diumenge, 4 d’abril del 2021

Italia, 2- Yugoslavia, 0 (Euro 68-Final-desempate)

69. Pietro Anastasi (2-0)

En la tercera Eurocopa, la de 1968, se dio un caso único en la historia del fútbol que es imposible que se vuelva a repetir. Es muy difícil que el primer partido internacional de un jugador con la selección absoluta llegue en una final de un gran torneo, pero aún lo es más, hoy en día no puede suceder, que el segundo partido del mismo jugador sea también una final y que consiga uno de los goles de la victoria. Es lo que le pasó al delantero italiano Pietro Anastasi.


La imagen que acompaña A este gol es la de Anastasi con la camiseta del Varese, su primer equipo en la máxima categoría, porque todavía pertenecía a él el 10 de junio de 1968, cuando tenía veinte años y todavía no se encontraba en el élite máxima del fútbol transalpino. De hecho, había sido la gran aparición del país en los últimos meses, en un conjunto que acababa de ascender a la máxima categoría, y que sólo había conseguido 28 goles de los cuales 11 los anotó este joven ariete de 20 años.

Anastasi había nacido en Catania, en Sicilia, y había debutado en los equipos absolutos en la cuarta categoría con el Massiminiana, un conjunto de la ciudad con el que consiguió 18 goles con sólo 18 años. A partir de ahí, su progresión fue meteórica. Se trataba de un delantero completísimo, de fuerte complexión atlética, gran remate con los pies y la cabeza pero, al mismo tiempo, nada torpe a la hora de moverse por otras zonas del campo. Después del estreno, llamó la atención del Varese, de Serie B, y se tuvo que trasladar a vivir a la otra punta del país, con sólo 19 años, pero fue un cambio provechoso. En su primer año, contribuyó al ascenso del equipo, aunque sólo con 6 goles. Fue en la campaña 1967-68 cuando fue conocido por todos y llamó la atención del seleccionador, Ferruccio Valcareggi, para la fase final de la Eurocopa que se tenía que disputar en casa.

En las semifinales, contra la URSS, el técnico apostó por Domenghini y Prati en punta y Mazzola detrás. Los transalpinos no pudieron perforar la portería soviética, pero tuvieron la suerte de cara en un sorteo que los clasificó para la final. Valcareggi pensó que había que hacer cambios para buscar más el gol en la final ante Yugoslavia. Así, retiró a Mazzola del terreno de juego y apostó por aquel joven atacante del Varese. Las cosas fueron bien a medias. Italia marcó un gol, de Domenghini, pero sólo sirvió para empatar el del yugoslavo Dzajic. No hubo anotaciones en el tiempo suplementario y se tuvo que recurrir a un duelo de desempate, porque entonces no había penaltis. Allí llegaría el momento de Anastasi.


El gol

La segunda final se jugó sólo dos días después de la primera, también en Roma, y ​​Valcareggi volvió a introducir rellevos. Esta vez recuperó a Mazzola y, además, contó con otro delantero potente y joven, de 23 años, Luigi Riva. Pero no retiró del campo al inexperto Anastasi, que había debutado con la selección 48 horas antes, sino que prescindió del milanista Pierino Pratti. Y las cosas no pudieron salir mejor. A los 13 minutos, Riva cazó en el área el disparo desviado de Domenghini y fusiló a Pantelic para anotar el primer gol. Veinte minutos después llegaría la sentencia, después de que el mismo Riva hubiera perdonado poco antes.


En una de las transiciones italianas, el mismo Domenghini pasó a Anastasi, en la frontal del área. Era tan poco esperable su actuación en la fase final que lucía el número 2 en la espalda, habitualmente reservado para los laterales. Pero él era un delantero de raza y lo demostró parando el balón y, con una gran media vuelta, arreando un remate cruzado imparable para el portero balcánico. El 2-0 ya no se movería. Anastasi tenía dos partidos con la selección, dos finales, un gol y un título. Y todo con veinte años.

Pocos días después fue fichado por la Juventus, donde jugó durante ocho temporadas y con la que se llevó tres ligas. Anotó 78 goles en poco más de 200 partidos. En 1970, se había perdido la oportunidad de disputar el mundial de México por culpa de una lesión cuando estaba incluido en la lista de Valcareggi, la de un grupo que finalmente fue subcampeón, sólo derrotado por el mejor Brasil de la historia . Su segunda oportunidad le llegó en 1974, en el mundial de Alemania. Anotó uno de los goles en el debut con victoria contra Haití (3-1), pero la selección quedó eliminada en la primera fase tras caer ante Argentina y Polonia. Sólo jugaría dos partidos más con el equipo nacional, en la fracasada fase de clasificación para la siguiente Eurocopa.

En 1976, con 28 años, fichó por el Inter de Milán. En San Siro sólo ganó una Copa en dos temporadas y sus cifras de goles bajaron bastante, sobre todo el segundo año. Después, actuó tres años en el modesto Ascoli, los tres en la máxima categoría, y se retiró en 1982, el año en que Italia volvió a ser campeona, en esta ocasión del mundo, en el Lugano suizo. Pese a que intentó ser entrenador de jóvenes, lo dejó pronto y se dedicó a ser comentarista de fútbol por televisión. Anastasi tuvo un duro final. Le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que, unida a un tumor intestinal, precipitó su muerte el año pasado, justo antes del estallido de la pandemia, con 72 años.

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