dimecres, 23 de setembre del 2020

Checoslovaquia, 1 (9) - Italia, 1 (8) (Euro 80-Partido por el tercer puesto)

262. Jozef Barmos (9-8 de la tanda)

Entre Checoslovaquia y una de sus sucesoras, la República Checa, han disputado tres tandas de penaltis en grandes torneos. En todos los casos fue en Eurocopas. Y los dos países mantienen un récord imposible de superar: no fallaron ninguno de los lanzamientos que han hecho. Y han sido 19. Uno de los goleadores que marcó el penalti decisivo que dio una de las tres victorias es el defensa Jozef Barmos.



Checoslovaquia había ganado la Eurocopa de 1976 con el gol de Panenka en una tanda en la que había anotado los cinco tiros. Catorce de los 23 convocados por Vaclav Jezek en aquel torneo eran eslovacos, incluido el entrenador, y nueve, checos. El equipo no se había podido clasificar para el mundial de Argentina 78 y la federación había optado por relevar a Jezek y situar en su lugar al también eslovaco Josef Venglos, que introdujo cambios. Uno de los nuevos fue otro eslovaco, el defensa Josef Barmos, marcador implacable que había crecido en el Inter de Bratislava hasta que, en verano de 1978, había fichado por el Dukla de Praga, el club del ejército. Sólo estuvo allí una temporada y en 1979 ya había vuelto al Inter.

Barmos fue uno de los fijos en los esquemas de Venglos en el grupo de clasificación para la Eurocopa de 1980, en el que la selección dejó fuera a Francia y Suecia, aparte de Luxemburgo. Se presentaría a Italia a defender título pero esta vez con superioridad checa sobre los eslovacos de 14 a 8. Checoslovaquia perdió en el primer partido, contra Alemania, lo que la dejó con pocas opciones de llegar a la final, a la que accedía el primero de grupo. Venció a Grecia y un empate contra los Países Bajos le permitió disputar la final de consolación, contra Italia.

El gol

El partido de Roma fue igualado y acabó con empate a un gol. Jurkemik marcó primero y Graziani igualó. No hubo anotaciones en la prórroga e hizo falta recurrir a los penaltis. Entonces comenzó una tanda larguísima en la que nadie fallaba. Italia comenzó a patear primero y marcaron, por este orden, Causio, Altobelli, Giuseppe Baresi, Cabrini, Benetti, Graziani, Scirea y Tardelli. Para los checos, iban igualando Masny, Nehoda, Ondrus, Jurkemik, Panenka, Gogh, Gadjusek y Kozak. Sólo faltaban dos jugadores de campo y el portero para lanzar cuando se afrontó el noveno penalti.


El defensa italiano Collovati fue quien puso el balón en el punto fatídico y disparó con potencia. El portero Netolicka se lanzó correctamente, pero el balón se le coló por debajo del cuerpo. Por suerte para él, reaccionó a tiempo y lo atrapó antes que atravesara la línea de gol. Le tocaba el turno a Checoslovaquia. Faltaban el propio portero, el centrocampista checo Vojacek y el defensa eslovaco Barmos. Fue éste quien tomó la responsabilidad y, con una gran calidad, no sólo engañó a Zoff sino que hizo entrar el esférico por la escuadra. Los centroeuropeos eran terceros.

Barmos, que entonces tenía 25 años, estuvo hasta los 30 en el Inter de Bratislava, al que entrenaría después en dos etapas. Concluyó su carrera como jugador en el Racing Jet belga. Aún tuvo tiempo de participar en un mundial, el de España 82, en el que se marcó un gol en propia puerta en San Mamés contra Inglaterra. El equipo de Venglos quedó eliminado en la primera fase, víctima de los británicos y de Francia, y la selección ya no reapareció en el panorama internacional hasta la Copa del Mundo de 1990, curiosamente de nuevo en Italia, tres años antes de la separación del país y cuando Barmos hacía dos veranos que había colgado las botas.

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