dijous, 8 d’abril del 2021

Checoslovaquia, 2 (5) - Alemania Federal, 2 (3) (Euro 76-Final)

65. Bernd Hölzenbein (2-2)

La polémica es un elemento primordial de la historia del fútbol. Muchos partidos se han decidido o se han encauzado por acciones que en su día ya fueron controvertidas y que el paso del tiempo ha aclarado o no. Incluso una sola jugada puede marcar la vida de futbolistas con larga trayectoria y con tantos éxitos, dentro y fuera del campo, que se consideran leyendas de sus clubes. Una jugada ha acompañado siempre la vida del delantero alemán Bernd Hölzenbein.


Pero no es la acción que nos ocupa, sino una que sucedió dos años antes. Hölzenbein no debutó en la selección alemana hasta los 27 años, aunque ya hacía muchas temporadas que marcaba goles a puñados con el Eintracht de Frankfurt. Delantero no muy alto, rápido, con capacidad para colarse entre los defensas y con una gran relación con el gol, él mismo explica que seguramente tardó tanto en llegar al equipo nacional porque el seleccionador, Helmut Schön, vivía cerca , asistía de espectador a muchos partidos del Eintracht y, por ello, "veía los buenos, pero también los malos".

Nacido en Runkel, al oeste del país, Hölzenbein jugó al Dehrn, el equipo de un distrito de la ciudad, hasta que fue captado por el vecino Eintracht los 21 años. Comenzaba una trayectoria de 14 cursos en el equipo que lo convirtió en el máximo goleador de su historia. Debutó en 1967 y era habitual que sobrepasara la cifra de diez goles por sesión, pero no entraba en los planes del seleccionador, ni para el mundial de México, en 1970, ni para la Eurocopa de 1972. Tras este torneo, Schön introdujo una serie de cambios y, en 1973, dio la alternativa a Hölzenbein en un partido amistoso contra Austria, curiosamente el mismo rival de su despedida, un lustro más tarde. Con cuatro enfrentamientos más, ninguno de ellos oficial, fue convocado para el mundial del 1974, que Alemania Federal organizaba.

Arrancó de suplente, disputando dos ratos, pero la traumática derrota contra Alemania Democrática en Hamburgo provocó que el técnico relevara a los dos acompañantes en la delantera de Gerd Müller, Flohe y Grabowski, y le hiciera entrar a él y a Dieter Herzog, del Fortuna Düsseldorf. Lo que vio le gustó y disputó los tres duelos de la segunda fase, con una asistencia contra Suecia incluida. Los alemanes los ganaron los tres y se clasificaron para la final ante los Países Bajos, en la que llegó la jugada de su vida.

Los neerlandeses habían adelantado con un gol de Neeskens tras un penalti de Höness a Cruyff, pero a minuto 25 en llegó otro. Hölzenbein entró por la izquierda y, al acceder al área, cayó ante la acometida de Jansen. El británico Taylor indicó un penalti que los oranje protestaron toda la vida, al estimar que el delantero del Eintracht se había dejado caer. Su gesto teatral le valió para siempre, al otro lado de la frontera, el apodo de "la golondrina". Breitner empató y, después, Müller daría el mundial los alemanes.

Su participación en la Copa del Mundo le hizo valer la confianza de Schön. Además, ese año y el siguiente ganaría la Copa con el equipo de Frankfurt. Fue un fijo de la Mannschaft, jugando los ocho partidos de clasificación y siendo convocado para la Eurocopa de 1976 en Yugoslavia. En las semifinales, intervino en la remontada contra los anfitriones, que vencían por 2-0 y acabaron perdiendo por 2-4 tras una prórroga. La final, tres días después en el mismo estadio de Belgrado.


El gol

Y el partido comenzó igual. Los checos se adelantaron en 25 minutos con goles de Svehlik y Dobias. El héroe de las semifinales, Dieter Müller, redujo la diferencia a los 28. Los minutos fueron pasando y, cuando parecía que todo se acababa, llegó un córner a favor de los campeones del mundo.


Vino en una acción polémica, también, porque parece que había sido un jugador alemán el último de tocar el balón tras una falta lanzada con el exterior del pie por Beckenbauer. Bonhof sacó el córner y, en una acción muy poco habitual en él, Hölzenbein saltó ante la pésima salida del portero Viktor y envió el duelo a la prórroga. De hecho, ni se sirvió desde el centro del campo. Él y sus compañeros, sin embargo, se quedaron sin doblete en la tanda de penaltis, por el error de Höness y por el legendario tiro de Panenka.

Hölzenbein ya tenía 30 años, pero estaba en el mejor momento de su carrera. De hecho, a pesar de no jugar ningún partido de la fase de clasificación, fue convocado para el mundial de Argentina, en 1978. Como en 1974, lo inició de suplente en los tres primeros partidos pero jugó enteros los tres de la segunda fase, esta vez sin tanta suerte, con dos empates ante Italia y los Países Bajos y una derrota, con gol suyo, contra Austria. Fue su última cita con el equipo nacional sólo cinco años después de haber debutado, cinco años que dieron para mucho.

Pero aún no estaba acabado. con el Eintracht fue pieza fundamental en el título de campeón de la Copa de la UEFA de 1980, un año antes de dejar el equipo de su vida, en el que marcó 160 goles en 420 partidos. Luego se trasladó a Estados Unidos, donde jugó en Fort Lauderdale, Memphis y Baltimore antes de volver a casa y retirarse en el modesto Salmrohr, con 39 años. Inició entonces tareas de directivo con el Eintracht donde también logró éxitos desde la gerencia deportiva, que dejó en 1996. Quienes lo conocen lo consideran una persona con un humor especial, a veces taciturno y a veces expansivo. En Alemania es querido pero en los Países Bajos, ni mucho menos. Aún recuerdan aquel vuelo de la golondrina que representó el principio de su final.

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