dimecres, 30 de setembre del 2020

Países Bajos, 6- Yugoslavia, 1 (Euro 2000-Cuartos de final)

255. Marc Overmars (5-0 y 6-0)

A veces a algunos jugadores se les recuerda injustamente por tramos de su carrera deportiva. Es posible que si han tenido unas últimas temporadas complicadas, con un juego no muy bueno y en algunos casos marcadas por las lesiones, en la mente de muchas personas se borre que habían sido grandes futbolistas y que si algún día se pagó lo que se pagó por ellos, sería porque su rendimiento había sido altísimo. En su país y en Inglaterra dejó un gran legado, pero en la liga española, para muchos, es más recordado por haber sido el recambio de Figo en el Barça que por una categoría que sólo demostró en cuentagotas. Es el rapidísimo extremo Marc Overmars.



Porque él cerró durante muchos años las alineaciones del Ajax campeón de Europa, del Arsenal campeón de liga de 1998 y de la selección neerlandesa en dos mundiales y dos Eurocopas. Explotó a principio de los noventa y fue titular en la final de la Champions ganada por el conjunto de Amsterdam contra el Milan en Viena. Aunque era diestro, jugaba de extremo izquierdo, con el 11 en la espalda. En una primera fase de su carrera destacó por una increíble velocidad, pero una grave lesión de rodilla en 1995, aparte de no dejarlo jugar la final de la Champions de aquel año, ni ir a la Eurocopa de Inglaterra del 1996, le cortó la progresión.

Con la selección, había debutado después de que los Países Bajos hubieran cerrado el ciclo que les llevó al triunfo en la Eurocopa de 1988 con la derrota en las semifinales de la de 1992. Fue convocado para el mundial de Estados Unidos, en 1994 , donde fue pieza clave.

Recuperado de su lesión, en 1997 fichó por el Arsenal y allí se entendió bien con su compatriota Bergkamp, ​​el francés Anelka y el jugador local Ian Wright. Llevaron a los gunners al título en su primera temporada. En 1998 jugó el mundial de Francia, en el que los Países Bajos fueron cuartos tras caer ante Brasil, por segundo campeonato seguido, en los penaltis de las semifinales.

En el año 2000 la gran competición fue la Eurocopa. Se jugaba entre Bélgica y los Países Bajos y los oranje eran claros favoritos. Superaron la primera fase con tres victorias y afrontaron los cuartos de final en Rotterdam, contra Yugoslavia. Los balcánicos habían perdido el primer puesto de su grupo contra España en el último minuto por culpa de un gol de Alfonso y tuvieron que jugar contra uno de los anfitriones y no hacerlo ante Francia.

Los goles

Y no hubo color en el duelo que se jugó en De Kuyp. Los neerlandeses, empujados por su afición, golearon sin dificultad en un gran día de Patrick Kluivert, que anotó tres de los cuatro primeros goles. El otro se lo metió Govedarica en propia puerta. Con todo resuelto, llegaron los dos goles de Overmars. En el primero. Cocu envió un balón largo hacia Bergkamp, ​​que quedó emparejado con Djukic. No lo superó, pero levantó la cabeza y vio como Overmars, que ya no sólo jugaba de extremo, llegaba a la frontal del área. Le pasó el balón, éste lo elevó y soltó un disparo que tocó el portero Kralj antes de convertirse en el 5-0.


Diez minutos más tarde, llegó el sexto. Fue en una fácil transición local, con un equipo rival ya entregado. Cocu volvió a recibir el balón y disparó fuerte. El balón se estrelló en el poste izquierdo y el rebote cayó a Overmars quien, cogiendo a contrapié Kralj, lo superó otra vez.




El gol final de Savo Milosevic no sirvió ni para maquillar el resultado. Parecía que los Países Bajos iban derechos hacia la final, pero Italia los eliminó en Amsterdam en una semifinal en la que jugó con un hombre menos desde el minuto 34, por expulsión de Zambrotta, y en el que Toldo paró dos penaltis, a Frank de Boer y Kluivert. En la tanda de lanzamientos finales, los locales erraron tres tiros más, mediante nuevamente De Boer, Stam y Bosvelt, y perdieron la gran oportunidad de disputar el partido decisivo contra Francia.

Semanas después, Overmars cambió de equipo. La fuga de Luis Figo al Real Madrid dejó dinero en el FC Barcelona, ​​que los fichó a él y a Emmanuel Petit. Estuvo cuatro temporadas en el Camp Nou en el que el equipo no ganó nada y él, aunque no lo hizo mal cuando estuvo sano, pagó las comparaciones con Figo y el hecho de que se lesionara con demasiada frecuencia. Marcó 19 goles en 131 partidos de azulgrana.

En medio, se perdió el mundial del 2002, para el que su selección, con Louis van Gaal en el banquillo, no se clasificó, y en 2004, viendo que no se recuperaba, decidió retirarse del fútbol con sólo 31 años. Lo quiso hacer disputando la Eurocopa de Portugal, en la que jugó dos ratos antes de que el seleccionador, Dick Advocaat, el alineara como factor sorpresa en la semifinal contra los anfitriones. Fue relevado en el descanso. Cuatro años después protagonizó una vuelta efímera al futbol. Mientras era director deportivo del Go Ahead Eagles, se enfundó la camiseta para empujar a su equipo a la máxima división. No lo consiguió, pero la experiencia adquirida le volvió a llevar al Ajax, donde es el encargado de formar plantillas como la que estuvo a punto de llegar a la final de la Champions del 2019 y de fichar y vender jugadores.

dimarts, 29 de setembre del 2020

República Checa, 3- Dinamarca, 0 (Euro 2004-Cuartos de final)

256. Milan Baros (2-0 y 3-0)

Checoslovaquia, el país que dejó de existir y se separó en dos en 1993, tiene una historia bastante brillante en grandes campeonatos. Fue subcampeona del mundo en 1934 y también en 1962, sólo superada por la Italia de Mussolini y por Brasil, aunque en aquella Copa del Mundo de Chile, Pelé se lesionó el segundo día y no jugó la final. También ganó la Eurocopa de 1976, con el penalti de Panenka y una de sus partes, la República Checa, quedó finalista del torneo en 1996, en que fue derrotada por un gol de oro del alemán Bierhoff. Pero a pesar de estos éxitos, es difícil que ninguno de estos equipos jugara mejor que la selección checa de 2004, que estuvo a un paso de la final y que tenía como uno de sus delanteros al irregular Milan Baros.



Baros ya se encontraba en el radar de los grandes clubes europeos desde muy joven, cuando debutó en el Banik Ostrava. Disputó dos finales seguidas del Campeonato de Europa sub-21 con su país. En la primera, en Bratislava, perdió por culpa de dos goles del italiano Pirlo. En la segunda, en 2002, título para los checos en Basilea al derrotar a Francia en la final, por penaltis. Entre ambos eventos fue fichado por el Liverpool y debutó en la Champions con un empate a cero en la segunda fase de grupos en el Camp Nou. Explotó durante la temporada siguiente, con nueve goles en la Premier en un conjunto red, que fue quinto.

Mientras tanto, se consolidó en la selección. No pudo ir al mundial de 2002, ya que la República Checa quedó eliminada en un polémico play-off contra Bélgica, pero el equipo se paseó en una fase de clasificación para la Eurocopa de Portugal 2004 en la que dejó a los Países Bajos atrás, con demostraciones como un 3-1 en Praga. El país había unido a los jugadores más veteranos, algunos supervivientes del subcampeonato de 1996, como Nedved, Smicer o Poborsky, con otros más jóvenes, como el portero Cech, el centrocampista Rosicky, o los delanteros Koller y Baros en una conjunción de talento que la hacían favorita para el torneo.

El gol

Y lo demostró en la primera fase, en la que los checos pasaron como primeros de grupo y con tres victorias, ante Letonia, más sufrida, y espectaculares contra los Países Bajos, de nuevo, y Alemania. Baros marcó un gol en cada partido y aspiraba a ser el máximo goleador del torneo. Y al final lo fue gracias al siguiente duelo, el de cuartos de final contra Dinamarca. A los checos les costó abrir el marcador y tuvieron que esperar al inicio de la segunda parte, con un cabezazo del gigante Jan Koller. Con la lata abierta, llegó el momento de Baros.



Una combinación del centro del campo checo por la banda derecha acabó con un pase de Poborsky detrás de la línea defensiva danesa. El capitán Henriksen no estuvo atento al desmarque de Baros, que se quedó solo ante Sorensen y le batió picándole el balón por encima. Sólo dos minutos más tarde, fue Nedved quien recuperó un esférico. Vio como Baros corría y le envió un balón largo. El atacante del Liverpool ganó en la carrera al otro central, Laursen, y soltó un fuerte disparo con la izquierda que significó el 3-0 definitivo. Los checos estaban en semifinales.

Pero la fiesta no fue completa en el torneo. En la penúltima ronda esperaba Grecia y todo el mundo daba por hecha una final espectacular contra Portugal. No fue así. Los checos se enredaron en la telaraña helénica y fueron una más de las víctimas de la sorpresa del campeonato. Un gol de plata del central Dellas en la prórroga dejó fuera al equipo que más había entusiasmado con su juego.

Baros siguió en el Liverpool, con el que fue campeón de Europa en 2005. En la recordadísima final de Estambul, la de la remontada ante el Milan, fue titular y jugó 85 minutos. Pero para la temporada siguiente ya no entró en los planes de Rafa Benítez y fue contratado por el Aston Villa. A pesar de unas condiciones espectaculares para marcar una época, después de la Eurocopa de 2004 no volvió a destacar más. En realidad, en 2006, después del mundial de Alemania, en el que sólo jugó 64 minutos en una derrota contra Italia, protagonizó un incidente en Francia. Se había incorporado al Olympique de Lyon y fue interceptado por la policía yendo a 271 kilómetros por hora con un Ferrari negro cuando se dirigía desde esta ciudad a Ginebra. En el campo, con los galos sólo disputó 32 partidos y marcó 7 goles en dos temporadas.

Fue cedido al Portsmouth, donde ganó una Copa de Inglaterra con una participación de tres minutos en la final contra el Cardiff, y bajó un escalón al fichar por el Galatasaray entre las dos Eurocopas, la de 2008 y la del 2012, torneos en el que no marcó ningún gol. Con los turcos ganó una liga y, con 31 años, inició un peregrinaje por equipos de su país, el Banik Ostrava, de donde había salido, en tres etapas, el Mladá Boleslav y el Slovan Liberec, aparte de 13 partidos con el Antalyaspor turco. Sus días de gloria y reconocimiento habían pasado. De hecho, parecieron terminarse en aquel verano de 2004, en el que tanto Baros como su selección parecían destinados a una gloria que nunca llegó.

dilluns, 28 de setembre del 2020

Países Bajos, 4- Francia, 1 (Euro 2008-Primera fase)

257. Robin van Persie (2-0)

Los jugadores zurdos que actúan en punta de ataque suelen empezar sus trayectorias en la posición de extremo o, al menos, caídos a una banda. Que sean menos los que dominan este perfil, y que la mayoría sean rápidos y con capacidad para desbordar, provoca que los entrenadores los utilicen en esta función. Pero los que van mejorando en prestaciones y en categoría, poco a poco, se van centrando y los hay que, incluso, terminan jugando de delantero centro. Fue el caso de Robin van Persie.


Nacido en Rotterdam, no podía terminar en ningún otro equipo sino en el Feyenoord, el mayor de los tres que suelen disputar la Eredivisie, por encima del Sparta y del Excelsior. No se pudo estrenar de mejor manera. Con 19 años, debutó en la liga con el conjunto rojiblanco y los cuatro meses fue titular en la final de la Copa de la UEFA, en casa contra el Borussia Dortmund, con triunfo por 3-2. Bert van Marwijk, con quien ocho años después sería subcampeón del mundo, fue quien le dio la alternativa.

Dos buenas temporadas en el campeonato despertaron el interés del Arsenal, que lo fichó en 2004, justo después de que los londinenses hubieran completado la temporada sin perder ningún partido. Llegó un poco tarde, cuando aquel equipo ya estaba en su ocaso, pero sumó una Copa y una Supercopa en el palmarés, además de un subcampeonato de la Liga de Campeones contra el FC Barcelona, ​​en 2006. No llegó a disputar la final, víctima de un cambio de sistema de Arsène Wenger que lo dejó fuera tanto de la vuelta de las semifinales, en Villarreal, como del partido de Saint-Denis.

Las dos siguientes temporadas fueron agridulces. Jugó cuando pudo, pero dos lesiones le dejaron bastante tiempo sin competir. En la segunda, fue cuando Wenger le descubrió la posición de delantero principal, tras la marcha de Thierry Henry al Barça. En estas condiciones, después de una temporada a medias, afrontó la Eurocopa de 2008.

El gol

Con la selección había debutado en un gran torneo en el mundial de Alemania de 2006, con un gol anotado, aunque no era titular indiscutible. La gran cantidad de extremos y de delanteros de la oranje, con nombres como Van Nistelrooy, Huntelaar o Robben, lo dejaban en un segundo plano. Jugó veinte minutos en el debut, con triunfo por 3-0 contra Italia. El segundo partido fue en Berna contra Francia, y resultó un espectáculo. Porque a pesar del gol inicial de Kuyt en el minuto 10, Francia dispuso de un sinfín de ocasiones para batir a Van der Sar, sobre todo en botas de Henry, pero no las aprovechó. Los Países Bajos, a la contra, buscaban el segundo gol y el técnico, Marco van Basten, hizo un cambio en el minuto diez de la reanudación.



Retiró del campo a Kuyt, el único goleador, e hizo entrar a Van Persie. La apuesta por el contraataque estaba clara y el equipo la supo interpretar. Porque sólo cuatro minutos después de estar en el campo, Van Nistelrooy inició una transición con una descomunal ruleta en la banda. Habilitó a Robben, que entonces jugaba más por la izquierda y no buscaba tanto la pierna cambiada y el disparo. El jugador en aquel momento del Real Madrid, que también había entrado en el descanso en el lugar del centrocampista Engelaar, dio el pase de la muerte y Van Persie, en posición de ariete, superó al portero Coupet.

Henry recortó la diferencia, pero las contras mataron a los franceses, con dos goles más, de Robben y de Sneijder, que dejaron un 4-1 final engañoso. Van Persie fue titular, y marcó, en un intrascendente duelo contra Rumanía y volvió al banquillo en los cuartos de final contra Rusia. Entró en el descanso, pero la selección cayó víctima del gran día de la carrera de Andrei Arshavin, posterior compañero de equipo suyo.

Los siguientes años en la Premier fueron los más prolíficos. En su nueva posición de delantero centro estuvo cuatro años más en el Arsenal. En el último, marcó treinta goles en la liga. Mientras tanto, había quedado finalista en el mundial de Sudáfrica. El gol de Iniesta evitó que levantara el trofeo. En 2012 disputó la Eurocopa, un fracaso y el final del proyecto de Van Marwijk, y fichó por el Manchester United con 29 años. Entró en otra dimensión de la mano de Alex Ferguson, con el que ganó la liga y marcó 26 goles en la despedida del técnico escocés.

La bajada de rendimiento del United, iniciado con David Moyes en el banquillo, condicionaron sus dos siguientes años, aunque revivió durante el mundial de Brasil de 2014, con el tercer lugar de una selección ya veterana que se perdería los dos siguientes campeonatos. En la Copa del Mundo, Van Persie anotó cuatro goles, dos de ellos en un recordadísimo 1-5 contra España, revancha de la última final.

Cuando dejó Manchester, en 2015, fichó por el Fenerbahçe, en el que actuó durante tres temporadas, antes de volver a casa, al Feyenoord, con el que aún tuvo tiempo de ganar una Copa y una Supercopa ya con 35 años. Ahora es técnico asistente del equipo de Rotterdam, donde es visto como un ídolo, alguien que salió de abajo y que se supo adaptar a lo que le fue surgiendo en cada momento durante su carrera.

diumenge, 27 de setembre del 2020

Suiza, 1 (4) - Polonia, 1 (5) (Euro 2.016-Octavos de final)

258. Xherdan Shaqiri (1-1)

Hay jugadores que suelen lucir más en sus selecciones que en los equipos en los que actúan todo el año. Y eso que su trayectoria está llena de grandes equipos. Por diversas circunstancias, cuando disputan grandes campeonatos con su país se transforman, posiblemente porque no requieren la regularidad y mantener un gran nivel en el tiempo, ya que son de sólo seis o siete partidos en un mes de duración. Uno de estos casos es el del suizo Xherdan Shaqiri.



Shaqiri es suizo de adopción ya que nació en Gjilan, en Kosovo, muy cerca de las fronteras con Serbia y Macedonia del Norte. A los dos años, en medio del conflicto de los Balcanes, su familia tuvo que hacer como muchas y exiliarse y, también como muchas, terminó en Suiza. Los Shaqiri fueron a parar a Augst, muy cerca de otra frontera, esta vez la alemana, y de la ciudad de Basilea. Su padre se puso a trabajar en una granja y la madre lavaba y vendía ropa, una tarea en la que el pequeño Xherdan la ayudó de joven. El jefe de familia se dio cuenta de que muchos compatriotas exiliados apuntaban a los hijos en equipos de fútbol y que esta podía ser una buena oportunidad para huir de las limitaciones económicas. Viendo que Xherdan tenía cualidades, lo alentó a dedicarse a ello.

A los ocho años, Shaqiri entró en las categorías inferiores del Basilea, equipo con el que debutó en la élite, como profesional, y en la Liga de Campeones. Sus condiciones eran muy particulares. Bajo, pero extremadamente fuerte y con una pierna izquierda de gran calidad. En la Champions del 2012, después de derrotar al Manchester United en la primera ronda, el Basilea se enfrentó al Bayern de Múnich en los octavos de final. Lo superó por 1-0 en St. Jakobs. En la vuelta, cayó por un escandaloso 7-0, pero Shaqiri ya había llamado la atención de los bávaros, que lo ficharon aquel verano.

Antes, ya había debutado con la selección suiza, en 2010, y se había estrenado en el mundial de Sudáfrica con sólo 19 años. En 2011, el equipo helvético se proclamó subcampeón europeo sub-21 con una interesante camada de jugadores. El equipo quedó fuera de la Eurocopa 2012 pero volvió a clasificarse para el mundial de Brasil, en 2014, en que Shaqiri anotó tres goles antes de la eliminación, en octavos de final, contra Argentina.

Paralelamente, el Bayern, se proclamó campeón de Europa en 2013, aunque él era suplente en aquel equipo de Jupp Heynckes, y lo siguió siendo con Pep Guardiola en el banquillo. Sumó tres ligas en su palmarés, pero el hecho de no ser protagonista, como sí lo era en la selección, le hizo cambiar de club. Fue contratado por el Inter en el mercado de invierno de 2015, pero en Italia tampoco destacó y entonces decidió dar un paso atrás y firmar por el Stoke City, un conjunto sin tantas pretensiones de la Premier League.

Fue el Britannia Stadium donde se volvió a ver el Shaqiri alrededor del cual pivotaba todo el equipo. El Stoke fue noveno en la primera temporada, con un buen juego. Evidentemente, teniendo en cuenta su ascendencia en la selección, y ahora que jugaba mucho más, fue convocado para la Eurocopa de 2016, que le llegaba con una gran edad, 25 años, y ya con mucha carrera hecha.

El gol

Suiza pasó la primera ronda sin mucho lucimiento. Venció a Albania por la mínima, en un duelo emotivo por los orígenes de muchos de los jugadores helvéticos, y sumó dos empates, contra Rumanía y Francia. Quedó situada en el lado considerado fácil del cuadro y con un buen camino para intentar hacer algo grande. El rival en los octavos era Polonia. El partido no comenzó demasiado bien, ya que Blaszczykowski adelantó a los eslavos poco antes del descanso. El tiempo corría para Suiza en la segunda parte, cuando ocho minutos antes del final llegó una maravilla.



En pleno asedio sobre la portería de Fabianski, un balón colgado fue rechazado por el central Glik. Shaqiri estaba en la frontal del área, pero no de cara hacia la portería, sino de lado. Vio cómo bajaba el esférico y no se lo pensó. Saltó de manera acrobática y soltó una descomunal tijera que pegó en el palo izquierdo antes de entrar en la portería polaca. Éxtasis entre el público suizo. Lamentablemente para su equipo, se llegó a la tanda de penaltis, tras una prórroga sin goles, y allí un error de Xhaka, de origen albano-kosovar como él, aunque ya nacido en Basilea, condenó a su selección. Shaqiri sí anotó su lanzamiento desde el punto fatídico en la tanda.

Siguió su carrera en el Stoke hasta 2018, cuando el equipo bajó a Championship. Superó las penas participando en el mundial de Rusia, en el que provocó una de las polémicas del campeonato. Junto con Xhaka celebraron sus goles contra Serbia, el país que mantiene que Kosovo es una de sus provincias, con el símbolo del águila de la Gran Albania, el territorio que los nacionalistas albaneses consideran como propio, aunque esté en otros estados actuales. Fueron sancionados. Suiza cayó en octavos, nuevamente, esta vez contra Suecia.

Pero Shaqiri volvió a ser captado por un gran equipo. El Liverpool de Jürgen Klopp se fijó en él para dar descanso al tridente formado por Salah, Firmino y Mané. Volvió a estar en un equipo poderoso, pero no era un primer espada. Se limitó a esperar oportunidades, como la que le llegó con la titularidad en el 4-0 contra el FC Barcelona en las semifinales de la Champions del 2019, previa al triunfo del equipo en la final de Madrid contra el Tottenham. Era su segundo máximo torneo europeo de clubes.

Suiza se volvió a clasificar para la Eurocopa del 2021, en la que tendrá un grupo muy complicado con partidos contra Italia en Roma, contra Turquía en Bakú, capital de Azerbaiyán, país de influencia otomana, y ante Gales. Nadie duda de que, si no está lesionado, juegue donde juegue, Shaqiri volverá a ser la referencia de la selección, un hábitat en el que se encuentra como pez en el agua.

dissabte, 26 de setembre del 2020

Portugal, 2 (6) - Inglaterra, 2 (5) (Euro 2004-Cuartos de final)

259. Frank Lampard (2-2)

Portugal e Inglaterra vivieron, a principios de este siglo, tres episodios seguidos de máxima rivalidad que derivaron en duelos muy cerrados, algunos espectaculares, y que siempre cayeron del lado luso. De hecho, en el mundial de México, en 1986, un gol de Carlos Manuel también había supuesto la derrota inglesa en la primera fase, aunque entonces fueron los isleños los que pasaron ronda y los portugueses los que quedaron eliminados. Ya en el siglo XXI, el episodio central de la trilogía de enfrentamientos se vivió en Lisboa. Hubo de todo y, a pesar del triunfo local, las esperanzas británicas se mantuvieron unos minutos más gracias a una acción de oportunista de Frank Lampard.




Como quedó dicho en el gol número 356 de esta lista, la Eurocopa de Portugal no comenzó muy bien para los ingleses, con una derrota con remontada recibida en el descuento contra Francia. Pero dos buenos triunfos, contra Croacia y Suiza, permitieron a la selección de Sven-Göran Eriksson, que venía de ser cuartofinalista en el mundial de Corea y Japón, entrar en las eliminatorias. Se trataba de un equipo de gran categoría, con un centro del campo de primera fila, con Gerrard, Beckham, Lampard y Scholes, una defensa expeditiva, con Terry y Campbell, y una delantera de primer nivel, con Owen y el joven Rooney .

Pero el rival sería Portugal, un equipo que, en la Eurocopa anterior, ya había vencido a los ingleses en una remontada espectacular en Eindhoven, cuando ganaron por 3-2 un partido que perdían por 0-2. Los ibéricos habían hecho un mal papel en el último mundial y, por ello, habían encargado la selección al técnico campeón del mundo, Luiz Felipe Scolari. La primera fase había sido complicada, con derrota contra Grecia y tanto salvador de Nuno Gomes contra España, y ahora afrontaban el duelo contra los ingleses con el estadio Da Luz a favor.

Y el partido fue para recordar. Owen adelantó a su equipo en el minuto 3 y la ventaja parecía que se mantendría hasta el final, pero Hélder Postiga empató ocho minutos antes de los 90. En la prórroga, Rui Costa, de un fuerte disparo, anotó el 2-1. Inglaterra tenía que reaccionar y lo hizo utilizando una de sus mejores armas: el balón parado.

El gol

Ya quedó dicho que, aparte de sus virtudes como centrocampista en el juego abierto, Lampard era un extraordinario rematador con todas las superficies. Aunque no es muy alto, se sabía colocar bien en el área. Ya había anotado de cabeza contra Francia y, cinco minutos antes del final de la prórroga ante Portugal, fue el más listo.




Porque el 90% de las personas que seguían el partido sabían que, con un córner a favor, el entonces madridista David Beckham buscaría, sí o sí, la cabeza del central John Terry, temible en el juego aéreo. Lo que no sabía todo el mundo era donde caería la pelota impulsada por el defensa del Chelsea. Sólo su compañero en el club londinense Frank Lampard supo situarse en la posición exacta, parar el balón tocado por Terry, girarse con gran rapidez, batir a Ricardo y llevar el partido a los penaltis.

En la tanda, sin embargo, la suerte no estuvo al lado del equipo de Eriksson, empezando por el patinazo de Beckham en el primer lanzamiento y terminando con el error de Vassell en el último disparo, que permitió al portero Ricardo clasificar Portugal al anotar el tiro definitivo. Lampard había anotado su lanzamiento, el tercero de la tanda.

La trilogía entre portugueses e ingleses se cerraría dos años más tarde en el mundial de Alemania. También fue en cuartos de final, en Frankfurt, cuando un partido mucho más cerrado terminó con empate sin goles e hizo falta recurrir al lanzamiento desde los once metros. En aquella ocasión, la resolución aún fue más trágica para los ingleses, ya que Lampard, Gerrard y Carragher erraron sus tiros, Ricardo volvió a ser protagonista y Portugal entró en las semifinales.

Y es que Lampard, un jugador fantástico, con unas cifras de goles impresionantes con el Chelsea, no ha acabado de tener suerte en los grandes campeonatos. En Portugal 2004 anotó tres goles, y sólo uno, contra Croacia, sirvió de algo. En Alemania 2006, en el mundial, no anotó y encima erró un penalti en la tanda. Se perdió la Eurocopa de 2008 porque Inglaterra no se clasificó. En el mundial de 2010, en Sudáfrica, anotó un magnífico gol contra Alemania en los octavos de final, de vaselina, sobre Neuer, pero ni el colegiado uruguayo Jorge Larrionda, ni el asistente Pablo Fandiño, de la misma nacionalidad , no vieron cómo el balón atravesaba claramente la línea de gol. Hubiera sido el 2-2 de un partido que Alemania ganó por 4-1. Lampard no jugó la Eurocopa del 2012 por lesión y se retiró de los grandes torneos en 2014, con un empate a cero contra Costa Rica en un duelo intrascendente para los ingleses, que ya estaban eliminados.

divendres, 25 de setembre del 2020

Alemania, 1 (6) - Italia, 1 (5) (Euro 2016-Cuartos de final)

260. Leonardo Bonucci (1-1)

Los penaltis han sido muy importantes en la historia de los grandes campeonatos. Desde que se empezaron a utilizar como método para desempatar partidos en las eliminatorias, han sido fuente de grandes historias y se han cobrado víctimas de todo tipo, jugadores de no tanta categoría y también estrellas del fútbol. En algunos casos, los protagonistas han tenido que afrontar penaltis tanto en el partido, como en la tanda final. Es lo que le sucedió, en 2016, al central italiano Leonardo Bonucci.


La pareja de centrales que Bonucci ha formado con Giorgio Chiellini en la Juventus y en la selección italiana en los últimos años ha sido de las más potentes del fútbol mundial. En algunos casos se añadió Andrea Barzagli y se formó una defensa de tres centrales, como sucedió en la Eurocopa de Francia de 2016. Tras comenzar la trayectoria profesional en el Inter, Bonucci tuvo que pasar por el Treviso y el Pisa, en la Serie B, antes de triunfar en el Bari, en la máxima categoría, y fue contratado por la Juventus con 23 años. Fue llegar al equipo turinés y comenzar a ser llamado por la selección italiana.

Dos años más tarde ya fue finalista de la Eurocopa 2012. Perdió contra España pero ya nadie lo retiró de la posición. Con la Juventus fue fijo entre 2011 y 2014 a las órdenes de Antonio Conte, con quien ganó todas las ligas posibles. Por eso no fue extraño que, una vez fue nombrado seleccionador, el mismo técnico contara con él como líder de la defensa de la Eurocopa de 2016, en Francia.


El gol

Y el trabajo de Bonucci en el campeonato fue casi perfecto. Con él de titular, Italia sólo encajó un gol en los cuatro primeros partidos, el que le marcó Robbie Brady para Irlanda. Ni Bélgica, ni Suecia, ni España perforaron la portería de Buffon. Llegó el gran duelo de cuartos de final contra Alemania, un equipo con cuentas pendientes con los italianos desde hace décadas. El último enfrentamiento había sido cuatro años antes, cuando dos goles de Balotelli echaron a los centroeuropeos de la Eurocopa de Polonia y Ucrania. En este caso, en Burdeos, fueron los teutones los que se adelantaron en el marcador con un gol de Özil a los veinte minutos de la reanudación. El equipo de Conte asedió a Neuer y encontró premio en el minuto 78.




Fue cuando Boateng cometió un claro penalti al tocar el balón con el brazo levantado mientras marcaba a Chiellini. Aunque había otros especialistas en el campo, como los delanteros Eder y Pelle, fue Bonucci quien tomó la responsabilidad y superó Neuer con un disparo muy colocado, al palo izquierdo del portero.

El partido se fue a la prórroga y a una enloquecida tanda de penaltis. Después de cuatro tiros, ambos equipos habían fallado dos, a cargo de Zaza y Pellè por Italia y de Özil y Müller por Alemania. Bonucci intentó recordar lo que había hecho durante el partido y anotar el quinto en la misma portería que unos minutos antes. En esta ocasión, sin embargo, eligió el otro palo y Neuer le adivinó las intenciones y le detuvo el disparo.



Por suerte para Italia, Schweinsteiger también falló el quinto tiro alemán, que le habría dado la victoria. La tanda siguió, con tres aciertos por cada lado hasta que Matteo Darmian falló el suyo y Jonas Hector dio el acceso a los alemanes para las semifinales. Bonucci quedaba fuera del torneo y tampoco pudo jugar el siguiente, ya que Italia quedó fuera del mundial de Rusia 2018, a manos de Suecia, por primera vez en sesenta años.

A nivel de clubes, cuando parecía totalmente establecido en la Juventus, Bonucci sorprendió al año siguiente al abandonar el club tras la final perdida contra el Real Madrid por 1-4 en la Liga de Campeones. Se habló de su mala relación con el técnico, Massimiliano Allegri. Se marchó al Milan y alegró la vida a su hijo mayor. El pequeño Lorenzo tuvo que aguantar durante años, vestido de blanco y negro, las celebraciones de su padre de los títulos con la Juventus cuando él es un gran aficionado del Torino, el eterno rival. De hecho, su ídolo es Andrea Belotti, el delantero del equipo granate. Pero su padre sólo estuvo un año en San Siro, con un equipo de un nivel mucho más bajo, antes de volver por la puerta grande a la Juventus. Con 34 años, Leonardo Bonucci intentará mantenerse en forma para estar en el partido inaugural de la Eurocopa 2021, en Roma, contra Turquía, su primera cita en un gran torneo desde los dos penaltis, con cara y cruz, de Burdeos.

dijous, 24 de setembre del 2020

Hungría, 3- Dinamarca, 1 (Euro 64-Partido por el tercer puesto)

261. Dezso Novák (2-1 y 3-1)

La Eurocopa es un torneo que comenzó a disputarse en 1960. No es tan antiguo como otros, como la Copa del Mundo, que data de 1930, o aún más que la Copa América, que es de 1916. No obstante, hay pocas imágenes de las primeras ediciones, las de los años sesenta, principalmente de los partidos que no fueran las finales. Justo por este motivo no existen evidencias en movimiento de un hecho tan poco habitual como que un defensa, y de los de la época, que pasaban poco del centro del campo, marcara dos goles que dieran a su selección el tercer lugar de un campeonato. Fue el caso del húngaro Dezso Novák.




Novák vivió un gran año 1964. Ya en 1960, con sólo 21 años, había disputado los Juegos de Roma. Entonces, los torneos olímpicos tenían una gran importancia en los países del este, que podían utilizar en él a sus mejores jugadores ya que, al ser de regímenes comunistas, no eran profesionales. Este era uno de los preceptos de la carta olímpica. Entonces, Hungría había quedado fuera de la competición en semifinales, eliminada por Dinamarca, contra quien había perdido por 2-0.

Aquel año, Hungría había disputado la primera edición de la Eurocopa, sin Novák, y había quedado eliminada por la URSS en las semifinales. En 1964, se había vuelto a clasificar. En un partido muy emocionante, los magiares habían sido eliminados por el anfitrión, España, en Madrid. La Hungría de los años sesenta no era tan espectacular como la del principio de los cincuenta, que dominaba el mundo, pero solía estar siempre presente en los grandes eventos. A aquel equipo del 64 le volvió a tocar jugar la final de consolación y, curiosamente, el rival fue Dinamarca, su verdugo de los Juegos de cuatro años antes.

Los goles

El duelo se jugó en el Camp Nou de Barcelona, ​​donde sólo se citaron 3.800 espectadores, el día antes de la final de Madrid entre España y la URSS. Ferenc Bene, que había marcado en las semifinales, adelantó a los centroeuropeos en el minuto 20, pero nueve minutos antes del final empató el danés Bertelsen. Habría una prórroga. Y allí emergió la figura de Novák, que no había disputado la semifinal.

Fue todo en tres minutos. En el 2 de la segunda parte de la prórroga, un penalti indicado por el colegiado suizo Meret permitió darle ventaja a su equipo. Sólo tres minutos más tarde, una falta en la frontal del área volvió a favorecer a Hungría. Novák volvió a asumir la responsabilidad y batió al portero Nielsen. Era la pequeña revancha contra los daneses y una simbólica medalla de bronce que significa el mejor resultado del país en una Eurocopa. Por desgracia, los goles no fueron registrados en su momento. La baja afluencia de público en el campo demuestra la poca importancia que se le debía dar al partido por parte de Televisión Española, que debería haber sido la encargada de grabarlo.

El historial de Novák con la selección creció ese mismo año. Pocos meses después se proclamó campeón olímpico en Tokio cuando Hungría derrotó por 2-1 a Checoslovaquia. Repitió medalla de oro en 1968, derrotando en la final a Bulgaria por 4-1. Su gran agujero negro, sin embargo, fue no poder participar en el mundial de Inglaterra, ya que no fue convocado.





Justamente por sus dos títulos olímpicos, Novák tiene un busto en los campos de entrenamiento del Ferencvaros, el club al que dedicó once años de su carrera y con el que ganó cuatro ligas y una Copa de Ferias. Fue en 1965 cuando el equipo de Budapest se atrevió a jugar la final de esta competición europea a partido único en el campo de la Juventus y derrotó a la Vecchia Signora con un gol de Fenyvesi. En 1968, estuvo a punto de volver a ganar el título, pero cayó en la final a doble partido contra el Leeds United. En aquel torneo, Novák colaboró ​​con sendos goles a las eliminaciones del Athletic de Bilbao y del Zaragoza. En la Copa de Europa, su mejor resultado fue unos cuartos de final, en 1966. El Inter de Milán eliminaría al Ferencvaros derrotándole por 4-0 en San Siro y empatando a un gol en Budapest, con un otra anotación de Novák de penalti, su gran especialidad.

Se retiró en 1972 e inició una carrera como entrenador en la que preparó durante tres etapas al propio Ferencvaros, además de a otros equipos húngaros como al Szombathely, en el que se había formado. Años después emprendería una aventura en Arabia Saudita, donde ganó muchos títulos, y seguramente también bastante dinero, con el Al Ittihad. Murió en 2014, con 75 años, sin que nadie, salvo los pocos que estaban en el campo aquel 20 de junio, hubiera visto el penalti y la falta que convirtieron a Hungría en el tercer mejor equipo de Europa en aquel lejano 1964.

dimecres, 23 de setembre del 2020

Checoslovaquia, 1 (9) - Italia, 1 (8) (Euro 80-Partido por el tercer puesto)

262. Jozef Barmos (9-8 de la tanda)

Entre Checoslovaquia y una de sus sucesoras, la República Checa, han disputado tres tandas de penaltis en grandes torneos. En todos los casos fue en Eurocopas. Y los dos países mantienen un récord imposible de superar: no fallaron ninguno de los lanzamientos que han hecho. Y han sido 19. Uno de los goleadores que marcó el penalti decisivo que dio una de las tres victorias es el defensa Jozef Barmos.



Checoslovaquia había ganado la Eurocopa de 1976 con el gol de Panenka en una tanda en la que había anotado los cinco tiros. Catorce de los 23 convocados por Vaclav Jezek en aquel torneo eran eslovacos, incluido el entrenador, y nueve, checos. El equipo no se había podido clasificar para el mundial de Argentina 78 y la federación había optado por relevar a Jezek y situar en su lugar al también eslovaco Josef Venglos, que introdujo cambios. Uno de los nuevos fue otro eslovaco, el defensa Josef Barmos, marcador implacable que había crecido en el Inter de Bratislava hasta que, en verano de 1978, había fichado por el Dukla de Praga, el club del ejército. Sólo estuvo allí una temporada y en 1979 ya había vuelto al Inter.

Barmos fue uno de los fijos en los esquemas de Venglos en el grupo de clasificación para la Eurocopa de 1980, en el que la selección dejó fuera a Francia y Suecia, aparte de Luxemburgo. Se presentaría a Italia a defender título pero esta vez con superioridad checa sobre los eslovacos de 14 a 8. Checoslovaquia perdió en el primer partido, contra Alemania, lo que la dejó con pocas opciones de llegar a la final, a la que accedía el primero de grupo. Venció a Grecia y un empate contra los Países Bajos le permitió disputar la final de consolación, contra Italia.

El gol

El partido de Roma fue igualado y acabó con empate a un gol. Jurkemik marcó primero y Graziani igualó. No hubo anotaciones en la prórroga e hizo falta recurrir a los penaltis. Entonces comenzó una tanda larguísima en la que nadie fallaba. Italia comenzó a patear primero y marcaron, por este orden, Causio, Altobelli, Giuseppe Baresi, Cabrini, Benetti, Graziani, Scirea y Tardelli. Para los checos, iban igualando Masny, Nehoda, Ondrus, Jurkemik, Panenka, Gogh, Gadjusek y Kozak. Sólo faltaban dos jugadores de campo y el portero para lanzar cuando se afrontó el noveno penalti.


El defensa italiano Collovati fue quien puso el balón en el punto fatídico y disparó con potencia. El portero Netolicka se lanzó correctamente, pero el balón se le coló por debajo del cuerpo. Por suerte para él, reaccionó a tiempo y lo atrapó antes que atravesara la línea de gol. Le tocaba el turno a Checoslovaquia. Faltaban el propio portero, el centrocampista checo Vojacek y el defensa eslovaco Barmos. Fue éste quien tomó la responsabilidad y, con una gran calidad, no sólo engañó a Zoff sino que hizo entrar el esférico por la escuadra. Los centroeuropeos eran terceros.

Barmos, que entonces tenía 25 años, estuvo hasta los 30 en el Inter de Bratislava, al que entrenaría después en dos etapas. Concluyó su carrera como jugador en el Racing Jet belga. Aún tuvo tiempo de participar en un mundial, el de España 82, en el que se marcó un gol en propia puerta en San Mamés contra Inglaterra. El equipo de Venglos quedó eliminado en la primera fase, víctima de los británicos y de Francia, y la selección ya no reapareció en el panorama internacional hasta la Copa del Mundo de 1990, curiosamente de nuevo en Italia, tres años antes de la separación del país y cuando Barmos hacía dos veranos que había colgado las botas.

dimarts, 22 de setembre del 2020

Inglaterra, 2- URSS, 0 (Partido por el tercer puesto)

263. Bobby Charlton (1-0)

Hay jugadores en la historia del fútbol catalogados como leyendas. Algunos con más éxitos deportivos que otros, son aquellos que han trascendido a su condición de deportistas y que han sido seguidos por las masas o idolatrados. Inglaterra, como cuna del fútbol, ​​tiene pocos éxitos a nivel de selecciones absolutas. De hecho, sólo ha ganado el mundial de 1966. Y el líder de aquella selección era un jugador de unas condiciones excepcionales que, además, fue nombrado "sir", caballero, por la reina Isabel II y que se ha convertido en un icono del Manchester United en todo el mundo. Se trata de Bobby Charlton.



Su historia no se puede explicar sin recordar un accidente aéreo. En 1958, la expedición del Manchester United volvía a casa procedente de Belgrado, de disputar un partido de la Copa de Europa, cuando tuvo un accidente en el aeropuerto de Múnich, donde había hecho escala. Murieron 23 personas, entre ellos ocho integrantes del equipo. Charlton, que entonces tenía 20 años, fue uno de los supervivientes, junto con el entrenador, Matt Busby.

El accidente fue en febrero y, dos meses más tarde, recibió su primera convocatoria con la selección. Fue en un partido amistoso contra Escocia, en el que marcó el primero de sus 50 goles en 105 partidos internacionales. Entró en la lista para el mundial de Suecia, pero no jugó ningún partido. Sería la primera de sus cuatro Copas del Mundo.

En Manchester tocaba reconstruir. Cinco años después, ya con otra estrella como Denis Law al lado, el United ganó la Copa, contra el Leicester por 3-1, y en 1965 y 1967, dos ligas. En medio, el equipo inglés se había proclamado campeón del mundo en Wembley, en la polémica final con la victoria por 4-2 contra Alemania Federal. Bobby Charlton había sido decisivo en el torneo, sobre todo con sus dos goles en las semifinales contra la Portugal de Eusébio.

Y otro gran momento de su carrera fue en 1968, ya con 30 años cumplidos. Diez después del accidente de Múnich, los red devils completaban su resurrección con la consecución de la Copa de Europa, también en Wembley ante el Benfica. El 4-1 final fue engañoso, ya que hubo que jugar una prórroga para superar los lisboetas, nuevamente con Eusébio en el equipo. Sólo una semana después de ganar el partido, Charlton debía enfundarse la camiseta de la selección, ya que Inglaterra se había clasificado por primera vez para una fase final de la Eurocopa.

El gol

Inglaterra había entrado tras dejar en la cuneta a España, la vigente campeona, ganando por 1-0 en casa y por 1-2 en Madrid, con un gol de Bobby Charlton en la ida. El torneo final se disputaba en Italia y la semifinal fue en Florencia, contra Yugoslavia. Los ingleses quedaron eliminados por un gol de Dzajic a cuatro minutos para el final. Tocaba jugar el partido por el tercer puesto contra la URSS, que había caído de manera aún más terrible, por el sospechoso lanzamiento de una moneda, contra los anfitriones. El duelo, como la final, se disputaba en Roma e Inglaterra lo empezó a decantar poco antes del descanso.



Fue en un balón largo hacia el área de los soviéticos. El delantero centro Hurst, luchando con uno de los centrales soviéticos, la dejó de cara y Bobby Charlton explotó una de sus grandes virtudes. A pesar de llevar habitualmente el 9 a la camiseta, no era un delantero estático, sino que se movía hacia el centro del campo y participaba en la creación del juego. Tanto asistía, como remataba, y en esta ocasión llegó de segunda línea y batió de un disparo franco al portero Pshenichnikov. Un gol del mismo Hurst, autor de un hat-trick en la final del mundial de 1966, en la segunda parte daría a los ingleses su mejor clasificación en el torneo, ya que en 1996 llegaron a las semifinales, pero no había final de consolación que determinara si ellos, o los franceses, habían quedado terceros o cuartos.

Bobby Charlton aún alargó dos años más en la selección, hasta el mundial de México 70, donde Alemania Federal se tomó la revancha y echó a los campeones del mundo en los cuartos de final. A nivel de clubes, el United perdió potencial en las temporadas posteriores pero Charlton se mantuvo fiel hasta 1973, cuando se retiró con 35 años. Lo hizo a tiempo para no participar en el descenso a Segunda del año posterior. Una caída de la que el club se supo rehacer y sobrevivir, como lo había hecho Charlton después del desastre de Múnich de 1958.

dilluns, 21 de setembre del 2020

Austria, 0- Alemania, 1 (Euro 2008-Primera fase)

264. Michael Ballack (0-1)

Unos cuantos metros de diferencia pueden determinar el futuro de las personas. Görlitz es la ciudad más oriental de Alemania. De hecho, hay letreros en algunas calles para avisar de que se tenga cuidado porque si se sigue caminando se abandona el país y se entra en Polonia, en concreto en Zgorzelec. Los dos núcleos están prácticamente pegados y sólo los separa el río Neisse. En 1976, Görlitz formaba parte de la República Democrática Alemana y en sus calles creció el futuro capitán de la República Federal Michael Ballack.



Él mismo explica que, de muy joven, y viendo que tenía futuro jugando a fútbol, ​​lo llevaron a la actual Chemnitz, que entonces se llamaba Karl-Marx Stadt. Entrenaba en el mismo estadio donde se ponían los cimientos, no muy legales, de los triunfos atléticos del país comunista, y solía coincidir con mitos como Marita Koch, ya en el ocaso de su carrera, o Katrin Krabbe. Cuando tenía trece años cayó el muro de Berlín y el equipo se volvió a llamar Chemnitzer y a perder entre el marasmo de categorías del país unificado.

Fue en 1998 cuando empezó a ser conocido. Lo había fichado el Kaiserslautern, un equipo histórico que acababa de subir de la segunda categoría y que, de golpe, se proclamó campeón. Se quedó allí un año más, en el que fue eliminado de la Champions por el Bayern de Múnich, antes de ser contratado por el Bayer Leverkusen. Fue ya como jugador del equipo de la aspirina que comenzó a ser convocado para la selección. Asistió a la Copa Confederaciones de 1999 y la Eurocopa del 2000. 2002 fue el año en que podía haberlo conseguido todo y en què comenzó a forjar una leyenda de perdedor de finales.

Porque el Leverkusen perdió la de la Copa, ante el Schalke, y de la Champions, contra el Real Madrid, y se quedó a un punto del Dortmund en una liga que parecía controlada. El equipo pasó a ser llamado "Neverkusen", también por una tendencia perdedora de la que quiso escapar fichando por el Bayern. Ese año, además, fue de los mejores jugadores del mundial de Corea y Japón, pero se perdió la final por acumulación de tarjetas y, encima, la selección cayó en la lucha por el título contra Brasil.

Ballack ganó tres ligas y tres Copas en el Bayern, aunque se le negó la Liga de Campeones. Llegó el mundial de su país, en 2006, donde no marcó ningún gol y cayó en las semifinales contra Italia. Era el momento de hacer otro cambio y, ya con 30 años, fichó por el Chelsea. Sus condiciones de centrocampista total y de buen llegador al área parecían hechas para la liga inglesa. En el primer año ganó la Copa y la Copa de la Liga y, después de un segundo en blanco, volvió a afrontar una Eurocopa, la de 2008 en Austria y Suiza.

El gol

Alemania comenzó venciendo a Polonia, pero cayó contra Croacia en el segundo partido. El decisivo tenía carácter histórico, contra los hermanos de Austria y en el Prater. El triunfo garantizaba del acceso a los cuartos de final, y el partido lo resolvió Ballack al inicio de la segunda parte.


Una falta en la frontal del área austriaca fue lanzada de manera indirecta por los alemanes. Lahm tocó el balón para Frings y Ballack, que había tomado impulso, soltó un obús que entró por la escuadra izquierda de la portería de Jürgen Macho, que quizás habría podido tapar mejor su palo, a pesar de la potencia del disparo. El gol sería definitivo, Alemania pasaría ronda y Austria caería eliminada.

Ballack y sus compañeros llegaron hasta la final. Él anotó un gol en los cuartos contra Portugal, pero volvió a tener que quedar con la miel en los labios, que ya que España derrotó a su equipo en el duelo decisivo. Fue el segundo subcampeonato europeo de Ballack ese mismo año ya que, con el Chelsea, había quedado subcampeón de la Champions, al perder la final, por penaltis, ante el Manchester United. Disputó todo el partido de Moscú y anotó un gol en la tanda.

En 2009, el Chelsea se quedó a las puertas de la final, al caer ante el FC Barcelona por el famoso gol de Iniesta. Icónica es la imagen de Ballack persiguiendo el árbitro noruego Tom Henning Ovrebo por no indicar un penalti por manos de Eto'o. En 2010 tocaba mundial, pero una entrada criminal de Kevin-Prince Boateng en la final de la Cup contra el Portsmouth le dejó sin el que habría sido su último gran campeonato de selecciones.

En 2011 volvió al Leverkusen, donde sumó otro subcampeonato, el de liga, en la primera de las dos temporadas en las que militó. Y después, se retiró. La suerte de nacer unos metros más al oeste y no ser polaco, sino alemán, seguramente permitió a Ballack desarrollarse en equipos potentes y jugar en una de las mejores selecciones del mundo. Pero la fortuna es muy caprichosa y, de no haberle dado la espalda en muchas situaciones de cara o cruz o finales, seguramente estaríamos hablando de uno de los mejores palmarés de la historia del fútbol.

diumenge, 20 de setembre del 2020

Islandia, 1- Hungría, 1 (Euro 2016-Primera fase)

265. Birkir Saevarsson, en propia puerta (1-1)

Cuando hablamos de los goles en propia puerta a menudo los catalogamos como errores del defensa o del portero que se los ha marcado. Pero en algunas ocasiones son acciones forzadas por el equipo atacante, al que también hay que valorar. Cuando el autogol llega en el tramo final del partido y sirve para empatar o ponerse por delante, suele ser decisivo. La cara es para el equipo que se beneficia. En la Eurocopa 2016, una Hungría que hacía treinta años que no disputaba un gran campeonato salió ganadora. Al otro lado, el equipo islandés y el defensa Birkir Már Saevarsson.



Como la mayoría de sus compañeros de equipo nacional, Saevarsson no es un jugador amateur, como se podría pensar de los islandeses tirando de los estereotipos de final del siglo pasado. Después de haber salido del Valur, uno de los históricos isleños, fue fichado por el Brann Bergen noruego, uno de los conjuntos más potentes de este país. Saevarsson es un defensa poderoso físicamente, al que a menudo se encarga la marca de algún adversario. De hecho, en el partido anterior al de Hungría persiguió a Cristiano Ronaldo con éxito.

Después de la Eurocopa y antes del siguiente mundial, el de 2018, para el que Islandia también se clasificó, su nombre apareció en los medios de comunicación ya que trabajaba en una fábrica procesadora de sal de Reykjavik. Se llegó a decir que alguien que tenía este trabajo sería el encargado de marcar a Messi en el estreno de ambas selecciones en Rusia. Como siempre, era una exageración. Saevarsson sólo aprovechaba los meses en que la liga estaba parada para otros empleos, no porque viviera de él. Él mismo explicaba que los islandeses no pueden estar todo el invierno parados sin hacer nada para ayudar a la comunidad.

Dos años antes, en la Eurocopa de Francia, Islandia había debutado con un notable empate contra Portugal, en un duelo en el que mostró toda su potencia defensiva. El segundo partido era contra Hungría y el tercero, ante Austria. Un triunfo en alguno de estos dos enfrentamientos clasificaba a los debutantes para los octavos de final.

El gol

Y el partido de Marsella comenzó bien, con un gol de Sigurdsson de penalti justo antes del descanso. La defensa islandesa controlaba bien a los magiares y parecía que el equipo se podría llevar la victoria. Pero sólo dos minutos antes del final llegó la jugada desgraciada para Saevarsson.



Fue en una penetración por la banda derecha de Nikolic, jugador de origen serbio pero nacionalizado húngaro después de hacer carrera en este país, sobre todo en el histórico Videoton. La centrada buscó el remate de Daniel Bode. Hubiera sido gol, pero Saevarsson lo evitó por unas décimas de segundo. Interceptó el balón, pero este se introdujo en la portería de Halldórsson. Era el empate a un gol definitivo.

Aunque fue un golpe para los islandeses, al final la historia tuvo final feliz para las dos formaciones. Una victoria de Islandia contra Austria y un empate de Hungría ante Portugal provocaron que ambas selecciones entraran en octavos de final, un éxito teniendo en cuenta de dónde venían. Además, los islandeses llegaron una ronda más allá, con Saevarsson siempre de titular. Curiosamente, con el autogol igualaba el número de anotaciones en la propia portería y en la contraria en los 91 partidos con el equipo nacional. Doce días antes había conseguido su único gol con Islandia en un amistoso contra Liechtenstein.

En 2018, cuando Saevarsson jugó el mundial, ya volvía a estar en el Valur, el equipo del que había salido. Había pasado tres temporadas en el Hammarby sueco, conjunto en el que militaba durante la Eurocopa y donde combinó tareas de central y de lateral derecho, que era su posición natural. Se retiró al final de la temporada pasada y ha comenzado una etapa de entrenador en un conjunto de la tercera división islandesa. Conociendo la calidad de la educación futbolística del país en los últimos años, seguro que tiene mucho por enseñar.

dissabte, 19 de setembre del 2020

Yugoslavia, 2- Países Bajos, 3 (Partido por el tercer puesto)

266. Ruud Geels (0-1 y 2-3)

Como es posible que un jugador que ha marcado 388 goles en poco más de 400 partidos como profesional, que ha jugado en los tres grandes clubes de los Países Bajos y ha sido cinco veces máximo goleador del campeonato neerlandés pase desapercibido y no lo conozca casi nadie . A veces, el propio carácter de los futbolistas determina su éxito, más allá de que sus prestaciones sean mejores o peores. Sólo así se explica la increíble historia del delantero Ruud Geels.


Geels empezó trabajando de pintor cuando era joven. El propietario de su empresa le animó a jugar al Telstar, un modesto equipo de la localidad costera de IJmuiden, al oeste de Amsterdam. Sus buenas prestaciones no pasaron inadvertidas para el Feyenoord, que lo fichó por 195.000 florines, unos 88.000 euros, cifra escandalosa en aquella época para un jugador tan joven. Estuvo en el club de Rotterdam cuatro años, en los que anotó 46 goles. En la última temporada, sin embargo, fue apartado del equipo ya que se sabía que lo quería abandonar. Por ello, vio desde casa como el Feyenoord se proclamaba campeón continental al vencer el Celtic, en Milán, en 1970. En aquella Copa de Europa, él había marcado seis goles en cuatro partidos, todos al modesto Reykjavik.

Fichó por modesto Go Ahead Eagles, con el que anotó 35 goles en dos años, y entonces inició su primera aventura internacional, al Brujas belga. En 1974 le llegó la convocatoria para el mundial de Alemania Federal, lo que hizo pasar a la posteridad a la Naranja Mecánica. Pero Geels no jugó ni un solo minuto. Las pugnas de vestuario entre las facciones del Ajax y del Feyenoord le dejaban fuera de juego. Además, cuenta ahora que aquellas fueron las peores semanas de su vida. Dos pesos pesados ​​del Ajax, los laterales Suurbier y Krol, casi le hacían mobbing durante la concentración, aprovechándose de su carácter afable y tímido para burlarse de él. Curiosamente a las pocas semanas serían compañeros suyos.

El Ajax había perdido a Cruyff y a Neeskens los últimos años y se reforzaba como podía. Ya no era el mejor equipo de Europa. Fichó  a Geels quien, en cuatro temporadas, anotó la increíble cantidad de 123 goles con los de Amsterdam. Entre sus hitos, cinco goles en un 6-0 ante el Feyenoord, una revancha en toda regla. Ni que decir tiene que fue máximo goleador en todas ellas, aparte de ser Bota de Plata en 1975 y de bronce en 1977 y 1978. En medio de este contexto, fue convocado para la Eurocopa de 1976.

El gol

Las guerras intestinas y la gran densidad de talento en la selección neerlandesa habían provocado que Geels llegara al torneo con sólo ocho partidos con la selección y dos goles anotados cuando ya tenía 27 años. En la semifinal, contra Checoslovaquia, fue suplente y entró en la segunda parte en el lugar de Johnny Rep. No pudo marcar y el equipo quedó eliminado en la prórroga. Para el partido por el tercer puesto, desbandada general de las estrellas, que no quisieron jugar, y el seleccionador, George Knobel, utilizó a los suplentes para enfrentarse al anfitrión, Yugoslavia. En menos de media hora, Geels ya había marcado.



Fue en un contragolpe en el que Rensenbrink, entonces en el Anderlecht, envió un balón al espacio. Geels ganó en la carrera al defensa yugoslavo Muzinic y batió por bajo al portero Petrovic. Era el 0-1. Diez minutos después, Willy van de Kerkhof anotaba el 0-2, pero los balcánicos reaccionaron y Katalinski y Dzajic, con un gol en cada parte, el último siete minutos antes del final, llevaban el partido a la prórroga. Curiosamente, en ese campeonato, todos los enfrentamientos necesitaron del tiempo suplementario y la final, penaltis y todo. En la prórroga todo seguía igual, pero a los dos minutos de la reanudación llegó la jugada decisiva.



Fue en otro contraataque neerlandés, en una acción similar a la primera. El otro delantero, Kees Kist, envía un balón larguísimo en el espacio. Geels deja que el esférico corra para poder ir más rápido y no perder tiempo y, en pugna con Katalinski, envía un disparo que supera a un muy mal colocado Petrovic. Era el 2-3 defitinivo y el tercer lugar para los Países Bajos.

A pesar de sus grandes prestaciones, Geels prefirió no ir al Mundial de 1978, en Argentina. El motivo era el seleccionador, el austriaco Ernst Happel. Se trataba del entrenador del Feyenoord en 1970, cuando el delantero había sido apartado del equipo antes de la final de la Copa de Europa. Entre esto y el recuerdo del mundial de 1974, en que lo había pasado mal, decidió no participar. Habría vuelto a ser subcampeón del mundo, aunque en aquella formación no estaban ni Cruyff, ni Van Hanegem, entre otros.

Pero la vida siguió para Geels, que después de dos años más en el Ajax fichó por el Anderlecht. Participó en una célebre eliminatoria contra el FC Barcelona en los octavos de final de la Recopa, en el que los azulgrana igualaron un 3-0 de la ida. En los penaltis, el delantero falló el suyo. Por el contrario, ganó la Supercopa de Europa contra el Liverpool y marcó 25 goles en 28 partidos en Bruselas. En 1979 llegó al gran rival ciudadano del Feyenoord, el Sparta de Rotterdam, donde anotó 36 goles en dos años. En el primero, fue máximo goleador de la liga por quinta vez. Ya con 33 años fue contratado por el tercero de los grandes de los Países Bajos, el PSV Eindhoven, donde sólo estuvo una temporada y media, ya con un rendimiento bastante más bajo, antes de terminar en el NAC Breda, donde se retiró.

Ruud Geels es el protagonista de un libro, "Altijd raak" (Exitoso siempre), con el subtítulo "la biografía del goleador olvidado". escrito por Theo Vaessen. En él cuenta su vida, su carácter tranquilo y afable y cómo, después del fútbol, ​​volvió a su negocio de pinturas a Velserbroek, entre Amsterdam y IJmuiden, donde comenzó todo. La pregunta es: ¿Cuánto valdría ahora un jugador con el rendimiento de Ruud Geels, o como habría sido su carrera de haberse mostrado más ambicioso?

divendres, 18 de setembre del 2020

Checoslovaquia, 1 (9) - Italia, 1 (8) (Euro 80-Partido por el tercer puesto)

267. Francesco Graziani (1-1)

La historia del fútbol italiano va repleta de dos tipos de delanteros. Los unos son técnicamente perfectos, muy virtuosos con el balón en los pies, verdaderos artistas. En el último medio siglo podemos encontrar en este grupo a elementos como Gianni Rivera, Roberto Baggio o Alessandro del Piero. Los otros son todo lo contrario. Tienen apariencia de no muy dotados técnicamente pero entregan hasta la última gota de sudor y, sobre todo, mantienen un gran idilio con el gol. En este grupo incluiríamos a Francesco Graziani.



Nacido en un suburbio de Roma, y ​​crecido en el Arezzo, en la Toscana, el equipo de la vida de Graziani, a pesar de que jugó en unos cuantos más, fue el Torino. Durante dos años, entre 1975 y 1977, el equipo revivió fugazmente los mejores momentos del gran conjunto que había desaparecido en la tragedia aérea de Superga, en 1949, cuando seguramente era el mejor del continente. Casi cuatro décadas más tarde, Il Toro ganó la liga a su rival ciudadano, la Juventus, con una delantera devastadora formada por Paolino Pulici y Francesco Graziani. Entre ambos anotaron 37 goles y convirtieron en campeón a su equipo. Al año siguiente estuvieron a punto de repetir, pero perdieron la partida contra el mismo rival por un solo punto.

Desde el punto de vista internacional, las dos carreras fueron bastante diferentes. Mientras Pulici no jugó ningún partido de ningún gran torneo, a pesar de ser convocado para los mundiales de Alemania 74 y Argentina 78, Graziani llegó a ser campeón del mundo, en 1982. Antes, en 1980, se disponía a afrontar su último año en Turín, cuando tenía 27, y encaraba la Eurocopa que se jugaba en casa. Había disputado tres ratos en la Copa del Mundo de Argentina de dos años antes y ahora era titularísimo en la selección que preparaba Enzo Bearzot.

Pero Graziani no tuvo acierto en el torneo, De hecho, Italia sólo marcó un gol en toda la primera fase, logrado por Tardelli contra Inglaterra, y esto provocó que se viera abocada a disputar la final de consolación contra Checoslovaquia, en Nápoles, ya que Bélgica la había superado en su grupo. El partido fue interminable, pero sirvió para Graziani, por fin, marcara.

El gol

Los checoslovacos habían adelantado con un buen disparo desde fuera del área de Jurkemik. Cuando faltaba un cuarto de hora para el final del partido, los italianos pusieron cerco al área rival y el mismo Graziani, caído a la banda izquierda, provocó una falta.





Sin tiempo para pensar, Causio la colgó al área y los checoslovacos hicieron una maniobra muy extraña. En aquel torneo se puso muy de moda la táctica del fuera de juego, sublimada por Bélgica, con la ayuda de la poca pericia de los jueces de línea, no tan preparados como ahora y que a menudo se equivocaban y marcaban la incorrección cuando no existía. En la jugada en cuestión, toda la defensa salió en bloque intentando provocarla pero el central Ondrus no se dio cuenta y se quedó pegado. Habilitó a Graziani quien, con la cabeza, remató fuera del alcance del portero Netolicka.

Italia llevó el partido a la prórroga y a una interminable tanda de penaltis en la que Graziani marcó pero que perdió por culpa del error del central Collovati. El verano siguiente, en 1983, el delantero fichó por la Fiorentina y como jugador viola se proclamó campeón del mundo en España, aunque él se lesionó en la espalda a los siete minutos de la final jugada en el Bernabéu contra Alemania Federal (3-1). Se mantuvo un año más en la Toscana y después fichó por la Roma.

Y con el equipo romanista, cerca de Subiaco, donde había nacido, estuvo a punto de ser campeón de Europa de clubes en 1984, con 31 años. Además, el partido se disputaba en el Estadio Olímpico de la capital italiana contra el Liverpool. Se terminó con empate a un gol y fueron necesarios los penaltis. En la tanda, el portero zimbabués Bruce Grobbelaar fue el protagonista en detener los tiros de dos campeones del mundo, Bruno Conti y el propio Graziani. Su error precedió al gol decisivo del lateral Alan Kennedy.

Graziani jugó dos años más en Roma y dos más en el Udinese antes de emprender una exótica, entonces mucho más que ahora, aventura en Australia, con los Leichhardt Tigers, cuando ya tenía 35 años. Intentó ser entrenador, pero no tuvo mucha suerte ni en la Fiorentina, ni en la Reggina, ni en el Avellino. Lo mejor lo había dejado el campo, en una larga trayectoria marcada por el esfuerzo y la entrega y que pudo haber brillado más de no haber sido por dos tandas de penaltis.

dijous, 17 de setembre del 2020

Rumania, 1- Suiza, 1 (Euro 2016-Primera fase)

268. Admir Mehmedi (1-1)

Como ya ha quedado claro en esta serie de goles, Suiza es uno de los países que más se nutren de jugadores nacidos en el extranjero o con raíces en otros estados. La Confederación Helvética acogió, sobre todo, a familias procedentes de Kosovo a raíz de las sucesivas guerras que sacudieron los Balcanes en la década de los noventa del siglo pasado. La mayoría de estas personas son de zona con ascendencia albanesa. Aunque nació en la actual Macedonia del Norte, este es el origen del delantero Admir Mehmedi.


Vino al mundo en Gostivar, muy cerca de la confluencia de las fronteras normacedonia, albanesa y kosovar, en 1991 y con sólo tres años su familia se trasladó a Suiza, donde ha vivido desde entonces. Pero tiene muy presente de dónde viene. Un ejemplo lo encontramos hace cuatro años. Con su padre visitó la ciudad donde nació. En uno de los pueblos que forman parte del municipio, Padalishte, vio a una familia que vivía en una casa que no reunía los mínimos para ser habitada. Aprovechando que su padre tiene una industria que trabaja la madera, decidió que la empresa construyera una casa nueva a aquella familia y que él la pagaría. Explicaba que era la manera de demostrar que se sentía afortunado con todo lo que él tenía y que lo quería compartir con personas que, en esencia, eran como él.

Deportivamente hablando, Mehmedi jugó en las categorías inferiores del Bellinzona y del Winterthur antes de iniciarse en el profesionalismo en Zúrich. Se trata de un delantero zurdo, muy móvil, que puede mostrar mejor su juego actuando en una banda o de segunda punta. A menudo es indetectable para las defensas rivales y aporta un interesante plus de trabajo defensivo en el equipo. Con 20 años fue fichado por el Dinamo de Kiev, con el que debutó en la Liga de Campeones y le sirvió de catapulta para la Bundesliga, donde ha ofrecido sus mejores servicios.

Mehmedi tuvo dos buenos años en Friburgo, sobre todo el primero, antes de ser contratado por el Bayer Leverkusen en 2015, el verano antes de la Eurocopa de Francia. Con la selección tenía experiencia desde joven. Había sido subcampeón de Europa sub-21 tras una final perdida contra España en Dinamarca con goles de Ander Herrera y Thiago Alcántara. Había ido a los Juegos de Londres y se había estrenado con la absoluta con 19 años. No le convocaron para la Eurocopa de 2012, pero sí para el mundial de 2014, donde incluso anotó contra Ecuador. En 2016, en Francia, con 25 años, le llegaba el torneo continental en un muy buen momento.

El gol

Suiza había debutado en un partido muy especial para muchos de sus componentes, ya que era en el estreno de Albania en un gran torneo. Él fue titular junto a compañeros como Shaqiri. Dzemaili, Xhaka o Behrami, cuyos padres son albaneses o kosovares. Los helvéticos vencieron por 0-1, con un gol del central Schär, y afrontaban el segundo partido contra Rumania. Una victoria los clasificaba para los octavos de final y, de paso, ayudaba a los hermanos albaneses a pasar ronda. Pero las cosas no empezaron muy bien en el Parque de los Príncipes, ya que un penalti permitió a Stancu adelantar al rival. Suiza tuvo que esperar al inicio de la reanudación para igualar el duelo.



Fue cuando Ricardo Rodríguez lanzó un córner a la izquierda de Tatarusanu. Seferovic, de ascendencia bosnia, tocó el balón con la cabeza en el área y esta quedó botando. Mehmedi, que había iniciado la jugada en la frontal del área, corrió hacia allí y empalmó una volea durísima que significó el empate definitivo. Los suizos se clasificarían, pero los albaneses no, ya que, a pesar de vencer a Rumanía en el último partido, no pudieron ser uno de los cuatro mejores terceros clasificados de los seis grupos.

Mehmedi fue titular durante todo el torneo, que se terminó en los octavos de final con una derrota por penaltis contra Polonia. Jugó dos temporadas más en Leverkusen, donde su protagonismo fue descendiendo, y con la vista puesta en el mundial de Rusia de 2018 decidió fichar por el Wolfsburgo. Pero el infortunio se centró en él. Una serie de indisposiciones físicas no le dieron continuidad y, además, en marzo se rompió los ligamentos de una rodilla.Fue baja para la cita mundialista.

El jugador de origen normacedonio siguió en el equipo de la Volkswagen y volvió al equipo nacional. Ha participado en cinco partidos de la fase de clasificación para la Eurocopa, que ahora se traslada a 2021. Él ya tendrá treinta años, pero aspira a volver a estar allí y ayudar al equipo del país que lo acogió a mejorar el resultado obtenido en Francia.

dimecres, 16 de setembre del 2020

Suecia, 2- Inglaterra, 3 (Euro 2012-Primera fase)

269. Andy Carroll (0-1)

En el noreste de Inglaterra se levanta la ciudad de Newcastle. Oficialmente, el topónimo tiene un agregado, "upon-Tyne", para explicar que está situada en encima, o sea, en el norte, de este río. En la otra orilla de este curso fluvial encontramos Gateshead, otra urbe, más pequeña que la anterior, conocida por sus reuniones atléticas. La proximidad entre ambas es esencial para entender el principio de la carrera del delantero Andy Carroll.



Gateshead es la ciudad natal del jugador, pero su mirada siempre estuvo puesta al otro lado del río, en St. James 'Park, el estadio de los Magpies (urracas), apelativo que recibe el Newcastle United por el color de su camiseta. Carroll tiene el corazón blanco y negro desde pequeño e hizo realidad el sueño de debutar en el último minuto de un partido de la Copa de la UEFA de 2006 en Palermo, cuando aún no tenía dieciocho años. Fue cedido al Preston y, en la segunda temporada después de su regreso, vivió el trauma de bajar a la segunda categoría.

Pero Carroll aprovechó su año en el Championship para anotar 17 goles y empezar a mostrar sus credenciales. Y estas eran las de un delantero centro de los de antes, muy alto, muy fuerte y con un remate de cabeza descomunal. Cuando los magpies volvieron a la máxima categoría, llamó la atención del Liverpool, que lo fichó por 40 millones de euros. Pero en Anfield no triunfó, ya fuera por sus lesiones, como por una vida algo desordenada o debido a que el juego con Kenny Dalglish en el banquillo era por el suelo y no el aéreo que le iba bien a él.

A pesar de ello, tuvo suerte de cara a la Eurocopa del 2012. Fabio Capello fue destituido como seleccionador, aunque se había clasificado para el torneo, y su lugar fue ocupado por un técnico de la vieja escuela como Roy Hodgson, que emprendió una revolución. Quería un atacante alto, ya que su 4-4-2 necesitaba rematadores para el juego de los hombres de banda. Descartó a Peter Crouch, que había tenido un mal año en el Stoke City, y convocó a un Carroll que aún lo había hecho peor en el Liverpool. En el debut, con un empate contra Francia, no jugó, pero el entrenador agitó al equipo para el duelo contra Suecia y el espigado atacante tardó 23 minutos en darle la razón.

El gol

Porque fue titular en el duelo disputado en Kiev y pronto sacó partido de su altura. En una acción típica del fútbol británico, Steven Gerrard colgó el balón en el área y, con su potencia, Carroll ganó la partida al central Mellberg y al lateral Granqvist, que llegó tarde a la ayuda, y remató con potencia al fondo de la portería de Isaksson.



El partido fue vibrante y Carroll lo jugó todo. Los suecos remontaron, pero entre Walcott y Welbeck dejaron el 2-3 final que medio clasificaba a Inglaterra. En el resto del torneo, Carroll sólo dispuso de ocho minutos en el triunfo ante Ucrania y media hora del partido y la prórroga en la derrota por penaltis ante Italia en los cuartos de final. Tras el torneo, el ariete sólo jugó 17 minutos más con la selección, en un triunfo contra San Marino en la fase de clasificación para el mundial de Brasil.

A nivel de clubes pareció que daba un paso atrás, pero encontró su lugar en el mundo en Upton Park, Aquel mismo verano lo fichó el West Ham United y jugó siete temporadas en el este de Londres. Cuando llegó aún tenía 23 años y mucha carrera por delante, pero se fue estableciendo en un equipo de media clasificación. Nuevamente, las muchas lesiones y un juego tan unidimensional le lastraron. Los 40 millones pagados por él por el Liverpool cuando sólo tenía 21 años fueron un peso demasiado grande.

Pero el año pasado tuvo una alegría. El Newcastle, el equipo del otro lado del río, pensó en él y volvió. Pese a su participación irregular, el ánimo de los aficionados, más por su pasado que por su presente, la llenaba una vez llegado a la treintena. Su carrera, que comenzó como un tiro, se estancó pero ahora, por fin, volvía a vestir la camiseta que siempre había deseado.

dimarts, 15 de setembre del 2020

Rusia, 0- Gales, 3 (Euro 2016-Primera fase)

270. Aaron Ramsey (0-1)

La selección de Gales estuvo sesenta años sin disputar un gran torneo internacional. Desde que se enfrentó a la Brasil de Pelé en los cuartos de final de la Copa del Mundo de Suecia, en 1958, no pudo obtener ninguna clasificación. Este hecho, el de no jugar con un conjunto competitivo, no permitió que se pudiera disfrutar en grandes citas de talentos como los de Ryan Giggs, Mark Hughes o Ian Rush. En 2016, beneficiándose, en parte, de la ampliación de la Eurocopa a 24 equipos, Gales, por fin, entró en la lucha de los mejores. Uno de los artífices del éxito fue el centrocampista Aaron Ramsey.


Nacido en Cardiff, y formado en el club de su ciudad, fue captado con 18 años por el Arsenal de Arsène Wenger y se convirtió en un icono en el Emirates Stadium. Centrecampista de buen toque de balón, algo casi innegociable los gunners, es muy versátil y se puede adaptar a cualquier posición de la zona ancha, incluso la de media punta por su buena llegada al área. En 2010, con veinte años, sufrió una durísima lesión en Stoke que lo dejó casi un año sin jugar y que le obligó a ir cedido al Nottingham Forest y el Cardiff para recuperar las buenas sensaciones. Volvió al Arsenal en 2011 y estuvo allí hasta el verano de 2019, cuando fichó por la Juventus.

Con la selección, había debutado en 2008 en un amistoso contra Dinamarca. Las sucesivas fase de clasificación iban provocando fracasos, en parte por la dificultad de los grupos, a los que Gales accedía con poco coeficiente UEFA. Pero la llegada de un jugador de primer nivel como Gareth Bale ayudó a hacer crecer el nivel y así, en la clasificación para la Eurocopa de 2016, quedó segunda, detrás de Bélgica y aprovechando que el resto de rivales eran las asequibles Bosnia, Israel, Chipre y Andorra.

El gol

Y las cosas no pudieron empezar mejor en Francia, con debut con victoria a última hora contra Eslovaquia (2-1). En el segundo partido, el derbi contra Inglaterra fue al revés, con derrota en el último minuto por el mismo resultado. Sería necesario, como mínimo, puntuar contra Rusia en el enfrentamiento definitivo para acceder a los octavos de final. Y los galeses tardaron diez minutos en encarrilar el triunfo.



Fue en un contraataque ruso bien cortado por el lateral Chester. El balón cayó a los pies del centrocampista más clarividente de los británicos, Joe Allen, que vio el desmarque al espacio de Ramsey. El pase, entre tres defensas rivales, fue primoroso y el jugador del Arsenal, frente al portero Akinfeev, respondió con clase, picando el balón y anotando el primer gol del partido. Gales acabaría ganando por 0-3, con goles posteriores de Taylor y Bale, uno en cada período.

La Eurocopa del conjunto de Chris Coleman fue espectacular, ya que eliminó a Irlanda del Norte en los octavos de final y dio la gran sorpresa derrotando a Bélgica en los cuartos. En las semifinales, la oposición de la Portugal de Cristiano Ronaldo fue un muro demasiado alto de superar. Gales no pudo ir al mundial de Rusia, con menos plazas otorgadas a los combinados europeos que en una Eurocopa, pero jugará su segundo torneo continental en 2021, después de una dura fase de clasificación. Con 30 años, Ramsey intentará repetir o mejorar el éxito de Francia partiendo en un difícil grupo, con Italia, Turquía y Suiza.

Ramsey también es conocido, fuera del ámbito futbolístico, por una historia curiosa. Comenzó a decirse que cuando él marcaba un gol, un famoso moría. Personalidades como Osama Bin Laden, Steve Jobs, Whitney Houston, Muamar el Gadafi o David Bowie fallecieron pocas horas después de un gol del galés. También es cierto que, en muchas ocasiones, la casualidad ha sido algo forzada, ya que el famoso tampoco era de primer nivel, o bien el gol no se había conseguido el mismo día, sino el anterior o el posterior. El gol contra Rusia, el 20 de junio de 2016, el único que, de momento, ha marcado en un gran torneo, puede dejar tranquilo a todo el mundo porque no vino acompañado de la muerte de ninguna gran figura del mundo actual.

dilluns, 14 de setembre del 2020

Alemania Federal, 2- Dinamarca, 0 (Euro 88-Primera fase)

271. Jürgen Klinsmann (1-0)

La Eurocopa 1988, celebrada en Alemania Federal, permitió descubrir a la nueva arma ofensiva de los anfitriones. El delantero Jürgen Klinsmann, que entonces estaba a punto de cumplir los 24 años, ya había destacado con su equipo, el Stuttgart, con el que había encadenado cuatro temporadas consecutivas con más de quince goles en la Bundesliga. Había debutado con la selección el verano del año anterior, sólo tenía cinco partidos de experiencia con la formación de Franz Beckenbauer y, para él, ese sería un verano muy largo, ya que lo finalizaría asistiendo a los Juegos Seúl, donde subió al podio para recoger la medalla de bronce con el equipo olímpico de Alemania Occidental.


Siguiendo la línea de sus predecesores en la línea ofensiva de la formación teutona, quizás con la excepción de Rummenigge, Klinsmann no era un prodigio de técnica. Pero lo suplía con una gran voluntad de no dar nunca un balón por perdido y con un enorme instinto para encontrar siempre el lugar adecuado para rematar. En el torneo de 1988, el seleccionador aún no había adoptado el sistema de tres centrales que le hizo campeón del mundo dos años después en Italia. El 4-4-2 de manual requería que los dos atacantes se complementaran. Y así fue.

Porque Völler y Klinsmann formaron una dupla temible durante varios años. Ambos parecían cortados por el mismo patrón, muy móviles, versátiles y un dolor de muelas constante para las defensas. Seguramente el primero era más duro y más estático y el segundo subía más a recoger balones al centro del campo. Y el centro del campo alemán era de lujo, con grandes generadores de juego como Olaf Thon, Pierre Littbarski, Wolfgang Rolff y, sobre todo, Lothar Matthäus.

El gol

El debut en el campeonato había sido complicado, con un empate a un gol contra Italia. Había que vencer Dinamarca en el segundo enfrentamiento, disputado en Gelsenkirchen. Un duelo, por cierto, revancha del que habían disputado ambos equipos dos años antes en el Mundial de México, con victoria nórdica por 2-0 en Querétaro. Y el marcador sólo tardó diez minutos en abrirse. No fue ni con una contra, ni con una triangulación, ni a balón parado. Fue en un balonazo arriba de Köhler, que pretendía ser un despeje.


Con el equipo danés saliendo, el globo derivó en un dos contra dos de los delanteros alemanes contra el central Lars Olsen y el centrocampista Soren Lerby, este situado en zona defensiva. Lerby tocó el balón con la cabeza, pero quedó suelto en el área. Rudi Völler llegó, pero se encontró el cuerpo de Peter Schmeichel, que debutaba en un gran campeonato, que le evitó el gol. Pero el balón salió hacia el centro del área y Klinsmann sólo tuvo que vencer la débil resistencia de Lars Olsen, que estaba entre los postes, para adelantar a su equipo. Un cabezazo de Olaf Thon en el tramo final dejó el 2-0 fy consumó la revancha.

Alemania Federal superó a España en el último partido por 2-0, con dos goles de Völler, y llegó a las semifinales del torneo. Pero allí se encontró a los Países Bajos, que la eliminó con un gol de Van Basten en los últimos minutos del enfrentamiento. El debut de la pareja de delanteros se quedaba sin final.

Tendrían tiempo de resarcirse. Klinsmann fichó el verano de 1989 por el Inter de Milán, donde formó trío con Matthäus y Andreas Brehme y donde ganó la Copa de la UEFA de 1991. Antes, fue campeón del mundo, junto a Völler, con tres goles anotados. En 1992, dejó a los italianos y fichó por el Mónaco. Además, volvió a disputar una final, la de la Eurocopa del 92 en Suecia, que perdió contra Dinamarca, curiosamente también por 2-0, un resultado que parece icónico en los enfrentamientos entre los dos países. Entonces ya había cambiado su pareja de ataque y le acompañaba Karl-Heinz Riedle, otro atacante creado con el mismo molde que Völler y él.

La larguísima trayectoria de Klinsmann con el equipo nacional, con 114 partidos y 51 goles, le llevó a fracasar en el mundial de Estados Unidos (cuartos de final), a ganar la Eurocopa 1996 de Inglaterra, jugando de titular la final que encumbró a Oliver Bierhoff, y terminando su recorrido en la Copa del Mundo de Francia, en 1998, cuando ya estaba a punto de cumplir 34 años.

A nivel de clubes, tuvo tiempo de probar la Premier League con el Tottenham, equipo al que volvería después para terminar la carrera. Vistió también la elástica del Bayern y retornó a Italia para actuar en la Sampdoria, para terminar su trayectoria en los Spurs. Después se hizo entrenador y dirigió a dos selecciones en dos mundiales. En 2006, quedó tercero y fue el impulsor del equipo alemán que viviría una década muy productiva con su sucesor, Joachim Löw, y en 2014 llevó a los Estados Unidos hasta la segunda fase de la competición, en Brasil . A nivel de clubes, las cosas no le han ido tan bien, en el Bayern y, este mismo año, en el Hertha. Pero seguro que vuelve. Hace 32 años que apareció en un gran torneo, con el gol contra Dinamarca en Gelsenkirchen, y desde entonces el nombre de Klinsmann no ha abandonado nuestras vidas.