dilluns, 21 de setembre del 2020

Austria, 0- Alemania, 1 (Euro 2008-Primera fase)

264. Michael Ballack (0-1)

Unos cuantos metros de diferencia pueden determinar el futuro de las personas. Görlitz es la ciudad más oriental de Alemania. De hecho, hay letreros en algunas calles para avisar de que se tenga cuidado porque si se sigue caminando se abandona el país y se entra en Polonia, en concreto en Zgorzelec. Los dos núcleos están prácticamente pegados y sólo los separa el río Neisse. En 1976, Görlitz formaba parte de la República Democrática Alemana y en sus calles creció el futuro capitán de la República Federal Michael Ballack.



Él mismo explica que, de muy joven, y viendo que tenía futuro jugando a fútbol, ​​lo llevaron a la actual Chemnitz, que entonces se llamaba Karl-Marx Stadt. Entrenaba en el mismo estadio donde se ponían los cimientos, no muy legales, de los triunfos atléticos del país comunista, y solía coincidir con mitos como Marita Koch, ya en el ocaso de su carrera, o Katrin Krabbe. Cuando tenía trece años cayó el muro de Berlín y el equipo se volvió a llamar Chemnitzer y a perder entre el marasmo de categorías del país unificado.

Fue en 1998 cuando empezó a ser conocido. Lo había fichado el Kaiserslautern, un equipo histórico que acababa de subir de la segunda categoría y que, de golpe, se proclamó campeón. Se quedó allí un año más, en el que fue eliminado de la Champions por el Bayern de Múnich, antes de ser contratado por el Bayer Leverkusen. Fue ya como jugador del equipo de la aspirina que comenzó a ser convocado para la selección. Asistió a la Copa Confederaciones de 1999 y la Eurocopa del 2000. 2002 fue el año en que podía haberlo conseguido todo y en què comenzó a forjar una leyenda de perdedor de finales.

Porque el Leverkusen perdió la de la Copa, ante el Schalke, y de la Champions, contra el Real Madrid, y se quedó a un punto del Dortmund en una liga que parecía controlada. El equipo pasó a ser llamado "Neverkusen", también por una tendencia perdedora de la que quiso escapar fichando por el Bayern. Ese año, además, fue de los mejores jugadores del mundial de Corea y Japón, pero se perdió la final por acumulación de tarjetas y, encima, la selección cayó en la lucha por el título contra Brasil.

Ballack ganó tres ligas y tres Copas en el Bayern, aunque se le negó la Liga de Campeones. Llegó el mundial de su país, en 2006, donde no marcó ningún gol y cayó en las semifinales contra Italia. Era el momento de hacer otro cambio y, ya con 30 años, fichó por el Chelsea. Sus condiciones de centrocampista total y de buen llegador al área parecían hechas para la liga inglesa. En el primer año ganó la Copa y la Copa de la Liga y, después de un segundo en blanco, volvió a afrontar una Eurocopa, la de 2008 en Austria y Suiza.

El gol

Alemania comenzó venciendo a Polonia, pero cayó contra Croacia en el segundo partido. El decisivo tenía carácter histórico, contra los hermanos de Austria y en el Prater. El triunfo garantizaba del acceso a los cuartos de final, y el partido lo resolvió Ballack al inicio de la segunda parte.


Una falta en la frontal del área austriaca fue lanzada de manera indirecta por los alemanes. Lahm tocó el balón para Frings y Ballack, que había tomado impulso, soltó un obús que entró por la escuadra izquierda de la portería de Jürgen Macho, que quizás habría podido tapar mejor su palo, a pesar de la potencia del disparo. El gol sería definitivo, Alemania pasaría ronda y Austria caería eliminada.

Ballack y sus compañeros llegaron hasta la final. Él anotó un gol en los cuartos contra Portugal, pero volvió a tener que quedar con la miel en los labios, que ya que España derrotó a su equipo en el duelo decisivo. Fue el segundo subcampeonato europeo de Ballack ese mismo año ya que, con el Chelsea, había quedado subcampeón de la Champions, al perder la final, por penaltis, ante el Manchester United. Disputó todo el partido de Moscú y anotó un gol en la tanda.

En 2009, el Chelsea se quedó a las puertas de la final, al caer ante el FC Barcelona por el famoso gol de Iniesta. Icónica es la imagen de Ballack persiguiendo el árbitro noruego Tom Henning Ovrebo por no indicar un penalti por manos de Eto'o. En 2010 tocaba mundial, pero una entrada criminal de Kevin-Prince Boateng en la final de la Cup contra el Portsmouth le dejó sin el que habría sido su último gran campeonato de selecciones.

En 2011 volvió al Leverkusen, donde sumó otro subcampeonato, el de liga, en la primera de las dos temporadas en las que militó. Y después, se retiró. La suerte de nacer unos metros más al oeste y no ser polaco, sino alemán, seguramente permitió a Ballack desarrollarse en equipos potentes y jugar en una de las mejores selecciones del mundo. Pero la fortuna es muy caprichosa y, de no haberle dado la espalda en muchas situaciones de cara o cruz o finales, seguramente estaríamos hablando de uno de los mejores palmarés de la historia del fútbol.

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