulos o pocos, simplemente son una marca y un icono en sí mismos. Y si han llevado a cabo una carrera de más de veinte años, aun son reconocidos por más generaciones. Es el caso del genial Zlatan Ibrahimovic.


Su juego puede gustar más o menos, pero seguro que no pasa desapercibido para nadie. Además, ha ido mutando en el transcurso de los años, desde un delantero que lo luchaba todo al principio, hasta un anotador más selectivo al final, pero siempre con una combinación de características físicas y técnicas casi imposibles de encontrar y a las que ha extraído un gran rendimiento, aunque siempre queda la sensación de que podría haber hecho un poco más para subir al máximo nivel.

Ibrahimovic es sueco, aunque su nombre no engaña. Hijo de bosnio musulmán y de croata, emigrados al país escandinavo a finales de los años setenta, su vida en uno de los barrios más conflictivos de Malmö, Rosengard, marcó un carácter complicado que no en pocas ocasiones le ha comportado problemas. Pero Ibrahimovic lo ha utilizado siempre a su favor. El principal equipo de la ciudad lo captó de un conjunto de hijos de emigrantes balcánicos y jugó dos años con ellos, aunque sólo una liga entera. El Arsenal lo quiso abducir, de la mano de Arsène Wenger, pero que fue más listo Leo Beenhakker, que le llevó al Ajax por poco más de ocho millones de euros sólo con 19 años.

En los Países Bajos comenzó a ser conocido en todas partes. No fue excesivamente goleador, pero ganó dos ligas y una Copa en tres años. Incluso debutó en el mundial de Japón y Corea del 2002, en el que estuvo dos ratos a encima del campo, uno de ellas en la eliminación ante Senegal en los octavos de final. Mientras iba creciendo en el Ajax, tomó parte en la fase de clasificación para la Eurocopa de Portugal de 2004, en la que Suecia entró tranquilamente. El verano de 2004, cuando tenía 22 años, fue muy movido. Le fichó la Juventus y debutó en el máximo torneo europeo, donde dejaría una muestra imborrable de su calidad.

Suecia debutó apalizando a Bulgaria por 5-0 en un partido en el que él marcó de penalti el cuarto gol. El segundo compromiso era en Oporto ante Italia, la selección del país donde jugaría a partir del verano y era un duelo fundamental para la clasificación.


El gol

Los transalpinos, que habían empatado el primer partido ante Dinamarca, se adelantaron en el marcador con un cabezazo de Cassano en el tramo final de la primera parte. El resultado no era un desastre total para los suecos, pero seguramente les obligaba a vencer a los daneses en el último partido para llegar a cuartos. El técnico, Lars Lagerbäck, comenzó a hacer cambios ofensivos y, cinco minutos antes del final, Zlatan paró el tiempo.


Källström lanzó un córner que entre Jakobsson y Allbäck introdujeron en el área. El central Mellberg fue a todas para rematar, pero no lo consiguió, como tampoco lo hizo Ljungberg en un intento de chilena. Entonces, surgió Ibrahimovic con una idea genial. De espaldas a portería, y con el balón a una gran altura, dio un toque de espuela mágico ante Buffon. El balón describió una parábola increíble y entró por el pequeño espacio entre los 185 centímetros de Christian Vieri, en funciones defensivas y saltando, y el travesaño. Un gol para recordar que el joven Zlatan celebró enloquecido.

El resultado permitió que a Suecia le valiera un empate contra Dinamarca, por más de un gol, en el último partido, y los dos vecinos escandinavos obtuvieron el resultado que necesitaban en el último minuto con un remate de Mattias Jonson que dejaba a Italia fuera. Lamentablemente para los suecos, perdieron en los cuartos de final por penaltis contra los Países Bajos, donde jugaba Ibrahimovic hasta entonces, en una tanda en la que el error del nuevo jugador de la Juventus fue determinante.

La carrera posterior de Ibrahimovic es larga y extensa, con más luces que sombras pero también con episodios turbulentos en algunos equipos. En 2006, después de ganar dos ligas con la Juventus, dejó el equipo, descendido a Segunda por el escándalo Calciopoli, y fichó por el Inter, donde consiguió tres ligas más. Pero fueron años en los que la Liga de Campeones se le escapó. En 2009 estaba con los lombardos cuando el título fue ganado por el FC Barcelona. Fichó por los catalanes dejando al conjunto de Mourinho y, aunque ganó la liga española, vio como su anterior equipo era campeón de Europa y lograba el triplete. Además, él no se adaptó al juego de Pep Guardiola, al que luego no ha perdido ocasión para criticar de manera inmisericorde, no se quiso supeditar al estrellato de Messi y volvió a Italia, al Milan.

Con la selección, había caído en cuartos de final del mundial de 2006 y en primera ronda de la Eurocopa del 2008, a pesar de anotar dos goles en tres partidos. Suecia se perdió el mundial de Sudáfrica, pero no el torneo europeo del 2012, en el que cayó en la primera fase pese a los dos goles de su estrella. El conjunto nórdico tampoco fue al mundial de Brasil, de 2014, pero sí a la Eurocopa de 2016, en la que anunció su retirada del equipo nacional una vez eliminado en la primera fase. Hizo un simulacro de regreso una vez vio que Suecia, contra todo pronóstico, había eliminado a Italia y había entrado en el mundial de Rusia, pero el seleccionador, Janne Andersson, se mantuvo firme y dijo que el premio era para quien se lo había ganado, aunque se quedara fuera el máximo anotador de la historia de la selección.

Con los equipos, aun vivió una liga con el Milan antes de la decadencia del equipo. Él la vio venir y fichó por un París Saint-Germain que se había convertido en un nuevo rico de Europa. Lo ganó todo a nivel nacional, como cuatro ligas y dos Copas, pero chocó cada temporada con la Champions, el gran torneo que se le ha resistido. En 2016, ya con 35 años, fue contratado por otro grande venido a menos, el Manchester United, con el que aún se llevó una Liga Europa, y parecía que se retiraría en Estados Unidos, en Los Angeles Galaxy, pero el espíritu competitivo le hizo volver a Europa superando una larga lesión.

Así, de camino hacia los 40 años, vuelve a estar en el Milan, donde bate cifras goleadoras y quiere devolver a la entidad a su lugar histórico como campeón de liga, tras el último campeonato ganado por él mismo hace diez años. Todo, con el gesto altivo y de superioridad de siempre, seguramente creyéndose más de lo que es pero sin dejarse pisar por nadie. Lo aprendió desde pequeño en las calles de Malmö y lo ha llevado hasta el final, con mil y un detalles para los grandes gourmets de fútbol, ​​como aquel taconazo del estadio Dragao que maravilló a todos. 

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