dijous, 10 de setembre del 2020

Francia, 5- Bélgica, 0 (Euro 84-Primera fase)

275. Alain Giresse (2-0)

Que para jugar bien al fútbol no hace falta disponer de un físico privilegiado, ya hace años que se sabe. Aunque en las últimas décadas hubo corrientes que decían que había que disponer de auténticos atletas para ganar títulos, se ha demostrado que el éxito radica en la buena combinación de elementos y que, incluso, puede jugar mejor a fútbol un equipo de once jugadores pequeños que uno de once grandes. Este extremo lo llevó hasta las máximas consecuencias uno de los futbolistas más talentosos que ha dado Francia en toda su historia, el centrocampista Alain Giresse.



Aunque sólo medía 1,63 metros, formó parte del centro del campo galo de los grandes éxitos de la década de los ochenta del siglo pasado. Junto a otro gran futbolista de creación, Jean Tigana, con el que compartió medular al equipo nacional y en el Girondins de Burdeos durante ocho temporadas, se convirtieron en los cómplices perfectos para hacer destacar el juego del gran Michel Platini, la estrella de aquel equipo. El cuarto lugar en el mundial de España 82, el título en la Eurocopa 84 y la tercera posición en la Copa del Mundo de México 86 tienen mucho que ver con la combinación de estos tres hombres, primero con otro técnico, Bernard Genghini, y luego con uno más físico, Luis Fernández.

Giresse llegó a la Eurocopa de su país, en 1984, ya con 32 años. Hacía catorce que permanecía fiel al Girondins, conjunto que, por fin, aquella temporada había quedado campeón de liga, por gol average sobre el Mónaco, después de unos años de intentarlo con fuerza. El equipo de quien catorce años más tarde sería el seleccionador que llevaría a Francia a su primer título mundial, Aimé Jacquet, pivotaba alrededor de Giresse y Tigana, pero disponía de elementos muy destacables, como los defensas internacionales Battiston y Trésor, o los delanteros Lacombe y Dieter Müller. Con la incorporación del portugués Chalana, que hizo una gran Eurocopa en Francia, llegaron incluso a las semifinales de la Copa de Europa del año siguiente, en el que estuvieron a punto de remontar un 3-0 en la Juventus.

Aparte de ser un generador de juego, Giresse tenía una gran llegada al área. Desde su debut, en 1970, en nueve temporadas había pasado de los diez goles en la liga. En la del título, precisamente, había marcado dieciséis en el campeonato. En el anterior mundial, el de España, su debut en un gran torneo, había anotado tres, uno de los cuales, en la semifinal contra Alemania Federal, significaba el 3-1 en una prórroga que los galos se dejarían igualar antes de caer en los penaltis. En la Eurocopa del 84, Francia había debutado con un triunfo ante Dinamarca y en el segundo partido, ante Bélgica, llegaría un recital.

El gol

Los belgas eran los vigentes subcampeones europeos y un rival temible, que también había vencido en el debut, por 2-0 ante Yugoslavia. Pero en el partido que se jugó en Nantes no tuvieron opción. Se adelantó Platini en la primera parte, con el rechazo de una falta y, poco después de la media hora, el centro del campo del Girondins se mostró en su máxima expresión.


Porque que la jugada entre sus dos centrocampistas, Giresse y Tigana, fue de fantasía. El tuya-mía entre ambos dejó al pequeño Giresse ante Pfaff, que salió a tapar ángulo. Entonces, el jugador francés reaccionó como una estrella que era y le picó el esférico por encima para conseguir el 2-0.

Francia acabaría ganando el partido por 5-0. De hecho, ganó los tres posteriores, ante Yugoslavia (3-2), contra Portugal en la semifinal (por el mismo resultado) y en la final con España (2-0) y se proclamó campeona continental. Giresse se mantendría dos años más en el Girondins y en la selección, hasta el Mundial de México. En el primero, el equipo de Burdeos renovó su título con once goles más del pequeño jugador, aunque en la Copa de Europa posterior fue eliminado en la primera ronda por el Fenerbahçe. Se retiró en 1988 después de dos años en el Olympique de Marsella, con el que aún obtuvo un subcampeonato nacional, y llegó a una semifinal de la Copa de la UEFA. Con la selección, el tercer puesto de México 86 había sido su despedida.

Después, Giresse inició una larga trayectoria en los banquillos con recorrido, sobre todo, por selecciones exóticas y africanas, como Georgia, Gabón, Mali, Senegal y Túnez. Tanto con estos países como en los equipos franceses a los que había entrenado antes, el Toulouse y el París Saint-Germain, los resultados no fueron excesivamente positivos. Su talento ya lo había demostrado, en frasco pequeño, durante casi dos décadas en el terreno de juego.

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